Parte 2: La revolución humana
Capítulo 15: «Fe para superar obstáculos» [15.17]
15.17 Aliento a los miembros afectados por desastres naturales
Los desastres naturales han aumentado su intensidad y frecuencia en todo el mundo. En las décadas recientes, el Japón ha experimentado dos catástrofes: el gran terremoto de Hanshin, que afectó la región de Kansai en 1995, y el terremoto y tsunami de 2011 que devastó Tohoku.
Tras el gran terremoto de Hanshin, el presidente Ikeda pospuso un viaje al extranjero, donde debía dictar una importante conferencia, y permaneció en el Japón para apoyar a los damnificados. Incluso cuando finalmente partió, siguió enviando desde el avión mensajes a los miembros. Después de la conferencia, regresó de inmediato al país y viajó directamente a la región de Kansai, donde se puso al frente de las actividades para dar apoyo y aliento. En este mismo tenor, después del desastre de Tohoku envió infinidad de palabras de aliento a sus compañeros de fe de las zonas afectadas.
Los siguientes extractos también ofrecen guías para todas las personas que estén sufriendo desastres naturales en diferentes rincones del mundo.
[Después del gran terremoto de Hanshin:]
Desde que se produjo el sismo que arrasó Kobe y las áreas circundantes el mes pasado [el 17 de enero de 1995], he estado orando día y noche por las personas que han muerto en esta catástrofe. Mis oraciones no han sido solo para los miembros de la Soka Gakkai, sino para todos los habitantes de la región.
Nichiren Daishonin dijo sobre un discípulo suyo: «Fue un buda mientras vivió y lo es ahora que ha fallecido. Ha sido un buda en la vida y sigue siéndolo en la muerte».1
Les pido que tengan la seguridad de que sus seres queridos que han fallecido están velando por ustedes y por sus familias, y que renacerán rápidamente.
Lo importante es que todos los que sobrevivimos sigamos conservando la esperanza y seamos felices. Debido a la inseparabilidad entre la vida y la muerte, nuestra felicidad imparte alegría a los difuntos que han sido parte de nuestro corazón, pero también prueba que ellos han alcanzado el estado de budeidad. Por otro lado, cuando dejamos que la pesadumbre nos invada, esa tristeza impregna también a nuestros fallecidos. Recuerden que somos budas en la vida y en la muerte. Siempre estamos juntos y somos inseparables.
El budismo enseña el principio de «transformar el veneno en remedio».
Nuestra fe se asienta en la convicción de que después de un gran mal, sobreviene un gran bien.2
El Sutra del loto garantiza que «el invierno siempre se convierte en primavera».3
La enseñanza de la Ley Mística es para el presente y para el futuro.
Atesorar cada día de nuestra existencia, considerando que es irrepetible y de enorme valor, es una postura de vida que concuerda con el verdadero espíritu del budismo.
Nichiren Daishonin enseña: «[D]e todos los tesoros, el mayor es la vida».4 Espero que, mientras vivan, siempre puedan sentir en su corazón cuán preciada es la vida… más aún que todas las riquezas del universo. Y, por favor, recuerden que lo que hace brillar ese tesoro con supremo esplendor es la fuerza de la fe en la Ley Mística.
El Daishonin también declara: «Cien años de práctica en la Tierra de la Perfecta Felicidad no se comparan con el beneficio de un solo día de práctica en el mundo impuro».5 Nos dice que practicar el budismo un solo día en este «mundo impuro», atravesado de sufrimientos, produce más beneficios que hacerlo una centuria entera en la Tierra de la Perfecta Felicidad; es decir, en un mundo donde no existen dolores ni desdichas.
El Daishonin habla aquí del inmenso beneficio de la práctica budista en el Último Día de la Ley, y sus palabras ponen de relieve cuán noble es esforzarnos en un lugar tan difícil y lleno de conflictos.
Por cierto, la vida abunda en esfuerzos y desafíos. Cada día de nuestra existencia como miembros de la Soka Gakkai genera una plenitud inmensa y beneficios incalculables.
Del diálogo con representantes de la región de Kansai, publicado en japonés en el Seikyo Shimbun, el 6 de febrero de 1995.
***
[En 2000, cinco años después del gran terremoto de Hanshin, el presidente Ikeda estuvo en el Centro Cultural de Nagata, situado en el distrito municipal homónimo de la ciudad de Kobe, que fue una de las áreas más afectadas por el desastre. Allí condujo la ceremonia de gongyo, oró por los fallecidos durante el sismo y alentó afectuosamente a los miembros. También tocó el piano e interpretó «Dainanko» (conocido como «El gran héroe Kusunoki»), una canción de hondos lazos con los miembros de la zona.]
¡Me ha sorprendido la tremenda reconstrucción que han logrado en Nagata! Estoy seguro de que aún tienen muchos retos por delante. Seguiré apoyándolos, mientras viva, estaré haciendo daimoku por todos ustedes.
Tengan la convicción de que sus camaradas y seres queridos que han fallecido a raíz del desastre volverán a sumarse a nuestro movimiento por el kosen-rufu, sin falta.
La vida es una contienda. Una lucha cuya meta es la felicidad. Pero la felicidad no es la simple ausencia de problemas. El budismo enseña que los sufrimientos que experimentamos como seres humanos nos conducen a la iluminación. El Daishonin escribe: «No hay felicidad más verdadera para los seres humanos que entonar Nam-myoho-renge-kyo».6
Cada persona tiene sus desvelos y preocupaciones. A cada uno, en algún momento, le toca afrontar alguna desventura. Y la inquietud más grande es la que está asociada a la muerte. Morir es un destino inevitable —un karma, si se quiere— del cual ninguna persona está exenta. No obstante, recuerden que cuando entonamos Nam-myoho-renge-kyo y luchamos por el kosen-rufu, nuestra vida corporifica la Ley Mística. Nuestra práctica del budismo Nichiren nos permite forjar una identidad firme e invencible, y cultivar la capacidad y la fortaleza para superar cualquier dificultad o desventura con postura serena. Cuando morimos, nos fusionamos con la vida del universo y, a tono con la Ley Mística, seguimos avanzando por el camino de la felicidad.
El Daishonin nos asegura que quienes creen en esa ley «rejuvenecerán»,7 de manera similar, podemos adornar nuestro capítulo final de la vida con brillo y dinamismo, como los gloriosos colores de un ocaso espectacular.
En sus escritos señala: «Nam-myoho-renge-kyo es la mayor de todas las alegrías».8 ¡Vivan con alegría! Nada es más fuerte que una persona jubilosa. Les pido que encaren cada jornada con la entereza y la decisión de superar todo.
¡Vivamos siempre juntos hasta el final!
Yo siempre estoy haciendo daimoku por ustedes. ¡Veámonos pronto!
Del discurso pronunciado en la ceremonia de gongyo celebrada en el Centro Cultural de Nagata, en la prefectura de Hyogo, el 29 de febrero de 2000.
***
[Después del terremoto y tsunami de Tohoku, en 2011.]
Quiero ofrecer mis condolencias más sentidas a todos los que han sufrido pérdidas personales y materiales en el devastador terremoto y tsunami que hace cinco días sacudió Tohoku [el 11 de marzo de 2011], dejando aún a muchos desaparecidos y personas sin identificar. Apenas puedo imaginar el cansancio extremo que estarán soportando. Mi esposa Kaneko y yo, junto con los miembros del Japón y del mundo, estamos haciendo daimoku por ustedes de todo corazón. Estamos orando con fervor por su salud y bienestar, y para que todos los budas y bodisatvas los protejan absolutamente.
También quiero expresar mi infinita gratitud a quienes trabajan con admirable abnegación en las tareas de rescate y auxilio, y a quienes está luchando con total entrega como pilares de apoyo en sus comunidades, en estas horas tan difíciles. Takuboku Ishikawa, un célebre poeta joven oriundo de Tohoku, declaró: «Ayudar a una persona es una labor mucho más excelsa que ser gobernante de un país».9 Todo mi respeto y mi agradecimiento es para ustedes.
Nichiren Daishonin escribe que, aunque debamos enfrentar desastres y calamidades, estas no podrán destruir nuestra mente o nuestro corazón, la esencia más profunda de nuestra vida.10 Nada puede destruir nuestros tesoros del corazón. Cada adversidad no es sino una prueba para superarla y poder construir una felicidad eterna. Nuestra práctica del budismo Nichiren, nuestra fe en la Ley Mística, nos permiten convertir cualquier veneno en medicina, con toda certeza.
Estoy orando con solemnidad por sus seres queridos, familiares y amigos fallecidos. Sinceramente, esto que ha ocurrido es desolador. Pero la vida es eterna, y entonando Nam-myoho-renge-kyo podemos trascender los lazos de la vida y la muerte, y conectarnos con quienes han fallecido. Las personas que ustedes aman y que ya no están, y que a través de ustedes han creado una profunda relación con la Ley Mística, sin falta serán abrazadas por las deidades celestiales, lograrán la budeidad y renacerán pronto en algún lugar cercano a ustedes. Esta es una enseñanza esencial del budismo Nichiren.
En tiempos del Daishonin, en la era Shoka (en agosto de 1257), un tremendo sismo causó daños sin precedentes. Afligido por el dolor y el sufrimiento del pueblo, y en el contexto de otras grandes calamidades, el Daishonin comenzó a escribir su tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, e izó, de esta manera el estandarte de la paz y la justicia para toda la humanidad. Nos asegura: «Cuando ocurre un gran mal, sobreviene un gran bien».11
Hoy, 16 de marzo, es el día en que mi maestro Josei Toda, el segundo presidente de la Soka Gakkai, nos confió a sus jóvenes sucesores la continuidad del kosen-rufu para erradicar el sufrimiento de la faz de la tierra. Superemos triunfalmente este grave desastre fortaleciendo más que nunca nuestro juramento de dedicarnos al kosen-rufu, apoyándonos y alentándonos unos a otros con alma y vida.
Estoy orando fervorosamente por ustedes y pidiéndoles: «¡Jamás sean vencidos! ¡Tengan valor! ¡Tengan esperanza!».
Del mensaje enviado a los miembros de Tohoku tras el terremoto y tsunami que azotó dicha región, publicado en japonés en el Seikyo Shimbun, el 16 de marzo de 2011.
***
[En el segundo aniversario del terremoto y tsunami de Tohoku de 2011, el presidente Ikeda rindió tributo a los miembros que estaban luchando con bravura para reconstruir su vida después del desastre.]
Lo que destruyó la calamidad nunca vista de este terremoto y tsunami, que devastó Tohoku en marzo de 2011, fue algo tan valioso como todos los tesoros del universo.
Se ha perdido un número incalculable de preciosas vidas. Si fuese posible, todos quisiéramos poder reencontrarnos con nuestros seres queridos, familiares, amigos cercanos y camaradas de fe, y ver indemnes a nuestra amada tierra.
Inmediatamente después del desastre, con el corazón transido de dolor, les aseguré a nuestros miembros de las regiones afectadas que, como afirman los principios infalibles del budismo, nada puede destruir los tesoros del corazón.
Estoy conmovido por la perseverancia y la fortaleza de todos ustedes, mis amigos de Tohoku, que armados de estas virtudes han podido sobrevivir y han logrado seguir adelante con su vida. Lo que han hecho, en sí mismo, prueba su misión increíblemente noble y prodigiosa.
En esta lucha valerosa de ustedes por seguir avanzando, sus familiares fallecidos seguirán viviendo en su corazón, trascendiendo la vida y la muerte.
Nichiren Daishonin escribe solemnemente: «No sé cuánto tiempo más habré de vivir —yo o cualquiera—, pero sin falta estaré a su lado cuando llegue para usted la hora de morir, y lo guiaré en el tránsito hacia la próxima existencia».12
Con su mirada compasiva, Nichiren Daishonin —el Buda del Último Día de la Ley— estará velando por cada uno de ustedes, que con espíritu admirable se han sobrepuesto a la tragedia, y también por sus amigos y parientes que han perdido la vida en el sismo. Está protegiéndolos con resuelta decisión a todos, sin excepción.
Puesto que somos practicantes de la eterna Ley Mística, el nuestro es un maravilloso viaje de eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza, ¡siempre junto al Daishonin tanto en la vida como en la muerte!
De la serie de ensayos «Nuestro brillante camino hacia la victoria», publicado en japonés, en el Seikyo Shimbun el 11 de marzo de 2013.
La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1El infierno es la Tierra de la Luz Tranquila, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 478.
- *2Véase El gran mal y el gran bien, en END, pág. 1165.
- *3El invierno siempre se convierte en primavera, en END, pág. 560.
- *4La ofrenda de arroz, en END, pág. 1171.
- *5Saldar las deudas de gratitud, en END, pág. 773.
- *6La felicidad en este mundo, en END, pág. 715.
- *7Véase La unión entre marido y mujer, en END, pág. 486.
- *8Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, págs. 212.
- *9ISHIKAWA, Takuboku: Takuboku Zenshu (Obras completas de Takuboku), Tokio: Chikuma Shobo, 1970, pág. 118.
- *10Véase On the protection of the nation (Sobre proteger la nación), en The Writings of Nichiren Daishonin, vol. 2, pág. 135.
- *11El gran mal y el gran bien, en END, pág. 1165.
- *12Persecución con palos y espadas, en END, pág. 1010.