Parte 1: La felicidad; Capítulo 8:
La postura ante la enfermedad [8.4]
8.4 Convertir la enfermedad en impulso para el crecimiento
En relación con los escritos de Nichiren Daishonin, el presidente Ikeda afirma que el budismo nos permite interpretar la enfermedad como una circunstancia que, empleada con valor positivo es lograr la felicidad absoluta.
Se dice que las personas que superan graves enfermedades aprenden a disfrutar de la vida en toda su profundidad. Para el budismo Nichiren, los problemas de salud pueden ser un impulso que nos ayude a lograr el objetivo supremo de la budeidad. Además, el infortunio de una dolencia grave también puede conducirnos a una felicidad absoluta, que prevalezca a lo largo del tiempo.
Un famoso pasaje de un escrito del Daishonin declara: «Y ya que el Sutra Vimalakirti y el Sutra del nirvana enseñan que las personas enfermas sin falta lograrán la Budeidad, ¿no podría ser la dolencia de su esposo un designio del Buda? Las enfermedades hacen surgir en nosotros la determinación de entrar en el Camino».1 Con estas palabras, el Daishonin alienta con empatía a una seguidora cuyo esposo estaba convaleciente. Sus palabras transmiten una sabiduría libre y generosa, y un inmenso amor compasivo.
Es cierto, sin ninguna duda, que una enfermedad dolorosa nos impulsa a hacer daimoku con más seriedad y asiduidad que de costumbre. Precisamente, en esas circunstancias cruciales es cuando necesitamos que la llama de la fe arda con más brío que nunca. Lo que cuenta es que tomemos la enfermedad como punto de partida para iniciar un camino hacia una felicidad más profunda, y no como el comienzo de un declive hacia el sufrimiento.
El poder de entonar Nam-myoho-renge-kyo no solo genera una robusta fuerza vital que nos ayuda a superar los problemas de salud, sino que también transforma el karma en la dimensión más profunda del ser. Eleva nuestro yo interior al estado de budeidad y nos permite adquirir una buena fortuna ilimitada, así como a un estado indestructible de felicidad absoluta.
Entonces, podemos convertir brillantemente el panorama adverso de la enfermedad, no ya en una situación neutral de salud, sino incluso en un estado mucho más amplio y positivo, que abarque e incluya la felicidad. Lo que nos permite extraer ese poder es la fe indómita, la fe capaz de convertir la peor adversidad en un trampolín para acceder a niveles mayores de crecimiento.
Por supuesto, la fe no cura al instante todo tipo de dolencias. Cada individuo tiene sus propias circunstancias kármicas, además la intensidad de la fe difiere según la persona. Por otro lado, la lucha contra la enfermedad puede alcanzar sentidos profundos que la sabiduría corriente no alcanza a ponderar.
Pero mientras tengamos una fe firme, no existe la menor duda de que podremos reorientar nuestro estado de salud hacia la budeidad, el bienestar y la satisfacción. Desde la perspectiva de la eternidad de la vida a través del pasado, presente y futuro, podemos encauzar nuestra existencia en el sentido más productivo, que es vivir en dirección a la felicidad.
Es importante que sigamos haciendo daimoku con sinceridad y que la llama de nuestro apasionado compromiso con el kosen-rufu arda vivamente en nuestro corazón mientras vivamos. Esta potente y cabal determinación en la fe es la fuerza primordial para superar serenamente los sufrimientos del nacimiento y la muerte.
Del discurso pronunciado en una reunión conmemorativa de la prefectura de Wakayama, en la localidad homónima, el 24 de marzo de 1988.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1El buen remedio para todos los males, en Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 981.