«Transformar la historia humana» es una campaña que busca inspirar confianza y fomentar el compromiso de que el cambio es posible en tres áreas que determinarán el futuro de la vida en nuestro planeta: la abolición de las armas nucleares, la educación para todas las personas, y la acción climática. Las tres cuestiones son el foco de la propuesta de paz de 2022 del presidente de la SGI, Daisaku Ikeda
Aquí puede escuchar a las personas que están ayudando a crear el cambio.
#Transformarlahistoriahumana
Debido a la incapacidad del género humano para actuar, se ha intensificado la crisis climática, tal como preveían los científicos. El daño a los sistemas naturales está socavando los fundamentos mismos de la vida en nuestro planeta, poniendo en peligro el futuro. La crisis puede resultar abrumadora, pero al tomarnos el tiempo para conocer los hechos y recapacitar, descubrimos vías de acción. A través de la acción nos empoderamos y ahí nace la esperanza.
“Aprender . . . Reflexionar . . . Empoderar.”—Daisaku Ikeda
Vanessa Nakate: Ninguna acción es demasiado pequeña
La activista ugandesa por el clima Vanessa Nakate fue la primera persona de su país en organizar una huelga estudiantil que llamara a la acción contra el cambio climático. Vanessa vino haciendo oír su voz en la escena internacional, y en 2021, habló en la COP26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). El siguiente es un extracto de la entrevista que concedió al Seikyo Shimbun, periódico de la Soka Gakkai.
En 2018, empecé a investigar acerca de los desafíos que estaban afrontando las personas de mi comunidad, y ahí descubrí que el cambio climático era uno de ellos. En la escuela habíamos estudiado este tema, pero todo lo que yo sabía era que la crisis climática estaba causando cambios en los patrones de comportamiento del clima, y pensaba que este fenómeno sucedía a lo largo de grandes espacios temporales. . . .
En 2018, empecé a investigar acerca de los desafíos que estaban afrontando las personas de mi comunidad, y ahí descubrí que el cambio climático era uno de ellos. En la escuela habíamos estudiado este tema, pero todo lo que yo sabía era que la crisis climática estaba causando cambios en los patrones de comportamiento del clima, y pensaba que este fenómeno sucedía a lo largo de grandes espacios temporales. No era consciente de que, en realidad, se trataba de una gran amenaza a la que se veía expuesta la vida de miles de personas en este mismo momento. Quería entender las causas del cambio climático y su impacto en las comunidades, en la vida de las personas y en las naciones en general. Me di cuenta de que ya había visto algunas de las consecuencias en mi país: inundaciones extremas, desprendimientos de tierra y sequías. Entonces, decidí hacer algo al respecto. Inspirada en las huelgas por el clima de Greta Thunberg, yo también comencé a movilizarme todos los viernes. La primera manifestación fue en enero de 2019 en un mercado local, y, desde entonces, ya han pasado más de tres años.
No es lo mismo realizar manifestaciones por el clima en mi país y, probablemente, en otros países africanos, que hacerlas en Europa o en los Estados Unidos, en donde se pueden ver grupos numerosos de personas que reivindican la acción por el clima. Para nosotros, es muy distinto. Al principio, por ejemplo, me movilizaba sola o con un amigo, simplemente salíamos a la calle con nuestras pancartas.
La primera huelga mundial por el clima debió ser en marzo de 2019. En este tipo de concentraciones, las personas se organizan entre sí con muchos otros, pero yo no podía hacer eso. No tenía los recursos ni los permisos para llevarlas a cabo. Lo que hice, entonces, fue acudir al director de una escuela local y pedirle permiso para hablar con los estudiantes y realizar una huelga climática con ellos. Ese fue el comienzo de mi acercamiento a las escuelas.
La educación es realmente respetada en nuestras comunidades, y muchos son los padres que trabajan arduamente para asegurarse de que sus hijos vayan a la escuela, permanezcan en ella y terminen sus estudios. Esto hace que sea muy difícil para los estudiantes faltar a clase, ya que podrían ser suspendidos o expulsados. Esta es la razón por la que pedí permiso a las instituciones educativas para conversar con los alumnos sobre el cambio climático.
Conseguir las autorizaciones o los recursos para organizar grandes huelgas por el clima no es fácil. Por ejemplo, recuerdo muy bien mi primera y última huelga climática en el Parlamento de Uganda. La hice con mi amigo Elton, y, como la palabra «huelga» en nuestras pancartas incomodó a las autoridades, tuvimos que explicarles que la nuestra no perseguía fines políticos. La segunda vez que lo intenté en el Parlamento, me denegaron el permiso necesario por temor a que llamara la atención del público o causara disturbios, y algunos de mis amigos y compañeros activistas fueron arrestados por participar en la huelga. Estos son algunos de los desafíos que hemos tenido.
En 2019 usted lanzó el Proyecto Vash Green Schools. ¿Podría contarnos un poco más sobre el tema?
Inicié el proyecto en 2019 para hacer frente a la pobreza energética en las escuelas rurales ideando soluciones económicas y sostenibles. El plan consiste en la instalación de paneles solares y cocinas ecológicas en los colegios de Uganda. Sucintamente, podemos decir que se trata de ayudar a las comunidades y a las escuelas a realizar la transición hacia la energía renovable. El proyecto nace porque no todas las escuelas pueden permitirse este cambio por razones económicas, ni todas las familias o comunidades pueden acceder a este tipo de energía. Gracias a la iniciativa, que cuenta con el apoyo de personas de distintas partes del mundo, instalamos paneles solares en las escuelas de forma gratuita, y así ayudamos a impulsar esa transición. La mayoría de los colegios de Uganda utilizan leña para cocinar, lo que supone la tala de árboles. Si bien las cocinas ecológicas no eliminan por completo el uso de la madera, sí ayudan a reducir la cantidad que se necesita para preparar la comida.
Así avanzamos en la construcción de cocinas ecológicas en las escuelas. Además de disminuir la cantidad de leña necesaria, estas cocinas reducen la contaminación del aire que respiran los cocineros en el interior de los establecimientos. Con este proyecto, permitimos que la educación climática llegue a las escuelas, a los profesores y a los padres. Estamos comprometidos con la comunidad.
Nos ha dado también la oportunidad de conversar con los estudiantes sobre los problemas climáticos y el trabajo que realizamos. Podemos mostrarles de esta manera el poder de las pequeñas acciones -sus acciones- y el poder que tienen sus voces para transformar el mundo. Hasta la fecha, hemos realizado instalaciones en 13 escuelas.
Volvemos a las escuelas para que nos den su opinión. La conclusión es que las hornillas reducen la contaminación en las cocinas de modo significativo, y, por otro lado, gracias a la electricidad que generan los paneles solares, los alumnos pueden estudiar por más tiempo, ya que cuando llueve, el aula puede quedar a oscuras y dificultar la lectura. Estas mejoras han llevado a que aumente el número de estudiantes.
Usted también realiza un fuerte llamamiento para salvar la cuenca del Congo, el bosque tropical que se ubica en la frontera de Uganda, ¿puede contarnos más al respecto?
En 2019, hice una presentación en uno de los Rotary Clubs en Kampala. Después, se formularon un par de preguntas, y una de ellas fue por qué el mundo no estaba prestando atención a lo que pasaba en la Selva del Congo. Por ese entonces, yo no sabía mucho al respecto, así que comencé a leer y a informarme sobre lo que estaba pasando, y me enteré de la tala ilegal, la construcción de carreteras y la extracción de recursos minerales. Recuerdo que un artículo afirmaba que el ritmo de la actual destrucción de la Selva del Congo podría suponer su pérdida total para el año 2100. Al considerar que es el segundo bosque tropical del mundo en tamaño y que tenemos tan poca información sobre su situación quedé profundamente sorprendida.
En el bosque tropical hay especies en peligro de extinción, como el okapi (miembro de la familia de las jirafas). De hecho, el único lugar donde viven estos animales es la Selva del Congo. Incluso más de 75 millones de personas dependen de la existencia de esta selva, y es el hogar de miles de especies de aves, animales y plantas. Me di cuenta de que tenía que comenzar a hablar de ello.
Fue así como empecé a hacer mis propias reivindicaciones principalmente desde casa. Por ejemplo, hice una pancarta que decía «Save Congo Rainforest» (Salva el bosque tropical del Congo), y la di a conocer en los medios sociales una y otra vez, hasta que, en el decimoquinto día de huelga, Greta Thunberg retuiteó mi mensaje sobre la Selva del Congo. Como resultado, mucha gente empezó a comprometerse más, y a organizarse y difundir fotos de la selva. Me enteré de que algunas personas ni siquiera conocían la existencia del bosque tropical, y mucho menos de la destrucción que se estaba produciendo. Es posible que todo un ecosistema desaparezca sin que la gente sepa de su existencia.
En el Foro Económico Mundial de Davos en enero de 2020, la agencia de noticias AP la eliminó de una foto en la que aparecía con otras jóvenes activistas por el clima. Su respuesta fue realmente contundente: «No solo habéis borrado una foto, habéis borrado un continente». ¿Podría hablar más sobre este incidente?
Cuando vi por primera vez la foto que se publicó, me sentí realmente frustrada y desconsolada. Durante la entrevista, justamente, había hecho hincapié en la importancia de escuchar a los activistas, en especial a aquellos de las zonas más afectadas por el cambio climático. Por eso, el hecho de no verme en la foto ni encontrar mis palabras en el artículo fue realmente decepcionante y lamentable.
África, en cuanto a continente, es responsable de menos del 4% de las emisiones mundiales. Sin embargo, estamos viendo como muchos africanos sufren algunos de los impactos más brutales de la crisis climática. Sin ir más lejos, este año fuimos testigos de una sequía en el este del continente que dejó a más de 26 millones de personas sin acceso a los alimentos ni al agua. En el sur de África presenciamos el ciclón Ana que provocó muchas muertes y miles de desplazados. También observamos las fuertes lluvias y consecuentes inundaciones que arrasaron granjas, negocios y hogares.
En el continente africano la crisis climática es evidente. Ya estamos luchando por la supervivencia con 1,2 ℃ por encima de nuestra temperatura media, por no hablar del aumento de 1,5 ℃ previsto a escala mundial, y ya ha causado graves destrucciones en muchas comunidades africanas. Hay tantas comunidades que acaban siendo marginadas, cuyas voces, en primer lugar, no se escuchan, cuyas historias y experiencias no se amplifican, y sin embargo, estas comunidades están sufriendo mucho.
La crisis climática acabará afectándonos a todos si no hacemos algo al respecto. Puede que tú no estés allí para ver los efectos, pero podría repercutir en tus hijos y nietos.
Cuanto antes la gente entienda que el clima es una responsabilidad humana, más fácil será actuar y construir un futuro sostenible, equitativo y saludable para todos nosotros. No se trata de ti, se trata de todos. Ver que tu vecino es feliz, que el niño de al lado tiene acceso a la comida o puede terminar la escuela: esas son las verdaderas alegrías de la vida. En definitiva, se trata de construir un mundo seguro y saludable para todos.
Usted enfatiza la importancia de la educación de las niñas como un medio crucial para afrontar la crisis climática. Por favor, cuéntenos más al respecto.
Cuando se trata de soluciones climáticas, normalmente oímos hablar de la energía solar, los espacios verdes, los vehículos eléctricos, entre otras cosas, pero nunca de que la educación de las niñas es una solución climática; y, en realidad, una muy poderosa. El Proyecto Drawdown enumera cien acciones que podemos emprender para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la quinta de la lista es la educación de las niñas y la planificación familiar.
El empoderamiento de las mujeres y la educación de las niñas no solo las beneficia, sino que los efectos se extienden a la familia, la comunidad y el mundo en general.
Es también una solución que reducirá las desigualdades ya existentes a las que se enfrentan tantas mujeres y niñas a medida que se agrava la crisis climática. En muchas comunidades, especialmente en las zonas rurales, son ellas las primeras en sufrir las consecuencias de la crisis climática, porque tienen la responsabilidad de proporcionar alimentos y agua a sus familias. Son ellas las que recorren largas distancias para proveer de agua a sus hogares. Si la familia ya no puede ocuparse de sus hijos, algunos de ellos se ven obligados a abandonar la escuela, y de nuevo, siempre son las niñas quienes deben hacerlo. Además, muchas se ven obligadas a contraer matrimonios precoces.
La educación y el empoderamiento de las mujeres y las niñas ayudará a reducir muchas de estas desigualdades; aumentará su resiliencia, y al mismo tiempo reducirá los gases de efecto invernadero.
El presidente Daisaku Ikeda lleva tiempo apelando a que el siglo XXI sea «el siglo de las mujeres» y «el siglo de África». El llamamiento se basa en la filosofía budista que indica que quienes más han sufrido tienen derecho a ser más felices. En 2005, Ikeda se reunió con la activista medioambiental, la doctora Wangari Maathai, para hablar, entre otros temas, del poder de las mujeres.
Valoro enormemente el trabajo de Wangari Maathai. Ojalá estudiáramos más en la escuela sobre este tipo de mujeres y su increíble labor. Wangari es una inspiración para mí. Creo que marcó un gran camino para todos nosotros y hay mucho que aprender de ella.
En 2019, iniciamos un pequeño grupo llamado YOUTH For Future Africa (Juventud para la futura África) que luego se convirtió en el Rise up Movement (Movimiento levántate). Con él, nuestra principal acción es la huelga climática. Organizamos y movilizamos manifestaciones por el clima en diferentes partes del país; reunimos a tantos jóvenes como nos es posible: nos juntamos en las escuelas para hacer huelga, organizar talleres y acrecentar el desarrollo de habilidades con el objetivo de que todos nosotros, en cuanto activistas, aprendamos a llevar adelante mejor nuestro compromiso. En las reuniones buscamos dialogar acerca de algunas de las problemáticas que afectan nuestra vida y comunidades.
Dentro del Movimiento Rise Up también tenemos una serie de proyectos. Ya he mencionado al del Vash Green Schools. También tenemos otro de plantación de árboles llamado +1Tree Project que dirige Evelyn Acham. A través de él, plantamos árboles frutales y los regalamos a diferentes hogares. Además, existe un proyecto llamado Girl On The Move Initiative, dirigido por Isaac Ssentumbwe, que se basa en el apoyo a las niñas y mujeres de las zonas rurales para que desarrollen las habilidades que necesitan para ser autónomas o buscar empleo. Creemos que, en el mundo de la justicia climática, necesitamos que más mujeres puedan acceder a fondos para obtener ingresos, de modo que puedan construir hogares más respetuosos con el clima para ellas mismas y tener un futuro más respetuoso con el clima para sus hijos.
El Movimiento Rise Up trabaja para garantizar que se escuchen todas las voces y se vean todos los rostros. Realmente nos esforzamos en garantizar que todos los activistas, independientemente del tiempo que lleven en el movimiento, tengan acceso a una plataforma.
Creo que muchas veces los jóvenes se preguntan qué pueden hacer para luchar por el clima. Y creo que esa pregunta por sí sola es un paso para hacer algo. Siempre digo que lo primero es encontrar un grupo que ya esté organizado en tu comunidad; no es necesario que comiences solo. Pero, si no ves ninguno y quieres movilizarte, mi consejo es que empieces ya. No precisas de muchos recursos; todo lo que necesitas es una pancarta y un rotulador para escribir tu mensaje y compartirlo en tus medios sociales. Así lo hice yo, y eso siempre me recuerda que ninguna acción, ninguna voz es demasiado pequeña para marcar la diferencia.
Creo que es importante que los jóvenes sean conscientes del poder que tienen sus voces, y de que sus voces están transformando el mundo. De hecho, existe una gran fuerza en sus acciones que ya están transformando la vida de muchas personas. Puede que no seamos capaces de hacer algo a escala mundial, pero hemos visto los cambios a nivel local: la alegría, la felicidad en los rostros de la gente cuando llevas este tipo de proyectos a sus comunidades.
Hagas lo que hagas, ya sea un pequeño proyecto en tu comunidad local, hablar con tu familia o amigos, eso ya es algo que haces por el medioambiente, por el planeta, por las personas. Ninguna acción es demasiado pequeña para cambiar el mundo.
Robert Harrap, director general de la SGI del Reino Unido
Philip Arvind Franck, Alemania
«La educación es el arma más poderosa que se puede utilizar para cambiar el mundo», dijo Nelson Mandela. El mundo se ve ante la imperiosa necesidad de un cambio. El acceso a la educación transforma la vida de las personas, conduce a la reducción de la pobreza y la violencia, y provee un mayor grado de igualdad y oportunidades. Es más, cambia las comunidades y nos capacita para que la sociedad avance en una dirección positiva.
Las Naciones Unidas han calculado que la pandemia del coronavirus ha anulado 20 años de avance en materia de educación. Este ámbito está amenazado en todo el mundo. La ampliación del acceso a la enseñanza significa asegurar el futuro de la humanidad en nuestro planeta.
Arunima Sharma, India
Gerrit Versteeg, Países Bajos
Con un número creciente de refugiados que llegan a los Países Bajos, especialmente a Delft, mi ciudad de origen, ha aumentado el número de jóvenes refugiados que han perdido muchos años de educación debido a la guerra en sus países de origen. Hace aproximadamente una década, las autoridades educativas holandesas comenzaron a proporcionar clases especiales para ayudar a eliminar esta brecha. Sin embargo, estas clases no siempre han sido suficientes, y los estudiantes han continuado enfrentándose a problemas de confianza y autoexpresión. Sus muy a menudo terribles experiencias en zonas de guerra afectan a su capacidad para absorber nueva información; sus mentes todavía están llenas del impacto de la guerra . . .
Con un número creciente de refugiados que llegan a los Países Bajos, especialmente a Delft, mi ciudad de origen, ha aumentado el número de jóvenes refugiados que han perdido muchos años de educación debido a la guerra en sus países de origen. Hace aproximadamente una década, las autoridades educativas holandesas comenzaron a proporcionar clases especiales para ayudar a eliminar esta brecha. Sin embargo, estas clases no siempre han sido suficientes, y los estudiantes han continuado enfrentándose a problemas de confianza y autoexpresión. Sus muy a menudo terribles experiencias en zonas de guerra afectan a su capacidad para absorber nueva información; sus mentes todavía están llenas del impacto de la guerra.
Hace algunos años, junto con Jeroen van der Zijde, quien tomó la iniciativa, y junto a un trabajador social, comenzamos a impartir un curso especial para proporcionar a los refugiados clases adicionales de idioma junto con clases de empoderamiento social.
El mayor problema es la falta de habilidades de comunicación oral debido a la falta de contacto con compañeros locales. Por ejemplo, un estudiante que ya había pasado varios años en los Países Bajos me mencionó que su mayor deseo sería tener un amigo holandés. Él no es una excepción. Qué triste.
Los propios estudiantes a menudo se mantienen dentro de sus propios círculos étnicos, nacionales o religiosos por seguridad, lo que aumenta su sensación de exclusión de la sociedad holandesa. Debido a este sentimiento de exclusión, algunos han terminado abandonando el país para tomar parte en la guerra de Siria e Irak. La triste realidad es que una proporción considerable de quienes abandonan Holanda para ir a la guerra provienen de Delft.
Al final del primer año de nuestras clases especiales, en 2014, el vocabulario de los estudiantes había mejorado significativamente, pero sus habilidades de comunicación eran aún muy pobres. Decidimos que en el segundo año prestaríamos más atención a este tema y, con este fin, se designó a un profesor de teatro. Esto llevó a una clara mejoría en la confianza en sí mismos y en la capacidad de los estudiantes para expresarse, pero su fluidez en el idioma se mantenía por debajo del nivel deseado.
En 2016, decidimos centrarnos en permitir que los estudiantes contaran sus propias historias. Llamamos a esto el “Teatro del idioma”, con un claro enfoque en la enseñanza de la lengua a través de las clases de teatro.
Al principio fue un caos. Los orígenes, edades y niveles educativos de los estudiantes eran muy diversos. Teníamos niños y niñas somalíes, eritreos y sirios comprendidos entre los 14 y los 18 años, que iban desde el casi analfabetismo hasta niveles de educación superior. Esto provocó conflictos y acoso entre grupos de estudiantes, incluidas amenazas físicas fuera del aula. Los efectos de la guerra en sus vidas se hicieron claramente evidentes.
Me volví extremadamente sensible a cualquier señal de agresión, hasta el punto de que a veces esto interfería con mi desempeño como docente: temblaba físicamente y me resultaba difícil hablar. Al recitar Nam-myoho-renge-kyo, entendí que, en primer lugar, tenía que aceptar su condición de “zona de guerra” como un hecho, reunir valor y enfrentarlo. Luego me di cuenta de que a pesar de nuestros diferentes orígenes y religiones, aun así podíamos crear entre nosotros verdaderas conexiones de corazón a corazón y compartir nuestras vidas.
Animamos al diálogo y mezclamos los grupos para que los estudiantes de diferentes orígenes tuvieran que trabajar juntos. En un principio esto resultó difícil porque los grupos les ofrecían cierta clase de seguridad. Una estudiante, por ejemplo, se negó a unirse a un grupo mixto. Descubrimos que había huido de su país después de haber perdido a sus padres. En lugar de insistir, le dimos tiempo para hacer su propia elección, y gradualmente pudo participar en el grupo mixto. Este incidente nos enseñó a prestar atención a la situación personal de cada alumno.
En el Teatro del idioma, se prestó atención a cada alumno para que pudiera contar su propia historia. La historia de cada estudiante fortaleció la solidaridad entre ellos ya que cada uno comenzó a mirar más allá de su propio grupo y a verse a sí mismo como parte de una comunidad más amplia con necesidades e intereses comunes.
En línea con nuestro principio de “colocar la escuela en la sociedad y a la sociedad en la escuela”, a mediados de año invitamos a la escuela a padres, administradores municipales y a referentes de las comunidades étnicas, como por ejemplo a un exitoso emprendedor somalí y a una joven siria que trabaja para el ACNUR.
Durante este encuentro, los estudiantes expresaron sus propios puntos de vista, y se hizo evidente que los padres a menudo tienen unas expectativas bastante rígidas sobre sus hijos o visiones limitadas de sus posibilidades. Por lo general, quieren que sus hijos se conviertan en médicos, maestros, policías o jugadores de fútbol.
Después invitamos a representantes de varias profesiones, —médicos, responsables de un centro de cuidado infantil, un oficial de policía y un administrador municipal—, para que pudieran ser entrevistados y grabados por los estudiantes.
Al final del año escolar 2016-17, los estudiantes presentaron una obra que ellos mismos habían escrito y para la cual habían elegido sus propios papeles. Asistieron sus familiares, la dirección de la escuela y el concejal de educación de la ciudad de Delft. Antes de la obra, cada estudiante presentó un monólogo compartiendo su propia historia o un deseo para el futuro.
El resultado de este proceso fue que los estudiantes ganaron confianza en sí mismos en el contexto de la sociedad holandesa y un fuerte sentido de su propia y única misión. Y, por supuesto, sus padres estaban muy orgullosos.
El proyecto creó conexiones positivas y entendimiento entre los estudiantes y entre los diferentes grupos étnicos, así como también entre los estudiantes y maestros, padres y autoridades. Al final del año escolar 2016-17, tenían mucho más respeto por la diversidad y mucha más confianza en que los problemas personales o grupales pueden resolverse a través del diálogo.
También fue evidente que había mejorado la autonomía de los estudiantes, como se ve en la forma en que convirtieron sus propias historias en una obra de teatro y eligieron sus propios papeles. El proyecto generó una gran felicidad entre los estudiantes y condujo a mejoras en sus vidas personales. Muchos pudieron avanzar con éxito hacia la educación superior.
Un periódico local publicó un artículo en primera página sobre el Teatro del idioma, con una imagen del alcalde de Delft rodeado por los estudiantes. En el municipio de Delft existe ahora una sensibilización que va en aumento en relación a la importancia de estas iniciativas.
Heidy Saucedo, títular de la División de Educación, SGI de Panamá
Todo lo que atesoramos puede verse reducido a cenizas en un instante. Hoy, el peligro de que se produzca una detonación de un arma nuclear, ya sea deliberadamente o por accidente, se encuentra en el nivel más alto desde que finalizó la Guerra Fría. La humanidad vive bajo la continua amenaza de la aniquilación, mientras sigan existiendo estas armas de destrucción masiva.
Al mismo tiempo, gracias al impulso creado por incontables personas preocupadas por las consecuencias de estos armamentos en todo el mundo, se han prohibido las armas nucleares por el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), que entró en vigor en el 2021. Hasta el momento, 86 países han firmado el tratado, entre los cuales no se encuentra todavía ningún Estado poseedor de armas nucleares. La generación actual puede ser la que libere finalmente al mundo de estos armamentos inhumanos.
Consulte cómo los números que aparecen a continuación están relacionados con las armas nucleares: cliquee los números.
Hacer lo que podemos: Un diálogo con Beatrice Fihn
Los jóvenes representantes de la Soka Gakkai que participaron en la histórica primera Reunión de los Estados partes (REP-1) en el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), en Viena, Austria, en junio de 2022, comparten sus convicciones.
Anna Ikeda, Oficina de la SGI para Asuntos de la ONU
Incluye una lista de reproducción sobre la práctica budista para principiantes, relatos de miembros del mundo y actividades de la Soka Gakkai por la paz