Volumen 30: Capítulo 3, Vuelo audaz 31–40
Vuelo audaz 31
El mismo día por la tarde, Shin’ichi asistió a la reunión de líderes de cabildo de la DJM de Osaka, donde dio la siguiente orientación: «Los esfuerzos constantes abren el camino hacia el éxito en la vida. Puede que los días juveniles estén atestados de conflictos y grandes luchas internas, pero quisiera que sigan perseverando en la fe y en las actividades de Gakkai, y demostrando pruebas reales de victoria en el diario vivir y en el trabajo, sin perder la calma, con firmeza y constancia.
«También es posible que encuentren toda clase de dificultades. Sin embargo, si perseveran con empeño en la práctica de la fe, esos impedimentos se resolverán con el tiempo. La seria entonación de Nam-myoho-renge-kyo les permite acumular buena fortuna y crecer como ser humano. Por más dura que se presente la realidad frente a ustedes, nunca pierdan la esperanza. En cambio, afiancen más aún su fe en el Gohonzon. Suceda lo que suceda, cuentan con la Ley Mística. Mientras abracen esta Ley eterna e imperecedera, no dejarán de ser grandes vencedores en la vida.
»Es importante que consideren las cosas con una visión a largo plazo. A principios del siglo XXI, muchos de ustedes estarán en la cincuentena, en el clímax de su vida laboral. No descuiden los esfuerzos necesarios para echar las profundas raíces de una vida sólida y consistente en la cual puedan desplegar al máximo su capacidad llegado el momento.
Después del encuentro con la DJM, Shin’ichi alentó a un grupo de graduadas de las Escuela Femenina Soka de Enseñanza Media que habían venido al centro. Luego, a las 16 horas, participó en una reunión con las líderes de cabildo de la DJF, donde les enfatizó: «Espero que cada día entonen Nam-myoho-renge-kyo, con constancia y sin detenerse, tal como fluye una corriente de agua, y se conviertan en las personas más felices del Japón y del mundo. Puedo asegurarles que, cualquiera sea la situación en que se encuentren, quienes mantienen una fe firme, triunfarán al final y llevarán una existencia plena de buena fortuna.
»Además, aun cuando estén enfrentando la tempestad del karma más inclemente, tengan la convicción en que el poder entonar Nam-myoho-renge-kyo constituye, en sí la mayor felicidad. Tener fe significa no alejarse del Gohonzon, pase lo que pase».
Al caer la tarde, Shin’ichi compartió una cena con los líderes de Kansai en un restaurante cercano, y en el camino de regreso pasó por el Centro Cultural de Naka-Osaka.
En cada reunión en que asistía alentaba a todos con quienes se encontraba. El futuro, después de todo, existe en el presente. Lo que cuenta no es lo que intentemos hacer mañana, sino lo que hagamos en este instante.
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Cuando retornó al Centro Cultural de Kansai, Shin’ichi se enteró de que estaban reunidos allí los miembros del grupo Tetsujin-kai que se encargan del montaje e instalación de los establecimientos donde se realizan las actividades de la Soka Gakkai, y decidió encontrarse con ellos. Se sentía feliz de poder compartir un precioso tiempo con ellos y poder alentarlos.
Los integrantes de este grupo le habían hecho llegar una silla que habían fabricado especialmente para Shin’ichi con la idea de que la usara durante su permanencia en Kansai. Shin’ichi deseaba agradecerles este gesto y, a su vez, trasmitirles su gratitud por los constantes esfuerzos que realizan tras bastidores para apoyar las diferentes actividades de la organización.
«Les estoy muy agradecido… Soy consciente de la ardua labor que están realizando», les dijo. «He usado muchas veces el asiento que me obsequiaron. Me sentí conmovido y lo recibí con profundo agradecimiento. En el mundo de la Soka, existen lazos que unen los más puros sentimientos. Adivino el sincero deseo con que hicieron este obsequio».
Algunos escuchaban estas palabras con lágrimas en los ojos. Ellos no esperaban nada a cambio. Había sido una idea surgida de su fe y su más genuino afán de hacer algo por su mentor que estaba brindando todo de sí para liderar el movimiento por el kosen-rufu. Esto hacía que el gesto de ellos resultara tan hermoso y apreciable. Y para ellos era suficiente con que Shin’ichi supiera de sus intenciones.
Shin’ichi quería ofrecerles la mayor alabanza y expresarles su reconocimiento.
Nichiren Daishonin escribe: «Lo importante es el corazón».1 En el ámbito de la fe, nuestra disposición interior tiene un valor primordial.
Seguidamente, Shin’ichi participó en la ceremonia de gongyo del grupo de valores llamado Camaradas de Fe de Kansai.
Les dijo a los presentes: «Los auténticos valores humanos son aquellos que han despertado a su misión como Bodhisattvas de la Tierra y buscan dar a conocer el budismo en toda su profundidad y extensión. Son individuos que se esfuerzan permanentemente para ofrecer apoyo a la mayor cantidad de personas posibles. Poseen sabiduría, obran conforme a la razón y su proceder resulta convincente para la gente. Ellos contribuyen a la forja de las generaciones que heredarán nuestro movimiento, son personas de buen juicio que infunden a todos esperanza, confianza y tranquilidad. Quiero que sean esa clase de personas, que busquen su desarrollo y acendramiento humano.
Shin’ichi les dijo con todo su ser.
Solo dando todo de sí podemos ofrecer aliento que realmente conmueva los corazones de los demás.
Vuelo audaz 33
El 6 de mayo, durante las horas de la tarde y la noche, se llevaron a cabo tres reuniones de gongyo para miembros de la División de Orientadores en el Centro Cultural de Kansai. Shin’ichi asistió a cada una de estas sesiones.
Se dirigió a la División Femenina citando un pasaje de los escritos del Daishonin: «No hay felicidad más verdadera para los seres humanos que entonar Nam-myoho-renge-kyo».2 Y añadió: «La felicidad se encuentra en nuestro entorno inmediato. No hay vida exenta de problemas. Sin embargo, las dificultades son una suerte de fertilizantes que nutren la felicidad. ¡Mediante la entonación de Nam-myoho-renge-kyo, hagamos que todas las dificultades se conviertan en una fuerza que nos impulse hacia la felicidad!».
A los miembros de la División de Señores, les dijo: «Nuestro daimoku reverbera en todo el universo y es fuente de fuerza vital eterna e ilimitada. ¡Hagamos una nueva partida, basándonos en el Gohonzon y poniendo en primer lugar el daimoku!».
Día tras día, un flujo constante de miembros llegaba al Centro Cultural de Kansai. No solo desde Osaka sino de todas las prefecturas aledañas, y su cantidad seguía creciendo.
Shin’ichi dijo a los líderes de Kansai: «Realicemos más sesiones de gongyo. ¡Han hecho tanto esfuerzo para estar aquí! ¡Me reuniré con todos ellos!».
El 7 de mayo, se llevaron a cabo dos sesiones adicionales de gongyo abiertas a todos, una a la tarde y otra por la noche.
Ese día también se celebró la Reunión nacional de responsables de prefectura a partir de las 19 hs., y Shin’ichi se presentó allí. Les dijo a los presentes: «Cuando el mal trata de vencer al bien, los líderes deben ponerse de pie con osadía y luchar. Una actitud transigente en esas condiciones es imperdonable. De lo contrario, terminarán causando sufrimiento en los miembros. Por otra parte, la verdad y la justicia deben imponerse sin falta. Pues es la única forma de demostrar nuestra rectitud.
»Si el camino de mentor y discípulo de la Soka se obstruye, el flujo del kosen-rufu también se interrumpe. Lucharé para proteger la enseñanza y los principios correctos del budismo Nichiren y abriré ampliamente la senda hacia el kosen-rufu. Me gustaría comenzar un nuevo avance de maestro y discípulo, junto con personas valientes que estén dispuestas a luchar conmigo.
»La relación de mentor y discípulo que existe en la Soka Gakkai, ese lazo humano encaminado al kosen-rufu, difiere de los vínculos mediados por los intereses o los contratos sociales. Tampoco se trata de la relación que guarda el aprendiz con su maestro. Es un vínculo espiritual establecido en virtud de un juramento hecho por propia iniciativa y al cual se compromete con la vida. Y esto hace que sea el lazo humano más puro, noble y fuerte.
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Poco antes del mediodía del 8 de mayo, Shin’ichi dejó el Centro Cultural de Kansai. Hizo una breve parada en el Centro Cultural de Shin-Osaka, luego, pasada las 13 hs., abordó el tren bala para dirigirse a Nagoya en la región de Chubu.
En los siete días que permaneció en Kansai, desde que llegó de Kyushu el 2 de mayo, Shin’ichi se reunió con más de 70 000 miembros.
También visitó en ese interín el Centro Cultural de Naka-Osaka, donde había estado en diciembre de 1969, durante una gira de orientación en Kansai. Shin’ichi, que estaba con una fiebre muy elevada, había tenido que pasar una noche en una de las salas de Gohonzon de dicho centro. El piso en el que estaba esa sala había sido convertido en el Centro Femenino de Kansai.
Aquel día, Mineko, la esposa de Shin’ichi, había tenido que acudir desde Tokio para atenderlo y acompañarlo durante toda la noche. Cuando la fiebre bajó un poco, a pesar de que no se había recuperado del todo, había decidido proseguir el viaje a Wakayama. Asistió a una reunión de líderes que se realizaba en el gimnasio municipal. Allí orientó volcando todo de sí y luego, a pedido de los miembros, dirigió la canción Takeda Bushi3. Cuando terminó el encuentro y se disponía a salir del recinto, sintió tambalearse. Estaba exhausto. Sin embargo, sentía que no tendría el más mínimo arrepentimiento aunque desfalleciera ahí mismo.
Cada día era una sucesión de desafíos y luchas interminables. Pero fueron estos continuos esfuerzos lo que permitieron a la Soka Gakkai abrirse paso en el gran camino del kosen-rufu. Aun cuando los tiempos cambiasen, Shin’ichi deseaba que sus discípulos, con quienes compartía el mismo propósito, dieran continuidad a ese espíritu de consagración altruista.
En las «Veintiséis advertencias» de Nikko Shonin, el discípulo y sucesor directo del Daishonin, exhorta a los practicantes diciendo: «Hasta que se logre el kosen-rufu, propaguen la Ley al máximo de su capacidad, sin escatimar su vida».4
Si este espíritu se pierde, no es posible cumplir con el gran juramento por el kosen-rufu mundial.
Para conmemorar la apertura del Centro Femenino de Kansai, el 1.º de mayo de 1980 (el día anterior a su llegada a Osaka), Shin’ichi compuso el siguiente poema:
Con la más firme resolución,
protejan a Kansai,
nuestro bastión.
Durante la permanencia en Kansai, Mineko también visitó el centro de mujeres y escribió un poema en el libro de visitantes:
Reunámonos
en este palacio dedicado a
las mujeres de la Soka
y luchemos por el kosen-rufu
con espíritu rebosante de júbilo.
Los miembos de Kansai se levantaron intrépidamente junto a Shin’ichi, tal como lo hicieron los camaradas de la región de Kyushu.
La fuerza invencible de la Soka Gakkai yace en la red solidaria de la lucha compartida de mentor y discípulo.
«¡La siguiente será Chubu!».
Dentro de Shin’ichi ardía un incontenible espíritu de lucha.
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El 9 de mayo, por la mañana, había una larga fila de personas esperando frente al Centro Cultural de Chubu, en Nagoya.
«Hagamos reuniones de gongyo para líderes de cabildo de las divisiones femenina y de señores. Pero invitemos también a todos independientemente de su cargo organizativo. ¡Que sea una ceremonia abierta a todos!», había sugerido Shin’ichi.
Felices ante la noticia, los miembros se agolparon en el Centro, cuyo salón principal y las salas de conferencias y de recepción quedaron abarrotados de gente.
Por la mañana hubo cinco sesiones de gongyo. Aunque sentía dolor en su garganta, Shin’ichi siguió haciendo gongyo con los miembros y alentándolos sin tomarse un respiro. Al verse frente a aquellos compañeros que expresaban su alegría con lágrimas en los ojos, dándole un efusivo apretón de mano o asiéndole con fuerza sus brazos, no podía estar pensando en sí mismo.
Un año antes, luego de anunciar su dimisión como presidente había recibido incontables cartas y telegramas de muchos compañeros de Chubu preocupados por su situación. Shin’ichi quería expresarles su gratitud por aquel gesto y comenzar juntos un nuevo avance.
Terminaba una sesión de gongyo para dirigirse a los miembros que aguardaban afuera, ya en la sala de conferencias, ya en el lobby, y los saludaba estrechándoles la mano o se tomaba fotografías con ellos.
Por la tarde también hubo otras cinco o seis sesiones de gongyo. Incluso pasadas las 22 hs., quedaba gente esperando fuera del edificio. Shin’ichi se apresuró para ir al encuentro y alentarlos.
Cuando lo vieron, los miembros exclamaron: «¡Sensei!».
«Shhh… por favor, bajen la voz… Es muy tarde…», les dijo Shin’ichi con una sonrisa, pensando en los vecinos. Cuando finalizó todas las actividades de aquella jornada eran casi las 11 de la noche.
Shin’ichi aprovechó su estancia en Chubu para ir hasta la vecina prefectura de Gifu.
El 11 de mayo, era un hermoso día soleado. Luego de visitar la casa de un miembro pionero en la ciudad de Gifu, asistió a una reunión de líderes de cabildo en el Centro Cultural de Gifu en la que se celebró el 20.º aniversario del establecimiento del cabildo.
En el vestíbulo del segundo piso del centro intercambió palabras con una miembro que tenía casi 100 años. Era la más longeva en toda la ciudad de Gifu y asistía a la reunión junto con su hija. Decía que se había hecho miembro en los primeros días de la organización y que su mayor alegría era entonar Nam-myoho-renge-kyo.
«¡He venido expresamente a verla!», le dijo Shin’ichi. «Es usted un tesoro de Japón y de la Soka Gakkai. ¡Por favor, cuide su salud y viva por muchos años!
Como era el Día de la madre, le entregó un ramo de claveles y se posó para una foto con ella.
Shin’ichi creyó ver al mismo Buda en aquella dama que, a pesar de su avanzada edad, se disponía a levantarse y luchar por el kosen-rufu.
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Luego de dejar atrás el centro de Gifu, Shin’ichi se trasladó al Centro Cultural de Kakamigahara en la misma prefectura. Aquí también estaba abarrotado de miembros que se habían enterado de su visita, de modo que le resultó imposible ingresar desde la entrada principal.
«¡Hagamos una reunión de gongyo!», dijo Shin’ichi, y entró al edificio por la escalera de emergencia en caracol.
Una vez adentro de la sala principal, dijo a los presentes: «Sé que han pasado momentos difíciles, ¡pero todo estará bien a partir de ahora! Todos, sin excepción, sean felices y coronen su existencia de victoria. ¡Estaré para apoyarlos y protegerlos resueltamente!».
El tono decidido de su voz infundió valor a sus compañeros.
Shin’ichi hizo gongyo, interpretó varias canciones en piano, incluyendo la popular melodía «Ha llegado la primavera». Mantuvo un diálogo informal con las integrantes de la División Femenina y se tomó fotos grupales con miembros de cada división.
Durante su permanencia en Chubu, participó en más de 100 sesiones de fotos grupales.
Al día siguiente, 12 de mayo, Shin’ichi continuó alentando a los miembros hasta que subió al tren en la estación de Gifu Hashima. Habían acudido allí diecinueve personas con el deseo de encontrarse aunque solo fuera por un instante. Shin’ichi conversó con ellos hasta el momento de cruzar el paso al andén, y les propuso que formaran un grupo que denominó «Grupo Hashima».
No quería que ese encuentro fuese para ellos un mero recuerdo, sino un punto esencial en sus vidas para renovar su compromiso de luchar en pos del kosen-rufu y arrancar con disposición renovada hacia el futuro.
La gira de orientación de Shin’ichi continuó. Después de dirigirse a la prefectura de Shizuoka, asistió a la reunión de líderes de cabildo de la DJM en el Centro Cultural de la región homónima. Con gran expectativa, les dijo a los participantes: «¡Cuento con ustedes para que la empresa del kosen-rufu prosiga!».
«¡Recuerden que este es el momento de hacer esfuerzos arduos en su práctica budista!».
«¡Graben profundamente en sus corazones que la Ley pesa más que la vida misma!».
«¡Sean vencedores en la sociedad y en el lugar donde trabajan!».
El 13 de mayo, se llevó a cabo una sesión de gongyo de entrada libre en el mismo Centro de Shizuoka, y Shin’ichi alentó con todo su ser a los miembros que estaban luchando en la vanguardia de la organización. El 14 de mayo, regresó a Tokio.
En este recorrido de poco más de dos semanas iniciado en Nagasaki, el 29 de abril, había alentado a más de 150 000 miembros que, envueltos en una ola de renovada alegría y coraje, reafirmaron su compromiso de transitar el gran camino de mentor y discípulo de la Soka en pos del kosen-rufu.
La señal de fuego que anuncia el comienzo de la contraofensiva contra los sacerdotes sin escrúpulos y los traidores había sido encendida y su llama se elevaba con ímpetu hacia el cielo.
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Con la llegada de la primavera, Tokio se había llenado de verdor.
Al liberarse de las cadenas insidiosas que obstruían sus actividades por el kosen-rufu, Shin’ichi se disponía a elevarse como un águila hacia el vasto y diáfano cielo de esperanza.
Había retornado a Shinanomachi, luego de completar su quinta visita a la China y sus posteriores giras de orientación por las prefecturas de Nagasaki, Fukuoka, Osaka, Aichi, Gifu y Shizuoka. Con el objetivo de reconstruir la Soka Gakkai a partir de Tokio, el bastión principal del kosen-rufu, se dedicó a recorrer los centros de los distritos municipales de Nerima, Taito, Setagaya y Minato para alentar a los miembros.
Mientras Shin’ichi proseguía con su ardua contienda para comenzar una nueva era del kosen-rufu, el presidente de la Soka Gakkai, Kiyoshi Jujo y demás líderes principales, estaban devanándose los sesos desde hacía un tiempo tratando de encontrar alguna salida al problema de Tomomasa Yamawaki.
Cinco años atrás, enceguesido por su ambición de obtener rédito, Yamawaki se había involucrado en negocios oscuros de bienes inmuebles en la ciudad de Fujinomiya, prefectura de Shizuoka. Esto le permitió amasar una gran fortuna que lo llevó a lanzar su propia empresa de alimentos congelados. Sin embargo, la mala gestión debido a su falta de experiencia causó el estancamiento de la misma, cargándola con una deuda de más de 4 mil millones de yenes. Sin la perspectiva de reembolsar semejante monto e impelido por la desesperación, tuvo la idea de obtener dinero extorsionando a la Soka Gakkai.
Durante todo este tiempo, Yamawaki había estado incitando a los sacerdotes jóvenes de la Nichiren Shoshu para que criticasen sin miramientos a la Soka Gakkai, mientras se desempeñaba él mismo como enlace entre la Soka Gakkai y la clerecía con el fin de manejar la situación de manera favorable a sus intereses. Tras bastidores buscaba avivar la desconfianza y el antagonismo del clero, proporcionando informaciones sin fundamentos acerca de la Soka Gakkai e incitando al clero a seguir atacando a la organización laica.
También ideó artimañas para socavar la Gakkai, cuya idea transmitió constantemente a la clerecía y seguía elevando acusaciones falaces sobre la organización laica ante el sumo sacerdote Nittatsu.
Una y otra vez instigaba a ambas partes para generar crisis e intercedía, a continuación, fingiendo solucionar el problema. Su actitud era exactamente el de aquel que prende el fuego y corre para apagarlo. Provocaba intencionalmente problemas solo para obtener el mérito de haberlos solucionado.
A su vez, en su afán de desacreditar a la Soka Gakkai y desplazar a Shin’ichi de su cargo de presidente, proporcionó informaciones tergiversadas a los medios masivos.
Sin embargo, gradualmente su verdadera intención salió a la luz, revelándose de ese modo, sus artificios y embustes. Ahora su negocio se encontraba en una situación crítica. Era el resultado natural de su mal accionar. Como escribe Nichiren Daishonin: «[Aquellos] que despreciaron a los devotos del Sutra del loto al principio parecieron estar libres de retribución, pero con el tiempo, todos se condenaron a caer».5
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Yamawaki actuaba tras escena en confabulación con Takao Harayama, responsable del Departamento de Estudio de la Soka Gakkai. En setiembre de 1979, el año anterior, Harayama había fotocopiado y extraído una gran cantidad de documentos archivados en las instalaciones del Seikyo Shimbun. Valiéndose de estos expedientes, Yamawaki maquinó su plan para crear una brecha entre el clero y la Soka Gakkai y suministró información distorsionada a ciertos medios de comunicación como herramienta para atacar a la organización laica.
En abril de 1980, Yamawaki finalmente procedió a extorsionar a la Soka Gakkai.
Conociendo su carácter obsecado y la falta de escrúpulo con que se manejaba, Kiyoshi Jujo y los demás líderes ejecutivos, se devanaban los sesos preguntándose cómo hacerle frente. Si lo ignoraban, era de esperar que recurriera a nuevos ardides infames para romper la relación armoniosa con el Templo, un vínculo que la organización había venido afianzando con tanto esmero. Esto implicaba que los miembros sufrirían mayores tormentos y hostigamientos por parte del clero autoritario. Ellos querían evitar a toda costa que esto sucediera.
Cuando el plantel ejecutivo estaba en medio de este dilema, fue demandado por Yamawaki a pagar la suma de 300 millones de yenes. Éste, había presumido que no le importaba si esta actitud era interpretada como extorsión o si debía ir a prisión como consecuencia de ello.
Después de pensar una y otra vez, Jujo tomó con profundo pesar la decisión de acceder al pedido de Yamawaki con la condición de que en lo sucesivo dejaría de lado todos sus planes y ataques. Esto había ocurrido mientras Shin’ichi Yamamoto estaba en China.
Sin embargo, Yamawaki había vuelto a exigir otros 500 millones de yenes. A raíz de ello, el 7 de junio, la Soka Gakkai presentó una denuncia contra él por chantaje e intento de extorción ante el Departamento de la Policía Metropolitana de Tokio.
Esto llevó a Yamawaki a arremeter con más saña actos destructivos. Impelido por su intención aviesa, se valió de las revistas sensacionalistas para atacar a Gakkai. No eran más que mentiras debidas a celos, «falsedad sin fundamento»6 e inventos «[i]nfundados de alguien que alberga envidias»,7 tal como condena el Daishonin en sus escritos.
Incluso Harayama apareció en las revistas amarillas difamando repetidamente a la Soka Gakkai. Y posteriormente, a raíz del juicio de Yamawaki, salió a la luz el hecho de que Harayama había estado recibiendo una gran suma de dinero de Yamawaki.
La Soka Gakkai es una comunidad de personas que comparten la pureza de su fe, una organización donde se congregan personas sinceras y honestas. Un mundo donde no tienen lugar los individuos corruptos y malintencionados. Al final, tanto Yamawaki como Harayama terminaron perdiendo por completo la confianza de todos.
Los miembros sentían que estaban presenciando la inevitable autodestrucción de quienes traicionan a sus compañeros de fe.
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El mismo día en que la Soka Gakkai presentó su denuncia contra Tomomasa Yamawaki, se anunció el resultado de las elecciones del Consejo de la Nichiren Shoshu. De los dieciséis escaños, diez habían sido obtenidos por los sacerdotes hostiles a la Soka Gakkai entre los cuales estaban los clérigos jóvenes que atacaban abiertamente a la organización. Varios de ellos fueron asignados para ocupar puestos claves, incluyendo el cargo de presidente, en la primera reunión del Consejo realizado después de las votaciones.
Al día siguiente, el 4 de julio, ellos formaron oficialmente una agrupación que llamaron Shoshin-kai (lit. Asociación de fe correcta). Y a partir de ese mes, en las disertaciones de Gosho que se realizaban en diferentes templos locales de la Nichiren Shoshu, los sacerdotes pertenecientes a este grupo comenzaron a atacar con dureza a la Soka Gakkai mostrando flagrante desprecio por las repetidas notificaciones de la Oficina Administrativa de la Nichiren Shoshu que prohibían estos actos.
Detrás de ellos estaba Yamawaki que, al verse acorralado, urdía intrigas manipulando al grupo. De modo que, incitados por él, aquellos clérigos ignoraron las directivas de la Nichiren Shoshu y continuaron actuando a su antojo.
Los miembros soportaron los ataques concertados contra la organización por los sacerdotes maliciosos y las revistas sensacionalistas. Algunos tuvieron que escuchar comentarios negativos de sus superiores o compañeros de trabajo que habían leído los artículos en los tabloides. Pero aún así, continuaron alentándose mutuamente y siguieron adelante con sus actividades para dar a conocer el budismo del Daishonin, teniendo presente las palabras de sus escritos que dicen:
«[S]urgirán dificultades, pero éstas deberán considerarse prácticas ‘pacíficas’ [circunstancias de paz y tranquilidad]»8 ; y «Los venerables y sabios son puestos a prueba ante el insulto».9
Por entonces, aunque el Seikyo Shimbun finalmente había comenzado a informar sobre las actividades de Shin’ichi, su cobertura era aún restringida y no tenía energía suficiente para inspirar a los miembros a avanzar con ímpetu.
Al pensar en sus compañeros, Shin’ichi, se sentía profundamente dolido. Se decía a sí mismo: «¡Debo incentivar, una vez más, a mis camaradas!».
Alrededor de esa época, el equipo editorial del Seikyo Shimbun había solicitado a Shin’ichi que escribiera ensayos en serie sobre la lucha compartida con los pioneros fallecidos en el transcurso de su contienda por el kosen-rufu.
Shin’ichi aceptó hacerlo, motivado por su deseo de trasmitir la trayectoria de aquellos compañeros que se habían consagrado a la gran empresa del kosen-rufu hasta el final de sus vidas, esforzándose diligentemente en la fe y apoyando a la Soka Gakkai desde sus primeros días. Quería infundir valor y aliento a todos compartiendo las vivencias y retos de aquellos nobles predecesores. La serie se tituló: «Mis inolvidables amigos de la fe».
A su vez, en la misma época, muchos lectores solicitaron que se reanudaran las entregas de «La revolución humana», que había sido publicadas diariamente en el periódico hasta el volumen X y había sido interrumpido hace casi dos años, en agosto de 1978. Shin’ichi decidió retomar también estas entregas.
Levantarse por propia voluntad para enfrentar con valor las intensas tempestades: este es el espíritu de la Soka Gakkai y el camino del rey león.
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A finales de julio, Shin’ichi convocó al Centro de Conferencias de Kanagawa a los editores del Seikyo Shimbun a cargo de la nueva serie de ensayos titulado «Mis inolvidables amigos de la fe», y al editor responsable de su novela seriada, La revolución humana.
Cuando les comunicó su intención de reanudar la novela, el editor se mostró sorprendido y dijo con tono dubitativo: «Estoy seguro que los lectores se sentirán felices… pero…, ¿no armarán alboroto los sacerdotes jóvenes? ¿No utilizarán como pretexto para atacarlo? Y se contuvo…
Entonces, Shin’ichi le dijo terminantemente: «Soy consciente de eso. Pero lo que importa ahora no soy yo; necesitamos proteger a nuestros miembros. Han sufrido mucho debido al trato cruel a manos de sacerdotes corruptos y sus partidarios y, a pesar de eso, resistieron y continuaron trabajando en bien del kosen-rufu y la Soka Gakkai con una devoción firme y sincera.
»Mi responsabilidad es proteger a estos hijos del Buda. Debo infundirles de alguna manera valentía, esperanza y convicción para que puedan avanzar por el camino de su misión con confianza y orgullo. Para eso estoy aquí.
»Por eso necesito comenzar a escribir una vez más La revolución humana. Ese será mi desafío. Espero comprendas mi situación…».
El editor asintió.
Con una sonrisa, Shin’ichi agregó: «Me gustaría empezar lo antes posible, así que ¿podría tomar contacto inmediato con el señor Teikichi Miyoshi para que se haga cargo de las ilustraciones? Además, en estos momentos tengo dolores tan fuertes en los hombros que siquiera puedo levantar los brazos. Es posible que en ocasiones tenga que pedirle que tome nota de los que voy a dictar…
El verano de 1980, había sido una temporada muy lluviosa y húmeda. Desde el año anterior, Shin’ichi venía arrastrando el cansancio y ese clima pesado, afectaba considerablemente su condición física. Pero estaba ansioso por dar comienzo. Su corazón rebosaba del espíritu de lucha.
Tal como observó Mahatma Gandhi: «Lo que nos mantiene es la convicción en que la verdad prevalecerá en última instancia».10
- *1Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 993.
- *2Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 715.
- *3Takeda Bushi: Danza folclórica japonesa que incorpora la canción del mismo nombre de Aishi Yoneyama, que cuenta la historia de Takeda Shingen (1521-1573), un líder militar del siglo XVI.
- *4Gosho zenshu, pág. 1618.
- *5Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, pág. 1042.
- *6Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 843.
- *7Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 847.
- *8Véase The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 115.
- *9Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 322.
- *10GANDHI, Mahatma: Las obras recopiladas de Mahatma Gandhi , vol. 68 (15 de octubre de 1938-28 de febrero de 1939), Nueva Delhi: División de Publicaciones, Ministerio de Información y Radiodifusión, Gobierno de la India, 1977, pág. 169.