Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 26: Líderes que guían a los demás a la felicidad [26.9]

En La nueva revolución humana, Shin’ichi Yamamoto (alter ego del presidente Ikeda) habla sobre las cualidades que definen a un valor humano en la Soka Gakkai.

[En diálogo con miembros de la División de Estudiantes de Enseñanza Media Superior de Okinawa:]
—Me alegra muchísimo verlos a todos. Estoy seguro de que, entre ustedes, surgirán valores humanos que se encargarán del futuro.

»Entonces, ¿cómo se define a un valor humano?
»Lo primero y lo más importante es tener conciencia de la propia misión por el kosen-rufu. Sin un claro propósito, sin entender el sentido último de nuestra vida, no podemos desplegar todo nuestro potencial. Asimismo, aunque incrementen sus aptitudes, eleven su posición social y ocupen lugares más prominentes, si su única motivación es el éxito personal no podrán contribuir realmente a la sociedad.

»Entiendan, por favor, que la conciencia de su cometido por el kosen-rufu hará que su talento florezca, activará su sabiduría innata y les permitirá avanzar con fortaleza y paciencia.

»Un valor humano es un individuo de personalidad correcta. Algunas de las cualidades que lo distinguen como tal —la posesión más preciada de un ser humano— son la consideración a los demás, la tolerancia, la autodisciplina y el compromiso con la verdad y la justicia. Para cultivar la personalidad es necesario asumir una contienda espiritual. Me refiero a templar su espíritu enfrentando sus debilidades y superando todas las adversidades que surjan, una tras otra.

»Asimismo, un valor humano tiene que cultivar su capacidad. Podrán tener un corazón puro y hermoso, pero si no desarrollan su potencial, no podrán trabajar por la paz o por la dicha ajena. Así pues, espero que encuentren algún campo de actividades en el que puedan ser excelentes. Da lo mismo cuál sea: el punto es que se dediquen a ello a conciencia.

»Estoy convencido de que todos mis discípulos son personas tremendamente capaces. Ustedes son mis tesoros y son el orgullo de Okinawa.

Del capítulo «Tierra de júbilo», del volumen 13 de La nueva revolución humana.