Volumen 30: Capítulo 6, Juramento 81–90
Juramento 81
Después de su visita a la India, Shin’ichi llegó a Hong Kong donde se encontró con el gobernador David Wilson y participó en diversas actividades. Desde allí, regresó al Japón y se dirigió a Okinawa el 22 de febrero.
Este había sido su primer viaje por la paz en ultramar desde que la Soka Gakkai había logrado su independencia espiritual.
En la India, donde se originó el budismo, así como en Tailandia y en Hong Kong, los miembros habían echado profundas raíces de amistad y confianza dentro de la comunidad y estaban trabajando activamente para promover la paz, la cultura y la educación. Y con miras al futuro, Shin’ichi se estaba dedicando de lleno a consolidar las nuevas bases del kosen-rufu mundial.
En el Centro de Conferencias de Okinawa, en la localidad de Onnason, se realizó la primera reunión general de la SGI de Asia a partir del 25 de febrero. Participaron representantes de diversos países y territorios del continente asiático. Shin’ichi estuvo presente en todas las actividades desarrolladas en las tres jornadas y brindó aliento a los miembros con todo su ser.
Durante la ceremonia de gongyo del segundo día (26 de febrero), Shin’ichi anunció que se crearía el Jardín Soka del Árbol Bodhi en las afueras de Nueva Delhi, India. Además recalcó que, así como Nichiren Daishonin había anhelado la felicidad de todas las personas, el propósito de la práctica era permitir a cada individuo llevar una existencia jubilosa y palpitante.
Dijo: «No tienen que hacer de la fe una obsesión ni sentirse presionados por ella. También deben evitar que sus orientaciones causen agobio y apaguen la alegría de sus compañeros de fe.
»Hacer el gongyo y entonar daimoku brinda beneficios a su vida. Pero eso no significa que sobrevendrán consecuencias negativas o recibirán “castigos” si dejan de hacerlo. Si así fuera, estarían en mejores condiciones las personas que jamás han practicado el budismo.
»Nichiren Daishonin dice que la fe sincera en la Ley Mística y la entonación de un simple Nam-myoho-renge-kyo es causa de beneficios incalculables. Si mantienen esta convicción y con la determinación de esforzarse en la práctica con valentía, confianza y regocijo, podrán desarrollar un estado de vida infinitamente elevado y acumularán cada vez mayor buena fortuna. Nuestra práctica budista es un derecho y el más grande privilegio, no una obligación. La clave de la fe del budismo Nichiren está en este sutil cambio de nuestra mentalidad y disposición interior».
Shin’ichi quería que todos, como integrantes de la familia Soka, avanzaran con sabiduría y optimismo por el camino del kosen-rufu, disfrutando de la alegría y el deleite de la práctica budista.
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El 27 de febrero, el tercer y último día, se llevaron a cabo la reunión general de la SGI de Asia y el festival musical por la paz realizadas en forma conjunta con la reunión de la sede central para responsables y el encuentro general de Okinawa. Los miembros de esta prefectura y de otras localidades del Japón participaron en dichas actividades junto a 250 compañeros de la SGI de 15 países y territorios.
Okinawa celebraba el vigésimo aniversario de su restitución al Japón [el 15 de mayo de 1972] y los compañeros del lugar estaban decididos a hacer de su terruño “islas de felicidad imperecedera”, una Tierra de la Luz Eternamente Tranquila. Asimismo, habían reafirmado su compromiso de difundir desde Okinawa, la puerta de entrada a los países de Asia, la filosofía del Daishonin con miras a realizar una genuina paz y prosperidad.
Los miembros de los diversos lugares del continente asiático también fortalecieron su determinación de trabajar junto con sus camaradas, de entablar lazos de amistad y confianza para asentar, de esa manera, las bases de una auténtica relación pacífica y fraterna.
Durante el festival, el responsable de la División Juvenil Masculina de la SGI de la India (Bharat Soka Gakkai) leyó en inglés la «Declaración (de la SGI) de Asia»:
Nosotros, los miembros de la SGI de Asia, proclamamos los siguientes tres puntos:
Primero, respetar la cultura y las tradiciones de los respectivos países y mostrar pruebas contundentes del principio que afirma que «la fe se manifiesta en el cotidiano vivir» con el fin de contribuir al desarrollo de nuestra sociedad.
Segundo, con una visión global, participar activamente en intercambios culturales y educativos a nivel internacional.
Tercero, brindar apoyo a las iniciativas de las Naciones Unidas dirigidas a la construcción de un nuevo orden de paz en el mundo.
La declaración fue adoptada de manera unánime con grandes aplausos.
La Banda Musical y la Banda de Pífanos y Percusión de Okinawa interpretaron una fanfarria titulada «El amanecer de Asia», seguida de los números corales y las danzas de los miembros de Malasia, Indonesia, las Filipinas y Singapur, en los que muchos lucieron sus vestimentas tradicionales. El ambiente rebosaba de vitalidad juvenil y júbilo que proviene de entregarse plenamente y sin restricciones al kosen-rufu.
Para cerrar con broche de oro, subió al escenario un coro de doscientos jóvenes —la mayoría de veinte años nacidos en 1972, cuando se restituyeron los derechos administrativos de Okinawa al Japón— que interpretó las canciones «Marcha de los Bodhisattvas de la Tierra» y «Nuestras hermosas islas de Okinawa». Algunos de los presentes se pusieron de pie y empezaron a bailar kachashi, la tradicional danza del lugar, al ritmo de la música.
Cuando Shin’ichi escuchó que muchos integrantes del coro tenían todavía veinte años, manifestó con brillos en los ojos: «¡Qué maravilloso! Cada joven es un preciado tesoro. Mientras ellos se esfuercen en la fe con entusiasmo, el futuro estará asegurado».
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Dirigiéndose a los responsables de Okinawa [mientras observaban las interpretaciones], Shin’ichi prosiguió: «Tienen que reparar en el gran potencial de estos jóvenes y apoyarlos cálidamente para que cada uno de ellos pueda desarrollarse. Las personas no crecen si nos despreocupamos de ellas.
»Podemos entonar daimoku y estudiar los escritos del Daishonin o visitar a los compañeros en sus hogares junto con los miembros más jóvenes y nuevos, y acompañarlos en el desafío de transmitir el budismo a los demás. Es decir, enseñarles a conciencia los fundamentos de la fe, la práctica y el estudio. Es importante que nos dediquemos con devoción y paciencia a velar por su desarrollo.
»Y hay que brindar a la juventud oportunidades de asumir el papel protagónico como lo han hecho en este festival musical, para que tengan la ocasión de pensar por sí mismos y de tomar iniciativas, desplegando plenamente sus habilidades.
»Ellos están mostrando lo que será de la Soka Gakkai de Okinawa en el futuro.
»Un líder verdadero es aquel que se esfuerza por hacer que los jóvenes sean valores más capaces que él mismo. Si en este momento se dedican con seriedad a fomentar el desarrollo de la juventud, y hacen de ello una tradición, estará asegurado el sólido cimiento de Okinawa del siglo XXI».
Uno tras otro, el público se puso de pie y todos terminaron bailando kachashi al son del canto de los jóvenes que rebosaban de pasión y energía.
Los participantes en la reunión general provenían de países con diferentes trasfondos históricos y culturales, pero estaban unidos por su preocupación por Asia y su compromiso con la paz.
Luego, Shin’ichi se dirigió al micrófono: «¡La primavera se abre en todo su esplendor, aquí en el Centro de Conferencias de Okinawa frente al hermoso océano, adornado de flores y luces!». Los miembros aplaudieron con entusiasmo.
Las palabras de Shin’ichi resonaban perfectamente con la inmensa alegría que sentían ahora que la Soka Gakkai había emprendido una brillante partida después de haberse liberado de las ataduras de la autoridad clerical.
En su discurso, Shin’ichi anunció los planes para construir un centro de conferencias en las Filipinas y establecer un jardín de infantes Soka en Singapur, además del jardín infantil que estaba programado inaugurarse en Hong Kong. Todas las noticias llenaban de esperanza a los miembros.
Shin’ichi se refirió también al papel histórico de Okinawa como puente entre las naciones y declaró que esta reunión general de la SGI de Asia en esta prefectura marcaba el inicio de una nueva era de grandes intercambios en el ámbito de la filosofía, la cultura y la paz en dirección al siglo XXI.
Mientras hablaba, Shin’ichi imaginaba cuán feliz estaría su maestro Josei Toda de ver esta reunión general, ya que él como nadie había deseado intensamente la felicidad y la paz de los habitantes del continente asiático.
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Okinawa rebosa de un profundo respeto a la dignidad de la vida y de un espíritu generoso y abierto a la amistad, tal como expresan las conocidas frases de su pueblo Nuchi du takara (La vida es un tesoro) e Ichariba chode (Nos conocimos, por lo tanto, somos hermanos).
El gran líder okinawense Saion (1682-1761) dijo: «La vida es el más preciado tesoro y es preciso proteger y nutrirla».1
Sin embargo, Okinawa fue el lugar donde incontables personas perdieron la vida en sangrientas batallas durante la Segunda Guerra Mundial.
Cada vez que Shin’ichi pensaba en estas islas, sentía una fuerte necesidad de cambiar su destino, de manera que pudieran convertirse, mediante la filosofía humanística del budismo, en una tierra de paz tal como había vislumbrado el Daishonin.
El 16 de julio de 1960, dos meses y medio después de haber asumido la tercera presidencia de la Soka Gakkai, Shin’ichi había visitado Okinawa por primera vez. Él había elegido precisamente ese día porque era la fecha en que Nichiren Daishonin presentó su tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, en 1260, y porque quería que los miembros de esta prefectura se desafiaran a construir un hermoso reino de paz y de prosperidad duraderas en su suelo, tomando la iniciativa en la empresa de conducir al resto del mundo hacia el ideal del Daishonin de “establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra”.
En este primer viaje, Shin’ichi había recorrido varias zonas al sur de la isla principal donde se libraron encarnizadas batallas durante la guerra. Las vivencias bélicas de los miembros y los horrores que tuvieron que sufrir habían desgarrado el corazón de Shin’ichi. Él se había jurado firme y profundamente que se esforzaría junto con los compañeros de Okinawa para convertir estas islas en una tierra colmada de felicidad que impulse el desarrollo del kosen-rufu.
Desde la perspectiva de las enseñanzas budistas, aquellos que han experimentado los peores sufrimientos merecen gozar de la mayor dicha.
Como expresión de su determinación, Shin’ichi había escogido Okinawa como el sitio para iniciar su novela La revolución humana el 2 de diciembre de 1964. La obra empieza: «No hay barbarie que se compare con la guerra. No existe nada más cruel».
La idea central de esta novela puede resumirse con las siguientes palabras: «La gran revolución humana de un solo individuo puede generar un cambio en el destino de un país y, más aún, propiciar un cambio en el rumbo de toda la humanidad». Es la frase que contiene el principio que su mentor, Josei Toda, señaló como clave para crear un mundo de paz.
Posteriormente, en 1977, la Soka Gakkai inauguró el Centro de Conferencias de Okinawa que se había construido en el lugar donde anteriormente se encontraba una base militar estadounidense con plataformas lanzamisiles (Mace B), cuyos proyectiles tenían como blanco el continente asiático. Shin’ichi había propuesto hacer de esta instalación un centro que transmitiera al mundo un mensaje de paz.
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El plan inicial había sido quitar completamente las plataformas lanzamisiles del Centro de Conferencias de Okinawa. Pero cuando Shin’ichi escuchó esto, sugirió: «¿Por qué no dejamos el complejo para recordar la historia de los absurdos enfrentamientos bélicos que protagonizó la humanidad? ¡Hagamos de este sitio un símbolo de la paz!».
Ahora [en el momento de la visita de Shin’ichi en febrero de 1992], el Centro de Conferencias mostraba un hermoso panorama. La base de lanzamiento de misiles, sobre la cual se habían colocado estatuas de jóvenes que avistaban el futuro, había sido convertida en un monumento a la paz, frente al cual todo aquel que lo visitaba hacía su determinación de trabajar por una paz duradera. Más de cien variedades de plantas como el cerezo, la buganvilla y el hibisco adornaban sus jardines. La antigua base militar estadounidense había renacido como un centro donde los miembros se reunían para reafirmar su compromiso por el kosen-rufu, la paz del mundo.
Nichiren Daishonin escribe: «No existen, en sí mismas, una tierra pura y otra impura; la diferencia solo reside en el bien y el mal que hay en nuestro interior».2 En esta frase, el Daishonin declara que esencialmente no hay diferencia entre un lugar y otro; y que a través de nuestra determinación y disposición interior podemos convertir el sitio en que vivimos en un ambiente inmejorable.
La transformación en el fuero interno de los seres humanos, que son los agentes de todo cambio, es la clave para construir una sociedad próspera y pacífica.
El Daishonin dedicó su vida entera a concretar el objetivo de establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra. «Establecer la enseñanza correcta» implica esforzarnos para difundir ampliamente la Ley Mística y hacer que arraigue en el interior de cada persona los ideales del budismo —tales como el reconocimiento de la dignidad suprema de la vida y el amor compasivo—. «La paz en la tierra» señala el desarrollo de la sociedad y el logro de una paz duradera como resultado de establecer la enseñanza correcta.
Nuestra misión religiosa como practicantes del budismo Nichiren es «establecer la enseñanza correcta», llevar a cabo el kosen-rufu, y es esta misión la que nos impulsa a cumplir nuestro deber social de «asegurar la paz en la tierra».
Sin establecer la enseñanza correcta, no es posible conseguir la paz genuina. Y sin nuestros esfuerzos de contribuir a la paz, no podremos cumplir el verdadero propósito de establecer la enseñanza correcta.
Nosotros, los miembros de la Soka Gakkai, orgullosos de nuestra misión y echando firmes raíces en el suelo de la realidad, continuaremos avanzando tenazmente para llevar a cabo la visión del Daishonin de lograr la paz mundial entablando diálogos con una persona tras otra. Es así como encontraremos el camino que conduce a la auténtica victoria del pueblo.
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[En la reunión general de la SGI de Asia celebrada el 27 de febrero de 1992] Shin’ichi Yamamoto se dirigió a los miembros de Okinawa y de los países asiáticos reunidos en el Centro de Conferencias, así como a aquellos que, desde las diferentes prefecturas del Japón, seguían el encuentro a través de transmisión satelital: «Nuestra familia Soka avanzará siempre en solidaridad, basándose en la sinceridad, la igualdad y la confianza. Trasciende las fronteras y las diferencias étnicas, y está libre de toda discriminación. Estoy absolutamente convencido de que no hay una familia global más hermosa como la nuestra, unida con ideales humanísticos. Como excelentes ciudadanos mundiales, emprendamos la marcha hacia el gran escenario de un nuevo renacimiento, hacia una nueva reforma religiosa».
Y agregó con fuerza: «El camino que nos espera en la nueva era del kosen-rufu estará también sembrado de pruebas y desafíos. Sin una resuelta determinación y sabiduría, no podremos conseguir victorias ni obtener brillantes logros.
»Practicar el budismo implica librar una lucha constante. Al igual que la vida y todo lo que nos rodea. Por lo tanto, tenemos que triunfar. Porque es la única manera de proteger a nuestros miembros y defender lo que es justo.
»¡Es mi deseo que ustedes lleguen a ser líderes victoriosos firmemente decididos a resguardar a nuestros compañeros y a trabajar por su felicidad!».
Todos respondieron con un fuerte aplauso expresando su compromiso. Después de Okinawa, Shin’ichi viajó a la prefectura de Oita, en Kyushu. Habían pasado diez años desde su última visita. Él participó en la reunión de responsables de prefectura y dirigió una canción de Gakkai.
Los compañeros de Oita se mantuvieron impertérritos ante los recientes problemas con la Nichiren Shoshu (que posteriormente fueron conocidos como «segundo incidente con el clero»). Esto se puede atribuir en parte a que ellos se habían puesto de pie para proclamar la integridad de la organización laica y habían resistido los duros ataques de los sacerdotes del Shoshin-kai [que estaban en contra de la Soka Gakkai] durante el primer incidente con el clero (que se inició a finales de los setenta).
Ellos conocían bien la naturaleza perversa de estos sacerdotes y los sucios métodos que usaban para atacar a la organización. Estaban también conscientes de que, a la luz de los escritos del Daishonin, las funciones del Demonio del Sexto Cielo habían finalmente aparecido, y no se dejarían vencer ante ellas.
El haber superado ese primer incidente fortaleció su convicción en la fe y su determinación de trabajar por el kosen-rufu junto con la Soka Gakkai.
Nichiren Daishonin escribe: «[N]o son nuestros aliados los que más nos ayudan a avanzar, sino nuestros enemigos poderosos».3 La Soka Gakkai había mostrado un crecimiento dinámico superando las dificultades y oposiciones que hizo surgir con su desarrollo. Y esta era su orgullosa historia.
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Shin’ichi Yamamoto continuó luchando incansablemente por el kosen-rufu. Ahora que la Soka Gakkai estaba libre de los grilletes del dogmatismo autoritario de la Nichiren Shoshu, él sentía que era hora de construir magníficos y sólidos cimientos del kosen-rufu mundial. «¡Este es el momento! —se dijo— ¡Es la alborada de una nueva era del kosen-rufu mundial llena de esperanza!».
Con el fin de abrir caminos hacia la concreción de ese objetivo antes de 2000, es decir, durante el siglo XX, Shin’ichi estaba decidido a recorrer los diferentes países del orbe dando todo de sí mismo. En 2001, el primer año del siglo XXI, él tendría setenta y tres años. Su visión era dejar firmemente asentados los cimientos del kosen-rufu mundial cuando cumpliera los ochenta.
Desde comienzos de junio hasta principios de julio de 1992, estuvo en el exterior por un mes visitando Alemania, Egipto, Turquía, y otros sitios.
En Frankfurt, participó en una histórica reunión conjunta en la que estuvieron presentes miembros de la SGI de trece naciones, incluyendo Rusia y países de Europa Central y Oriental como Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Bulgaria.
En su discurso, Shin’ichi contó a los miembros sobre la honda preocupación que Josei Toda había manifestado por los habitantes de Europa Oriental y Rusia, especialmente cuando ocurrió la Revolución húngara de 1956. Toda estaba dolorido por el terrible sufrimiento que debía de estar padeciendo el pueblo húngaro.
Shin’ichi alentó a los presentes: «Con miras a transformar el trágico destino de la humanidad, el señor Toda nos animó a los jóvenes a establecer una sólida base filosófica en nuestro fuero interior y a unir a las personas del mundo mediante acciones humanísticas. Yo he luchado para hacer realidad todas y cada una de las proyecciones e ideales de mi maestro. Y hoy día, vemos surgir maravillosos Bodhisattvas de la Tierra en Hungría, que tanto inquietaba al señor Toda, y en los demás territorios de Europa Oriental y Rusia».
En cada país que recorrió, Shin’ichi había sentido que la gente estaba esperando las enseñanzas del budismo Nichiren.
En octubre de ese mismo año, Shin’ichi realizó su octavo viaje a la China. Durante esa visita, la Academia China de Ciencias Sociales le hizo entrega del título de profesor honorario en investigación, un reconocimiento que se concedía por primera vez.
En dicha ocasión, Shin’ichi pronunció una disertación titulada: «Un “ethos” de simbiosis».4 En ella, habló sobre la coexistencia armoniosa o el “ethos de simbiosis” que caracteriza a la civilización de Asia Oriental y enfatizó la necesidad de una nueva corriente de pensamiento que promueva la convivencia armónica entre las personas y entre los seres humanos y la naturaleza.
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A fines de enero de 1993 —que la Soka Gakkai había denominado «Año de la victoria del renacimiento Soka»— Shin’ichi Yamamoto emprendió un viaje al exterior que duró dos meses y visitó los Estados Unidos y países de Sudamérica.
En el Claremont McKenna College en California, pronunció una conferencia titulada «En busca de nuevos principios de integración».
En ella propuso que la restauración de la integridad humana era la clave para encontrar nuevos principios de integración en nuestro mundo y afirmó que en la consecución de este objetivo eran indispensables el diálogo abierto y el abordaje de los cambios con un enfoque gradual basado en la tolerancia y la no violencia. Habló además sobre el estado de vida de los bodhisattvas y el de los budas en la concepción del budismo Nichiren.
El doctor Linus Pauling, dos veces ganador del Premio Nobel —de Química y de la Paz—, ofició de comentador en dicha ocasión. En sus palabras, manifestó que el espíritu de los bodhisattvas, presentado por Shin’ichi en su discurso, era de vital importancia para la felicidad humana y agregó que era una fortuna para el mundo la presencia de la Soka Gakkai que encarna este espíritu.
Shin’ichi se encontró en el campus de la Universidad Soka de Los Ángeles con Rosa Parks, reconocida como la madre del movimiento norteamericano por los derechos civiles.
En 1955, la señora Parks había protestado contra la política discriminatoria en el uso de los asientos en los buses [aplicada en Montgomery, Alabama]. Su iniciativa desencadenó el movimiento de boicot contra los autobuses de Montgomery, que puso fin a la segregación racial.
Junto a un grupo de jóvenes, Shin’ichi recibió a la señora Parks y le manifestó su máxima admiración por sus esfuerzos en aras de los derechos humanos diciendo: «¡Le damos nuestra más cordial bienvenida a la madre del mundo, que es un tesoro de la humanidad!». Durante la reunión, Shin’ichi y los presentes celebraron el inminente aniversario número ochenta de la señora Parks con una torta de cumpleaños que había encargado Mineko.
En su conversación con Shin’ichi, que fue un fructífero intercambio de pensamientos impregnados del amor hacia el género humano, la señora Parks se refirió a un libro titulado Talking Pictures (Las fotos que hablan). Se trataba de una compilación de fotografías elegidas por diferentes personalidades con la imagen del momento que consideraban más trascendental en sus vidas. Ella dijo que le habían pedido contribuir con esta publicación y prosiguió: «Al principio, pensé elegir una foto del boicot a los autobuses, pero cambié de opinión al darme cuenta de que mi encuentro con usted, presidente Yamamoto, ha sido sin duda el acontecimiento que más ha repercutido en mi vida. Deseo hacer una travesía por la paz mundial junto con usted. Si me lo permite, quisiera utilizar la fotografía de nuestro encuentro de hoy».
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Shin’ichi Yamamoto se sentía honrado y sumamente agradecido por este gesto de Rosa Parks.
Posteriormente, un ejemplar de la publicación llegó a sus manos, y tal como le había dicho la activista del movimiento por los derechos civiles, contenía la foto en la que los dos estaban intercambiando un apretón de manos durante la reunión en Los Ángeles. En la imagen, ella mostraba una hermosa y cálida sonrisa.
El comentario de la señora Parks decía: «Esta fotografía habla sobre el futuro. No se me ocurre un momento más significativo en mi vida».5 También expresaba que, a pesar de las diferencias culturales, las personas podían unirse para avanzar y, que su encuentro con Shin’ichi le había dado una nueva oportunidad para trabajar por la paz mundial.6
Durante su viaje a los Estados Unidos, Shin’ichi visitó el Museo de la Tolerancia en Los Ángeles.
En el Museo había una exhibición sobre el Holocausto, la mayor atrocidad perpetrada en toda la historia humana, y sobre otras transgresiones a los derechos humanos en el mundo. Después de hacer un recorrido y ver las imágenes de la cruel persecución que sufrió el pueblo judío, Shin’ichi se dirigió al personal del Museo que lo acompañaba: «La exposición me ha conmovido hondamente. Pero más que eso, ha despertado ira en mi interior. Y más aún, me ha llevado a tomar la profunda determinación de no permitir que en el futuro ocurra nuevamente una tragedia como esta en ningún lugar o época».
La naturaleza demoníaca oculta en todo ser se manifiesta en los actos discriminatorios y opresivos dirigidos a las etnias, ideologías y religiones que resultan heterogéneas. También podemos reconocer su presencia en el corazón de las personas que aceptan estos actos de segregación y marginación. Luchar contra esa naturaleza destructiva es la misión de los practicantes del budismo Nichiren.
El primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, falleció en prisión manteniendo sus convicciones y haciendo frente la persecución del gobierno militarista del Japón, que había implementado una política para mantener bajo su control al pueblo y evitar cualquier interferencia en el cumplimiento de sus fines bélicos. El segundo presidente Josei Toda, que fue encarcelado junto con él, se puso de pie y defendió el ideal de la ciudadanía global después de haber recuperado la libertad. Lo que hicieron ambos, mentor y discípulo, fue luchar contra toda forma de intolerancia que divide a las personas.
El kosen-rufu es un proceso de construcción y expansión de la solidaridad en defensa de los derechos humanos.
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El 6 de febrero, Shin’ichi Yamamoto viajó desde Miami, Florida, a la República de Colombia. Era la primera vez que visitaba este país de América Latina y había sido invitado por el presidente César Gaviria Trujillo y el Ministerio de Cultura de Colombia. El presidente Gaviria había asumido su cargo en agosto de 1990 a los cuarenta y tres años, siendo el mandatario más joven en la historia de su nación. Él estaba luchando enérgicamente contra el terrorismo y los cárteles de droga.
Poco antes de que Shin’ichi y la delegación que lo acompañaba partieran de Miami, había explotado un coche bomba en una zona comercial de la capital, Santafé de Bogotá (actual Bogotá), que dejó a numerosos heridos y cobró la vida de muchos ciudadanos. En el país había tenido lugar una serie de atentados terroristas a manos de organizaciones ilícitas vinculadas al tráfico de drogas, y el gobierno había declarado el estado de emergencia.
En Colombia, Shin’ichi tenía programado participar en la ceremonia de apertura de la exposición «Eternos tesoros de la cultura japonesa» con las obras del Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio. Se había organizado esta exhibición para corresponder al gesto recibido durante la muestra «Gran exposición cultural de Colombia: Tesoros de la leyenda de El Dorado» llevada a cabo tres años atrás (en 1990) en dicho museo.
Después del atentado, la oficina presidencial consultó a Shin’ichi sobre su visita a Colombia. Él respondió sin vacilar: «Por favor, no se preocupe por mí. Mantendré la programación de mi viaje tal como estaba previsto. Procederé como un valeroso ciudadano más de Colombia».
Este era el juramento de Shin’ichi.
Hace cuatro años (en1989), él había recibido la Orden Nacional al Mérito en el Grado de Gran Cruz de manos del presidente Virgilio Barco Vargas durante la visita del dignatario al Japón. En esa ocasión, Shin’ichi había manifestado: «Como compatriotas del pueblo colombiano, nuestro deseo es hacer una contribución positiva al país».
Shin’ichi consideraba que, sin importar cuales fueran las circunstancias, debía responder a la sinceridad con sinceridad, y que ese era el camino indispensable como amigo y como ser humano.
El 7 de febrero, el día después de su llegada a Colombia, se celebró el establecimiento del primer cabildo de la SGI en dicha nación. Shin’ichi posó junto a los miembros para una fotografía conmemorativa y les brindó aliento.
Al día siguiente, 8 de febrero, se encontró con el presidente Gaviria y la primera dama, Ana Milena Muñoz de Gaviria, en la Casa de Nariño, la residencia oficial del presidente. En dicha ocasión, Shin’ichi obsequió al Presidente un poema en el que exaltaba el valiente accionar y el arresto del joven líder, y auguraba un futuro brillante y espléndido a Colombia.
- *1BOLLINGER, Edward E.: Saion, Okinawa’s Sage Reformer: An Introduction to His Life and Selected Works (Saion, el sabio reformista de Okinawa: su vida y sus obras selectas), Naha, Okinawa: Ryukyu Shinpo Newspaper, 1975, pág. 118.
- *2Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 4
- *3Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 809.
- *4IKEDA, Daisaku: El nuevo humanismo, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, pág. 157.
- *5HEIFERMAN, Marvin y KISMARIC Carole: Talking Pictures: People Speak about the Photographs That Speak to Them (Fotos que hablan), San Francisco, Chronicle Books, 1994, pág. 198.
- *6Véase ib.