Volumen 30: Capítulo 1, Gran montaña 41–50
Gran montaña 41
Con la explicación de Jujo, todos pudieron entender las razones que habían llevado a Shin’ichi a dimitir, pero aun así les resultaba difícil aceptar esa realidad.
Jujo prosiguió: «Sensei no solo ha renunciado al cargo de presidente de la Soka Gakkai, sino ha solicitado también dejar de ser el titular de las organizaciones laicas de la Nichiren Shoshu, asumiendo, así, la responsabilidad de los incidentes ocurridos con el clero.
»Cuando pensamos en la dimisión del presidente Yamamoto nos sentimos invadidos por la tristeza. Esto es inevitable. Sin embargo, lo que debemos hacer en estos momentos es aceptar su decisión y los sentimientos que lo han llevado a tomar tal determinación, y emprender una nueva etapa dirigiendo nuestra mirada al porvenir.
»Esto significa poner a prueba nuestras capacidades limitadas, pero es preciso que sumemos fuerzas y construyamos una Soka Gakkai de la cual el presidente Yamamoto pueda sentirse tranquilo. ¿Acaso no es este el camino que debemos transitar como discípulos?
»En cuanto a cómo se procederá a formalizar este cambio, esta tarde se llevará a cabo la reunión del Consejo Ejecutivo ante el cual el presidente Yamamoto entregará su solicitud de renuncia. Luego, se realizará una conferencia de prensa para hacer el anuncio oficial».
Jujo terminó sus palabras. No hubo ningún aplauso. Los ojos de muchas responsables de la División Femenina estaban enrojecidos y llenos de lágrimas. Había líderes de la División de Señores que lo escuchaban con la mirada perdida, jóvenes que se apretaban los labios mientras lo escrutaban con ojos que expresaban ira.
En ese momento, Shin’ichi entró al salón.
«¡Sensei!» —exclamaron los miembros al unísono.
Shin’ichi se acercó a los presentes diciendo con voz enérgica: «¡Qué dramático es todo! Pero por eso es interesante, ¿no lo creen? El kosen-rufu es una batalla tempestuosa».
Después de hacer tres veces Nam-myoho-renge-kyo con los líderes allí reunidos, Shin’ichi se sentó y dirigió su mirada al público. Todos esperaban conteniendo el aliento.
«Es tal como acaban de escuchar. Pero no tienen nada de qué preocuparse. Seguiré esforzándome al máximo en el lugar donde me toque estar. La lucha por el kosen-rufu no tiene fin, y, además, ¡soy discípulo de Josei Toda!».
Su postura era la de un intrépido león de pie en medio de vientos adversos. El orgullo de los mentores y discípulos de la Soka se manifiesta en una valentía ardiente.
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Con voz enérgica, Shin’ichi continuó:
—En adelante, es preciso que se unan en torno a la persona que me sucederá en el cargo, que trabajen para construir una nueva Soka Gakkai. Yo estaré velando por ustedes. No tienen por qué sentirse tristes. Este es el inicio de una magnífica travesía.
—¡Sensei, no renuncie por favor! —exclamó alguien.
Se escucharon sollozos que fueron aumentando en intensidad. Inclusive había quienes lloraban sin reparos.
Un responsable de la División de Señores se levantó y preguntó:
—¿Qué pasará con usted?
—No cambiará nada. Yo seguiré siendo el mismo. Cualquiera sea mi posición, continuaré mis esfuerzos por cumplir cabalmente la misión que asumí como Bodhisattva de la Tierra. Así lo haré, pues soy discípulo de Josei Toda, quien dedicó su vida entera al kosen-rufu.
Como si quisiera cerciorarse, un muchacho preguntó:
—Seguirá siendo nuestro mentor aun después de su dimisión, ¿verdad?.
—Ya les he enseñado todo sobre los aspectos fundamentales, ¿no es así? Los jóvenes no deben dejarse llevar por los sentimientos en momentos como éste. Ahora quiero que sean ustedes quienes alienten a sus compañeros diciéndoles: “¡Ha llegado una nueva era!¡Demos lo mejor de nosotros!” … ¡No temas!
Una tras otra, los miembros iban alzando su mano para hacer preguntas.
—¿Será posible que usted participe a las reuniones de responsables de prefectura? ―dijo un líder de la División de Señores.
—Tendrán que llevar adelante las actividades junto con el nuevo presidente. No pueden depender de mí por siempre. Hasta el día de hoy, he volcado todas mis energías para brindarles guía y apoyar su desarrollo. Les he enseñado y transmitido todo lo que necesitan saber. Y como en cualquier escuela, llega un momento en que deben graduarse.
—¿Podrá realizar giras de orientación y visitar las prefecturas del país? Por favor, venga a la nuestra. —manifestó una responsable de la División Femenina con lágrimas en los ojos.
—Muchas gracias. Pero, recuerden que ya he visitado en varias ocasiones cada prefectura. A partir de ahora, quisiera dedicar mayor tiempo a recorrer el mundo en aras de la paz. Hay países en los que la guerra puede estallar en cualquier momento. Quiero hacer todo lo que está a mi alcance para prevenir que esto suceda.
Eran palabras que rebosaban de su firme determinación de luchar por la paz.
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Un hombre que estaba en el centro de la sala se puso de pie. Era el responsable de una prefectura de la región de Tohoku. Tendría todavía algo más de treinta años. Él descargó su enojo y dijo a gritos: «Ustedes están hablando como si la renuncia de Sensei fuese un hecho. No lo entiendo. ¡Esto no está bien!».
Todos callaron.
Entonces, Shin’ichi respondió: «Está bien que den por sentada la dimisión. Es algo que ya decidí. Pienso que será para bien, si de esa manera se puede crear una nueva corriente y proteger a los miembros.
»En vez de discutir, es preciso que la Soka Gakkai avance en armonía, unión y con serenidad. Si ustedes están decididos a compartir lo que llevo en mi corazón, éste es el momento de abrazar calurosamente a sus compañeros de fe y de infundirles ánimo. ¡Todos deben levantarse y asumir el liderazgo con el mismo compromiso con que yo he hecho!
»El fundador y primer presidente Tsunesaburo Makiguchi falleció en prisión. No obstante, su discípulo Josei Toda se puso de pie, aunque estaba completamente solo, para hacer realidad la visión de su mentor. Durante su presidencia, la Soka Gakkai logró un desarrollo notable concretando setecientas cincuenta mil familias miembros. Cuando falleció el presidente Toda, juré establecer las sólidas bases del kosen-rufu de Japón y crear, sin falta, la corriente del kosen-rufu mundial. Y hoy día, el budismo Nichiren es ampliamente conocido en ultramar.
»En la vida, todo tiene un término, un fin… Pero, cuando algo concluye, algo nuevo comienza. Y para emprender una renovada partida, es imprescindible tener una firme determinación; la llama del compromiso ardiendo en nuestro interior, un apasionado juramento. ¡Levántense! Pónganse de pie como valientes sucesores. ¡Cuento con ustedes! ¿Está bien?».
Así concluyó la reunión de responsables de prefectura: en medio de muchas lágrimas.
Pase lo que pase, mientras el solemne espíritu Soka de mentor y discípulo continúe latiendo en los corazones de los miembros, habrá siempre nuevos caminos que se abren y el movimiento del kosen-rufu seguirá expandiéndose.
Por la tarde, se llevó a cabo la reunión del Consejo Ejecutivo. Allí, se presentó y se aceptó de manera oficial la renuncia de Shin’ich. Asimismo, fueron examinadas y adoptadas las propuestas de nuevas normas y reglamentos de la organización. Basadas en ellas, Kiyoshi Jujo fue designado como el próximo presidente y Kazumasa Morikawa, como director general. Shin’ichi fue nombrado presidente honorario.
Para él, éste era el comienzo de un nuevo capítulo en la gran saga de su vida.
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El Estatuto Reglamentario de la Soka Gakkai, aprobado el 24 de abril por el Consejo Ejecutivo, establecía las reglas y normas básicas con relación a sus actividades religiosas, a la dirección y el funcionamiento organizativo, y a las guías para los miembros. En otras palabras, proporcionaba el lineamiento con que la Soka Gakkai llevaría a cabo sus actividades como entidad religiosa.
Hasta ese momento, la organización se había regido de acuerdo con lo establecido en las Normas de la Soka Gakkai vigentes, además de las directrices y reglas de manejo específicas a las diferentes áreas operativas, tales como las Reglas de Procedimiento del Consejo Ejecutivo y las Reglas de Procedimiento del Comité de Administración de Personal, y de una serie de normas convencionales y precedentes que fueron adoptándose a lo largo de los años desde los inicios de la institución.
Todo ello fue reorganizado y registrado explícitamente en este nuevo Estatuto de la Soka Gakkai en respuesta al dinámico y pluridimensional crecimiento de la organización con el fin de preparar el camino de su avance en la etapa venidera, luego de las Siete Campanadas.
El Estatuto estaba conformado por quince artículos. Uno de ellos indicaba que el presidente y el director general debían ser miembros del Consejo Ejecutivo y que cumplirían su función por el término de cinco años.1
Durante la reunión del Consejo Ejecutivo, también se aceptó la renuncia al cargo de vicepresidente presentada por Genji Samejima.
Alrededor del mediodía, luego de la reunión de responsables de prefectura, los medios de comunicación como la radio y la televisión dieron a conocer la dimisión de Shin’ichi. Transmitieron, además, que él renunciaría también al cargo de titular de las organizaciones laicas de la Nichiren Shoshu y que probablemente Kiyoshi Jujo asumiría la presidencia de la Soka Gakkai y Shin’ichi pasaría a ser su presidente honorario. Es decir, la información sobre estos cambios se había difundido antes de su anuncio oficial.
Esta noticia fue como un balde de agua fría para los miembros en todo el país. Algunos reaccionaron con un rechazo total: «¡No puede ser! ¡Es una sarta de mentiras!». Otros menearon la cabeza diciéndose: «¿Será cierto…?». También hubo personas que espetaron indignados: «¿Por qué tiene que renunciar el presidente Yamamoto!».
En la sede central de la Soka Gakkai no dejaba de sonar el teléfono. Los miembros llamaban expresando su enojo al no saber lo que estaba ocurriendo. Algunos hablaban llorando. Las operadoras hicieron todo lo posible para responder a las llamadas.
Un barco que atraviesa el océano es azotado por olas embravecidas. Sin embargo, la única manera de llegar a nuevas costas es superando esas feroces oleadas. Shin’ichi estaba en la proa del navío, enfrentando el viento adverso.
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Aun después de la reunión de líderes de prefectura, Shin’ichi permaneció en el Centro Cultural para dialogar con las responsables de la División Femenina, que se mostraban más conmocionadas ante la noticia, con el fin de alentarlas. También tenía previsto encuentros con varias personas, que habían sido concertados con antelación, y esto le requirió considerable tiempo.
Esa misma noche, la Soka Gakkai realizaría una conferencia de prensa, pero la noticia ya había salido con grandes titulares en los diarios vespertinos. Los reportes señalaban que el artículo de Shin’ichi —«Pensamientos sobre la culminación de las Siete Campanadas»— publicado en el diario Seikyo de ese día, era un comunicado en el que constaba su decisión de renunciar.
Desde tempranas horas, los periodistas de los diferentes medios de comunicación empezaron a llegar a la sala del Seikyo Shimbun donde se llevaría a cabo la conferencia. Alrededor de las seis de la tarde, el sitio estaba atestado de decenas de reporteros.
Kiyoshi Jujo y Kazumasa Morikawa, el nuevo presidente y el director general de la Soka Gakkai, respectivamente, se hicieron presentes en el lugar a las siete junto con los vicepresidentes Eisuke Akizuki, Hisaya Yamamichi y otros. Al ingresar se vieron frente a una lluvia de flashes y estallidos de los disparadores de las cámaras.
Por consideración y respeto al nuevo presidente, Shin’ichi había decidido llegar al sitio treinta minutos después.
En la rueda de prensa, Akizuki anunció que durante la reunión del Consejo Ejecutivo realizada ese mismo día se había aceptado la renuncia de Shin’ichi Yamamoto y decidido su nombramiento como presidente honorario. Asimismo, dijo que el director general Jujo sería presidente, y el vicepresidente Morikawa, director general.
Explicó que, con la conclusión de las Siete Campanadas, la Soka Gakkai se encontraba ante un importante hito de su trayectoria, y habiendo renovado su estructura organizativa y con un plantel de líderes más completo, Shin’ichi deseaba poder dedicar mayores esfuerzos a las actividades por la paz, la cultura y la educación.
Muchos de los periodistas habían escuchado que Shin’ichi renunciaría, pero ninguno pensó que sería tan pronto.
La Soka Gakkai había adquirido un desarrollo sin precedentes porque siempre puso la mirada en el futuro y fue tomando con rapidez medidas proactivas para su continuo crecimiento.
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En la conferencia de prensa, Kiyoshi Jujo, que se mostraba algo tenso, expresó su determinación como nuevo presidente: «He sido designado para suceder al señor Yamamoto, bajo un sistema de conducción y administrativo renovado. Hasta el día de hoy, el presidente Yamamoto ha venido brindándonos a los líderes ejecutivos suficientes instrucciones como para que podamos dirigir la organización trabajando en equipo. La Soka Gakkai no cambiará básicamente su rumbo. Asumiré un cargo que implica una gran responsabilidad, pero con una renovada decisión haré todo lo que esté a mi alcance para cumplir lo que se me exige.
»En adelante, la Soka Gakkai avanzará hacia el siglo XXI, estableciendo metas de progreso en cuatro periodos de cinco años cada uno. En particular, durante los primeros cinco años, nos abocaremos a la forja de valores humanos. Asimismo, nos proponemos lograr un desarrollo de la organización para hacer de ella una sólida fuerza de paz dentro de la sociedad que jamás permita la recurrencia de guerras».
Cuando Jujo terminó, Shin’ichi llegó al salón.
Con una sonrisa se dirigió a los reporteros y les expresó su agradecimiento. Saludó a Jujo haciendo una reverencia y se sentó a su lado.
De inmediato, un periodista le preguntó: «¿Cómo se siente en este momento y por qué ha decidido renunciar a la presidencia?».
«Me siento muy aliviado, como si hubiera dejado una gran carga. Pero ahora pesa sobre mis hombros otra responsabilidad, pues debo velar por el desarrollo de la Soka Gakkai que se dispone a emprender una nueva etapa bajo el liderazgo de su presidente. Intuyo que no me dejarán descansar».
Su comentario hizo reír a los reporteros y la atmósfera se hizo más distendida. Jujo también esbozó una sonrisa. Shin’ichi deseaba que los nuevos dirigentes emprendieran su partida con regocijo y optimismo.
El humor disipa las nubes más oscuras.
Shin’ichi continuó: «Como ya deben de haberles explicado, la razón principal de mi dimisión es el largo tiempo —de casi veinte años— que he estado a la cabeza de la organización. Desde hace mucho, tenía pensado ceder el paso a quienes me sucedieran con la esperanza de que esto conduzca a nuevos logros llenos de dinamismo y creatividad. Además, siento cansancio acumulado. No obstante, como todavía tengo cincuenta y un años, pienso que aún puedo seguir brindando mi apoyo y velar por la organización».
La vida es una constante lucha.
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Shin’ichi dio a conocer sus planes para el futuro, respondiendo a las preguntas de los periodistas:
—La Soka Gakkai, con miras a crear un mundo pacífico, seguirá desarrollando una amplia gama de actividades por la paz, la cultura y la educación basadas en las enseñanzas budistas. Yo quisiera dedicar más tiempo y esfuerzo a esta labor.
Otro reportero continuó:
—¿Cambiará en lo sucesivo la relación de la Soka Gakkai con el Partido Komei?
Al parecer el mayor interés de los medios se dirigió a la participación de la Soka Gakkai en la política.
Esbozando una sonrisa, Shin’ichi respondió:
—Esta pregunta la tienen que hacer al nuevo presidente.
Y dirigiendo la mirada hacia Jujo que estaba a su lado, agregó:
—Pero supongo que seguirá igual, ¿verdad?
Jujo asintió enfáticamente con la cabeza.
—Como ven, parece que no cambiará —afirmó Shin’ichi.
De nuevo, la sala estalló en risas.
—En otras palabras —prosiguió— como ha venido haciendo hasta ahora, la Soka Gakkai continuará apoyando al Partido Komei. Es mi deseo que este partido se desarrolle y sea reconocido como el que mayores contribuciones hace al pueblo japonés.
Shin’ichi contestó a todos los interrogantes de manera abierta y sin rodeos.
La conferencia de prensa terminó poco antes de las ocho de la noche.
Las jóvenes recepcionistas del Seikyo Shimbun miraban preocupadas a Shin’ichi.
Él sonrió y les dijo:
—¡Todo está bien! Para mí nada ha cambiado.
Luego, entró a otra sala para dialogar con los responsables de las divisiones juveniles.
Shin’ichi les habló con vehemencia, como si quisiera volcar todo su ser en cada palabra:
—Más allá de la situación en que pueda encontrarme, mientras haya jóvenes dispuestos a esforzarse con seriedad, ante nosotros se abrirá un brillante futuro. El verdadero desafío del discípulo no consiste en luchar recibiendo a diario la guía de su mentor. Esto no deja de ser más que un período de capacitación. Los discípulos se ponen a prueba en el verdadero sentido de la palabra cuando su mentor deja de llevar directamente el liderazgo. Pero sucede que, en cuanto el mentor deja de llevar la conducción, hay discípulos que aprovechan la situación y comienzan a hacer lo que les place, y algunos incluso olvidan el espíritu de la Soka Gakkai. Esto ocurrió cuando el señor Toda dejó su cargo como director general. Les pido que no caigan en esa condición de vida. Al contrario, ¡levántense resueltamente en mi lugar!, decididos a ser cada uno «Shin’ichi Yamamoto».
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Poco antes de las diez de la noche, Shin’ichi Yamamoto salió de la oficina del Seikyo Shimbun y se dirigió a su casa. El cielo estaba encapotado, la luna y las estrellas se ocultaban detrás de las nubes.
Había concluido un capítulo de su vida. Se sintió embargado de profundas emociones.
Todo lo que había hecho había sido por decisión propia pensando en los miembros, en el futuro de la Soka Gakkai y del kosen-rufu, y en resguardar una armoniosa relación con el clero.
Él reflexionó: «En lo sucesivo, la Soka Gakkai tendrá que seguir navegando por mares turbulentos, recibiendo una y otra vez golpes de olas embravecidas. El problema está en que la injusta opresión de los sacerdotes ocurrida en el pasado volverá a repetirse en el futuro, aunque por el momento haya calma debido a que renuncié al cargo asumiendo toda la responsabilidad. Este tema será, seguramente, una de las cuestiones claves que la Soka Gakkai deberá enfrentar en su lucha para propulsar el kosen-rufu.
»La conspiración de los sacerdotes que intentan controlar la organización y las maquinaciones de aquellos que abandonaron la fe y se volvieron en contra de la Soka Gakkai son funciones del «Rey Demonio del Sexto Cielo» y «Demonios malignos que toman posesión de los demás»2 que buscan destruir el movimiento del kosen-rufu. A menos que haya individuos valientes que puedan ver esta realidad con el prisma de la fe y estén dispuestos a enfrentarlas decididos a no permitir que inflijan sufrimientos a los miembros, será imposible proteger a la Soka Gakkai, y el camino hacia el logro del kosen-rufu quedará obstruido».
Cuando pensaba en el porvenir de la organización, Shin’ichi se sentía apesadumbrado.
Su esposa Mineko lo estaba esperando en la entrada de su domicilio. Una vez adentro, después de que él se sentó, le sirvió una taza de té.
«Pues bien, ya no soy presidente», dijo Shin’ichi.
Asintió y con una sonrisa Mineko le respondió: «Has venido trabajando mucho durante todos estos años. Y me alegro de que hayas terminado tu tarea con salud. Ahora podrás encontrarte con más miembros y visitar a aquellos que están en ultramar. Tienes toda la libertad. Puedes empezar tu verdadera labor».
Shin’ichi sintió como si un rayo de sol iluminara su corazón.
Su esposa, que el día en que Shin’ichi asumió como presidente de la Soka Gakkai había decidido que en adelante no contaría con su esposo para las cuestiones familiares, había trabajado junto con él durante 19 años, brindándole su apoyo incondicional. Ella sabía que él estaba decidido a viajar por el mundo en bien de la paz y por el logro del kosen-rufu mundial. Con profunda gratitud, Shin’ichi apreció nuevamente lo maravilloso que es tener a su lado a alguien con quien compartir su lucha.
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El 24 de abril, tarde por la noche, Shin’ichi abrió su diario. Recordó lo ocurrido durante el día, y se vio invadido por un sinfín de sentimientos.
«Hoy, que debería haber sido una partida llena de esperanza hacia el siglo XXI, terminó siendo un día demasiado sombrío para todos —pensó—. Quienes asistieron a la reunión de responsables de prefectura reflejaban aflicción en sus rostros…».
Hizo correr la pluma. Sentía que debía dejar registrado los acontecimientos de aquella jornada.
Cuando terminó de escribir, se dijo: «¡Acaba de alzarse el telón del segundo acto del drama de mi vida! ¡Será el comienzo de una formidable saga de retos y victorias!
»¡No temo a las adversidades! Soy un valiente león. Soy discípulo directo de mi maestro Josei Toda, el gran líder del kosen-rufu. ¡Forjaré a nuevos jóvenes y una vez más, con renovada determinación, trabajaré para construir una indestructible Soka Gakkai!».
Shin’ichi sintió que un afán de lucha ardiente crecía dentro de sí. Vino a su mente una frase que había atesorado desde su juventud: «Cuanto mayor resistencia encuentran las olas, más imponentes se tornan».
Esa noche, se convocaron reuniones en todo el país para dar a conocer la renuncia de Shin’ichi y los nuevos nombramientos.
En la reunión de la región de Kansai, un responsable citó el poema que Shin’ichi dedicó al señor Toda cuando éste tuvo que dejar su cargo de director general de la Soka Gakkai:
Sigo honrando
un antiguo y místico lazo…
Aunque otros cambien,
yo nunca lo haré.
Luego agregó con fuerza: «Tal como dicen estos versos, aunque el señor Yamamoto se retire, ¡en Kansai, él seguirá siendo siempre nuestro mentor!».
Todos alzaron los puños y manifestaron su acuerdo.
Por la noche, los noticieros informaron sobre la rueda de prensa en la que Shin’ichi anunció su dimisión.
El hecho causó una tremenda conmoción en los miembros de la Soka Gakkai.
No obstante, mucho de ellos se dijeron: «Si el presidente Yamamoto ha tomado esa decisión, algún profundo significado debe de haber. Es ahora el momento preciso en que nosotros, sus genuinos discípulos, debemos darle tranquilidad dedicándonos sin reservas al kosen-rufu».
Ellos se mantuvieron firmemente unidos con su mentor.
Gran montaña 50
El titular de la primera plana del Seikyo Shimbun del 25 de abril, día siguiente de los dramáticos acontecimientos, decía: «La culminación de las Siete Campanadas y el nuevo plantel de responsables». El artículo anunciaba la renovada partida de la Soka Gakkai y los nombramientos de Kiyoshi Jujo como su presidente y Kazumasa Morikawa como su director general. También comunicaba que Shin’ichi Yamamoto pasaría a ser presidente honorario y dejaría además su cargo como representante de todas las organizaciones laicas de la Nichiren Shoshu.
Asimismo, se había publicado un mensaje de Shin’ichi titulado «Para los miembros del Japón». En él, manifestaba las tres razones principales que lo habían llevado a tomar la decisión de renunciar, las mismas que en la jornada anterior Jujo había informado ante los responsables de prefectura. Con las miras dirigidas a la década que estaba por comenzar (1980), señaló: «Deseo que brinden su apoyo al nuevo presidente y se esfuercen al máximo por un mayor desarrollo de la Soka Gakkai, para que se consolide y sea merecedora de la confianza de la sociedad y del mundo».
Muchos miembros leyeron una y otra vez el mensaje. Aunque ahora comprendían cómo se produjo su dimisión, no podían ocultar su inquietud ya que apenas habían conocido la noticia el día anterior.
Ese día, a la una y media de la tarde, se realizó en el Salón del kosen-rufu del Centro Cultural Soka en Shinanomachi, Tokio, la reunión de la sede central para responsables del mes de abril que conmemoraba la conclusión de las Siete Campanadas. Generalmente, todos los asistentes se reunían con mucho ánimo, pero esta vez sus rostros estaban tiesos. Se preguntaban qué pasaría en adelante con el presidente Yamamoto y la Soka Gakkai. Esa preocupación borraba completamente sus sonrisas.
Cuando entraron a la sala sintieron una atmósfera diferente a la habitual. A la izquierda del escenario, no estaba la mesa ni la silla donde solía instalarse Shin’ichi cuando pronunciaba sus discursos. Ese vacío hizo que aumentara su tristeza.
Al rato, Shin’ichi entró al salón. Gritos de alegría se escucharon por todo el recinto.
Con serenidad y esbozando una sonrisa, expresó: «¡Lancemos tres hurras! Esta es una flamante partida para la organización. ¡La Soka Gakkai siempre avanza intrépidamente! ¡Recuerden que el león nunca deja de ser un león!».
Su voz enérgica infundió valentía en los miembros.
El intrépido afán de lucha de una persona puede despertar la misma determinación en los corazones de los demás. Tal como Nichiren Daishonin escribe: «Cuando un león rey […] lanza un rugido; al oírlo, los cien jóvenes leones cobran valor»3.
El salón retumbó de jubilosos vítores.