Parte 2: La revolución humana
Capítulo 13: Fe para la armonía familiar [13.4]
13.4 Consejos para la educación de los hijos en el ámbito familiar
En un discurso para celebrar el establecimiento de la División Futuro de la SGI de los Estados Unidos, el presidente Ikeda dio seis consejos para la crianza y la educación de los hijos en el hogar.
Quisiera ahora referirme a la forma en que criamos y educamos a los hijos en el hogar, y compartir algunas reflexiones informales. He observado a muchas familias y he tenido numerosas vivencias; esto que voy a decirles sería como una síntesis de mis propias conclusiones. Me sentiré muy feliz si, en alguna medida, les pueda servir de referencia.
1) Dejar que los hijos se enfoquen en sus estudios
En primer lugar, los miembros de la División Futuro deben dar prioridad a los estudios. No hace falta decir que la creencia es importante, pero la fe es algo que uno practica a lo largo de toda la existencia. En cambio, hay una cierta edad y una determinada etapa –la niñez y la adolescencia– en que se debe estudiar. Si uno no se esfuerza en ese período, es posible que pierda una valiosa oportunidad para adquirir conocimiento y destreza que necesitará más tarde, y lo lamentará para siempre.
La fe se manifiesta en la vida cotidiana. Y para los miembros de la División Futuro, la fe se expresa en sus estudios. En esta etapa, aprender es una parte esencial de la práctica budista. Descuidar los estudios por tener que dedicar el tiempo ya sea en hacer el gongyo o en asistir a las actividades, no sería una manera correcta de practicar la fe.
Aunque a veces sus hijos no hagan el gongyo, no tienen por qué preocuparse. En ocasiones, es suficiente con que hagan tres veces Nam-myoho-renge-kyo.
Lo importante es que sigan practicando, y que puedan forjar en ellos la postura de seguir vinculados al Gohonzon y a la Soka Gakkai toda la vida. Estará bien con que avancen en la fe y en la práctica en forma gradual. Los padres deben tener una mentalidad amplia y abierta respecto a esta cuestión. Incluso a veces pueden alentar a un hijo que está enfrascado en sus estudios diciéndole: «No te preocupes, hoy yo haré el gongyo por ti».
De hecho, presionar demasiado para que practiquen solo puede incidir en alejarlos de la fe. Espero que los guíen sabiamente para que ellos crezcan y se desarrollen al máximo, de manera libre y natural.
2) Encontrar el tiempo necesario para dialogar con los hijos
A continuación, quiero pedirles que por muy ocupados que puedan estar, se hagan tiempo para dialogar e intercambiar con sus hijos. Lo esencial no son las horas que dediquen, sino valerse de la sabiduría.
Aunque sea breve el tiempo que dispongan, abrácenlos cuando los vean. Compartan momentos con ellos, conversen, escuchen lo que ellos tengan para decirles. Mientras haya en ustedes amor y bondad, encontrarán la sabiduría necesaria para llegar a ellos.
La fe se manifiesta como sabiduría. El propósito de la fe es que seamos personas juiciosas; es decir, que podamos vivir sabiamente.
Aunque hablemos sobre nuestro compromiso de ayudar a los demás, nuestras palabras sonarán vacías si no podemos comunicarnos de vida a vida con nuestros propios hijos o construir familias sólidas y felices.
La buena fortuna que adquieren los padres cuando se dedican de corazón a las actividades de la Soka Gakkai protegerá a sus hijos sin falta. Les pido que tengan esta convicción. No obstante, tienen que hacer esfuerzos concretos por abrir y mantener el diálogo con ellos; no los descuiden jamás en nombre de sus ocupaciones; no crean que las cosas se arreglarán por sí solas, o que no hay nada que ustedes puedan hacer al respecto. Ser padres bondadosos y responsables es nuestra tarea.
No se trata de ajustarnos a un modelo o estilo de crianza determinado. Lo importante es el corazón. ¿Estamos unidos afectivamente a nuestros hijos? Hay familias que pueden pasar mucho tiempo juntas, pero en el nivel espiritual están distanciadas. Mientras que otras, puede que se vean de tanto en tanto o durante breves momentos, pero disfrutan de una comunicación profunda y rica en el limitado tiempo que comparten. Las personas que, a través de un esfuerzo constante, crean una unión familiar profunda pueden sentirse aceptadas y cómodas en mutua compañía, estén donde estén o hagan lo que hagan.
Les pido a los padres que encuentren una manera creativa de mantenerse unidos y que se esfuercen continuamente por mejorar junto a sus hijos.
3) No discutir en presencia de los hijos
Siempre recuerden que los niños son seres humanos independientes, dotados de su propia individualidad. A veces, son más perspicaces que los adultos. Por eso, debemos cuidar nuestro comportamiento frente a ellos. Por ejemplo, no es bueno que los padres discutan en presencia de sus hijos. ¡Si necesitan discutir, háganlo donde no los vean! Cuando los hijos ven pelear a sus padres, sienten una enorme tristeza. Van a la escuela con el corazón apesadumbrado, y esa experiencia queda grabada en su memoria durante largo tiempo.
Según un psicólogo, cuando los hijos ven pelear a sus padres, sienten una profunda conmoción, y experimentan temor y angustia como si la tierra estuviese por abrirse bajo sus pies. Incluso, un árbol necesita una tierra firme y segura para crecer alto y echar profunda raíz. De la misma manera, espero que brinden a sus hijos un hogar donde ellos puedan gozar de tranquilidad y de paz espiritual.
4) Evitar reprender a los hijos al mismo tiempo
Los hijos tienden a rebelarse cuando son regañados por el padre y aceptan con menor resentimiento las reprimendas de la madre. Pero lo peor es cuando ambos arman un frente común y se ensañan con el hijo al mismo tiempo. En esta situación, el niño no tiene a quién recurrir.
Los padres, en general, tienen debilidad por las hijas, y por eso, suelen ser más indulgentes con ellas. Por otro lado, entre madres e hijas hay un entendimiento más fluido y natural con respecto a ciertas cuestiones, por ser ambas mujeres. Por eso, a veces es mejor que sean las madres las que se encarguen de disciplinar a las hijas.
En relación a este punto, el presidente Toda decía: «Cuando el padre se enfada, aleja a los hijos. Pero cuando la madre se enoja, los hijos no se distancian de ella».
Esta sabiduría se basa en un entendimiento de la conducta y de la psicología humanas.
Desde luego, siempre hay diferencias culturales en juego, y no todas las familias son iguales. Pero espero que estas reflexiones puedan ser de alguna utilidad.
5) Ser imparciales y no hacer comparaciones entre los hijos
Los padres deben ser justos. Nunca favorezcan a uno de sus hijos por ser más inteligente, más lindo o más talentoso. Un comentario irreflexivo de alguno de los padres puede, a menudo, dejar una herida profunda en sus hijos e inculcar en ellos un sentimiento de inferioridad. ¡Cuánto peor será el daño si a un hijo se lo compara todo el tiempo con sus hermanos o se lo trata de manera injusta! Los niños que pasan por estas situaciones siempre demandan afecto, suelen sentirse solos y heridos, y tienen dificultades para crecer y desarrollarse de manera plena.
Traten a sus hijos con calidez y bríndenle siempre ánimo y cariño. Descubran sus virtudes, elógienlos y fomenten la confianza en sí mismos. Sean sus aliados incondicionales, apóyenlos, llénenlos de amor y crean plenamente en su potencial. Por sobre todo respeten su individualidad. Ese es el papel de un progenitor.
Nuestra sociedad y nuestras escuelas quizá funcionen con mecanismos insensibles de competición, siempre juzgando y seleccionando a las personas por su capacidad o por su aspecto físico. Justamente por eso, es de suma importancia que las familias sean ámbitos de igualdad y de justicia, donde todos sean valorados como seres únicos e irreemplazables.
6) Explicar a los hijos nuestra dedicación a la fe
En definitiva, para educar bien a los hijos y que estos lleguen a ser buenos adultos, los padres tienen que sintonizar profundamente con ellos y crecer a su lado, buscando mejorar juntos.
Los miembros de la Soka Gakkai nos esforzamos en bien de la Ley y de la felicidad de los demás. La nuestra no es una vida egocéntrica. Por eso, probablemente estemos más ocupados que el común de la gente y no tengamos todo el tiempo libre que quisiéramos para el esparcimiento familiar. Así y todo, seguimos luchando por alentar y servir a los demás.
Es una forma sumamente noble de vivir. Asegurémonos de que nuestros hijos entiendan y respeten nuestras convicciones, nuestra forma de vivir y nuestra dedicación. Es un error suponer que, de algún modo, sin que les digamos nada, entenderán por sí solos cuánto los amamos o comprenderán nuestro compromiso con el kosen-rufu. Debemos hacer esfuerzos conscientes para que comprendan cómo nos sentimos y qué pensamos. Para eso, procedamos de manera sabia, sin impacientarnos y sin presionarlos. Encontrar la sabiduría necesaria para ello es una expresión de nuestra fe.
Escuché que, en los Estados Unidos, la desintegración de las familias se ha convertido en un problema social muy grande. La misma tendencia está surgiendo en el Japón. En este contexto, y en consonancia con la creación de la División Futuro en la SGI de los Estados Unidos, he querido transmitirles estas reflexiones personales sobre el tema.
Una de las guías eternas de la Soka Gakkai es «fe para construir una familia armoniosa». Vislumbro el día en que los jóvenes criados por ustedes en familias cálidas y felices lleguen a ser grandes líderes del siglo XXI, e iluminen los Estados Unidos y todo el mundo como una constelación fulgurante de estrellas o como un sol deslumbrante. Con este anhelo concluyo mis palabras.
Del discurso pronunciado en la reunión con representantes de la SGI, celebrada en los Estados Unidos, el 3 de febrero de 1993.
La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.