Parte 2: La revolución humana
Capítulo 16: El budismo se centra en la victoria [16.9]
16.9 Vivir la vida más noble como seres humanos
En el budismo, la victoria no se mide en términos de fama o de honores mundanos, sino por el tipo de valor que hemos sido capaces de crear y por las contribuciones que hemos hecho a la felicidad y el bienestar del prójimo.
«Todo está sujeto a un fluir constante…». De joven, grabé en lo más hondo de mi corazón esta enseñanza del filósofo griego Heráclito. Todos los fenómenos del universo, todas las cosas sin excepción cambian a cada momento de manera incesante. Hemos visto a tantas personas ascender hasta las cumbres más altas de la gloria solo para desplomarse en el fondo del abismo al término de su vida.
Nichiren Daishonin escribe:
A veces, nacemos como seres humanos y llegamos a ser gobernantes de diversos países, altos ministros, aristócratas o funcionarios de la Corte, y nos consideramos incomparablemente felices. Nos conformamos con estos pequeños beneficios y dejamos que ellos sean nuestra causa de deleite.
Sin embargo, el Buda enseñó que tales conquistas son como la prosperidad que uno experimenta en sueños, como una alegría ilusoria; por eso, deberíamos aceptar y practicar el Sutra del loto y manifestar rápidamente la budeidad.1
Desde la perspectiva del budismo, incluso la posición más ilustre que lleguen a ostentar los poderosos, los funcionarios de gobierno, los políticos o las celebridades no es más que «la riqueza que uno experimenta en sueños» o una «alegría irreal». Todo eso es una fugaz ilusión de felicidad.
Es un desperdicio emplear esta breve existencia persiguiendo valores ficticios, yendo tras glorias efímeras o atormentados por la envidia.
En tal caso, ¿cuál es la manera más noble y significativa de vivir? El Daishonin indica que el camino a la felicidad eterna yace en aspirar a la budeidad, una forma de vida insuperable. En otras palabras, la respuesta es hacer brillar al máximo nuestra vida como entidades de la Ley Mística.
Aunque estemos lejos de las pompas y los reconocimientos, y nuestras circunstancias sean sencillas y humildes, los verdaderos campeones, los héroes genuinos, son los que se esfuerzan seriamente en su práctica budista, trabajan con pasión por el kosen-rufu y viven siempre junto a la Ley Mística imperecedera.
El kosen-rufu es una gran empresa interminable. Quienes se consagran a este camino, nos asegura el Daishonin, disfrutarán de una felicidad infinita y vivirán felices toda la eternidad. Esta ha sido su promesa. Por lo tanto, quiero declarar una vez más que los miembros de la Soka Gakkai son los héroes más sublimes y son las personas más eminentes de toda la humanidad.
En un célebre pasaje, Nichiren Daishonin escribe:
Es muy raro nacer como ser humano. El número de seres dotados de vida humana es tan pequeño como la tierra que cabe sobre una uña. La existencia de un ser humano es algo difícil de conservar, así como es difícil mantener el rocío sobre la hierba. Pero es mejor vivir un solo día con honor que ciento veinte años para morir en la deshonra.2
Una vida larga no necesariamente significa tener una buena vida. Lo que cuenta es lo que hayamos dejado a nuestro paso, la clase de valor que hayamos creado, la cantidad de personas que hayamos ayudado a ser felices.
En definitiva, dedicarnos al kosen-rufu es la forma suprema de vivir. Es la contribución más valiosa que podamos hacer a la sociedad. Eso redunda en nuestra propia felicidad y en la dicha de las demás personas. La vida y la fe, el budismo y la sociedad, son términos indivisibles.
Por eso el Daishonin nos alienta a trabajar por el Sutra del loto y por el kosen-rufu, y a hacernos una reputación sobre la base de estos esfuerzos. Nos pide que escribamos y dejemos una digna historia personal de victorias donde no haya nada que recriminarnos, sabiendo que hemos hecho lo mejor en el limitado tiempo que disponemos en esta existencia.
Si vamos a luchar, lo mejor es hacerlo con actitud positiva. De lo contrario, no disfrutaremos. Cuando ese mismo esfuerzo lo hacemos por propia iniciativa y jubilosamente, sentimos un caudal inagotable de alegría y de vitalidad.
¡Desafiémonos con alborozo! Los que avanzan alegremente acumulan buena fortuna. El foco del budismo es la victoria, porque el budismo es una lucha incesante. Los que perseveren con entusiasmo triunfarán al final. Los que mantengan siempre la fe en la Ley Mística y entonen Nam-myoho-renge-kyo con persistencia serán los máximos vencedores.
Del discurso pronunciado en la reunión de la sede central para responsables, en Tokio, el 24 de marzo de 1993.
La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.