Volumen 30:
Capítulo 4, Campanadas del amanecer 21–30

Campanadas del amanecer 21

Shin’ichi partió desde el aeropuerto internacional de Sofía rumbo a Viena, capital de Austria, el 25 de mayo a las 15.20, hora local.

Mientras viajaba pensó: «Estoy seguro de que las pequeñas plantas del intercambio cultural y de amistad que hemos sembrado en esta ocasión echarán profundas raíces, crecerán y extenderán sus follajes bajo el vasto cielo del siglo XXI. A la luz de los escritos del Daishonin, llegará el momento en que un flujo constante de Bodisatvas de la Tierra surgirá también en suelo búlgaro. Los tiempos cambian. ¡Seguramente pronto despuntará el alba del kosen-rufu en Bulgaria!».

Tres años después de esta visita, en octubre de 1984, se firmó el convenio académico entre la Universidad de Sofía y la Universidad Soka. A partir de entonces, comenzó un activo intercambio entre ambas instituciones: jóvenes de la Universidad Soka viajaban para asistir a cursos en la Universidad de Sofía, y llegaban a la Universidad Soka personal del claustro docente y estudiantil de la Universidad de Sofía para enseñar y estudiar.

A su vez, en abril y mayo de 1992, se llevó a cabo la exposición fotográfica de Shin’ichi «Diálogo con la naturaleza» (patrocinada por el Museo de Bellas Artes de Fuji de Tokio), en el Palacio Nacional de la Cultura en Sofía, cuya apertura contó con la presencia del presidente búlgaro Zhelyu Zhelev.

Asimismo, en noviembre de 1999, se publicó la versión en japonés del diálogo que Shin’ichi mantuvo con la profesora de la Universidad de Sofía, Axinia Djourova, una eminente académica de Bulgaria, con el título Utsukushiki Shishi no Tamashii (La belleza del corazón de un león), cuya traducción al búlgaro salió a la luz al año siguiente.

Este intercambio representó un diálogo entre dos culturas, una fundamentada en el cristianismo ortodoxo oriental y la otra, en el budismo. El deseo de Shin’ichi era construir una nueva Ruta de la Seda espiritual que uniera Europa Oriental y Japón.

Cabe destacar que veinte años después de esta primera visita, al iniciarse el siglo XXI, fue establecido el primer cabildo de la SGI de Bulgaria el 3 de mayo, Día de la Soka Gakkai. Quien asumió como responsable fue el primer alumno de la Universidad Soka becado en la Universidad de Sofía.

«¿[P]uede haber alguna duda de que la gran Ley pura del Sutra del loto se propagará ampliamente en todas partes del Japón y en los demás países de Jambudvipa [el mundo entero]?».1 Los tiempos estaban cambiando de acuerdo con esta predicción del Daishonin.

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Bajo el avión se extendía un hermoso paisaje campestre lleno de verdor y las aguas azules del río Danubio se deslizaban como una cinta con tramos ribeteados por arboledas. A las 16 hs. del 25 de mayo, horario local, Shin’ichi y sus acompañantes aterrizaron en el aeropuerto de Viena.

Llegaba a este país 20 años después de su primer viaje a Europa (en 1961). En aquel entonces no había miembros, pero ahora la organización local constituía un cabildo. El responsable era Yoshiharu Nagamura que aguardaba en el aeropuerto junto con otros compañeros para recibir a Shin’ichi.

Nagamura tenía 39 años y trabajaba en una imprenta. Había nacido en la prefectura de Niigata, en Japón, y luego de estudiar diseño en una escuela técnica de Tokio había empezado a trabajar en una empresa de papel artesanal. Ingresó en la Soka Gakkai en 1962, y luchó activamente como integrante de la División Juvenil Masculina logrando trasmitir la Ley a veinte personas. Al cumplir los 27, movido por el deseo de dedicarse de lleno a la lucha por el kosen-rufu del mundo, tomó el Ferrocarril Transiberiano con rumbo a Austria.

Estuvo allí casi seis meses sin haber encontrado un solo trabajo. El día anterior a la fecha en que sería irremediablemente deportado, pasó la noche entera despierto en su departamento haciendo daimoku con la decisión de lograr su anhelo de trabajar por el kosen-rufu de Austria. Era pleno invierno y la temperatura alcanzaba los10 grados bajo cero.

Finalmente, despuntó el alba. Comenzó a empacar sus pertenencias y se dispuso a salir de su departamento. Se sentía decepcionado ante la perspectiva de tener que retornar a Japón. Al salir de su habitación, coincidió con su vecino, con quien se cruzó la mirada. Era un hombre de mediana edad, quien de repente, le dijo: «¿Tienes trabajo? ¿Quieres trabajar para mí?».

Según le explicó, administraba una estación de servicio, pero ese día, su empleado, un joven que vivía en el departamento contiguo de Nagamura, se había enfermado y estaba sin personal.

Este hecho le permitió a Nagamura revertir su situación. A su vez afianzó su convicción de que mientras uno ora con resuelta determinación siempre podrá encontrar solución a cualquier callejón sin salida.

En 1972, Nagamura viajó a Japón y se encontró con Shin’ichi para entregarle una tarjeta firmada por cuatro miembros que residían en Viena. Habían dado el primer paso hacia el establecimiento del kosen-rufu en Austria.

El camino del discípulo es corresponder al mentor a través de la acción y la prueba real.

Nagamura contrajo matrimonio con una integrante de la División Juvenil Femenina de Japón y juntos se comprometieron a ser la piedra angular del kosen-rufu de Austria.

Cada vez que Shin’ichi visitaba París, Nagamura viajaba dieciocho horas en tren desde Viena para ir a su encuentro. Consideraba que para que la organización de Austria se desarrollara, era vital que él como líder se desafiara en crecer como persona, de absorber y aprender todo lo que pueda de su mentor con espíritu de buscar siempre al maestro.

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En el aeropuerto de Viena, Shin’ichi le dijo a Nagamura: «Vine para encontrarme con usted… No podría hacer menos cuando mi discípulo está dando alma y vida por el kosen-rufu. Haría lo que fuera para apoyarlo.

La visita de Shin’ichi coincidió con la temporada de los festivales de música en Viena, cuando la ciudad se llenaba de gente que provenía de todo el mundo.

El 26 de mayo, Shin’ichi se reunió en el hotel donde se hospedaba con el sociólogo Bryan Wilson de la Universidad de Oxford para hacer los últimos ajustes de la publicación de su diálogo, Los valores humanos en un mundo cambiante.

El mismo día por la noche, unos 20 miembros locales llegaron a la sala de conferencias del hotel donde tendrían lugar una reunión informal con Shin’ichi. Mientras respondía a la pregunta de cada uno, se refirió sobre el modo ideal de desarrollar el movimiento por el kosen-rufu en Austria.

—Como budistas que anhelan la felicidad de sus semejantes, es preciso que sean personas de acción que protejan la dignidad de la vida y resguarden la cultura y la paz. Me gustaría que hagan frente con osadía los desafíos de cada jornada, teniendo presente que en la entonación de Nam-myoho-renge-kyo está la fuerza que los impulsará… Aquí está la clave para que su existencia esté colmada de dicha, esperanza y satisfacción.

»Ustedes llevan sobre sus hombros toda la responsabilidad de nuestro movimiento aquí, por eso mismo, es preciso que cuiden su salud y su hogar. Es importante que sean ciudadanos ejemplares, personas queridas y respetadas por quienes están a su alrededor, individuos que contribuyan positivamente a la comunidad y a la sociedad donde se desenvuelven. El budismo no existe apartado de la vida cotidiana.

»El hecho de que ustedes sean sanos, tanto física como psíquicamente, sean respetadas por la integridad de su personalidad, y demuestren espléndidas pruebas reales de su práctica budista en la sociedad dará impulso al kosen-rufu.

»No hay necesidad de apresurarse. Lo preciso en este momento es poner la mirada en el siglo XXI y esforzarse con paciencia para ampliar una red de confianza a su alrededor y preparar el terreno para un gran crecimiento futuro».

Durante aquel encuentro, se estableció oficialmente la tan esperada estructura organizativa de sede central en Austria, compuesto de dos cabildos y Nagamura como su responsable. Esto marcó una nueva etapa para la organización.

El 27 de mayo, Shin’ichi visitó la Ópera Estatal de Viena y se reunió con su director, Egon Seefehlner. Deseaba expresar su agradecimiento por la gira de la compañía de ópera a Japón, el otoño anterior, por invitación de la Asociación de Conciertos Min-On que él fundó.

Los gestos de sinceridad son esenciales para entablar lazos de amistad.

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Ese mismo día (27 de mayo), Shin’ichi realizó una visita de cortesía al Ministerio de Educación y Artes, y se reunió con el entonces viceministro Fred Sinowatz, quien luego se desempeñó como canciller de Austria.

En el encuentro se habló también de la gira que realizó la Ópera Estatal de Viena en Japón. Shin’ichi le expresó su intención de continuar trabajando en aras de la paz mundial y contribuir a esta causa a través del intercambio cultural y educativo.

Luego, Shin’ichi se dirigió directamente al departamento de Yoshiharu Nagamura, en Belvederegasse, que estaba a solo unos minutos de la Ópera de Viena. La sala que utilizaba como centro de actividades para sus compañeros locales medía unos 25 metros cuadrados. Vivía con su esposa, su hijo de siete y una hija de cuatro años.

Su casa era simple y modesta, pero era el “nido” donde crecerían los valores humanos que sostendrían el movimiento por el kosen-rufu en Austria, y el escenario de una nueva historia iluminada de paz y felicidad para el pueblo.

Shin’ichi hizo gongyo –que dirigió él mismo con gran solemnidad—con la familia Nagamura y los miembros que estaban allí reunidos. Oró por la salud de todos, su crecimiento y el desarrollo del kosen-rufu de Austria, con el profundo deseo de que cada uno pudiese interpretar un canto de triunfo y dicha.

Después de posarse juntos para una foto conmemorativa en un parque cercano, Shin’ichi visitó el Museo de Beethoven en Heiligenstadt. Era el sitio en que residió un tiempo el gran compositor y donde sumido en la mayor desesperación a causa de su sordera, escribió un testamento dirigido a sus hermanos. De ahí que se conociera como la Casa del Testamento de Heiligenstadt. Se trata de un pequeño museo de apenas dos habitaciones, en la planta alta del edificio.

Una mujer mayor que había estado cuidando la casa durante 35 años, acompañó a Shin’ichi hacer para un recorrido. Allí se exhibía la reproducción de aquel testamento.

La pérdida de la audición llevó a Beethoven a perder toda esperanza al punto de pensar en quitarse la vida. En el testamento, escribió: “Solo el arte me ha detenido. ¡Ah! Me parecía imposible abandonar este mundo antes de haber logrado todo lo que me siento obligado a hacer […]”.2

Tomar conciencia de nuestra propia misión nos da fuerza para poder superar cualquier prueba y revés que la vida nos depara. Cuando tenemos una misión a la cual consagrar la vida, surge de nosotros ilimitada valentía.

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Shin’ichi hizo el recorrido con detenimiento para apreciar cada artículo exhibido en el Museo de Beethoven. También visitó la sala donde el compositor, creó varias de sus obras maestras mientras luchaba contra su angustia. En la pared estaba su retrato.

Cuando componía, Beethoven era perfeccionista hasta la obsesión. A veces, llegaba a revisar y reescribir más de diez veces un simple compás hasta quedar convencido. Fue aclamado como pianista, pero su preocupación no era la búsqueda de la elegancia, sino canalizar toda su fuerza y la intensidad de sus emociones a través del teclado.

Incluso el piano que estaba en el museo, veteado de madera, parecía muy sólido.

Beethoven no componía música para entretener a los nobles sino para la gente común y para todos sus congéneres. Acariciaba el deseo de que, algún día, sus piezas fuesen presentadas para servir a los pobres.3 Esta firme determinación fue lo que lo convirtió en un genio de la música.

Cuando vivimos por una causa noble, podemos extraer la fuerza que yace en nuestro fuero interno.

Después de visitar el museo, Shin’ichi compartió una cena con los miembros en un restaurante que estaba en la colina para celebrar el comienzo de la nueva organización de Austria y mantuvo una conversación informal con ellos.

Shin’ichi le dijo a Yoshiharu Nagamura que asumió como nuevo líder: «Agradezco mucho por todo el apoyo que nos han brindado durante nuestra permanencia aquí. El kosen-rufu es una larga contienda. Si se exige más de lo debido, no podrá seguir adelante por mucho tiempo. Debe actuar con prudencia, descansar lo suficiente y cuidar su salud».

Shin’ichi sabía que Nagamura lo acompañaba durante todo el día y por la noche regresaba a la oficina para trabajar, aunque en ningún momento había mencionado al respecto. Con un responsable tan sincero y dedicado, Shin’ichi sintió que la organización de la SGI en Austria se desarrollaría aún más.

El budismo enseña la ley de causa y efecto que gobierna nuestra vida. A la larga, quienes actúan con dedicación y sinceridad terminan logrando el éxito. Y esto es cierto tanto en la vida como en nuestra lucha por el kosen-rufu.

El río Danubio fluía serenamente bajo el cielo crepuscular, como si se abriera paso hacia el siglo XXI.

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Un sol deslumbrante brillaba en el inmenso cielo azul. Luego de completar su viaje a Viena, Shin’ichi y la comitiva de la Soka Gakkai llegaron al aeropuerto internacional de Pisa a las 15 hs. del 28 de mayo.

«¡Benvenuto!» (¡Bienvenido!)

Lo recibieron muchos jóvenes italianos de ojos vivaces y sonrisas amplias.

Hace veinte años (1961), cuando llegó por primera vez a Italia, había ido a recibirlo al aeropuerto de Roma un matrimonio japonés que estaba allí porque el esposo había sido destinado por su compañía. Ver a tantos jóvenes entusiastas, llenó a Shin’ichi de emoción y esperanza porque advertía la llegada de una nueva era del kosen-rufu mundial.

Mientras se dirigían al hotel donde se alojarían en Florencia, pasaron por la torre inclinada de Pisa.

Al día siguiente, 29 de mayo, Shin’ichi escribió varios poemas que obsequió a sus compañeros, y dedicó el día a conversar con varios jóvenes.

Luego, el 30 de mayo por la tarde, asistió a una reunión que tuvo lugar en la casa de un miembro para celebrar el vigésimo aniversario del movimiento por el kosen-rufu en Italia. En el encuentro que rebosaba de energía juvenil, participaron muchos estudiantes. Unos estudiaban Medicina, otros Filosofía, Literatura y Economía de la Universidad de Florencia.

También estaban presentes miembros que habían viajado desde Sicilia usando el ferry y haciendo un tramo de dieciséis horas en tren. Unos habían acudido desde Nápoles y Sorrento, en el sur de Italia; y otros de Milán, el centro económico situado en el norte del país.

Después del gongyo dirigido por Shin’ichi compartieron una conversación dejando de lado los protocolos. El tema escogido por Shin’ichi fue el Renacimiento: «Florencia rodeada de bello follaje es una ciudad que siempre quise conocer… Fue aquí donde, en épocas en que ejercía un fuerte dominio la Iglesia, se abrieron de par en par las puertas que introdujeron nuevas ideas del movimiento renacentista. Como bien saben, la palabra “Renacimiento” significa “volver a nacer”, y ha sido traducida al japonés como “vivificación de la cultura” y “revitalización humana”».

Shin’ichi quería confirmar el significado que tiene el movimiento del kosen-rufu dentro del vasto contexto de la trayectoria del género humano. Él estaba convencido de que el hecho de considerar el movimiento Soka desde la amplia perspectiva de la historia universal pondría en evidencia la validez del movimiento soka, cuyo propósito es posibilitar en cada individuo una profunda transformación interior y revitalizar la vida humana.

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Shin’ichi se dirigió a aquellos con el afán de confiarles el futuro. Pensaba que no se puede abrir una nueva era sin que ellos hagan pleno uso de su potencial.

«El Renacimiento se caracterizó por la afirmación de la libertad y la liberación del individuo. Fue un despertar a la conciencia del ser humano como centro verdaderamente innovador».

Los grandes exponentes de este nuevo movimiento fueron poetas, pensadores y artistas concentrados en Florencia, entre ellos, Dante Alighieri (1265-1321), que desempeñó un papel precursor, y más tarde Giovanni Boccaccio (1313-75), Niccolò Machiavelli (1469-1527), Leonardo da Vinci (1452-1519), Miguel Ángel (1475-1564) y Rafael (1483-1520), entre muchos otros.

Esta nueva corriente se extendió a Roma y a otras ciudades de Italia; y también a Francia, Alemania, Inglaterra y demás países de Europa. Las reformas religiosas también fueron frutos del pensamiento renacentista.

Con su llamado a retornar a los clásicos de la Antigüedad y a seguir un nuevo orden centrado en el hombre, libró a las personas de los grilletes de la autoridad religiosa y condujo al florecimiento del potencial humano. Fue, sin duda, una época en que se impuso el humanismo y triunfó la libertad individual.

Shin’ichi continuó con mayor énfasis: «Pero ¿acaso podemos decir que la gente logró la libertad en el verdadero sentido de la palabra? ¿El individuo pudo ser protagonista de la historia?

»Lamentablemente, la respuesta es “no”… En cambio, se dejaron dominar por los sistemas políticos, por las ideologías, por las ciencias, por la tecnología. A esto se sumó la negligencia moral y el choque de un egoísmo cada vez más hipertrofiado que favoreció el asentamiento de la dictadura y el fascismo… Esta es la realidad preocupante que vivimos hoy día.

»En otras palabras, el ser humano, liberado de las diferentes ataduras, hizo que la mente fuese su “maestro”. Esta tendencia lo puso a merced de sus deseos y emociones, por un lado, y por el otro, a someterse a las restricciones de las fuerzas externas que buscan reprimir esos impulsos. De esta manera, terminó creando una época muy alejada de la felicidad que esperaba.

Un sutra budista enseña: «uno debe ser maestro de su mente en vez de permitir que la mente lo domine».4

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Shin’ichi observó que muchos pensadores eminentes que consideraban el establecimiento de un nuevo humanismo y una revolución humanística como factores claves para realizar los ideales del Renacimiento en nuestros días, estaban dirigiendo su atención a la idea de la transformación interior del ser humano. Agregó que, sin este cambio fundamental, el ser humano no sería capaz de cumplir el papel protagónico de una era ni llevar a cabo cambios sociales, ni podría lograr una verdadera felicidad. Y subrayó que para realizar este cambio era crucial tener conocimiento de la Ley fundamental que rige la vida que nos lleva a mantener la autodisciplina y a crear valor ilimitadamente.

–Esa Ley –dijo–, es Nam-myoho-renge-kyo, la quintaesencia de las enseñanzas de Nichiren Daishonin, que revela con absoluta claridad la naturaleza de la vida humana. Esta Ley proporciona el medio que posibilita la transformación que los pensadores preconizan. De hecho, esta gran Ley de la vida contiene la clave para que la humanidad pueda gozar de un futuro más prometedor.

Muchos de los participantes eran jóvenes, en particular, estudiantes universitarios. Ante sus ojos, Shin’ichi veía un futuro lleno de esperanza del kosen-rufu en Italia. Continuó hablando con el ferviente deseo de que todos se pusieran de pie dispuestos a ser los abanderados de un siglo de vida.

—Por su futuro y por el porvenir del kosen-rufu, les pido que ahora dediquen todos sus esfuerzos al estudio. En la etapa que ustedes están viviendo, consagrarse de lleno al estudio es parte de la práctica budista. Por supuesto, las actividades de la Soka Gakkai también son importantes, pero si no aprovecharan al máximo este momento para estudiar, seguramente lo lamentarán toda la vida. La fe es igual a vida cotidiana, y para los estudiantes, la fe es aprendizaje. Hoy quería dejar en claro este punto.

Luego, Shin’ichi habló sobre la importancia del cargo organizativo dentro de la Soka Gakkai.

–Las posiciones en la organización no tienen nada que ver con la autoridad. Tampoco debe considerarse una referencia para medir la mayor o menor profundidad de la fe. Por eso, jamás deben juzgar a las personas según su posición organizativa ni sentirse superiores a sus compañeros de fe porque son líderes. Espero que se esfuercen en la práctica budista guardando una relación de respeto y confianza, alentándose mutuamente.

»El liderazgo, en la Soka Gakkai, implica hacerse responsable del kosen-rufu. Asumir una responsabilidad es todo un desafío y seguramente implica mayor trabajo y esfuerzo…Pero al mismo tiempo, les permitirá acumular, sin falta, inmenso beneficio y buena fortuna.

Shin’ichi vertió toda su energía para alentar a aquellos jóvenes. Sabía que la forja de valores humanos era un proceso que requería un esfuerzo sincero y sentido de compromiso.

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Se extendía un cielo azul, libre de nubes.

El 31 de mayo por la tarde, Shin’ichi asistió a un festival cultural de la amistad para conmemorar el vigésimo aniversario del movimiento por el kosen-rufu en Italia. Se llevó a cabo en un gran parque, en Settignano, un pueblo en las afueras de Florencia. Además de setecientos miembros procedentes de toda Italia, estaba presente una delegación de miembros de Japón, y todos se unieron en la alegre celebración de amistad ítalo-japonesa.

Era la primera vez que la organización italiana realizaba un evento de tal magnitud, por lo que los miembros habían estado ocupados durante días con los preparativos. Incluso la preparación del escenario había requerido mucho trabajo. Todos se habían esforzado haciéndose cargo al mismo tiempo de varias tareas y preparativos, además de ensayar para las actuaciones.

Al llegar al lugar, Shin’ichi se dirigió de inmediato donde estaban los jóvenes del comité organizador del acto para alentarlos.

Les dijo: «¡Tomémonos una foto juntos!».

Se posó junto con las integrantes de la División Juvenil Femenina y luego con la División Juvenil Masculina. Una vez terminada la sesión fotográfica, les dijo: «En uno de sus escritos, Nichiren Daishonin habla del principio de «irrumpir de la tierra».5

Se refiere al hecho de que surgirán uno tras otro innumerables Bodisatvas de la Tierra para asumir la misión del kosen-rufu y liberar a las personas de los sufrimientos. Ustedes son esos Bodisatvas de la Tierra.

»Estoy seguro de que todos ustedes tienen ilusiones. O, tal vez, estén lidiando con grandes problemas, enfrentando sufrimientos o, quizás, estén experimentando frustraciones. La vida es una constante lucha contra las dificultades. Pero todos los sufrimientos existen para que nosotros, como practicantes del budismo Nichiren, podamos superarlos y demostrar el inmenso poder de la práctica budista. En otras palabras, porque triunfamos en la lucha contra las dificultades que nos antepone el karma podemos demostrar la validez del budismo y dar a conocer, de esta manera, la Ley a otras personas. Así es como cumplimos nuestra misión como Bodisatvas de la Tierra.

»En cierto sentido, las dificultades y los sufrimientos son indispensables para que podamos cumplir esa misión. Por eso el budismo Nichiren enseña que podemos transformar el karma en misión. No importa cuán violentas puedan ser las tormentas del karma, no habrá destino que no podamos sobrellevar. El surgimiento de incontables miembros jóvenes en Florencia permitió a Shin’ichi confirmar el principio de «irrumpir de la tierra» y albergar la gran esperanza del kosen-rufu mundial.

Campanadas del amanecer 30

Finalmente, comenzó el festival. Desde la arboleda, llegaba una cálida brisa con el aroma de vegetales.

En el panel de fondo del escenario habían dibujado un inmenso sol, además de animales, flores y árboles que recibían de lleno sus rayos. El festival comenzó con un baile tradicional de los miembros de Nápoles, seguido de numerosas otras canciones y danzas a cargo de los compañeros provenientes de Roma, Florencia, Milán, Génova y Turín. Un cantante veterano ofreció un solo con voz potente y enérgica. Luego, los camaradas de Bérgamo irrumpieron en el escenario bailando al son de alegres silbidos y al compás de las palmas.

Las integrantes de la División Juvenil Femenina cantaron Hoshi wa hikarite (Brillan las estrellas), que Shin’ichi había dedicado al Grupo Byakuren de Japón. Las miembros de la División Femenina les siguieron, cantando también en japonés Kyo mo genki de6. Los integrantes de la delegación japonesa se unieron al coro, y la audiencia no tardó en sumarse. Sus voces resonaron al unísono en el vasto cielo.

Los integrantes de la delegación presentaron un baile tradicional japonés conocido como Kochi Ondo (Danza de la prefectura de Kochi) e interpretaron O sole mio en italiano.

Cada vez que terminaba una actuación, Shin’ichi aplaudía con entusiasmo.

Y cuando los cantantes y bailarines llegaban a su lado después de terminar cada presentación, les agradecía y los elogiaba estrechándoles la mano con fuerza. Un flujo constante de miembros acudía hacia él. Un joven llegó acompañado de sus padres que asistían como invitados. Otra pareja trajo a su pequeña hija que tenía ceguera.

Shin’ichi escuchó atentamente a cada uno y entregó todo de sí para brindarles orientación e infundirles aliento. Sentía que tal vez no tendría oportunidad de encontrarse nuevamente con ellos, y no podía desaprovechar un solo instante. Cada momento era, para él, un serio desafío.

Hironobu Kanemitsu, el líder de la sede de Italia saludó brevemente; sus ojos relucían detrás de las gafas. En nombre de todos sus camaradas, declaró: «¡Presidente Yamamoto, estamos muy felices de poder brindarle nuestra bienvenida!». Y luego, dirigiéndose a sus compañeros dijo: «Hoy marca una nueva partida para nuestra organización en Italia. ¡Avancemos con miras al logro del kosen-rufu! ¡Armémonos de valor para un nuevo desafío! ¡Nuestro momento decisivo ha llegado!».

  • *1La selección del tiempo, en Los escritos de Nichiren Daishonin , Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 576.
  • *2BEETHOVEN, Ludwig van: Beethoven: Letters, Journals and Conversations (Cartas, diarios y conversaciones de Beethoven), edit. y trad. por Michael Hamburger, Londres: Thames and Hudson, 1992, pág. 49.
  • *3Véase BEETHOVEN, Ludwig van: Beethoven: Letters, Journals and Conversations (Cartas, diarios y conversaciones de Beethoven), edit y trad. por Michael Hamburger, Londres: Thames and Hudson, 1992, pág. 40.
  • *4Respuesta al sacerdote laico Soya, en Los escritos de Nichiren Daishonin , Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 509.
  • *5El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en Los escritos de Nichiren Daishonin , Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 406.
  • *6Kyo mo genki de : Canción de la Soka Gakkai más conocida como ‘Siempre junto a Sensei’ o ‘Por siempre Sensei’. Se estrenó en agosto de 1968, como canción de la División Femenina del Japón, durante la reunión de responsables de la División realizada en Tokio.