Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 31: Una gran ruta hacia la paz mundial [31.32]

31.32 Hacia una sociedad global sostenible

En conmemoración del «Día Mundial del Medio Ambiente», el 5 de junio de 2012, el presidente Ikeda presentó una propuesta a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Río de Janeiro (Río+20). En ella, se ahonda en el importante concepto de la sostenibilidad explorando qué pueden hacer los individuos para superar el sentimiento de impotencia y transformar la sociedad global.

Hoy, numerosas voces reclaman en el mundo un cambio de paradigma que se aparte de la búsqueda de riqueza material en favor de la sostenibilidad. Para lograrlo, debemos, desde luego, revisar y replantearnos los modelos económicos y ambientales actuales; pero con esto no será suficiente. Antes bien, debemos interrogar la naturaleza misma de la civilización humana, desde las formas de organización de nuestras sociedades hasta la forma en que los sujetos llevamos a cabo nuestra vida cotidiana.

Los desastres naturales, pero más aún los conflictos armados y la degradación ambiental, se traducen en crueles resultados, como la pérdida de vidas humanas, la negación de la dignidad, la destrucción de la naturaleza familiar y de la ecología comunitaria. En el caso del cambio climático, no hay ningún lugar del mundo que esté realmente a salvo de este peligro a largo plazo; las consecuencias destructivas afectarán a todos los habitantes actuales de la Tierra e, incluso, a las generaciones futuras.

En este sentido, para redirigir la orientación de la civilización humana hacia la sostenibilidad hará falta considerar los problemas desde una perspectiva auténticamente humana, enfocada en el contexto y en las experiencias de la vida cotidiana. Es allí donde debemos sentir, en todo su peso la dignidad inalienable de la vida, y reflexionar sobre las cosas que son realmente importantes para nosotros, y que necesitamos unirnos para poder proteger.

Por tal motivo, es inaceptable considerar la búsqueda de la sostenibilidad como un mero ajuste de políticas para encontrar un mejor equilibrio entre los imperativos económicos y los ecológicos. Antes bien, la sostenibilidad debe entenderse como un reto y un trabajo que exige el compromiso de todos los sujetos. En su esencia, es la labor de construir una sociedad que conceda prioridad absoluta a la dignidad de la vida, que es la dignidad de todos los miembros de las generaciones actuales y futuras, y de la biosfera que sustenta nuestro planeta.

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Para muchas personas, la sostenibilidad significa poner límites diversos a los individuos y a las sociedades. Pero este enfoque estrecho no permitirá generar la concatenación de cambios que necesitamos llevar a cabo.

Aunque los recursos físicos son finitos, el potencial humano es infinito, como lo es nuestra capacidad de crear valor. El significado real de la sostenibilidad es, desde mi punto de vista, un concepto dinámico que instaura un esfuerzo o una competencia para generar valor positivo y compartirlo con el mundo y con el porvenir.

Para decirlo sencillamente, los esfuerzos de las personas, las comunidades y la sociedad por beneficiar a los semejantes ponen de relieve nuestros aspectos más positivos y creativos. Del mismo modo, el mejoramiento más profundo de nuestra condición actual se logra cuando aspiramos a un mañana mejor. A través de este afán reiterado, con constante referencia al yo y a los otros, al presente y al futuro, podemos proteger la dignidad inalienable propia y ajena, y trabajar para construir un mundo en que todos los habitantes puedan vivir en paz y en felicidad.

La clave de ello reside en nuestro sentido de la responsabilidad hacia los congéneres con quien compartimos el planeta, y nuestro sentido de responsabilidad hacia el futuro.

Muchas personas, al ver las noticias sobre acontecimientos horribles que suceden en el mundo o sobre alguna alarmante amenaza contra la ecología global, se angustian y se sienten compelidas a ponerse en acción. Sin embargo, al mismo tiempo el efecto acumulativo de este flujo de noticias puede sumergir a los sujetos en una profunda sensación de impotencia.

Para evitar que este sentimiento paralice, es fundamental tener una firme base; hallar un punto de anclaje desde el cual tener presente la importancia de las propias acciones y sentir que uno está dando pasos concretos para transformar la realidad. En mi opinión, este papel puede ser cumplido por la comunidad local. El sentido de responsabilidad ante el mundo o ante el porvenir no es algo que pueda desarrollarse de la noche a la mañana, aisladamente de la realidad de la vida cotidiana. Si no podemos responsabilizarnos en el marco de nuestro entorno y de nuestras relaciones inmediatas, difícilmente podamos hacerlo frente a problemas que afectan a todo el planeta o al futuro lejano.

La palabra «responsabilidad» indica la capacidad de responder. En el esfuerzo persistente por cultivar y fortalecer la capacidad de dar respuesta a la realidad cambiante de la comunidad se desarrolla la capacidad de comprometernos con todas las personas con quienes compartimos el planeta y con las generaciones venideras.

De la propuesta «Para una sociedad global sostenible: Una educación orientada al empoderamiento y al liderazgo», presentada con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio de 2012.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.