Volumen 30:
Capítulo 4, Campanadas del amanecer 71–80

Campanadas del amanecer 71

Miki Ota había obsequiado la revista SGI Graphic con el deseo de dar a conocer a sus compañeros de trabajo el maravilloso mundo de la Soka Gakkai. Uno de ellos le dijo a Shin’ichi:

–La señorita Ota siempre nos hablaba de usted, señor Yamamoto, y como lo hemos visto tantas veces en la foto de esta revista, lo reconocimos enseguida. Estamos muy felices de conocerlo.

Shin’ichi les dio un apretón de mano a todos y, antes de retirarse dejó dicho el nombre del hotel donde se alojaba en Teherán.

Ese día, más tarde, Ota regresó de su viaje y pasó por el restaurante trayendo algunos regalos para su exjefe y sus compañeros, quienes le trasmitieron que Shin’ichi había estado allí para saludarla.

Ota no podía creer que el presidente de la Soka Gakkai hubiese venido especialmente a visitarla, ya que no lo conocía en persona. Pero se dirigió al hotel donde le informaron que se hospedaba.

Shin’ichi y su esposa Mineko, la recibieron con calidez. En el curso de la conversación, Ota les confesó que un señor canadiense le estaba pidiendo la mano y no sabía qué hacer al respecto.

Shin’ichi la animó diciendo que la felicidad no se encuentra en algún lugar distante sino dentro de ella misma, y que la fe es la clave para extraer esa dicha. Si ella se desafiaba seriamente en su práctica budista, dijo, definitivamente sería feliz, sea cual sea la circunstancia que atraviese.

–Por eso, aunque se vea frente a situaciones terriblemente difíciles –continuó–, jamás abandone la práctica. A lo largo de su vida, donde quiera que vaya en el mundo persevere en la fe con firmeza, humildad y determinación.

La felicidad se encuentra en el camino que transitamos hacia la realización del kosen-rufu.

Varios años después, Ota se casó con el hombre que le había propuesto matrimonio y se mudó con él a Canadá.

En Caledon, Shin’ichi conversó con ella, que ahora se llamaba Miki Carter, con su esposo y su hijo político, el gerente de la estación de esquí.

Shin’ichi estaba feliz, sobre todo porque ella había mantenido la práctica siguiendo la guía que le había brindado aquel día en Teherán. La semilla de aliento sembrada hace diecisiete años había germinado soportando la inclemencia de los tiempos para florecer aquí en este suelo de Canadá.

Lo que permite seguir expandiéndose al jardín del kosen-rufu son esos esfuerzos de siembra.

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Shin’ichi le dijo a Miki Carter:

–Por favor, siga perseverando en la práctica con una fe constante como la corriente del agua. La constancia en la fe es esencial para alcanzar la budeidad en esta existencia. Por eso Nichiren Daishonin escribe: «Aceptar es fácil; continuar es difícil. Pero la Budeidad yace en mantener la fe».1 Siga poniendo su empeño en la lucha por el kosen-rufu y entregue todo de usted para ayudar a que otras personas sean felices. Este esfuerzo lo llevará hacia su propia dicha.

Como la autora canadiense L. M. Montgomery (1874-1942) escribe, cuando tenemos un ideal la vida se hace «grandiosa e inmensa».

Al día siguiente, 24 de junio, Shin’ichi visitó el Centro Comunitario de Toronto en King Street West. Hizo gongyo con unos 150 miembros y oró por la salud y la felicidad de todos.

–Por favor avancen con confianza, valentía y esperanza; con la consigna de “nunca dejar de practicar”.

Luego, Shin’ichi visitó junto con los miembros las Cataratas del Niágara. Había estado allí hace veintiún años, pero el formidable salto que caía con un atronador rugido generando velos de neblina seguía siendo espectacular. Disfrutó del panorama durante un rato y tomó fotografías.

Al ver el hermoso arco iris que se extendía sobre el gran salto recordó vívidamente lo que había pensado aquel día, hace dos décadas.

«Los millares de pequeñas gotas que forman una fina niebla se elevan porque el agua cae con fuerza, sin detenerse. Y es esta niebla la que, al ser atravesada por los rayos del sol, crea un hermoso arco iris. De la misma manera, en la senda del kosen-rufu, la vida de quienes están imbuidos de un poderoso espíritu de lucha y mantiene un continuo avance día a día, rebosa de energía vital. Sobre ellos resplandecerá siempre un arco iris de esperanza.

Pensó en la cantidad de arco iris del kosen-rufu que se había formado a partir de los esfuerzos denodados de una sola persona, y sintió cuán cierto era la afirmación que dice que la acción genera alegría y esperanza.

Después, Shin’ichi y sus acompañantes visitaron la casa de Laura Secord (1775-1868), la heroína de la lucha por la independencia de Canadá. La residencia, conocida como Laura Secord Homestead, se hallaba a unos 15 kilómetros de las Cataratas del Niágara.

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En 1813, Estados Unidos y Gran Bretaña libraban una feroz guerra en un territorio conocido entonces como América del Norte Británica (hoy parte de Canadá). Queenston, donde residía Laura Secord, era también un campo de encarnizado enfrentamiento. Su esposo había luchado en las filas de las fuerzas británicas, pero había caído herido. El mando estadounidense se apoderó de la residencia de los Secord para alojar a sus oficiales. Un día, Laura escuchó casualmente la conversación de los soldados acerca de un plan de ataque sorpresivo contra el ejército británico. Si la operación tenía éxito, la península de Niágara caería en manos de los estadounidenses.

«De alguna manera debo advertirles sobre este inminente embate», pensó Laura. Pero el cuartel general del ejército británico estaba a más de 30 kilómetros de distancia. Además, su esposo apenas se estaba recuperando. Laura decide ir por su cuenta, apurando sus pasos a través de un bosque sin caminos y en territorio enemigo. Cuán aterrador y agotador debió de haber sido aquella travesía solitaria. Pero, gracias a su importante información, los británicos lograron prepararse de antemano y derrotar a sus adversarios.

Su valerosa contribución en la que se jugó la vida y salvó a incontables seres, permaneció como un hecho desconocido durante muchos años. Después de la muerte de su esposo, quien había quedado con secuelas de sus heridas, continuó luchando sola contra las vicisitudes de la vida.

Su heroísmo salió a la luz solo después de que Alberto Eduardo, príncipe heredero del Reino Unido (más tarde el rey Eduardo VII) visitara Canadá en 1860 y se enterara de su lucha. Laura ya tenía 85 años. Pero siguió llevando una vida tranquila y modesta hasta su muerte a los 93.

Su vivienda era una pequeña casa blanca de madera, de dos pisos. Había sido restaurada en 1971, pero la estufa a leña y la chimenea de ladrillos y el telar de mano transmitían la vida sencilla y austera que había llevado allí.

Profundamente impresionado por su historia, Shin’ichi dijo a quienes estaban junto a él:

–La acción de una mujer protegió a las tropas británicas y a Canadá. Es cierto que el proceder de un individuo decidido puede ser más efectivo que un batallón de diez mil. Todo lo que se necesita es la presencia de una persona así.

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Shin’ichi le dijo a Mineko que estaba a su lado:

–La forma en que vivió Laura Secord se parece a la de nuestras miembros de la División Femenina. Ella procedió con audacia para salvar a las fuerzas británicas. Debió de tener valor y convicción para poder obrar de ese modo. Y a pesar de haber contribuido tanto fue humilde… Apoyó a su esposo y se dedicó a la crianza de sus hijos. Era igual que nuestras compañeras de la División Femenina.

Mineko asintió sonriente y dijo:

—Es verdad… Detrás de los grandes acontecimientos históricos está el esfuerzo de incontables mujeres, aunque ellas casi nunca son reconocidas.

—Estoy de acuerdo… Por eso, vaya donde vaya, trato de encontrar y destacar a los héroes y a las heroínas que se encuentran entre las filas de las personas comunes.

Luego, Shin’ichi les dijo a quienes lo acompañaban:

–Hay muchas personas cuyo nombre nadie conoce, que luchan sin descanso por el kosen-rufu motivadas solo por su deseo de hacer su humilde contribución a la paz y a la felicidad del prójimo. Es algo realmente extraordinario. Cada día me siento más convencido de que la Soka Gakkai es un cónclave de budas y Bodisatvas de la Tierra.

»Con el deseo de destacar y rendir homenaje a esas personas, así sea en una mínima medida, he venido plantando árboles en su honor en varios lugares y he inscripto sus nombres en placas instaladas en diferentes centros culturales y comunitarios.

»Los líderes nunca deben ver a la gente en función de su posición organizativa o por su condición social. Deben saber reconocer quién está trabajando con verdadero ahínco por el kosen-rufu y quién se está esforzando con auténtica dedicación. Además, deben guardar el mayor respeto hacia quienes trabajan tras bastidores, ver el valor que ellos representan, expresar reconocimiento y destacar su labor.

»Esta gratitud profunda hacia quienes trabajan arduamente en la sombra es lo que da calor humano a la organización. Si esto no existiera, la Soka Gakkai sería solo una institución fría y burocrática.

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A la luz de la ley de causa y efecto, nuestros esfuerzos por el kosen-rufu nos aportan beneficios y buena fortuna, aunque nadie valore o se percate de nuestra lucha. El Buda lo percibe todo. En otras palabras, todo está sujeto a la ley de la causalidad.

Por eso es importante que cada uno encare esta lucha como una cuestión de fe y convicción personal, como parte de su práctica budista. Y asuma los desafíos más grandes en bien del kosen-rufu, de la Ley y de sus compañeros, ya sea que la gente sepa o no de sus esfuerzos.

La función de los líderes es estar atentos a los miembros, enterándose de sus retos, destacando sus aportes, y preguntándose constantemente qué hacer para que todos puedan seguir desafiándose en la práctica de la fe con entusiasmo y sentido del propósito.

Todos salieron al patio y continuaron conversando.

–La victoria de las fuerzas británicas –dijo Shin’ichi–, se logró gracias a la ayuda desinteresada de una mujer, de una persona común. Del mismo modo, para que un movimiento tenga éxito es preciso contar con la comprensión, el acuerdo, el apoyo y la cooperación de la gente. Y para impulsar el kosen-rufu es importante la postura que adoptemos ante la sociedad y las personas que nos rodean, que echemos profundamente nuestras raíces en el suelo de la comunidad y contribuyamos a ella.

»En tal sentido, el hecho de mantener buenas relaciones con nuestros vecinos y tener una participación activa en la vida comunitaria son aspectos esenciales para promover el kosen-rufu. Si nos disgregamos de la sociedad o del vecindario, el kosen-rufu no progresará.

»Laura Secord crio a sus hijos mientras cuidaba a su esposo lesionado. Si hay algo fundamental para un ser humano es vivir manteniendo los pies firmes sobe la tierra sin descuidar las cosas pequeñas del quehacer cotidiano. Aquí está el secreto de la fortaleza humana. Cuando cada una de estas personas se levantan para tomar iniciativas, la sociedad puede cambiar desde su cimiento.

»El movimiento por el kosen-rufu que promovemos busca realizar ese cambio. Y en este proceso las integrantes de la División Femenina cumplen un papel crucial. Al decir esto, Shin’ichi dirigió su mirada a Teruko Izumiya. Ella asintió con expresión decidida en sus ojos.

Esta visita significó para Canadá el inicio de un nuevo capítulo avizorando el kosen-rufu mundial.

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A las 17 hs. del 25 de junio, Shin’ichi y su comitiva partieron del Aeropuerto Internacional de Toronto donde habían ido a despedirlos unos 150 miembros. Se dirigieron a la ciudad de Chicago, a la que llegarían tras un vuelo de aproximadamente noventa minutos.

Estaba prevista para el 28 la celebración del Primer Festival Cultural de la Paz Mundial en esa ciudad, uno de los eventos más importantes de su itinerario en América del Norte. Este festejo anunciaría el inicio de un nuevo capítulo del kosen-rufu mundial y marcaría una nueva partida para la Soka Gakkai como organización religiosa global.

Durante su permanencia en Chicago, Shin’ichi fue entrevistado por un periódico local. A su vez, el alcalde declaró la semana en que se realizaba el festival —del 22 al 28 de junio—, “Semana presidente Shin’ichi Yamamoto” en reconocimiento a sus esfuerzos por la paz. Había invitado también a los habitantes de Chicago a dar la bienvenida a Shin’ichi y a todos los participantes del evento.

Los líderes japoneses que viajaban con Shin’ichi se comentaban el uno al otro:

—¡Siento que ha llegado realmente la era del kosen-rufu mundial! La prueba está en la gran expectativa con que el pueblo americano está viendo la contribución social de nuestros miembros y el movimiento de la SGI en el cual los jóvenes son valorados y tienen el protagonismo.

Otro dijo:

-Lamentablemente en Japón domina todavía la estrecha “mentalidad insular”, y la gente ve con mucho recelo cualquier movimiento de base popular. No tiene objetividad. Los tiempos están cambiando vertiginosamente. Con esta forma de pensar tan estrecha, Japón quedará rezagado en el mundo.

Otro agregó:

–Esto revela que todo lo que dijo Tomomasa Yamawaki para atacar a la Soka Gakkai en los medios de difusión, desde que fue arrestado por extorsión en enero, son flagrantes falsedades. Nuestro deber, ahora, es proclamar la verdad de la Soka Gakkai.

El 27 de junio, se abrió un nuevo templo de la Nichiren Shoshu en las afueras de Chicago, el quinto donado por la Soka Gakkai en EE. UU., incluyendo los centros subsidiarios. El sumo sacerdote Nikken asistió a la ceremonia de consagración del Gohonzon. Shin’ichi también estuvo presente en aquel acto.

El deseo constante de Shin’ichi era impulsar el kosen-rufu en unión armoniosa con el clero. Lo que latía invariablemente dentro de la Soka Gakkai era el gran anhelo de realizar el kosen-rufu.

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El 28 de junio, tuvo lugar el histórico Primer Festival Cultural de la Paz Mundial, que marcó el despegue de la Soka Gakkai hacia el siglo XXI.

Cerca de 20 000 personas se reunieron en el Estadio Rosemont Horizon (hoy Allstate Arena) en los suburbios de Chicago. Estaban los miembros de la SGI de diferentes países, así como varios invitados de honor, entre los que se encontraban embajadores, funcionarios y personal de la embajada de 17 naciones y representantes de diversos ámbitos de la sociedad estadounidense.

El festival empezó con la interpretación coral del tema musical “Morning Sun” (Sol del alba) que anunció el amanecer de un siglo de la vida. Con el albor de un nuevo día, un grupo de jóvenes de uniformes blancos despertaron y comenzaron a bailar con dinamismo.

El escenario estaba compuesto de cuatro plataformas: una en el centro, otra al frente y otras dos a cada lado. Los miembros estadounidenses usaron todo ese espacio para interpretar canciones y bailes de América Latina, África, Europa, Medio Oriente y Asia. Habían estado ensayando día tras día para aprender cada baile.

Los miembros de Nueva York que interpretaron una danza de Rusia lo hicieron pensando en el pueblo de aquel país y tratando de expresar su corazón. A medida que iban reiterando los ensayos, fueron desapareciendo la frontera y las barreras ideológicas y ellos se sintieron más cerca de aquel pueblo de tierras lejanas.

La cultura tiene el poder de unir corazones y conectar a las personas.

Los integrantes de la delegación japonesa presentaron bailes tradicionales y canciones populares. También actuó la Banda de Bronce y Percusión de la Soka Gakkai. Cuando el Coro Soka interpretó enérgicamente la canción de la Dignidad intrépida, muchas pioneras de la División Femenina que habían dejado atrás su tierra para establecerse en los Estados Unidos, tenían los ojos llenos de lágrimas, recordando quizás las incontables dificultades que habían venido superando.

Un grupo de jóvenes de la prefectura de Nagano presentó una dinámica exhibición gimnástica usando las cuatro plataformas. Cuando completaron la torre humana de cinco pisos, el público aplaudió con entusiasmo.

En medio de la conmoción general, dos grupos de bailarines se dirigieron presurosos a las plataformas laterales de la izquierda y la derecha e interpretaron, respectivamente, danzas folclóricas de Palestina y de Israel. Al terminar, varios de ellos se encaminaron hacia el centro del escenario. Se veían algo vacilantes, pero continuaron como si se alentaran a sí mismos con cada paso. Y una vez situados frente a frente, se dieron un fuerte apretón de mano.

La audiencia estalló en aplausos que expresaban su oración y anhelo de paz.

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Finalmente, llegó el momento de presentar músicas y bailes de los Estados Unidos, el anfitrión del festival. Sobre el escenario se hicieron grandes despliegues de danzas alegres: bailes vaqueros con los sombreros típicos, danzas hawainas, charlestón, swing y claqué.

De pronto, el escenario quedó a oscuras. Bajo la luz de los reflectores aparecieron dos jóvenes. Ambos empezaron a recitar con voces enérgicas el poema de Shin’ichi Yamamoto «A mis amados amigos de Estados Unidos: Jóvenes Bodisatvas de la Tierra», que decía:

América, tierra de unión de los estados,
donde la gente de todas las latitudes
se congrega en armonía,
un pequeño mundo…
Solo en la unión y la solidaridad
de gente tan diversa
podría estar el principio y la fórmula
de la paz global.

Al terminar la lectura, un atronador aplauso sacudió el estadio. Expresaba la decisión de los presentes de generar una oleada de paz desde Estados Unidos.

Una vez finalizadas las presentaciones, todos los participantes subieron al escenario. Quienes llevaban la bandera del país que estaban representando —Argentina, Austria, etc.—, dieron unos pasos hacia adelante y levantaron sus estandartes como muestra de determinación y tributo a Estados Unidos, la nación que ostenta el ideal de convivencia armónica, donde se congregan personas de todo el mundo. Los invitados y los miembros se ponían de pie y respondían con un fuerte aplauso proclamando vivas cuando el abanderado alzaba el emblema de su país. Luego, los presentes cantaron juntos, a todo pulmón, marcando el ritmo con un alegre balanceo.

El magnífico festival demostró que nuestro planeta, nuestro mundo, es uno. Marcó la apertura de un nuevo capítulo en el movimiento de la Soka Gakkai en pos del kosen-rufu mundial, fue una fanfarria resonante que anunció el comienzo de una nueva travesía.

Ninguna fuerza puede detener este poderoso flujo del kosen-rufu porque es la voluntad y el designio de Nichiren Daishonin. Hacer realidad este gran juramento del Daishonin es la misión eterna de la Soka Gakkai y la razón por la cual surgió en la actualidad.

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Más de 30 medios de comunicación, incluyendo canales de televisión, cubrieron el Festival Cultural de la Paz Mundial. No bien terminó el evento, ABC News presentó inmediatamente un informe sobre el acontecimiento, explicando que la finalidad de esta actividad era promover la paz mundial y el respeto a la vida, y que muchos de los actores y bailarines no eran profesionales. Un miembro de la SGI que fue entrevistado dijo con orgullo: «El objetivo del movimiento de la Soka Gakkai es contribuir a la paz mundial y darnos, al mismo tiempo, la oportunidad de expresar plenamente nuestro potencial».

Al mediodía del día siguiente, 29 de junio, la alegría y la emoción del festival se extendieron por las calles de Chicago. Bajo un cielo soleado, se volvieron a presentar en la Plaza Daley, frente al Ayuntamiento, algunos números seleccionados. Se trataba de una muestra de gratitud a la ciudad y a sus habitantes que les habían brindado su generoso apoyo.

Fueron invitados para la ocasión alrededor de 10 000 personas, incluyendo figuras de diversos ámbitos y unos 500 residentes de un centro geriátrico, quienes aplaudieron las inspiradoras actuaciones.

El programa abarcaba una actuación instrumental de la Banda de Bronce y Percusión, así como bailes folclóricos de Italia, Corea del Sur, Hungría e India. Los miembros de la delegación japonesa también ofrecieron un número de actuación de tambores taiko y un show acrobático tradicional de los bomberos de la época de Edo utilizando escaleras. La orquesta interpretó “Morning Sun”, y los jóvenes presentaron una dinámica actuación gimnástica lanzando “cohetes humanos”.

Uno de los invitados que apreciaba la escena junto a Shin’ichi dijo:

–¡Qué emocionante! ¡Gracias por este maravilloso evento!

Envuelta en una sinfonía de aplausos y elogios, la Soka Gakkai había comenzado desde los EE.UU. una nueva partida hacia el siglo XXI.

El 1.º de julio, Shin’ichi salió de Chicago para dirigirse a Los Ángeles, su último destino.

Ese mismo día, la Academia Mundial de Arte y Cultura, dirigida por el doctor Krishna Srinivas, decidió otorgar a Shin’ichi el título de Poeta Laureado. En el certificado, que recibió más tarde, constaba que era un reconocimiento a la “excelencia en la poesía”. Shin’ichi sintió que era demasiada consideración. Y lo aceptó haciéndose una promesa:

–Mis poemas surgieron del deseo de expresar lo que considero que es el camino a seguir en la vida; para infundir coraje, esperanza y fuerza para seguir adelante. Seguiré escribiendo más aun y transmitiendo aliento con mis poemas para merecer este honor.

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Mientras continuaba su incansable lucha por la paz y la felicidad de la gente, Shin’ichi siguió componiendo poemas. Muchas veces lo hacía al dictado, aprovechando los breves momentos que le quedaban en su apretada agenda.

En años posteriores, la Academia Internacional de Poetas de la India, lo nombró Poeta Eminente (1991), y la Sociedad Mundial de Poetas le concedió títulos de Poeta Laureado del Mundo (1995), Poeta de los Pueblos del Mundo (2007) y Poeta de la Paz Mundial (2010).

Después de completar su itinerario en los Estados Unidos, Shin’ichi llegó al Nuevo Aeropuerto Internacional de Tokio en Narita (más tarde Aeropuerto Internacional de Narita) el 8 de julio, poco después de las 16 hs., donde los aguardaban el presidente Kiyoshi Jujo junto con otros líderes de la Soka Gakkai.

En el transcurso de su viaje de 61 días, había recorrido ocho países, entre ellos la Unión Soviética, países de Europa y América del Norte, dando casi una vuelta al mundo en el hemisferio norte. Había sido un periplo en que dialogó con funcionarios del gobierno y líderes de diferentes ámbitos en cada país para promover la paz y el intercambio cultural. También se había dedicado de todo corazón a alentar a los miembros en cada lugar, anhelando ver el avance del kosen-rufu mundial.

Había estado presente en el Primer Festival Cultural por la Paz Mundial, en la conferencia de representantes de Europa, en encuentros informales con los miembros con quienes departió sobre la fe, dio conferencias sobre el Gosho, asistió a reuniones generales, sesiones de gongyo y reuniones de intercambio. Y cada vez había ofrecido todo de sí con tal de infundir aliento a sus compañeros.

Fue un enorme desafío en el que entregó alma y vida. Estaba decidido a dejar marcadas las pautas eternas del futuro desarrollo del kosen-rufu. No tenía un solo minuto para desperdiciar. Y fue así que en París utilizó incluso el tiempo de traslado en el metro para componer el poema que dedicaría a la juventud de Francia.

Fueron días intensos de una lucha sin tregua. Pero la única alternativa era seguir adelante. Era preciso asegurar que el siglo XXI fuera una centuria de paz y de vida.

Shin’ichi había aguardado la alborada de una nueva era, había estado creando el momento de ese nuevo amanecer. Cada día y cada instante fue una lucha indescriptible. Pero sin un esfuerzo verdadero no podemos construir nada auténtico ni esperar logros sustanciales.

Esta labor incansable llevó finalmente a repicar la campana del amanecer de una nueva era de victorias. El sol de un nuevo capítulo del kosen-rufu comenzaba su majestuoso ascenso.

(Aquí concluye el capítulo 4 «Campanadas del amanecer» del volumen 30 de La nueva revolución humana).

  • *1La dificultad de mantener la fe, en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 493.