Volumen 30: Capítulo 1, Gran montaña 51–60

Gran montaña 51

En la reunión de la sede central para responsables, Shin’ichi presentó sus saludos antes de que Kiyoshi Jujo brindara sus palabras como nuevo presidente.

Cuando Shin’ichi se puso frente al micrófono, todos se dirigieron hacia él con una mirada seria.

«Por favor, ¡no pongan esas caras que dan miedo…! Esta es una reunión para celebrar la asunción del nuevo presidente. Además, ya que durante 19 años me he esforzado en este cargo, al menos podría merecer una sonrisa y un “¡Gracias por todo!”, ¿no les parece?».

Todos rieron ante este comentario. El clima denso que se respiraba en la sala se disipó en un instante.

Shin’ichi continuó: «La metáfora de las Siete Campanadas expresa la firme determinación del segundo presidente Josei Toda por lograr el kosen-rufu, su anhelo de construir las bases para que este movimiento tenga un despliegue universal cuando el Ciclo llegue a su fin. Hoy, celebramos con éxito la conclusión de esta serie de Siete Campanadas gracias al poder del Gohonzon y la lucha denodada de nuestros compañeros de fe. Quisiera aprovechar esta oportunidad para transmitir mi profundo agradecimiento a todos los miembros.

»Para el continuo desarrollo de nuestra organización, es preciso que cambiemos el sistema de manejo en que un líder dirija la institución por un tiempo demasiado prolongado. Esa es la razón de esta partida: asegurar un futuro brillante para la Soka Gakkai.

»El nuevo presidente Kiyoshi Jujo es un poco mayor que yo. Quizá hubiera sido más natural pasar el cargo a alguien más joven. Pero la Soka Gakkai es una organización de gran envergadura. Por eso, me siento feliz y aliviado de que haya sido elegido alguien que obra con buen juicio y tiene una abundante experiencia como él, con quien he trabajado desde los inicios de nuestro movimiento compartiendo un sinfín de dificultades, y ha contribuido grandemente al kosen-rufu.

»El presidente Jujo es cuidadoso y atento, y posee un firme sentido de la responsabilidad. Es justo y goza de buena salud.

»Con el director general Kazumasa Morikawa, que es algo mayor que el presidente Jujo y mi persona, hemos venido luchando codo a codo fiel al legado del señor Toda. Aunque él no ha estado siempre bajo los reflectores, no tiene pares en cuanto a su fe.

»Espero que sigan trabajando con el presidente y el director general que acaban de asumir y haciendo esfuerzos sostenidos basados en la fe y en la unión de “distintas personas con un mismo propósito”».

Nichiren Daishonin escribe: «Cuando en el pueblo predomina la unión de distintas personas con un mismo propósito, estas podrán lograr todas sus metas»1. En este pasaje está la clave para el logro del kosen-rufu.

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Las palabras de Shin’ichi se hicieron más ardientes: «En la travesía del kosen-rufu sucede todo tipo de cosas. Se presentan cambios y, por supuesto, hay también relevos en el plantel de líderes. No nos dejemos influenciar por estos acontecimientos; continuemos avanzando firmemente hacia nuestra meta. ¡Acaso no se trata de esto el espíritu de la Soka Gakkai!

»Sigamos adelante haciendo propia la advertencia de Nikko Shonin que dice: “Hasta que se logre el kosen-rufu, propaguen la Ley al máximo de su capacidad, sin escatimar su vida”2.

»Por mi parte, sea cual fuere el lugar donde me toque estar, continuaré promoviendo el kosen-rufu con todo mi ser. Espero que cada uno de ustedes también tome conciencia de la misión única que posee y se ponga de pie para llevarla a cabo. Lo fundamental es que mantengan la decisión de consagrarse al kosen-rufu ocurra lo que ocurra.

»La organización es un medio para conducir a las personas a la iluminación, para que cada quien logre un estado de vida signado de felicidad. El lugar que uno ocupa dentro de ella y los cargos no generan beneficios en sí. Si bien la organización es importante —ya que representaría para el cuerpo lo que es la estructura ósea que le da sostén—, solo cuando nos esforzamos dentro de ella en bien del kosen-rufu y la dicha de los demás, cobra vida y adquiere calor humano, sus miembros experimentan alegrías y nosotros podemos gozar de los beneficios de la fe.

»Por eso, los responsables no deben permanecer de brazos cruzados en la cima de la organización o caer en la burocracia. Les ruego que lleven adelante la Soka Gakkai de manera que sea una institución en beneficio de los miembros y del kosen-rufu, en la que prevalezca el mutuo cuidado y el apoyo entre sus integrantes basados en la unión de «distintas personas con un mismo propósito», y que sea, por lo tanto, una fuente de sustento y revitalización para todas las personas.

»El poder benéfico del Gohonzon es absoluto. Por eso, marchen hacia adelante con fe inquebrantable. No permitan que las emociones y los sentimientos los afecten.

»Mas que nada, quiero que sean dichosos; que cada uno de ustedes y sus familias logren su felicidad. Este es mi anhelo y mi oración. Deseo que cada día sea para ustedes una jornada de avance y no haya nada que lamentar, de manera que puedan merecer las alabanzas de Nichiren Daishonin por la fe excepcional que han mantenido y por ser buenos discípulos».

Eran palabras que expresaban el sentir más íntimo de Shin’ichi.

Él quería que cada miembro se armara de valor y se pusiera de pie en la fe.

Porque esa es la clave para lograr la felicidad propia y el kosen-rufu.

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Por último, le siguió el nuevo presidente Kiyoshi Jujo, quien habló con franqueza sobre sus sentimientos:

«Desde hace varios años, el presidente Yamamoto ha venido alentándonos a capacitarnos en todos los aspectos, ya que llegaría el momento en que deberíamos trabajar en colaboración para asumir el liderazgo e impulsar el movimiento de la Soka Gakkai. Pero en mi corazón, albergaba el deseo de que él jamás tuviese que renunciar. Sin embargo, con la finalización de las Siete Campanadas, se ha mostrado firme en su decisión.

»Nos decía a menudo que no debíamos depender de él indefinidamente, porque de ese modo sería imposible perpetuar el flujo del kosen-rufu. Nosotros le respondíamos cada vez que no se preocupara, ya que nos haríamos cargo del futuro. Eran baladronadas… Me temo que ha llegado ese día.

»Soy un hombre simple. No tengo nada para ostentar y soy consciente de que mi capacidad no está a la altura de la responsabilidad que debo desempeñar. Pero estoy decidido a ofrecer lo que esté a mi alcance en bien de nuestros miembros. Espero contar con el apoyo de todos ustedes».

Jujo fue testigo de la abnegada lucha de Josei Toda quien dedicó su vida entera al kosen-rufu y también de los incesantes retos que debió enfrentar su discípulo, Shin’ichi Yamamoto. De ahí que supiese la enorme responsabilidad que conlleva ser presidente de la Soka Gakkai.

«En nuestros primeros tres presidentes —Tsunesaburo Makiguchi, Josei Toda y Shin’ichi Yamamoto— palpitaban el espíritu de la Soka Gakkai, que lo llevaron a consagrarse a la Ley, al bienestar de la sociedad y a la felicidad de las personas. Ellos poseían además una inamovible pasión por realizar el kosen-rufu. Mi objetivo es heredar y transmitir ese espíritu y pasión al siglo XXI, y crear una continua y duradera corriente de desarrollo. Hoy, con un compromiso renovado, tomo la determinación de comenzar todo desde cero, haciendo una profunda reflexión con el fin de encausar correctamente mi postura de fe y mis esfuerzos por dar a conocer a los demás el budismo».

La fe significa formular una nueva decisión cada día, en forma sostenida a lo largo de nuestra existencia. La manera de vivir de un practicante budista es desafiarse y desarrollarse incansablemente con un espíritu refrescante y tenaz.

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Kiyoshi Jujo concluyó sus palabras: «Al tiempo de grabar en mi corazón las orientaciones que el presidente Yamamoto nos ha brindado a lo largo de los años y esforzarme para ser un practicante ejemplar, quisiera aprender de la fe de ustedes que han venido luchando incansablemente en la primera línea de la organización.

»Aunque se me haya asignado el cargo de presidente, les pido que por favor no me digan “Sensei”. Ese título debe reservarse para los tres primeros presidentes, que son nuestros tres mentores en el solemne linaje de la Soka.

»En cuanto a mí, llámenme “señor Jujo” o simplemente “Jujo”. ¡Juntos, de igual a igual como compañeros de fe, en sólida unión de «distintas personas con un mismo propósito», comencemos un nuevo avance incentivándonos y alentándonos mutuamente!

»Me comprometo a servir a los miembros y a trabajar para crear un ambiente en el cual cada uno pueda entregarse a la práctica budista con alegría y sin preocupaciones. Ruego el apoyo de todos ustedes».

Su sinceridad y la franqueza de sus palabras dejaron una impresión positiva en sus oyentes.

Brindar orientaciones en la fe no se trata de situarse por encima de los miembros y dar sermones con aires de superioridad. Significa hacer esfuerzos para establecer conexiones genuinas con las personas e inspirarlas y despertar en ellas una profunda empatía, mostrando el camino a seguir y tomando la iniciativa con determinación, vehemencia y acciones concretas.

Bajo la atenta mirada de Shin’ichi, empezó a moverse el engranaje de la Soka Gakkai que daría un renovado impulso a la organización.

Al día siguiente, 26 de abril, Shin’ichi visitó al sumo prelado Nittatsu en el templo principal de la Nichiren Shoshu situado en la ciudad de Fujinomiya, prefectura de Shizuoka y presentó su dimisión como representante de todas las organizaciones laicas de la Nichiren Shoshu. El sumo prelado Nittatsu le agradeció por sus grandes aportes a la prosperidad de la escuela budista a lo largo de los años, y lo nombró titular honorario.

Esa misma noche, Shin’ichi se dirigió al Centro de Capacitación de Shizuoka [ubicado en Atami, aproximadamente a 65 kilómetros del templo principal]. En este establecimiento que honra al primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi3, él quería pensar detenidamente lo que debía hacer para asegurar el crecimiento dinámico de la Soka Gakkai en el siglo XXI.

Un final es, al mismo tiempo, un comienzo. Para lograr un gran desarrollo en el futuro, es imprescindible tener una sólida visión y un plan detallado.

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En el Centro de Capacitación de Shizuoka, Shin’ichi consideró detenidamente qué pasos debía dar para llevar a cabo intercambios y mantener diálogos en dirección a la paz con los líderes y pensadores de diferentes trasfondos culturales y religiosos.

Mientras se encontraba allí, aprovechó también para conversar con representantes de la División de Estudiantes, de la División Femenina y miembros de la localidad. Como si quisiera dejar asentado una vez más dentro de ellos, habló sobre el camino de la Soka, que es la senda de una existencia dedicada al kosen-rufu teniendo como base el vínculo de mentor y discípulo, y los instó a emprender nuevos avances.

Ya en aquel momento, Shin’ichi se encontraba en una situación en que no se le permitía asistir libremente a las reuniones de la Soka Gakkai. Detrás de esto estaban las maquinaciones del abogado Tomomasa Yamawaki y de algunos sacerdotes de la Nichiren Shoshu que buscaban controlar la organización.

Ellos sostenían que después de haber dejado su cargo, era inconcebible que Shin’ichi siguiera participando en las reuniones y brindando orientaciones en ellas; que no debía publicarse en los boletines de la Soka Gakkai artículos informando sus acciones y palabras.

Las únicas noticias sobre Shin’ichi que el Seikyo Shimbun podía transmitir eran los reportes de sus viajes a ultramar o de sus encuentros con dignatarios extranjeros. Y las actividades que tenía permitido hacer dentro de la organización eran solo visitar a los miembros que habían dedicado muchos años de esfuerzos al kosen-rufu y ofrecer orientaciones personales. El objetivo de Yamawaki que traicionó a la Soka Gakkai y de los sacerdotes que se preocupaban solamente por sus propios intereses era aislar completamente a Shin’ichi de los miembros. Pensaban que con ello podrían manejar la organización a su conveniencia y someter a sus integrantes con su autoridad.

La savia vital de la Soka Gakkai es el espíritu de mentor y discípulo encaminado hacia el kosen-rufu. El presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi, quien murió en la cárcel defendiendo sus convicciones, legó a las generaciones futuras un ejemplo de dedicación altruista a la propagación de la Ley. Y el segundo presidente Josei Toda, durante su confinamiento, experimentó un profundo despertar espiritual y tomó conciencia de su misión como Bodhisattva de la Tierra. El espíritu de la Soka Gakkai fue tomando forma a través de estos acontecimientos.

Después de recuperar la libertad, Toda juró que incrementaría la membresía a 750 000 familias para crear, de esa manera, una gran red de Bodhisattvas de la Tierra. Este objetivo fue concretado junto con su discípulo Shin’ichi Yamamoto. Fue así como la Soka Gakkai demostró el principio expuesto por Nichiren Daishonin que afirma que los Bodhisattvas de la Tierra surgirían sucesivamente, uno tras otro, para propagar la Ley Mística4. A su vez, Shin’ichi establecería con muchos compañeros firmes lazos de mentor y discípulo y emprendería el desafío de realizar el kosen-rufu mundial.

Toda dijo en una ocasión: «En el Último Día de la Ley que vivimos, la Soka Gakkai está difundiendo la Ley Mística a una gran cantidad de personas para que ellas logren su felicidad. Seguramente en las escrituras budistas del futuro se referirán a nuestra organización como “buda Soka Gakkai”».

La función destructiva del «Rey Demonio del Sexto Cielo» estaba atacando con verdadera saña a la Soka Gakkai precisamente porque es un cónclave de personas que se ha comprometido a hacer del kosen-rufu su misión.

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El capítulo «El bodisatva Jamás Despreciar» del Sutra del loto describe la historia de un buda llamado Rey del Sonido Imponente. Este nombre, sin embargo, no señala a un solo buda. Después de que el primer buda Rey del Sonido Imponente entró en el nirvana, apareció otro buda con la misma denominación. El Sutra del loto dice: «Y así sucesivamente, siguieron apareciendo, uno tras otro, veinte mil millones de budas, todos con el mismo nombre»5. En otras palabras, el Sutra del loto enseña que veinte mil millones de budas llamados Rey del Sonido Imponente surgieron uno tras otro durante largos eones para guiar a los seres vivos a la iluminación.

Según la sagaz interpretación de Josei Toda acerca de este relato, esos incontables budas representaban una organización, una comunidad armoniosa de practicantes, llamada «buda Rey del Sonido Imponente».

La vida de un individuo es limitada. No obstante, cuando el espíritu fundamental de consagrarse al kosen-rufu se transmite del mentor a los discípulos, y ellos se unen para avanzar como grupo u organización, esa entidad de practicantes adquiere la fuerza vital imperecedera de un buda que trabaja sin pausa para ayudar a otros a ser felices.

El «buda Soka Gakkai» es una red de personas dedicadas a cumplir el gran juramento del kosen-rufu, una agrupación de Bodhisattvas de la Tierra que siguen los pasos de Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, los dos primeros presidentes de la organización unidos por los lazos de maestro y discípulo.

¿Cuáles son los requisitos para eternizar la vida del «buda Soka Gakkai»?

El primero es que cada miembro mantenga hasta el final su juramento de hacer realidad el kosen-rufu. Profundamente consciente de que el kosen-rufu es el propósito esencial de su vida y estableciendo lazos de empatía con quienes sufren, es preciso que cada uno ponga en práctica las palabras del Daishonin que dicen: «Enséñeles a otros [sobre el budismo] con toda su capacidad, aunque sólo sea una oración o frase6
».

El segundo requisito es persistir en el gran camino de la inseparabilidad de mentor y discípulo, haciendo propio el corazón del mentor —que luchó con abnegada dedicación por propagar la Ley— aprendiendo de sus enseñanzas y haciendo de ellas el norte que nos guíe en la vida. En otras palabras, transitar la senda de mentor y discípulo significa vivir y luchar cada día por el kosen-rufu llevando en el corazón a su maestro, entablando un diálogo permanente con él, preguntándose a cada momento qué haría él en la misma situación.

El tercero es trabajar en unión de «distintas personas con un mismo propósito». Nichiren Daishonin escribe:

«[D]eben entonar Nam-myoho-renge-kyo con la actitud de ser distintas personas pero centradas en un mismo propósito. […] Este lazo espiritual es la base para la transmisión universal de la Ley suprema de la vida y la muerte7». La herencia de la fe fluye cuando los miembros se unen abrazando un objetivo común y hacen uso pleno de sus capacidades en aras del kosen-rufu.

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Como «buda Soka Gakkai», la organización debe seguir cumpliendo su gran misión por el kosen-rufu creando un flujo ininterrumpido de sucesores.

Shin’ichi Yamamoto se prometió a sí mismo que formaría una caudalosa corriente de valores humanos.

Recordó lo acontecido el 6 de enero de 1951, cuando Josei Toda, que estaba atravesando momentos sumamente difíciles, lo llamó a su casa para dejar todo en manos de él.

En otoño de 1949, la compañía editora de Toda se encontraba ante graves dificultades y éste inició una nueva empresa de financiación para salir de ese estado. Fundó la Cooperativa de Crédito para Empresas Constructoras Toko, en la que asumió como director administrativo. Sin embargo, esta también se vio afectada por la crisis económica de la posguerra, y su situación fue yendo de mal en peor. Finalmente, el gobierno ordenó a la cooperativa suspender sus operaciones. Buscando una solución, Toda empezó otro negocio y abrió la Compañía Comercial Daito donde se desempeñó como consejero ejecutivo. Pero tampoco dio el resultado esperado.

Había empleados que se iban de la empresa insultando y echándole en cara su ira y resentimiento. También había acreedores que lo habían demandado, e incluso él podía ser arrestado dependiendo del curso de los acontecimientos. En tales circunstancias, Toda había decidido presentarse ante las autoridades para dar una explicación.

Fue en medio de todo ello que Toda le pidió a Shin’ichi que fuera a su casa en enero de 1951 para conversar sobre la liquidación de los remantes de la Cooperativa de Crédito.

Con su esposa Ikue a su lado, Toda comenzó a hablarle con franqueza lo que sentía, pero Ikue lloraba haciendo temblar sus hombros. De inmediato, Toda le recordó severamente a ella que la esposa de un «general» no debía llorar en momentos como ese y luego se dirigió a Shin’ichi: «Si algo me ocurriera, quiero que tú te hagas cargo de la Soka Gakkai y de mis empresas. ¿Podrías por favor cuidar todo por mí? Y, si fuera posible, también te pido que veles por mi familia».

Y prosiguió: «Mi misión en esta existencia es también tu misión. ¿Me comprendes? Mantente firme, ocurra lo que ocurra».

Consagrarse juntos a la gran misión del kosen-rufu, impertérritos ante los obstáculos y las adversidades, es el camino de mentor y discípulo.

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La mirada de Josei Toda estaba puesta en el futuro del kosen-rufu. Quería confiar todo a su discípulo Shin’ichi Yamamoto para asegurar la perpetuación del espíritu de la Soka Gakkai

Shin’ichi estaba plenamente consciente de ese anhelo.

Como si quisiera dejar asentada su voluntad, Toda le dijo: «Si tú y yo vivimos consagrados a cumplir nuestra misión, sin falta llegará el momento en que se haga realidad el designio de Nichiren Daishonin. ¡No importa lo que digan los demás, avancemos juntos resueltamente!».

Shin’ichi levantó sus ojos humedecidos y le respondió: «¡Sensei, no se preocupe. Siempre he estado listo para entregarle mi vida, sin el más mínimo arrepentimiento. Este compromiso jamás cambiará, ni ahora ni en el futuro».

El solemne diálogo entre mentor y discípulo se desarrolló cuando Toda se encontraba en condiciones adversas, en un callejón sin salida.

En ese instante, Shin’ichi recordó la escena de aquella última conversación que mantuvo el legendario guerrero Kusunoki Masashige con su hijo mayor Masatsura antes de partir a la batalla en Minatogawa (actualmente ciudad de Kobe, en la prefectura de Hyogo).

En 1336, Masashige se dirigía allí para detener el avance de Ashikaga Takauji, un exgeneral de Kamakura que se había vuelto contra el emperador y amenazaba en entrar a Kioto, la capital del Imperio. El ejército de Ashikaga superaba enormemente en número al de Masashige, y la derrota era inminente. Sería una contienda que le costaría la vida.

Antes de marchar, Masashige llama a su hijo a un lugar llamado Sakurai (actual prefectura de Osaka) y le dice que regrese a su hogar. Masatsura, que estaba dispuesto a morir junto con su padre, se niega. Con lágrimas en los ojos, Masashige finalmente logra convencerlo diciéndole que, si ambos mueren en el combate, nadie podrá evitar que Ashikaga tome el poder.

La canción «Las verdes hojas de Sakurai8» —más conocida como «Dainanko» (El gran héroe Kusunoki)— describe este episodio. A Josei Toda le gustaba esta tonada, y muchas veces pedía a los miembros de la División Juvenil Masculina que la cantaran. Hay una frase en la que Masashige le dice a su hijo Masatsura: «Crece rápidamente y sirve a tu señor, en bien de tu país». A través de ese verso, Toda había manifestado su deseo de que los jóvenes de la Soka Gakkai asumieran lo más antes posible la responsabilidad del futuro y dedicaran su existencia a cumplir el gran juramento del kosen-rufu.

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Aquellas palabras que Josei Toda había pronunciado el 6 de enero de 1951, mientras ponía en orden los papeles para la liquidación de la cooperativa después de que sus intentos por salvarla habían fracasado, evocaron en Shin’ichi el sentir de Kusunoki Masashige expresado en la canción «Dainanko»:

Masashige enjugó las lágrimas
y llamó a su hijo Masatsura.
«Tu padre marchará a Hyogo
dispuesto a morir combatiendo en una distante bahía.
Has recorrido un largo camino hasta aquí,
mas presuroso has de regresar a tu hogar».

28 años después, en el Centro de Capacitación de Shizuoka, Shin’ichi comprendió profundamente lo que debió de haber sentido el valiente general Masashige al dejar a su sucesor y partir a una batalla de vida o muerte, y el sentir de su maestro Josei Toda.

Shin’ichi estaba por emprender una nueva travesía del kosen-rufu mundial confiando la Soka Gakkai a los nuevos dirigentes, con el presidente Jujo al frente, y a sus sucesores de la División de Jóvenes. Estos hechos le hicieron entender la profunda determinación que albergaba Toda en su corazón aquel día de enero.

Shin’ichi se sentó frente al piano blanco del centro y empezó a tocar con vigor «Dainanko».

«Padre, no importa lo que diga,
¿cómo podría abandonarlo
y retornar solo?
Yo, Masatsura, soy joven aun,
pero lo acompañaré en esta travesía,
aunque me cueste la vida».

«Masatsura, te pido que regreses
y no es por mí.
Si tú mueres,
el país quedará en manos de Takauji…».

Shin’ichi le prometió a su mentor: «Tanto Masashige como su hijo Masatsura, que siguió el legado de su padre, fueron derrotados en el campo de batalla por las fuerzas de Ashikaga y perdieron la vida sin concretar su propósito. Pero yo no seré vencido. ¡Sin falta, protegeré a todos nuestros miembros y abriré los nuevos horizontes de nuestro movimiento por el kosen-rufu mundial!».

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Shin’ichi reflexionó: «El señor Toda formó un discípulo leal para encomendarlo todo. Puso cada fibra de su ser para enseñarme lo que es el budismo y la fe, me impartió clases sobre las más diversas disciplinas, me dio formación como líder y me enseñó sobre el proceder digno de un ser humano, forjándome de todas las maneras posibles, incansablemente. Siento incluso que los amargos días que viví haciendo frente los grandes reveses cuando se declararon en quiebra las empresas de mi maestro fueron designios de las deidades celestiales para curtirme y ser un genuino león.

»En estos diecinueve años desde que ocupé la presidencia de la Soka Gakkai, yo también me he esforzado para formar sucesivos grupos de valores humanos. Pero la verdadera capacitación acaba de comenzar.

»Quiero que los actuales líderes, que constituyen el primer grupo de sucesores que he forjado, asuman la total responsabilidad de la organización en esta partida en medio de la tormenta y se conviertan en auténticos leones. Una lucha a todo o nada, en la cual no hay vuelta atrás, hace firme la determinación de las personas y acendra su espíritu valiente, su corazón leonino.

»Además, en este momento, aun puedo velar por ellos, alentarlos personalmente y brindarles consejos como un compañero más. No permitiré que los nuevos responsables y los jóvenes que seguirán mis pasos terminen siendo derrotados como Masatsura».

En ese sentido, Shin’ichi estaba convencido de que todo lo ocurrido se había desarrollado de acuerdo con la intención del Buda.

«Otro importante tema es la formación de los jóvenes que llevarán sobre sus hombros el siglo XXI. Mi anhelo es que la juventud cultive las virtudes de la sabiduría y el coraje, y que cada uno sea un excelente sucesor capaz de hacer frente hasta las más turbulentas circunstancias que les depare el futuro».

Para transmitir este sentimiento, Shin’ichi decidió tocar en el piano la canción de «Dainanko» y grabarla para obsequiársela a representantes de las divisiones juveniles.

Sin pérdida de tiempo, pidió al personal del centro que preparara una grabadora. Antes de empezar a tocar, dijo: «Te dedico esta canción, querido joven amigo, en quien deposito mi absoluta confianza. Oro por el éxito de tus magníficas actividades en el siglo XXI». Luego, se dirigió al piano.

Volcó su alma en la interpretación: tocó con fuerza y con el ferviente anhelo de ver a cada uno de sus discípulos desarrollarse en grandes valores.

Por dentro clamaba: «¡Levántense discípulos míos, compañeros de lucha!, ¡Avancen con intrepidez decididos a ser cada uno “Shin’ichi Yamamoto!”».

  • *1Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 648.
  • *2Gosho zenshu, pág. 1618.
  • *3El presidente Makiguchi fue arrestado por las autoridades militares del Japón durante la Segunda Guerra Mundial cuando estaba visitando la prefectura de Shizuoka en julio de 1943.
  • *4Véase Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 406.
  • *5El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 20, pág. 264.
  • *6Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 408.
  • *7Ib., pág. 227.
  • *8La letra fue compuesta por el célebre poeta y académico de las letras japonesas Naobumi Ochiai (1861-1903). Describe la conmovedora despedida entre el brillante estratega militar Kusunoki Masashige (m. 1336), del siglo XIV, y su hijo, Masatsura. Cuando el padre parte rumbo a la batalla, su joven hijo declara que él lo acompañará, dispuesto a morir a su lado. Pero el padre le pide que se quede y viva perpetuando las aspiraciones que ambos comparten. Esta tonada es cantada dentro de la Soka Gakkai como una expresión del espíritu de la inseparabilidad entre maestro y discípulo.