Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 28: Los tres presidentes fundadores y el camino de maestro y discípulo [28.17]

28.17 Una indómita lucha por los derechos humanos

Después de su detención basada en cargos infundados, el presidente Ikeda obtuvo una victoria contundente demostrando su inocencia en una batalla legal que duró cuatro años y medio. En su novela La revolución humana, recuerda esa contienda y describe el espíritu de maestro y discípulo que le permitió luchar incansablemente y sin temor contra las funciones demoníacas de la autoridad.

A primeras horas de la mañana del 17 de julio, comenzaron a concentrarse miembros de la Soka Gakkai vestidos con ropas ligeras de verano alrededor de la entrada a la Penitenciaría de Osaka.

En los rostros se adivinaban sentimientos encontrados: su esperanza de que Shin’ichi fuese liberado y la cuestión quedara zanjada temporalmente, y su indignación ante el proceder injusto de la fiscalía.

Ya se veían incluso pequeños grupos de miembros concentrándose en los alrededores del Centro Cívico de Nakanoshima, al otro lado del río frente a la prisión, aun cuando la Manifestación de Osaka1 (convocada para protestar por el arresto de Shin’ichi) no estaba programada aún.

A las doce y diez del mediodía, una repentina agitación alertó a la multitud reunida afuera de la cárcel. Se abrió el portón y salió Shin’ichi Yamamoto, vestido de manera informal con una camisa de cuello abierto. La gente comenzó a aplaudir y a gritar emocionada.

Shin’ichi sonrió mientras saludaba a los compañeros que habían estado esperándolo.

—¡Muchas gracias! Lamento mucho haberlos hecho preocupar… ¡Como ven, estoy bien!

—los tranquilizó.

Los miembros se unieron espontáneamente en exclamaciones triunfales, enérgicas, a voz en cuello. En sus lágrimas se reflejaba la luz dorada del sol.

Al escuchar que Josei Toda no tardaría en llegar al aeropuerto de Itami, en Osaka, Shin’ichi acudió de inmediato a su encuentro.

Toda vio a Shin’ichi y sonrió. El joven vio que su maestro había perdido bastante peso desde la última vez que se habían visto, dos semanas atrás. La imagen le estrujó el corazón.

—Me aflige mucho haberle causado tantas preocupaciones —me apresuré a decirle.


—Más importante que eso es saber cómo estás físicamente… —respondió.

Sabía que su discípulo sufría de mala salud, y eso lo inquietaba.

—Estoy bien, —respondió sofocando las lágrimas, al ver que su anciano mentor estaba tan pendiente de su bienestar—. No me han quebrado. Después de todo, ¿no me detuvieron el mismo día que usted recuperó la libertad?

Toda asintió en silencio, con un profundo brillo en la mirada.

—Shin’ichi —le advirtió—. La verdadera batalla todavía está por venir. El Gohonzon tiene registro de todo… El resultado de esta contienda se decidirá en los tribunales. El juez tendrá que ver la realidad. Si logramos que comprenda la verdad, todo estará bien.

Lo dijo como si supiera todo lo que Shin’ichi tenía en mente.

A las seis de la tarde, se anunció el comienzo de la Manifestación de Osaka.

El cielo de pronto se cubrió de nubes, y en cuestión de minutos las primeras gotas aisladas se convirtieron en un diluvio torrencial, agitado por grandes ráfagas de viento. El firmamento oscuro crepitó de rayos y relámpagos, mientras retumbaban truenos ensordecedores.

Pero aun en medio de esa tormenta formidable, ni una sola persona amagó con abandonar la multitud.

Las palabras de Shin’ichi resonaron con la convicción inquebrantable que ardía en su corazón:

—¡Hagamos frente a este desafío con la convicción de que la victoria final les pertenece a los que luchan tenazmente en la fe, a los que creen firmemente en el Gohonzon, y a la enseñanza correcta del budismo Nichiren!

Muchos miembros tenían los ojos llenos de lágrimas. Algunos reprimían los sollozos, y otros se entregaban al llanto sin pudor. Las suyas no eran lágrimas de pesar o de lamentación; en cambio, nacían de una inspirada emoción en respuesta al espíritu intrépido y resuelto de Shin’ichi, quien había decidido confrontar a las funciones demoníacas de la autoridad.

Del capítulo «Osaka», del volumen 11 de La revolución humana.

*

[El juicio relacionado con el incidente de Osaka se prolongó durante cuatro años y medio. El abogado defensor de Shin’ichi le había dicho, desde el comienzo, que sería muy difícil obtener la absolución.]

El 25 de enero de 1962, a las 9.30 de la mañana, se celebró en el Tribunal del Distrito de Osaka la 84.ª y última audiencia del juicio. Todos esperaban ansiosamente que el juez Yusuke Tagami pronunciara su fallo.

«En relación con los cargos presentados por la querella, este tribunal declara inocente al imputado, Shin’ichi Yamamoto».2

La integridad de la Soka Gakkai y la inocencia de Shin’ichi habían quedado, finalmente, demostradas; había prevalecido la verdad sobre las insidiosas maquinaciones de la autoridad.

Shin’ichi recordó las palabras que había oído decir a su maestro: para lograr el kosen-rufu, sería necesaria una férrea lucha contra la naturaleza demoníaca del poder.

Tsunesaburo Makiguchi había muerto en prisión, y Josei Toda había pasado dos años tras las rejas. Shin’ichi también había sido encarcelado, aunque por solo dos semanas, y había afrontado un largo juicio durante los cuatro años y medio siguientes. Esta reflexión lo hizo comprender, claramente, que el destino inevitable de la Soka Gakkai era batallar contra ese aspecto demoníaco que anidaba en la autoridad.

En ese momento, sin que los demás lo advirtieran, comenzó a formarse en el corazón de Shin’ichi Yamamoto su decisión inamovible de luchar por los derechos humanos por el resto de su vida.

Del capítulo «El juicio», del volumen 11 de La revolución humana.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Manifestación de Osaka: Marcha que llevó a cabo la Soka Gakkai para protestar contra la injusta detención del presidente Ikeda, en ese momento responsable del cuerpo directivo de la División de Jóvenes, perpetrada por la Fiscalía Regional de Osaka en relación con el incidente de Osaka. El punto de concentración fue el Centro Cívico de Nakanoshima, de dicha ciudad, el 17 de julio de 1957. Ese día, el presidente Ikeda fue liberado tras dos semanas de interrogatorios a cargo de las autoridades.
  • *2Después del fallo, la fiscalía declinó apelar, y la sentencia del Tribunal del Distrito quedó en firme.