Parte 2: La revolución humana
Capítulo 20: Aliento para los jóvenes [20.14]
20.14 Las personas fuertes se ponen de pie por sí solas
El presidente Ikeda recalca que el valor de levantarse solo es un aspecto esencial de la juventud.
El poeta y dramaturgo alemán Friedrich von Schiller declaró que una persona con fortaleza espiritual se hacía más fuerte cuando actuaba sola.1 He atesorado estas palabras desde mi juventud.
No es bueno seguir a la muchedumbre ciegamente. Aceptar algo sin someterlo a evaluación, solo porque lo hacen los demás, o preferir no tener que tomar decisiones son actitudes relacionadas con la apatía y la pereza mental. Estas tendencias son peligrosas. Cuando todos dicen que la guerra es válida, se lanzan a combatir sin ejercer el disenso ni el juicio crítico, aun sabiendo que será algo catastrófico. Nadie tiene el valor de ponerse de pie y declarar con firmeza: «¡Están equivocados!». La población sigue la corriente social y repite lo que está a la orden del día.
Pero no nos dejemos engañar. Nunca abandonemos nuestro compromiso con la paz, el deseo de aprender, y el amor a la humanidad. Hace falta bravura para poner en práctica estos valores y alentar a otros a proclamarlos. Y esa valentía está en nuestro interior. Es algo que uno mismo debe desplegar desde adentro.
Seguir a la multitud irreflexivamente no es valor, sino cobardía. No es democracia, sino fascismo. En una democracia, cada uno debe reconocer que es protagonista de la sociedad y, como tal, tiene una responsabilidad que cumplir. En cambio, lo que hoy abunda es el interés egoísta de pensar «mientras yo esté bien, no me importa los demás», y la obediencia ciega de «hacer y pensar como la mayoría, porque es más conveniente».
Para guiar al mundo en dirección a la paz y al bien, es necesario tener el valor de levantarnos por decisión propia. Si las personas valientes se unen con firmes lazos solidarios, pueden transformar la sociedad. Pero todo comienza de que uno mismo extraiga valor. Todo comienza a partir de ahí.
El valor es inseparable de la justicia. Es la determinación de hacer el bien, de construir una sociedad justa, y de seguir un camino correcto como seres humanos. Es actuar positivamente, no solo por el bien de uno mismo, sino también por la humanidad y por el mundo. La fuerza indispensable para eso es la valentía. Nuestros esfuerzos quizá no llamen la atención, pero en realidad brillan de manera sublime.
Para poner freno al maltrato hace falta coraje. Para sobrellevar dificultades y superar circunstancias difíciles hace falta osadía. Para tener una vida productiva y correcta, día tras día, hace falta bravura. Y hace falta un tremendo valor para expresar nuestras opiniones ante la familia y los amigos, con el propósito de que todos, incluso nosotros mismos, avancemos en dirección más positiva.
Las personas que tienen el arrojo de hacer lo correcto, digan lo que digan los demás, poseen una «espada valiosa» de poder ilimitado. En el budismo, a estas personas se las llama budas y bodisatvas.
Los individuos valientes de verdad no tienen intenciones ocultas. Son sinceros y directos, y por eso suelen ser malinterpretados o, peor aún, tratados como personas viles. En cambio, hay gente manipuladora, proclive a las maniobras solapadas, que usa a los demás para promover sus intereses y ganar popularidad. Pero muchos se dejan engañar por su éxito aparente y hasta los envidian.
Así y todo, como quiera que sean los demás, quienes actúan correctamente —aunque sean malinterpretados, o sufran burlas y ataques— tienen la conciencia limpia. Los triunfadores son ellos.
Lo que define nuestra verdadera valentía es que vivamos motivados por la justicia y el amor compasivo. El señor Toda solía decir:
Para las personas comunes, es difícil sentir amor compasivo. O a uno no le nace, o las emociones se interponen. Aunque esta benevolencia es esencial, nos cuesta manifestarla. Pero lo que podemos tener es valentía. En términos prácticos, la bravura es un medio que nos permite actuar con amor a los semejantes.
Y, de hecho, si actuamos con valor, vemos que nuestro amor a los demás se vuelve cada vez más hondo. El valor, sin duda alguna, es la virtud suprema.
De Conversaciones sobre la juventud II, publicado en japonés en setiembre de 2000.
La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1Véase SCHILLER, Friedrich von: Wilhelm Tell (Guillermo Tell), trad. y ed. William F. Mainland, Chicago: University of Chicago Press, 1973, pág. 24.