Volumen 30:
Capítulo 2, En espera del momento 31–40

En espera del momento 31

Shin’ichi agregó: «No es exagerado decir que hay tantas opiniones como personas. Y es natural que los puntos de vista difieran entre la gente de distintas generaciones.

»Cuando planifican una reunión de diálogo, por ejemplo, algunos dirán que se realice un día de semana por la noche y otros preferirán a la misma hora pero un fin de semana. Habrá quienes propongan llevarla a cabo un domingo por la mañana o a la tarde, y quienes sugieran ese horario entre semana. Pero como se debe tomar una decisión, normalmente se elige el día y la hora conveniente para la mayoría.

»Y una vez que se llega a un acuerdo, aunque no sea la fecha que hubieran deseado, es preciso que se unan y hagan todo lo posible para que el encuentro sea un éxito.

»Quienes están encargados de las planificaciones deben tener presente también a aquellos que no podrán asistir, y discurrir sobre la forma de integrarlos a la actividad, ya sea reuniéndose con ellos otro día en encuentros de pequeños grupos o escogiendo en ocasiones fechas en que puedan participar. Es decir, ingeniarse para que cada miembro sin excepción pueda esforzarse en la fe y la práctica con alegría.

»Además de las reuniones de diálogos, siempre hay diferentes opiniones sobre cómo desarrollar las actividades y llevar adelante nuestro movimiento. De hecho, no hay reglas absolutas ni métodos perfectos. Siempre habrá aspectos positivos y negativos. Así que, si surge un problema, todos tenemos que pensar y aportar ideas para resolverlo o tratar de minimizarlo. La clave está en ser flexibles, tener una mente abierta y estar dispuestos a trabajar juntos».

Los jóvenes escuchaban atentamente. Shin’ichi dirigió la mirada a cada uno de ellos y dijo con énfasis: «Y lo más importante para tener en cuenta a la hora de conducir las actividades es que no se sientan desalentados ni se disgusten o se resientan cuando sus proposiciones no son aceptadas. Porque eso no solo dañará su propia fe, sino también afectará a nuestro movimiento por el kosen-rufu.

»Muchas organizaciones y grupos religiosos se han dividido debido a los conflictos y la animosidad que provienen de la diferencia de opiniones o perspectivas sobre la dirección. ¡Pero la Soka Gakkai jamás debe caer en ese camino!».

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La conversación prosiguió: «Pensando en el futuro, hoy también me gustaría departir con ustedes acerca de un tema que es esencial para promover el kosen-rufu; es decir, la unión indestructible de “distintas personas con un mismo propósito”.

»Nichiren Daishonin afirma:

Todos los discípulos y seguidores laicos de Nichiren deben entonar Nam-myoho-renge-kyo con la actitud de ser distintas personas pero centradas en un mismo propósito, trascendiendo todas las diferencias que pueda haber entre ellas hasta volverse inseparables como los peces y el agua en que nadan. Este lazo espiritual es la base para la transmisión universal de la Ley suprema de la vida y la muerte. Aquí yace el verdadero objetivo de la propagación de Nichiren. Cuando estén unidos así, hasta el gran deseo de la propagación universal [o kosen-rufu] podrá concretarse.1

»Aquí, el Daishonin enuncia el principio rector que todos sus discípulos —o sea, nosotros que nos dedicamos al kosen-rufu— deben tener presente.

»Primero, él señala que debemos “trascender todas las diferencias que pueda haber”. De esta manera, nos está exhortando a eliminar las tendencias que nos lleven a discriminar o a generar divisiones.

»Las personas diferimos en muchos aspectos: nacionalidad, etnia, cultura, costumbres, posición social, edad, origen, y tenemos además diversas formas de ver y sentir las cosas. Hay que trascender estas diferencias y retornar constantemente al hecho básico de que todos somos camaradas en la fe y Bodhisattvas de la Tierra.

»Luego, manifiesta que debemos ser “inseparables como los peces y el agua en que nadan”. Esto significa percatarnos de que existe una relación estrecha e indisoluble entre los compañeros que practicamos el budismo Nichiren y, conscientes de este vínculo, respetarnos y brindarnos apoyo mutuo.

»Si dejan de participar en sus organizaciones locales y en las actividades porque no les agrada un líder irían en contra de estas palabras de oro del Daishonin. Sería también una señal de que la negatividad egoísta los está dominando.

»No es una coincidencia que estemos, en este preciso momento, practicando juntos el budismo Nichiren. Unidos por profundos lazos del remoto pasado, hemos nacido en esta época corrupta del Último Día de la Ley para cumplir el juramento que hicimos hace mucho tiempo.

»Cuando cada uno de nosotros nos demos cuenta de que estamos hoy aquí debido a esa conexión kármica del pasado, fortaleceremos nuestra unión y podremos crear una poderosa fuerza que impulse el kosen-rufu».

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«En la misma frase, —Shin’ichi continuó— el Daishonin utiliza la expresión “distintas personas pero centradas en un mismo propósito”.2 Distintas personas” [que también podría expresarse como “diversidad”] se refiere al respeto de la personalidad y cualidades únicas de cada individuo, y “centradas en un mismo propósito” significa tener el corazón y la mente unidos en torno al objetivo en común del kosen-rufu.

»Por ejemplo, los muros de los antiguos castillos del Japón se construyeron con rocas de diferentes formas y tamaños; esto hacía que las piedras se ajustaran y sirvieran de soporte entre ellas, dando solidez a las murallas.

»El vínculo de distintas personas en torno a un mismo propósito no solo genera la más firme unión, sino que permite a cada quien hacer uso de su potencial al máximo y desarrollar plenamente su talento y habilidades.

»Nichiren Daishonin manifiesta que la entonación del Nam-myoho-renge-kyo con una fe asentada en el espíritu de unión de “distintas personas con un mismo propósito” es la “base para la transmisión universal de la Ley suprema de la vida y la muerte”.3 Así es como se transmite del Buda a todos los seres la más importante Ley de la vida, y el Daishonin declara que este es el motivo esencial de su empeño por propagar la Ley Mística. Esforzarnos en la práctica budista con este espíritu es un factor clave para cumplir el gran juramento del kosen-rufu.

»Por lo tanto, nada podría estar más fuera de lugar como el hecho de guardar rencor o dejarnos llevar por el arrebato debido a una diferencia de opiniones. Suceda lo que suceda, nuestra directriz invariable debe ser avanzar con la determinación de unir los corazones y trabajar juntos en aras del kosen-rufu, con una fe basada en la unión de “distintas personas con un mismo propósito”. Es más, esta es la regla de oro de la Soka Gakkai.

»El pasaje que cité prosigue así: “[S]i alguno de los discípulos de Nichiren rompe la unión de distintas personas con un mismo propósito, será como un guerrero que destruye su propio castillo desde adentro”.4

»La peor de las faltas en el budismo es perturbar desde adentro la armonía y romper la unión enfocada en el logro del kosen-rufu. Sería como si, en medio de la intensa batalla del kosen-rufu, nuestros aliados prendieran fuego al castillo que nos protege y desenvainaran sus espadas para dirigir su filo contra nosotros. Aquellos que actúan de esta manera, por más que intenten justificar su proceder, están obrando como el Rey Demonio del Sexto Cielo».

Un responsable de la División de Estudiantes dijo: «Si bien es cierto que hay muchos miembros mayores que trabajaron arduamente cumpliendo su misión como líderes y manteniendo una fe inquebrantable hasta el final, también hubo personas que abandonaron la práctica y se volvieron en contra de la organización. ¿Cuál es la causa fundamental de esta diferencia?».

Shin’ichi respondió: «En definitiva, todo depende de que su motivación más íntima sea el kosen-rufu o el propio interés».

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Los jóvenes asintieron a las palabras de Shin’ichi.

El líder de la División de Estudiantes que había hecho la pregunta manifestó: «Es cierto. Hay personas brillantes y de gran capacidad que terminaron abandonando la práctica. Ellos eran egoístas. Tenían el afán de destacarse, y eran reacios a cooperar con los demás o trabajar en solidaridad con sus predecesores en la fe. En fin, creo que eran arrogantes. Incluso algunos causaron inconvenientes a raíz de problemas de índole sexual o financiera».

Shin’ichi sintió que era una observación aguda, y señaló:

«Es tal como lo dices. También yo he visto muchos casos así. Es algo realmente lamentable.

»Cuando uno se vuelve egocéntrico, no puede ver las cosas desde la perspectiva de los escritos de Nichiren Daishonin ni de las orientaciones que ofrece la organización, y la unión con los compañeros de fe deja de tener valor prioritario. O sea, se olvida de la postura básica de un practicante budista, que son la autoinspección y la reflexión del propio comportamiento.

»Uno no puede controlarse porque la mente es la que lo domina.5 E impelido por el egoísmo y la ambición, se lanza ciegamente a buscar fama y riqueza, y actúa en forma arbitraria y caprichosa. Provoca malestar en los demás y crea toda clase de problemas. Por eso, pierde la confianza de la gente y, finalmente, le resulta imposible permanecer en el mundo puro de la Soka Gakkai. Este es el patrón común de aquellos que dejan de practicar y se vuelven en contra de la organización.

»Durante su exilio en la isla de Sado, Nichiren Daishonin advirtió que quienes destruirán las enseñanzas del budismo no serán los enemigos externos sino las lombrices que se crían en las entrañas del león, es decir, los enemigos que surgieran de las filas de los discípulos del Buda.6

Jamás debemos olvidar este punto al impulsar el kosen-rufu. Ese tipo de situaciones podría ocurrir nuevamente en el futuro. Llegado ese momento, los genuinos discípulos se pondrán de pie resueltamente para combatirlos».

Tal como lo dijo Shin’ichi, pronto se quitarían sus máscaras y revelarían su verdadera naturaleza el inescrupuloso abogado y sus cómplices quienes se confabularon con los sacerdotes de la Nichiren Shoshu en su intento de tomar el control de la Soka Gakkai.

En sus «Guías para los jóvenes», el segundo presidente Josei Toda instó a sus discípulos a no permitir que la gente que se ha vuelto contra la Soka Gakkai perturbe el desarrollo de la organización.7

La red de miembros de la Soka Gakkai es un cónclave de leones que han hecho el juramento de realizar el kosen-rufu y desafían los furiosos vientos de la adversidad.

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Shin’ichi se sentía muy feliz de poder hablar abiertamente con ellos.

Abrigando grandes esperanzas en su porvenir, expresó: «Los jóvenes, como sucesores de nuestro movimiento, tienen la valiosa misión de hacerse cargo de la Soka Gakkai.

»Por eso, el presidente Toda se dedicó seriamente a forjar a la gente joven y fomentar su desarrollo. Conmigo era particularmente estricto. A veces me reprendía con severidad en presencia de muchas personas. Y a menudo me llamaba la atención aun cuando el error lo hubiera cometido otro. Él se dirigía a mí, especialmente, cuando quería enseñarnos sobre el rigor que encierra el camino de mentor y discípulo en la lucha por el kosen-rufu.

»Su entrenamiento se parecía al amor severo del león que arroja a sus cachorros a un barranco para ponerlos a prueba.8 De la misma manera, el señor Toda trataba de forjarme para hacer de mí un verdadero sucesor.

»Yo también he sido estricto en mis orientaciones hacia los máximos líderes por el papel vital que cumplen dentro de la organización, pues deben asumir la total responsabilidad de la Soka Gakkai, de hoy al futuro.

»Los altos dirigentes deben tomar seriamente cada lucha. Es preciso que tengan fortaleza para salir vencedores al final, suceda lo que suceda. Mi deseo es que sigan desarrollándose y lleguen a ser excelentes líderes. Por lo tanto, como mentor y guía de una vida dedicada al kosen-rufu, seguiré dirigiéndome a ellos con firmeza. Porque de esto se trata el amor compasivo.

»Un maestro es severo con aquellos que son discípulos auténticos. He alcanzado esta edad para saber cómo se sentía el señor Toda.

»Muchos conocieron al señor Toda y no fueron pocos los que recibieron sus orientaciones… Pero fui el único que lo sirvió con total dedicación, que tomó el legado de su voluntad y abrió los caminos del kosen-rufu tal como él lo indicó. Por esta misma razón, me atrevo a decir que sé mejor que nadie sobre la Soka Gakkai y la verdad del señor Toda. Es también el motivo por el cual estoy escribiendo mi novela en serie La revolución humana; para que nuestros miembros de todo el mundo y de las futuras generaciones que tomarán el relevo del kosen-rufu puedan recorrer sin desvíos la senda de mentor y discípulo de la Soka.

»Quiero que ustedes asuman los retos con audacia, que se capaciten y busquen superarse mucho más aún. Por favor, ¡continúen avanzando juntos, valorando ante todo la unión, y sigan construyendo la Soka Gakkai del siglo XXI!».

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Cada día, Shin’ichi se esforzaba incansablemente para alentar a sus compañeros, saliendo a su encuentro y procurando llegar a sus corazones. Era una ardua lucha para labrar el terreno del espíritu mediante el diálogo y abrir nuevos horizontes en el movimiento de la Soka Gakkai en aras del kosen-rufu.

Llegó el último y agitado mes del turbulento año 1979.

El 26 de diciembre, por la tarde, Shin’ichi visitó el Centro Cultural de Arakawa en Tokio. Tenía programado asistir por la noche a la tercera reunión general de la Banda de Pífanos y Percusión [de la División Juvenil Femenina] en el Centro Cívico de Arakawa. Pero antes de dirigirse al evento, quería saludar y brindar ánimo a las integrantes de la banda y a los miembros de la localidad reunidos en el centro cultural.

Eran realmente grandes las expectativas que Shin’ichi depositaba en Arakawa.

En agosto de 1957, un mes después de que las autoridades de Osaka lo arrestaran bajo acusaciones falsas de violar la ley electoral, él había estado en Arakawa trabajando enérgicamente para impulsar el kosen-rufu en ese sitio.

Tras haber enfrentado las fuerzas opresivas de la autoridad durante su detención, Shin’ichi había sentido profundamente que solo la unión y el empoderamiento de los ciudadanos comunes podrían oponerse a ese tipo de injusticias. Por consiguiente, él había decidido registrar una victoria que marcara un hito en el avance del kosen-rufu en Arakawa, un lugar lleno de calor humano, donde la gente seguía manteniendo la sencillez y la afabilidad de antaño.

Había enfocado su atención en cada persona y entregado todo su ser para alentar a aquellos con quienes se encontraba. Su pasión y sincera dedicación había hecho que muchos individuos valerosos se pusieran de pie sucesivamente, y que cada uno fuera un campeón con la fuerza de mil.

Arakawa es un distrito municipal pequeño, pero el triunfo obtenido allí a través de la unión generaría un gran avance que conduciría al resto de Tokio hacia una rotunda victoria. Su ejemplo sin falta inspiraría a los compañeros del Japón y del mundo.

Para emprender esa campaña de aproximadamente una semana en Arakawa, Shin’ichi se había fijado un objetivo concreto: lograr nuevos ingresos que superasen el diez por ciento de la membresía.

Aunque sería un desafío difícil e inimaginable, si los miembros salían exitosos en ese reto, esa lucha triunfal se convertiría en una fuente de confianza y orgullo, y en una insignia de honor y de buena fortuna que llevarían prendido en su pecho por siempre.

Nichiren Daishonin escribe: «Uno sólo puede demostrar su verdadera fortaleza cuando vence a un enemigo poderoso».9 El deseo de Shin’ichi era que los miembros de Arakawa vencieran cada dificultad y crearan la tradición de ser los firmes «campeones de Tokio».

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Después de llegar al Centro Cultural de Arakawa, Shin’ichi hizo el gongyo con las integrantes de la Banda de Pífanos y Percusión y con los miembros de la localidad presentes en el lugar. Ofreció profundas oraciones por su crecimiento y felicidad, y por el éxito de la reunión general de esa noche.

Conversó también con un grupo de representantes de Arakawa y escuchó atentamente sobre las actividades que venían desarrollando. Cuando el tema giró en torno a la campaña realizada en agosto de 1957, él manifestó: «En aquella oportunidad, con los pioneros propusimos deliberadamente un objetivo difícil de concretar, y juntos conseguimos registrar triunfos que coronarían a Arakawa como campeón. Esta lucha permitió a todos grabar en su fuero interior una firme convicción: que los grandes desafíos del kosen-rufu dan lugar a la inmensa dicha y alegría de la victoria cuando son superados y nos permiten construir una condición de vida caracterizada por una felicidad indestructible.

»Desde entonces han pasado ya más de dos décadas. Quisiera que ahora sean ustedes quienes marquen un nuevo hito basados en esa tradición, y transfieran ese legado a la próxima generación.

»Pero si tan solo continúan haciendo lo mismo, no podrán mantener esa tradición ni generar nuevas victorias en nuestro movimiento por el kosen-rufu. Tanto la sociedad como los tiempos cambian de manera constante. Para establecer una eterna corriente de logros es necesario que sean siempre creativos e innovadores, que asuman nuevos desafíos y salgan exitosos en cada emprendimiento. Lo que debemos impartir a las generaciones futuras es ese espíritu de lucha».

El afán de luchar por el kosen-rufu es un legado espiritual que no se puede transmitir solo con palabras. Se transfiere de los mayores a los jóvenes, de persona a persona, compartiendo experiencias de vida y acciones que infunden inspiración mientras se hace un esfuerzo conjunto para llevar adelante las actividades de la organización.

Albergando grandes esperanzas, Shin’ichi dijo: «Me gustaría que, en este momento preciso, cada uno de ustedes aquí en Arakawa luche intrépidamente con el mismo espíritu que yo abrigo. Si se establece una tradición de incesantes victorias en un lugar, la Soka Gakkai prosperará eternamente, porque todos aprenderán de ese ejemplo. Les pido que jamás olviden la gran misión que tiene Arakawa.

»Ahora no estoy en condiciones de participar en grandes reuniones y dar orientaciones. Por eso, con mayor razón quiero que cada uno de ustedes se levante y emprenda acciones. Deseo que triunfen en todo y demuestren la solidez de la Soka Gakkai».

Las miradas de los miembros resplandecían de determinación.

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A las seis y media de la tarde, Shin’ichi partió del Centro Cultural de Arakawa para dirigirse al centro cívico donde se realizaría la reunión general de la Banda de Pífanos y Percusión.

Cuando subió al automóvil, un líder que lo acompañaba le dijo: «El río Sumida está a unos doscientos metros de aquí, y al otro lado está el distrito municipal de Adachi».

«¿Ah, sí? —respondió Shin’ichi— Adachi… En lo posible, también me gustaría ir allí para brindar aliento a los miembros.

»El otro día, recibí una carta de una integrante de la División Femenina de Adachi. Pienso que sus palabras expresan el sentimiento de muchos compañeros suyos.

»Decía que mi renuncia le había provocado una gran tristeza, y que a eso se sumaba la indignación que le producía el hecho de que las revistas sensacionalistas siguieran divulgando irresponsablemente críticas sobre la Soka Gakkai y que muchos amigos —que tomaban por cierto esas informaciones— le hicieran comentarios negativos sobre la organización. Pero aseguraba que no se dejaría vencer y que se esforzaría como nunca para que la gente conozca cabalmente a la Soka Gakkai y la labor que estoy haciendo.

»Eso fue lo que escribió a grandes rasgos. En ella sentí ese afán de lucha inquebrantable tan característico de los campeones de Adachi. Quedé en verdad conmovido…

»Sé que todos se están esforzando al máximo con tenacidad y paciencia. Es realmente admirable. Quiero que sin falta cada uno goce de una existencia feliz. Porque, al fin y al cabo, ese es el objetivo de nuestra práctica budista y de las actividades que estamos llevando adelante.

»Por eso, por tratarse de momentos tan difíciles, quiero que los camaradas de Adachi saquen fuerzas de flaquezas para poder llenar el jardín del kosen-rufu con infinitas flores de victoria y magníficos frutos de felicidad.

»Por favor, ¿podría transmitir el siguiente mensaje a los miembros de Adachi? Dígales que estoy orando todos los días por ellos, que superen sus límites y triunfen sobre su destino. Que sean victoriosos en la lucha por el kosen-rufu, y disfruten de vidas triunfales, fragantes de dicha».

Mientras viajaba en el coche, Shin’ichi entonó daimoku en su corazón, pensando en los compañeros de Adachi.

A las siete de la tarde del 26 de diciembre de 1979, en el Centro Cívico de Arakawa, se inició la última función de la tercera reunión general de la Banda de Pífanos y Percusión. Tenía como lema:

«Una marcha pletórica de esperanza hacia el 2001».

Las actividades de estas emisarias de la paz, con miras al siglo XXI, formaban parte de la amplia labor que realiza la Soka Gakkai para promover la cultura y la educación.

Shin’ichi había sido invitado en numerosas ocasiones a esta reunión y esta vez la había aceptado con el deseo de brindar aliento a todos.

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La reunión general de la Banda de la División Juvenil Femenina (DJF) rebosaba de júbilo y energía. Cada presentación estaba llena de sonrisas que reflejaban esperanza, corazones resplandecientes de pureza y una orgullosa vitalidad juvenil.

Era una espectacular celebración, en la cual las integrantes de la banda demostraban con alegría el resultado de sus prácticas y de sus esfuerzos.

Se inició con la interpretación de Ángeles de la paz —la canción de la Banda de Pífanos y Percusión que Shin’ichi Yamamoto había compuesto— acompañada del grupo coreográfico que bailaba al compás de la música con banderas de colores rosado y azul. El público brindó grandes aplausos a sus destrezas artísticas.

Seguidamente, se desarrolló la primera parte titulada «La plaza del mundo». Consistía en la dinámica presentación de la banda musical con un fondo de escenario que iba mostrando diversos lugares del mundo como los castillos del Loira, los Campos Elíseos, la plaza de Tiananmén de la China, los rascacielos de Nueva York y el Arco de Triunfo de París. La adorable actuación de las niñas más pequeñas que danzaban con pompones fue seguida por los espectadores con sonrisas llenas de ternura.

En la segunda parte que se tituló «Una marcha de esperanza», se interpretó la obertura Caballería ligera y L’Oiseau Tapageur (El pájaro ruidoso), seguido del poema sinfónico El pueblo con acompañamiento coral.

El pueblo,
como la marea de un vasto océano
que hasta el horizonte se extiende a lo lejos.10

Los coros Bodhisattvas de la Tierra de la División de Señores, Lirio Blanco de la División Femenina, Shinano de la División Juvenil Masculina y Fuji de la DJF, que fueron invitados a participar del evento, unieron exquisitamente sus voces en un canto solemne.

Shin’ichi había compuesto el poema «El pueblo» en conmemoración de la reunión de líderes de la DJF realizada en el Auditorio de la Universidad Nihon, en el distrito municipal de Sumida, en setiembre de 1971.

En sus versos, señala que la historia y la lucha del pueblo, merecedores del máximo respeto y valoración, han transcurrido siempre entre lágrimas de carencias y sufrimientos, en oposición al sometimiento del poder autoritario. Y exhorta a no callar, a no resignarse ni dejarse vencer por la fatiga, y llama a crear una nueva era en la cual el pueblo sea el protagonista.

Dedicaré mi vida a trabajar para el pueblo.
Aunque al principio parezca
que marcho en soledad,
quiero que mi orgullo y mi única misión
sean luchar por tu bien,
siempre en tu beneficio.11

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Shin’ichi no deseaba que las miembros de la División Juvenil Femenina llevasen una existencia superficial y vacía. Al contrario, quería que echaran sólidas raíces entre la gente, trabajando siempre junto al pueblo y por el pueblo, orgullosas de ser parte de él. Ya que es allí precisamente donde está la realidad de la vida y solo la felicidad que se construye sobre esa realidad es genuina.

Con ese anhelo en su corazón, les había dedicado el poema «El pueblo».

La composición musical basada en esta obra se estrenó durante la segunda reunión general de la Banda de Pífanos y Percusión celebrada el año anterior, en octubre de 1978, en la cancha de la Universidad Soka, en Hachioji, Tokio.
   
El evento se llevó a cabo en medio de la lluvia, y la presentación del poema fue una exquisita combinación del canto apasionado de un coro de tres mil señoritas, la dinámica danza de tres mil integrantes del cuerpo de baile y la enérgica interpretación de ciento cincuenta miembros de la banda musical.

Las gotas caían impetuosamente mojando al coro, a las bailarinas y a la banda con sus instrumentos. Los flamantes vestidos de color azul, amarillo y rosado de las que danzaban quedaron salpicados de lodo. Pero sus rostros resplandecían alegres y triunfales, rebosaban la fuerza y la determinación de construir una era del pueblo.

Shin’ichi había presenciado esa interpretación sin protegerse de la lluvia. Su traje también estaba empapado. Pero al ver el sincero empeño de las jóvenes que continuaban la presentación sin importarles la lluvia, no pensó en cubrirse con el paraguas. Siguió la hermosa y enérgica actuación entonando daimoku en su corazón todo el tiempo para que ninguna se sintiera mal o contrajera un resfriado.

Cuando terminó el número artístico del poema sinfónico, el lugar estalló en aplausos que reverberaron en el firmamento atravesando las nubes. En ese instante, dejó de llover y se asomó el sol.

Shin’ichi deseaba que la reunión general fuese para todas una oportunidad que les permitiera cultivar el espíritu de perseverar en la lucha conjunta del kosen-rufu sin dejarse vencer por los obstáculos. Y que cada una pudiese grabar en su vida la convicción de que mientras mantenga su inquebrantable compromiso por el kosen-rufu, sin falta brillará el sol de la esperanza. Estaba seguro de que la solidaridad de las mujeres de fe firme abriría el telón de la victoria del pueblo.

Ahora, a más de un año de ese acontecimiento, Shin’ichi estaba escuchando nuevamente el poema sinfónico «El pueblo» en esta tercera reunión general de la Banda de Pífanos y Percusión.

  • *1Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 227.
  • *2Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 227.
  • *3Ib.
  • *4Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 227.
  • *5Nichiren Daishonin cita un pasaje del Sutra de los seis paramitas y exhorta a sus discípulos a «[S]er maestros de nuestra mente, en lugar de permitir que ella nos domine». (Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 526).
  • *6El Daishonin señala: «La enseñanza correcta de El Que Así Llega no puede ser destruida por gente no budista ni por los enemigos del budismo; son los discípulos del Buda quienes, sí, pueden hacerlo. Como afirma un sutra, el león sólo puede ser devorado por las lombrices que se crían en su interior». (END, pág. 320).
  • *7Véase TODA, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1991, vol. 1, pág.61.
  • *8Véase capítulo II, En espera del momento 2
  • *9Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 320.
  • *10IKEDA, Daisaku: Cantos de mi corazón, Madrid: Amargord, 2014, pág. 66.
  • *11IKEDA, Daisaku: op. cit., pág. 69.