Parte 2: La revolución humana
Capítulo 20: Aliento para los jóvenes [20.3]
20.3 Cada uno de ustedes es una persona de inmenso valor, con una misión especial
El presidente Ikeda recalca que todos somos individuos valiosos y que cada uno nace con una misión personal única.
Cada persona posee su propia misión. Si hemos nacido, es porque tenemos un cometido que cumplir. Por eso debemos vivir a pleno y perseverar a lo largo de todas las circunstancias.
Los ideogramas con que se escribe la palabra «misión» en japonés significa, literalmente, «emplear la propia vida». ¿Con qué propósito vivimos? ¿Con qué fin hemos nacido en este mundo, provenientes del universo?
El budismo considera que el cosmos es una gigantesca entidad viviente. Si lo comparamos con el vasto océano, cada vida individual sería como una ola. Cuando del océano surge y se desprende una ola, eso es la «vida»; cuando la ola regresa y se fusiona con el mar, es la «muerte». En la vida y en la muerte, cada existencia individual es inseparable del universo.
Y todo el cosmos sustenta el nacimiento de una vida e interviene en él. ¡Todos ustedes han llegado hasta aquí con el beneplácito y los buenos deseos del universo entero!
Cada vida es preciada por igual. No hay jerarquía entre los seres vivos. Cada uno posee su naturaleza singular. La existencia de cada individuo es tan valiosa como el universo en su totalidad; es inseparable de él y es así de importante.
Nichiren Daishonin escribe, al respecto: «[D]e todos los tesoros, el mayor es la vida»;1 «[E]l Buda dice que la vida es un bien que no se puede comprar, ni siquiera por el valor de un gran sistema planetario»,2 y «Un día de vida es más valioso que todos los tesoros de un gran sistema planetario».3
Por eso, jamás debemos quitarnos la vida; la violencia es algo malo y, por tal motivo, no debemos lastimar ni hostigar a los demás. Ninguno de nosotros tiene derecho a desestimar la vida, que es lo más valioso.
La juventud es una etapa en la cual nos preguntamos por el sentido de nuestra existencia. En tal caso, es como un «segundo nacimiento». El primer nacimiento es de índole físico, en el momento del parto. El segundo, que se produce en la juventud, es el momento en que «nacemos» como seres humanos, en el sentido real. Por eso, es doloroso. Requiere la misma lucha y el mismo esfuerzo que necesita un polluelo para romper el cascarón y salir del huevo.
Lo fundamental es no bajar los brazos jamás ni rendirse durante ese proceso. En ese recorrido, mientras pugnan por encontrar su camino en la vida, hagan daimoku, piensen, estudien, dialoguen con amigos y enfrenten las cosas que necesitan hacer en este momento. Si siguen desafiándose sin retroceder, llegarán a encontrar esa misión que les pertenece y que solo ustedes podrán cumplir.
De Conversaciones sobre la juventud II, publicado en japonés en setiembre de 2000.
La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.