Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 28: Los tres presidentes fundadores y el camino de maestro y discípulo [28.14]
28.14 Informar a nuestro maestro de cada victoria
En la ceremonia de asunción como segundo presidente de la Soka Gakkai, cuando la organización apenas tenía tres mil miembros, Josei Toda juró elevar la membrecía a 750 000 familias. Esa meta impresionante se logró en solo seis años y medio gracias a la labor incansable del presidente Ikeda, quien adoptó el propósito de su mentor como su propia razón de vivir y trabajó sin escatimar esfuerzos para hacerlo realidad.
Cuando Josei Toda asumió la segunda presidencia de la Soka Gakkai, declaró: «A través de mi propio esfuerzo, haré crecer nuestra membrecía hasta las 750 000 familias. […] Y si no lo consigo, no quiero ceremonias fúnebres cuando muera».
Sin embargo, en ese momento la mayoría de sus discípulos no tomaron en serio esa importante declaración —donde nuestro mentor estaba plasmando el gran juramento al cual dedicaría el resto de su vida—, pensando que se trataba de una fantasía. Su anuncio ni siquiera salió publicado en el diario de la Soka Gakkai, el Seikyo Shimbun.
Cuando el señor Toda asumió la presidencia en mayo de 1951, el objetivo de propagación mensual de los cabildos de mejor actuación no superaba las cincuenta familias. Pero me di cuenta de que el camino del discípulo era hacer realidad la visión de su mentor, por difícil que esta fuese. Como sucesor del maestro Toda, su juramento se convirtió en el mío, y lograrlo pasó a ser la tarea de mi vida.
Así y todo, el movimiento de expansión no levantaba vuelo. Francamente, en su fuero interno todos se habían resignado a que era una meta imposible. Los líderes más antiguos no hacían más que lamentarse y deplorar el grueso muro que obstruía nuestro avance. Yo, sin embargo, sentía que era el momento justo para ponernos en acción, y me lancé al ruedo principal del kosen-rufu como asesor del cabildo Kamata de Tokio.
Esto ocurrió en pleno invierno, en febrero de 1952, el mes en que mi mentor cumplió 52 años. Me dediqué a proclamar el mensaje del señor Toda en todas partes. Insté a los miembros a recorrer el camino de maestro y discípulo, sabiendo que cuando alineamos nuestro corazón con el espíritu del kosen-rufu de nuestro mentor, en nuestra vida fluyen la sabiduría y el valor innatos a los Bodisatvas de la Tierra.1
Deseosos de responder al señor Toda, nuestros compañeros se unieron con determinación renovada y se pusieron a trabajar con bravura. Nuestro esfuerzo nos daba alegría, esperanza, energía, conscientes de estar participando en una gran aventura. Así, todos se fueron sumando con entusiasmo. De pronto, mediante una intrépida lucha, Kamata logró batir todas las marcas conocidas, con un incremento de 201 nuevas familias en un solo mes. Descubrimos que, si lo intentábamos, podíamos triunfar. Se había alcanzado un resultado crucial con miras al objetivo de las 750 000 familias trazado por el maestro Toda. ¡Kamata había triunfado! En Tokio, mi lugar natal, había comenzado el gran avance hacia la victoria.
El Sutra del loto enseña que el Buda, con sus facultades, es quien «comprende el Camino, abre el Camino, predica el Camino».2 Quienes practicamos la Ley Mística también podemos poner en juego tales poderes.
Como discípulo directo del señor Toda, visité zonas de todo Tokio y del Japón, como Joto (en el este de Tokio), Bunkyo, Sapporo, Osaka, Kansai, Yamaguchi, Chugoku, Arakawa y Katsushika. En cada uno de estos y de otros lugares, abrí un brillante camino en bien del kosen-rufu e hice flamear el estandarte triunfal de mentor y discípulo.
Cada día venía acompañado de difíciles desafíos. Nada era fácil. Parecía que íbamos atrás de algo imposible, pero nuestra decisión era lograr una proeza que dejara asombrados a todos.
¿Cuál fue, en esas campañas, la causa principal de mi victoria? En síntesis, que mi corazón era siempre inseparable del de mi mentor. Informaba todo y cada detalle al señor Toda, y recibía sus orientaciones. No puedo contar las veces que descendí del tren en Meguro, la estación más cercana a su domicilio, y corría a su casa a transmitirle las últimas novedades.
Me preguntaba a cada instante: «¿Qué haría el señor Toda en esta situación?»; «¿qué diría si en este momento estuviera delante?»; «¿le parecería mi postura digna de aprobación si pudiera observarme?». Mientras daba lo mejor con profunda sinceridad, vislumbraba en mi mente al señor Toda a veces asintiendo satisfecho, o diciendo con una sonrisa: «¡Bien hecho!»; otras veces, dándome estricta orientación con su voz enérgica: «¡Esfuérzate más!».
Día tras día, me recordaba a mí mismo rigurosamente: «El budismo existe para triunfar, de modo que la derrota es inaceptable. Si fracaso, será un retroceso para la visión del kosen-rufu que abriga mi mentor. No puedo dejarme vencer. Tengo que transmitirle un resultado triunfal». Esa oración, firmemente enfocada en mi corazón, se convirtió en una fuente de sabiduría y de fortaleza. Mi labor resuelta y activa, con la decisión de cumplir mi juramento, abrió un camino y puso en marcha las funciones protectoras del universo. Mi único deseo era hacer feliz al señor Toda; esa promesa inamovible me hacía trabajar con vitalidad incansable, año tras año.
¡Adelante! ¡Adelante! ¡Adelante!
¡Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria!
Así, di lo mejor como un discípulo genuino y diligente, y por esta razón no he tenido nunca ni una sola cosa que reprocharme.
A través de la lucha conjunta de maestro y discípulo, la Soka Gakkai prevaleció y triunfó sobre todos los obstáculos y finalmente, en diciembre de 1957, elevó su membrecía a 750 000 familias como mi mentor había prometido. El gran juramento del señor Toda se cumplió al pie de la letra.
El desafío del mentor es el desafío del discípulo. La victoria del discípulo es la victoria del mentor. Los éxitos gloriosos del maestro y el discípulo perviven toda la eternidad.
El corazón del budismo Nichiren yace en el camino de maestro y discípulo; especialmente, en la oración basada en esta inseparabilidad.
El Daishonin escribe: «Si los creyentes laicos y su maestro oran con diferente actitud, su oración será tan vana como tratar de encender fuego sobre el agua».3 Declara que nuestras oraciones no se cumplirán a menos que nuestro corazón esté unido al de nuestro maestro.
En cambio, si las oraciones del mentor y sus discípulos están perfectamente alineadas, sin falta se harán realidad, incluso si parecieran imposibles.
Esta es la fórmula del budismo Nichiren.
Del discurso pronunciado en una reunión de representantes, celebrada en Tokio el 3 de mayo de 2009.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1Bodisatvas de la Tierra: Hueste inmensurable de bodisatvas que irrumpen del seno de la tierra y a quienes el buda Shakyamuni confía la propagación de la Ley Mística o esencia del Sutra del loto en el Último Día de la Ley.
- *2El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 5, pág. 98.
- *3Los ocho vientos, en Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 835.