Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 31: Una gran ruta hacia la paz mundial [31.11]
31.11 Nuestro legado a la humanidad
El presidente Ikeda es el fundador de la Universidad Soka de los Estados Unidos (SUA), situada en Aliso Viejo, condado de Orange, California. Hasta hoy, ha fundado 15 instituciones educativas en siete países y territorios; entre ellas, la Universidad Soka, el Instituto Superior Soka para Mujeres, las Escuelas Soka de Segunda Enseñanza de Kansai y Tokio, y el Jardín de Infantes Soka de Sapporo, en el Japón; los Jardines de Infantes Soka de Hong Kong, Singapur, Malasia y Corea del Sur, así como también las Escuelas Soka de Brasil. En un mensaje para la ceremonia de inauguración de la SUA, habla sobre su profundo compromiso con la educación.
Mi propio compromiso con la educación se vio acrecentado en mis encuentros con Arnold J. Toynbee, uno de los grandes historiadores del siglo XX.
Nuestra primera reunión tuvo lugar en 1972, en la estación vernal. Nos reunimos en Londres, en la casa del profesor Toynbee. En ese momento, él tenía 83 años y yo, 44.
Al comienzo de la conversación, le manifesté mi expectativa de que nuestros intercambios sirvieran de inspiración a las personas del mañana y que ofreciera claves para resolver los problemas futuros de la humanidad.
Jamás olvidaré su respuesta: «Yo también, en mis reflexiones, tomo como referencia el siglo próximo. Estoy muy preocupado, al igual que usted, por lo que habrá de ocurrir en el futuro distante, cuando usted y, seguramente, yo no estemos en este mundo».
¿Qué deja uno a la humanidad como legado? Del profesor Toynbee aprendí y confirmé la importancia de vivir enfocados en esta pregunta esencial.
Para mí, la respuesta es la educación. Es la universidad.
La naturaleza inclusiva de la educación genuina hace de ella una fuerza de paz. Por ejemplo, puede corregir y limitar la tendencia de las religiones al dogmatismo. Puede crear lazos y conexiones entre personas de todo el mundo.
La universidad, más que ninguna otra institución humana, puede ser una fuente de iluminación y de esperanza, y señalar un camino de sabiduría en bien de la humanidad, hacia el lejano futuro.
Otro punto crucial que destacó mi interlocutor fue lo siguiente: «El ser humano puede ser manipulado en la misma medida en que puede ser deshumanizado». Nada ejemplifica esta verdad tan bien como la educación —o el adoctrinamiento— que glorifica, promueve y perpetúa la guerra.
Durante los días siniestros y extraviados de la Segunda Guerra Mundial, los dos primeros presidentes de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, lucharon poniendo en riesgo su propia vida para confrontar esa educación promotora de la guerra y defender al pueblo de tales manipulaciones. Como resultado de ello, las autoridades militaristas del Japón reprimieron a la Soka Gakkai y encarcelaron a ambos como criminales ideológicos. El padre de la educación Soka, Tsunesaburo Makiguchi, murió en prisión a los 73 años.
El deseo ardiente de los dos presidentes, fue legar a la humanidad un monumento inmortal a la justicia y al humanismo, un baluarte inextinguible para el desarrollo de una cultura de paz. Creo que este ha sido el clamor angustiado y la esperanza de todas las personas que han sufrido atropellos a su vida y a sus derechos a manos de la tiranía y de la violencia. La Universidad Soka de los Estados Unidos se fundó con el afán de cumplir esos sueños y esas esperanzas.
El presidente Makiguchi declaró que la felicidad era el verdadero propósito y la meta genuina de la educación. En esta tierra de esperanza, dedicada a la búsqueda de la felicidad como valor universal, la SUA siempre se esforzará por ser una institución de estudios superiores dedicada, en primer lugar y ante todo, a la felicidad humana.
Estas premisas expresan nuestra creencia y convicción: Todos los habitantes de esta Tierra tienen derecho a ser felices. Todas las personas poseen, intrínsecamente, la capacidad de establecer una felicidad duradera. Cada sujeto puede construir la máxima felicidad posible para sí mismo y para los demás cumpliendo su propósito único y noble en la vida.
El mundo necesita líderes dotados de un tipo de visión y de filosofía que permitan a cada individuo tomar conciencia de esa misión inalienable, que fomenten en el pueblo la capacidad de crear felicidad y que puedan unir al género humano hacia la elevada meta de la paz. Nuestra demanda prioritaria es una educación que forme líderes de esa estatura.
Del mensaje enviado a la ceremonia de inauguración de la Universidad Soka de los Estados Unidos, celebrada el 3 de mayo de 2001.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.