Volumen 30:
Capítulo 2, En espera del momento 11–20
En espera del momento 11
Entre los miembros que se habían reunido con Shin’ichi la noche del 21 de agosto, estaban los esposos Tami y Torao Tamori, quienes habían sido los primeros responsables del cabildo Karuizawa.
Torao era panadero de profesión, y había perfeccionado sus habilidades trabajando en un hotel de primera clase. Su esposa Tami padecía una enfermedad cardíaca pero luego de ingresar en la Soka Gakkai y practicar el budismo Nichiren había mejorado gradualmente. Esta experiencia hizo que Torao decidiera unirse a la Soka Gakkai junto con sus hijos en 1955. Además, cuando concretó su anhelado sueño de adquirir una panadería, su convicción en la fe se afianzó más aún y con gran entusiasmo comenzó a invitar a quienes estaban a su alrededor a practicar también el budismo.
Pero en la comunidad había mucha gente que tenía prejuicio contra la Soka Gakkai, y no veía con buenos ojos su práctica. De modo que la clientela comenzó a disminuir.
El matrimonio estaba angustiado por la situación, pero un antecesor en la fe los alentó: «Nichiren Daishonin advierte: “Si ustedes la propagan [esta enseñanza], sin falta surgirán las funciones demoníacas. Pues si no ocurriera de ese modo, no habría forma de saber que es la enseñanza correcta”.1 Los obstáculos y las funciones demoníacas que están enfrentando ahora se debe a que ambos se levantaron decididos a tomar parte en la lucha por el kosen-rufu. Acaso ¿no les está ocurriendo exactamente lo que dice el Daishonin?
»Si continúan perseverando valerosamente en la fe, tal como lo han estado haciendo, sin falta lograrán una felicidad genuina. Por eso, no retrocedan de ninguna manera».
En aquel entonces, muchos miembros sufrían, en mayor o menor medida, problemas similares. Pero en tales circunstancias, todos se habían entregado a las actividades de la Soka Gakkai con verdadera pasión. Recurrían al Gosho para alentarse el uno al otro.
Torao pensó: «Nichiren Daishonin nos dice: “Cuanto más grandes sean las dificultades que se abatan sobre él [el practicante del Sutra del loto], mayor será su deleite, gracias a la fuerza de su fe”.2 Por más desafiantes que sean las circunstancias, yo también me armaré de una fe firme y seguiré adelante con júbilo, con valentía, diciéndome: “¡esta es la hora de la verdad!».
Las actividades de la Soka Gakkai siempre estaban acompañadas de los escritos del Daishonin; el estudio budista se aplicaba en la vida cotidiana. Aquí yace el secreto de la inexpugnable fortaleza de nuestra organización. Esto fue posible porque el segundo presidente Josei Toda publicó el Nichiren Daishonin Gosho Zenshu y, de este modo, abrió las puertas de una nueva era en que las enseñanzas correctas y los principios del budismo Nichiren se establezcan como un modelo de vida para las personas de todos los ámbitos del quehacer humano.
En espera del momento 12
Torao Tamori aguantó esos duros momentos apretando los dientes y continuó esforzándose en la práctica. Con el tiempo, consiguió obtener un contrato para suministrar pan a una de las escuelas de la localidad y también fueron aumentando los clientes de otras nacionalidades. Más tarde, empezó a proveer su mercancía a una importante repostería, y el negocio de Tamori fue convirtiéndose en una de las panaderías más populares de Karuizawa.
Y no solo demostró pruebas reales de la fe en el aspecto laboral. Tamori también se esforzó para apoyar a sus vecinos y contribuir al desarrollo de la comunidad, y su proceder permitió disipar las ideas equivocadas y los prejuicios que tenía la gente hacia la Soka Gakkai y obtener la comprensión y el respaldo de muchas personas.
Durante su conversación con los Tamori en el Centro, Shin’ichi propuso invitar a un grupo de miembros locales para reunirse al día siguiente en la cafetería que estaba en el segundo piso de la panadería.
En ese encuentro informal, Shin’ichi compartió algunas conversaciones que había mantenido con Josei Toda en Karuizawa en el verano de 1957.
«El señor Toda amaba esta tierra de extraordinaria belleza natural… Hablaba de su profundo deseo de realizar en el futuro un curso de verano en un lugar así. Ahora, con la apertura de un centro de conferencias aquí en Karuizawa, siento que hemos dado un paso adelante para concretar la visión del señor Toda.
»El día de mañana, se reunirán aquí no solo compañeros representantes de todo Japón, sino del mundo entero, y el Centro de Conferencias de Nagano será uno de los grandes propulsores del kosen-rufu. Por eso, quiero pedirles que construyan en la prefectura de Nagano una organización que sea un ejemplo para el resto del mundo. Yo también les brindaré mi total apoyo».
Esa noche, se estaba llevando a cabo una reunión conjunta de líderes de los cabildos de Karuizawa y Naka-Karuizawa en el Centro de Conferencias de Nagano.
Cuando el encuentro estaba por terminar, Shin’ichi ingresó en la sala y se unió a los presentes para hacer el gongyo. Luego, se sentó frente al piano e interpretó varias canciones tales como «Ureshii hina-matsuri» (Alegre Festival de las Muñecas) y «Tsuki no Sabaku» (El desierto iluminado por la luna), entre otras, en su afán de alentar a los miembros. Los participantes felices respondieron con un aplauso entusiasta.
Cada asistente grabó en su corazón aquella imagen de Shin’ichi y renovó su determinación de transitar con orgullo el sendero de mentor y discípulo de la Soka.
Ningún poder o autoridad puede romper el lazo espiritual de maestro y discípulo.
En espera del momento 13
El sincero deseo de Shin’ichi era que todos mantuviesen una fe firme y fuesen felices.
Los individuos que abandonaron la práctica y traicionaron a la Soka Gakkai se aliaron en intrigas con sacerdotes perversos de la Nichiren Shoshu para cortar el lazo de maestro y discípulo, prohibiendo a Shin’ichi orientar en reuniones importantes o aparecer en el diario Seikyo. Esta situación creó una atmósfera opresiva que se extendió como una densa niebla en toda la organización.
Cuando le dijeron que no debía asistir a los grandes encuentros, Shin’ichi se dedicó a hacer visitas hogareñas y a brindar orientación personal. Y cuando no le permitían hablar frente al público, escribió poemas o tocó el piano para infundir ánimo a los miembros.
Nada ni nadie puede reprimir el alma de alguien que ha asumido con un compromiso inquebrantable la causa del kosen-rufu.
Shin’ichi hizo la siguiente propuesta a los miembros reunidos en el Centro de Conferencias de Nagano: «¿Qué les parece si volvemos a juntarnos aquí el domingo 26 de agosto para tomarnos una foto? Si ven que otros camaradas desean unirse, también serán bienvenidos».
Los participantes expresaron sus voces de alegría. Era algo que los compañeros de Nagano habían esperado por mucho tiempo. Este anuncio se difundió rápidamente por toda la prefectura.
Los responsables locales no tenían idea de cuántos podrían reunirse. La División Juvenil tomó la iniciativa para hacer los preparativos, de modo que no se produjese confusión ni desorden, incluso si viniesen varios miles. También decidieron instalar tres gradas para que la toma de fotos avanzara sin percances.
Definieron además los horarios de arribo para cada región. Incluso en algunas áreas dispusieron autobuses fletados para que los miembros pudiesen llegar al Centro.
Así y todo, se suponía que muchos vendrían en sus propios automóviles. Preocupados de que no hubiese suficiente espacio para aparcar, los líderes negociaron con el propietario del baldío que se encontraba a un costado de la carretera que estaba frente al Centro con el fin de utilizarlo como estacionamiento provisional. Obtuvieron el permiso pero para dar uso debían acondicionar y arreglar el lugar que estaba cubierto de matorrales y malezas.
De inmediato, los miembros de la División Juvenil Masculina pusieron manos a la obra con gran entusiasmo. Se sentían felices de poder trabajar junto con el maestro en este desafío de alentar a sus compañeros.
Quien es consciente de que su esfuerzo es una labor que realiza junto a su mentor rebosa de alegría.
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Shin’ichi pasó el 24 de agosto, el 32.º aniversario de su ingreso a la Soka Gakkai, en el Centro de Conferencias de Nagano. Allí realizó el gongyo seriamente, decidido a marcar una nueva partida.
Poco después del mediodía, recorrió los alrededores en bicicleta junto con los miembros de la División Juvenil. Quería sentir a su mentor en ese lugar donde el maestro Toda había pasado su último verano.
Al regresar al Centro, se encontró con los representantes juveniles del Departamento de Educadores que acababan de llegar en autobús para participar en una sesión de capacitación.
En el camino, dentro del ómnibus, les habían anunciado que Shin’ichi Yamamoto se hallaba en el Centro de Conferencias y todos habían estallado de alegría. Ahora ellos estaban dispuestos en fila frente a la entrada, con una amplia sonrisa, para saludar a Shin’ichi.
«¡Gracias! –les dijo–, me siento feliz de poder encontrarme con todos ustedes. ¿Qué les parece si nos sacamos una foto juntos!».
Luego de la toma de la foto, Shin’ichi les dijo: «¡Como verán, estoy muy bien! Espero que ustedes también con el orgullo de integrar la Soka Gakkai sigan avanzando enérgicamente el camino de su misión, concretando una victoria tras otra. Y, pase lo que pase jamás abandonen la práctica. Les pido que graben este punto en lo profundo de su corazón. Nada me resulta tan doloroso y desgarrador que ver a mis camaradas alejarse de la senda del kosen-rufu».
Esa noche, Shin’ichi volvió a visitar a los miembros de la localidad y conversó con los compañeros allí reunidos.
Al día siguiente, el 25 de agosto por la mañana, jugó tenis con los integrantes del Departamento de Educadores en los jardines del Centro de Conferencias y continuó alentándolos.
La cancha había sido preparada de improviso por los miembros locales para que los asistentes de las sesiones de capacitación se llevasen un recuerdo inolvidable.
Antes de terminar, Shin’ichi hizo el gongyo con los participantes del curso de entrenamiento y los despidió con un caluroso aplauso.
En medio de las restricciones que le imponían las actividades, Shin’ichi oraba sinceramente para reunir toda su sabiduría e ingenio que le permitiera descubrir el mejor modo de infundir valoy esperanza a sus compañeros. Nichiren Daishonin escribe: «Y si el corazón de la fe es perfecto, el agua de la sabiduría, de la gran sabiduría imparcial, jamás se secará.».3
Mientras mantengamos firme el compromiso por el kosen-rufu y oremos por su realización, podemos superar cualquier obstáculo y abrir el camino hacia la victoria.
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Cerca del mediodía del 25, la lluvia comenzó a caer con mayor fuerza a medida que avanzaba el día.
Shin’ichi salió del Centro de Conferencias de Nagano para visitar a una familia de pioneros que había realizado importantes contribuciones al desarrollo del kosen-rufu en la ciudad de Saku.
Bajo la lluvia, los miembros de la División Juvenil estaban trabajando para acondicionar el baldío que sería usado como aparcamiento provisorio durante las sesiones de fotos programadas para el día siguiente.
Shin’ichi solicitó a uno de los líderes que lo acompañaba: «Por favor, ¿podría dejar preparado el cuarto de baño del Centro para que los muchachos puedan utilizarlo una vez que terminen con su labor? Así se podrán quitar el sudor y el barro, y podrán calentar su cuerpo. No quisiera que contrajesen una gripe».
Los jóvenes son preciosos tesoros de la Soka Gakkai. Se sentía apenado ya con el solo hecho de verlos trabajar duro en medio de la lluvia y cubiertos de lodo. No podía permitir que ellos terminasen resfriándose a causa de eso.
Unos 50 minutos después de su partida del Centro, Shin’ichi llegó a la casa de Katsuo Ishizuka en la ciudad de Saku. Ishizuka, era un hombre que tenía poco más de cuarenta años y líder de sede central de Saku.
Profundamente conmovido, le estrechó la mano de Shin’ichi mientras le decía: «¡Sensei, gracias por visitarnos!».
El padre de Ishizuka llevaba un traje y su madre vestía kimono de gala. Saludaron cortésmente a Shin’ichi y a sus acompañantes.
Antes, durante su visita, Shin’ichi había tenido la oportunidad de conversar con Ishizuka que estaba apoyando como personal del comité organizador, en el Centro. Y, al enterarse de que él había ofrecido un centro particular donde se realizaban las actividades de la Soka Gakkai, Shin’ichi había querido visitarlo en su casa y expresarle su agradecimiento.
Los espacios que nos ofrecen nuestros camaradas desempeñan un papel invalorable en el avance del kosen-rufu. Aunque haya grandes centros de la Soka Gakkai en cada región, las instalaciones particulares y los hogares de los miembros son indispensables para hacer reuniones de diálogo y otras actividades cotidianas a nivel de distrito y de cabildo. Son los sitios donde tienen lugar las magníficas asambleas budistas en los tiempos actuales.
Shin’ichi y sus acompañantes fueron invitados a pasar a la sala de estar. Mientras conversaban se enteró de que ese día era el natalicio del padre de Ishizuka, que cumplía ochenta años.
«Como obsequio, permítame dedicarle un poema», le dijo Shin’ichi y dirigió su mirada al calendario que colgaba en la pared: «¿Puedo escribir en esta hoja?».
Un familiar lo descolgó y se lo pasó a Shin’ichi, quien escribió al costado de la carilla en que figuraba la fecha del día, el siguiente poema deseándole a la pareja salud y larga vida:
¡Qué inmensa la dicha
de contemplar el rostro reluciente
de los venerables ochenta años cumplidos!
En espera del momento 16
Shin’ichi le dijo a Katsuo Ishizuka: «Espero que sea afectuoso con su madre y su padre y cuídelos siempre. El camino del humanismo comienza demostrando agradecimiento a los progenitores. Un auténtico practicante del budismo Nichiren es quien nunca olvida este espíritu».
Después de transmitir su gratitud por disponer la casa como centro de actividades de la Soka Gakkai, Shin’ichi le dio algunos consejos sobre los cuidados a tener en cuenta cotidianamente:
«Para no causar problemas en el vecindario, es preciso que coordine con el líder que se encarga de la reunión los detalles sobre el estacionamiento de automóviles y bicicletas, sobre las recomendaciones para que la entrada y la salida de la gente no cause bullicio, etc. También es importante que visite regularmente a quienes residen alrededor –aunque esto requiere esfuerzo y dedicación–, para mantener una comunicación abierta y le hagan saber cualquier inconveniente o dificultad que pudiera surgir.
»Obtener la cooperación y el apoyo del vecindario es kosen-rufu. Las casas que los miembros nos ofrecen para las actividades son castillos del pueblo dedicados al kosen-rufu. Cimentar allí una sólida base de confianza contribuye a que la Soka Gakkai también sea firme y segura».
Luego Shin’ichi visitó el centro particular de los Ishizuka contiguo a la residencia de la familia. En la planta baja estaba la oficina de la empresa de instalaciones eléctricas para constructoras que manejaba y en el piso de arriba, había una sala de unos 49 metros cuadrados destinada a las actividades de la Soka Gakkai.
Allí estaban reunidos los encargados de cabildo de la sede central de Saku. Shin’ichi hizo gongyo con ellos y posteriormente conversó de manera informal.
Luego, presentó el poema que compuso para los camaradas del lugar:
Jamás he de olvidar
las miradas felices
de los compañeros de Saku.
*
Cada día ofrezco mi oración,
preguntándome cómo estarán hoy,
mis amigos de Saku.
Después de visitar a la familia Ishizuka, Shin’ichi se dirigió a la casa de Tatsuomi Kurabayashi. Él pertenecía a una familia de larga tradición, cuyos ancestros habían servido como funcionarios de la localidad en el período Edo temprano (1603-1868). El edificio principal tenía 350 años de antigüedad y entre los lugareños era conocido como el Palacio del ruiseñor.
Tatsuomi Kurabayashi estaba de pie frente a su casa sosteniendo un paraguas tradicional japonés, aguardando la llegada de Shin’ichi y Mineko.
«Vine para cumplir con mi promesa», le dijo Shin’ichi con una sonrisa.
Hace seis años, en una reunión de líderes de sede central, en Tokio, Kurabayashi le había contado a Shin’ichi sobre el rancio abolengo de su familia y lo había invitado a visitar su casa.
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Tatsuomi Kurabayashi, de 71 años, tenía cinco hijos que eran todos miembros activos de la Soka Gakkai. Ese día, con excepción del cuarto que vivía en los Estados Unidos, se sumaron a Tatsuomi junto con sus esposas e hijos para recibir a Mineko y a Shin’ichi.
Kurabayashi guio a Shin’ichi hacia el sitio de honor, frente al tokonoma,4 en la sala de estar y le dijo: «Sírvase tomar asiento aquí».
Pero Shin’ichi objetó: «¡No, por favor! Señor Kurabayashi, es usted un gran antecesor en la vida, así que este lugar le corresponde».
Kurabayashi se mostró algo perplejo, pero ante la cortés insistencia de Shin’ichi se acomodó en aquel sitio dando la espalda a la hornacina.
En la sala había una mampara con hermosas caligrafías. Los pilares de lustrosa madera negra y los paneles calados sobre la puerta eran de un elegante diseño.
Cuando Shin’ichi le preguntó sobre la historia de la casona, Kurabayashi le contó una leyenda relacionada con su familia.
Una noche de invierno, Hikozaemon, el propietario de la aldea, rescató a un zorro que había caído en un estanque congelado y estaba a punto de morir. Le frotó su cuerpo con agua caliente y, una vez que se aseguró de que estaba seco, lo liberó. El zorro ladró feliz e inmediatamente desapareció de la vista. A la mañana siguiente, en la terraza exterior de la casa de Hikozaemon había dos faisanes. Al ver sobre la nieve huellas de zorros, el dueño se dio cuenta de que las aves eran obsequios de aquel zorro al que le había salvado la vida.
«Es un gesto del cual el ser humano tiene mucho que aprender…», dijo Shin’ichi, mientras sus acompañantes asentían pensativos. Eran momentos en que estaban sintiendo como nunca la importancia de retribuir a la deuda de gratitud, ya que un grupo de gente ingrata estaba tramando intrigas contra la Soka Gakkai e infligiendo muchos sufrimientos a los dedicados miembros.
Cuando los negocios de Josei Toda estaban en crisis, incluso muchas personas que una vez se habían beneficiado con su ayuda se habían vuelto en contra de él, atacándolo verbalmente o expresando su resentimiento y odio al abandonarlo.
El gran filósofo Sócrates decía que la ingratitud es indiscutiblemente la mayor injusticia.5
Para enfatizar la importancia de la gratitud, Nichiren Daishonin cita la leyenda del viejo zorro y la tortuga blanca que supieron recompensar un gesto de bondad que habían recibido, y agrega: «Si hasta las criaturas inferiores son capaces de actuar así [saldar las deudas de gratitud], ¡cuánto más deberíamos hacerlo los seres humanos!».6
La gratitud es un sentimiento fundamental en la vida del ser humano.
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Los diez nietos de Tatsuomi y su esposa, Yoshino, expresaron la alegría de recibir a Shin’ichi y a sus acompañantes interpretando arpa japonesa, armónica, flauta y cantos.
Era un verdadero placer ver cómo estaban creciendo tan espléndidamente esos jóvenes tesoros del futuro que habían heredado la fe de sus padres y abuelos. El movimiento por el kosen-rufu se desarrolla y se expande en la medida en que el budismo Nichiren se propaga en nuestras comunidades locales, en la sociedad en general y se transmite a las próximas generaciones y al futuro.
Pronto la lluvia comenzó a atenuar. Shin’ichi dio un paseo por el jardín tomado del brazo de Tatsuomi Kurabayashi, quien se mostraba tímido y repetía una y otra vez su agradecimiento, ya que éste sería para él un día inolvidable en su vida.
«Su existencia ha sido una gran victoria –le dijo Shin’ichi. Sus hijos y sus nietos han crecido y son hoy grandes valores. Pero la práctica no tiene fin. Siga adelante en la lucha mientras viva, por sus compañeros, por su comunidad y por el kosen-rufu. La etapa más importante comienza a partir de ahora en que tiene que dar los toques finales a su existencia. Por favor, siga avanzando impetuosamente hacia el mañana y el futuro».
Kurabayashi observaba atentamente a Shin’ichi, mientras asentía una y otra vez.
Más tarde, Shin’ichi expresó su gratitud en un poema que obsequió a la familia:
Recuerdo con afecto
una casona en Saku,
un verdadero castillo de plata.
El 26 de agosto era el día en que se realizarían las sesiones de fotos grupales en el Centro de Conferencias. Al escuchar que cualquiera era bienvenido, los compañeros se reunieron desde toda la prefectura de Nagano.
La lluvia del día anterior había cesado y una brisa refrescante soplaba entre los árboles. Desde antes del mediodía comenzó a llegar al Centro una sucesión interminable de miembros. Habían pasado casi cuatro meses desde que Shin’ichi dejó de aparecer en las páginas del Seikyo Shimbun. Todos querían encontrarse con él, aunque solo fuese un instante y así renovar su compromiso con el kosen-rufu.
La fortaleza de la Soka Gakkai estaba en la fuerza de la unión afianzada con el lazo de mentor y discípulo que Shin’ichi estableció con cada uno de sus compañeros y con los vínculos de los miembros entre sí.
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En el Centro de Conferencias se habían instalado tres gradas para la toma de fotografías en grupo.
Justo antes de las 13 hs., Shin’ichi le dijo a Mineko: «¡Pues bien, ¡a batallar!». Vestido con su camisa de polo, se dirigió al jardín delantero para saludar a los miembros que lo esperaban.
«¡He estado aguardándolos! Muchas gracias por venir. ¡Emprendamos una nueva partida hacia el siglo XXI!».
Se escucharon alegres voces de los participantes. Una señora mayor con la frente surcada de profundas arrugas dijo con lágrimas en sus ojos: «¡Sensei! Como no aparecía su imagen en el Seikyo Shimbun, estaba muy preocupada y muy triste. Me pasaba todo el tiempo orando… Pero ahora que lo veo tan bien, me siento tranquila. ¡No sabe cuán feliz me siento!».
Shin’ichi la alentó con infinita ternura diciéndole: «¡Muchas gracias! Como me ve, estoy muy bien. Si usted se encuentra bien, yo también lo estaré. Guardaré este encuentro como un precioso recuerdo y le estaré enviando daimoku todos los días. Así estaremos siempre juntos, incluso en nuestra próxima existencia.
»Por favor, viva mucho. Quiero que cada vez rebose de mayor energía y felicidad. Pues, será la fuerza que impulsará el kosen-rufu, y una fuente de esperanza e inspiración para sus compañeros».
Luego, Shin’ichi se dirigió a otra señora que dijo tenía ochenta y cinco años: «¡Entonces, tiene que seguir adelante hasta los cien! Por favor, viva para ver el siglo XXI y el porvenir del kosen-rufu. La Soka Gakkai seguirá creciendo y desarrollándose más aún. Se extenderá ampliamente en todo el mundo. Estoy luchando ahora, justamente, para que esto suceda».
Shin’ichi también le dijo a un integrante de la División de Señores en un tono resuelto: «La verdadera grandeza de la Soka Gakkai se demostrará sin lugar a duda. En estos momentos, los sacerdotes de la Nichiren Shoshu continúan con sus ataques maliciosos y algunas revistas amarillas siguen divulgando críticas irresponsables; si se deja influenciar, es seguro que terminará lamentándose. Solo la Soka Gakkai ha venido consagrando sus esfuerzos en hacer realidad el kosen-rufu, tal como lo instruyó el Daishonin. Jamás debe perder de vista esta verdad indiscutible. Así que ¡luchemos juntos!».
En espera del momento 20
La fila de personas que esperaban ocupar su lugar en las gradas para la toma de fotografías parecía prolongarse sin término. Un flujo interminable de miembros llegaban desde diferentes pueblos y ciudades de toda la prefectura de Nagano como Iiyama, Nagano, Ueda, Hotaka, Matsumoto, Shiojiri, Suwa, Iida e Ina.
Cada vez que concluía una sesión, Shin’ichi conversaba, alentaba y estrechaba la mano de decenas y, en ocasiones, de centenares de miembros.
Cuando estaba llegando a su fin, un joven bronceado, de aspecto viril, exclamó visiblemente emocionado: «¡Sensei! ¡Muchas gracias! ¡Los miembros de la División Juvenil Masculina estamos decididos a luchar resueltamente y a triunfar para corresponder a sus expectativas!».
Shin’ichi sonrió con calidez y luego, imprimiendo firmeza en su voz, le respondió: «¡Así debe ser! Cuando el mentor no puede salir al frente, son los discípulos quienes deben ponerse de pie en su lugar. No serían verdaderos discípulos míos si dijeran que necesitan encontrarse conmigo para tener fuerza o valor. Son ustedes quienes deben generar un oleaje de kosen-rufu sin precedentes con un empeño y una audacia que incluso supere a los de su mentor.
»He venido desafiándome para forjar, alentar y orientar a todos ustedes, consagrando todo de mí, justamente para cuando llegaran tiempos como este.
»Este es el momento en que deben declarar con orgullo: “¡Cuente con nosotros! ¡Observe nuestra lucha!”, y dedicarse a alentar y a animar a sus compañeros en mi lugar. Este es el verdadero espíritu de mentor y discípulo. ¡Cada uno de ustedes es Shin’ichi Yamamoto! No recuerdo haber formado jóvenes de corazón débil que en el momento crucial no puedan demostrar su auténtico potencial. Ahora es el momento en que ustedes deben asumir la responsabilidad de la Soka Gakkai en sus respectivas comunidades. Nada es más decepcionante para mí como comprobar que, en un momento tan crucial, ustedes no pueden hacer uso de todo su potencial porque están tristes.
«Este es mi sentir, el clamor de mi alma. ¡Cuento con ustedes!».
Los ojos de los jóvenes presentes resplandecieron con ardiente determinación. Algunos apretaron los labios y otros sus puños con firme resolución.
Dirigiéndose a los diez mil jóvenes reunidos, en octubre de 1954, Josei Toda exhortó: «Espero que se levanten con bravura para enfrentar los incontables desafíos que tenemos por delante».
Estos eran también los sentimientos de Shin’ichi.
- *1Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 525.
- *2Los escritos de Nichiren Daishonin, Soka Gakkai: Tokio, 2008,E, pág. 34.
- *3Los escritos de Nichiren Daishonin, Soka Gakkai: Tokio, 2008, pág. 1060.
- *4Tokonoma : Es un pequeño espacio construido en la sala de estar de una casa de estilo japonés, en el que se colocan objetos artísticos tradicionales. Según la etiqueta japonesa se invita al huésped sentarse dando la espalda al mismo. De acuerdo con las reglas de la modestia, el anfitrión no debe hacer ostentación de los adornos del tokonoma, por tanto, debe evitar que la mirada del huésped se dirija a él. De esta forma el huésped queda situado en el centro, en el sitio considerado más importante en toda la residencia.
- *5Véase, Zenofón: Memorabilia, en Xenophon, trad. por E. C. Marchant, Cambridge, Massachusetts: Editorial de la Universidad de Harvard, 1997, pág. 105.
- *6Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 724.