Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 23: Valorar a cada persona [23.8]
23.8 El budismo Nichiren es una enseñanza de humanismo sin precedentes
El presidente Ikeda cita una conmovedora carta del Daishonin a la monja laica de Ueno, quien había perdido a un hijo de corta edad, y se refiere a la práctica humanista del budismo Nichiren, que nos enseña a valorar a cada individuo.
El 5 de setiembre de 1280, murió Nanjo Shichiro Goro, el hermano menor de Nanjo Tokimitsu. No se sabe bien de su causa, pero está claro que se trató de una muerte repentina. Tenía solo dieciséis años.1
Cuando el Daishonin supo la triste noticia, envió de inmediato una carta a Tokimitsu y a su madre, la monja laica de Ueno, expresándoles sus condolencias y su aliento sincero. La misiva está fechada un día después del fallecimiento del joven. Escribe:
Con respecto a la noticia del deceso de Nanjo Shichiro Goro, cuando alguien nace, debe morir. Es algo incuestionable, aceptado por sabios y necios, eminencias y plebeyos por igual. Por lo tanto, uno no debería sentir congoja ni alarmarse ante la muerte de alguien; sé que es así y se lo enseño a otros. Sin embargo, cuando de verdad ocurre algo como esto, me pregunto si no lo habré soñado o si será una ilusión.
¡Cuánto más inmenso tendrá que ser, entonces, el dolor de una madre! Ya había perdido antes a sus padres y hermanos, y hasta su amado esposo la había precedido en la muerte. Con todo, aún le quedaban sus muchos hijos para darle consuelo a su alma.
Pero ahora, de golpe, como un capullo que se marchita en el viento antes de abrirse en flor, como una luna llena que en un instante desaparece de la vista, le quitan a su hijo menor, a su adorado, a ese varón de corazón devoto que superaba a todos los demás en cualidades y forma, y a quien todos apreciaban y querían.
Apenas puedo creer que haya sucedido algo así… No puedo siquiera figurarme qué palabras agregar, aunque hay tanto más que quisiera decirle. […]
Posdata: Cuando lo conocí, el decimoquinto día del sexto mes, pensé qué joven tan excelente y enérgico era. ¡Cuánto me duele saber que no volveré a verlo…! No obstante, ya que se había consagrado al buda Shakyamuni y al Sutra del loto, murió de una manera digna. Sé que, en su corazón, ha ido a encontrarse con su padre en la tierra pura del Pico del Águila, donde ambos se estrecharán las manos y se contemplarán con alegría. ¡Qué espléndido, qué espléndido!2
Como nos permite saber la posdata, tres meses antes Shichiro Goro había visitado al Daishonin en compañía de su hermano mayor Tokimitsu. Ver a esos dos jóvenes maravillosos, henchidos de promesa, lo había llenado de esperanza y de felicidad. Por eso, al saber que el menor había fallecido, aun sin entender bien las circunstancias, sintió que debería tratarse de un sueño o de una ilusión. El deceso había sido una conmoción y una enorme congoja para todos.
Cuando el padre de los muchachos había fallecido, la monja laica de Ueno estaba embarazada de Shichiro Goro. La angustia de haber perdido a este hijo amado, que tanto consuelo había significado para ella en esos momentos de dolor, tuvo que ser devastadora. La lucha de esta madre se asemeja a los esfuerzos que realizan las actuales integrantes de la División Femenina, que se debaten con un sinfín de quehaceres mientras educan a sus hijos para que sean excelentes sucesores en pos del kosen-rufu.
El Daishonin le envía palabras de profunda consideración que llegan al corazón doliente de esa madre. Abraza su tristeza indescriptible como si fuera su propio pesar y llora con ella en su fuero interno.
No se trata de un consuelo superficial. Es una sincera conexión de vida a vida basada en la identificación profunda con el otro, para compartir sus pesares y aflicciones. Es sentir, en lo más hondo del alma, el dolor y la tristeza de la persona que sufre. Así se comportaba Nichiren Daishonin, el Buda del Último Día de la Ley. ¡Cómo no conmoverse con su humanismo incomparable! Los miembros de la Soka Gakkai estamos perpetuando este espíritu profundamente humano y considerado del Daishonin.
Lo que define a un auténtico practicante del budismo es su disposición a brindar aliento sincero. El espíritu del Daishonin fue alentar sin pérdida de tiempo a las personas que sufrían o que estaban pasando por dificultades; convertir su tristeza en valentía y su sufrimiento en esperanza.
Del discurso pronunciado en una reunión nacional de líderes de la División de Jóvenes, celebrada en Tokio el 12 de abril de 1992.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.