Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 24: La organización para el kosen-rufu [24.5]
24.5 Construir una red de personas unidas y dedicadas al bien
Los dos primeros presidentes de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, comprendieron desde el primer momento la importancia de tener una organización que impulsara el kosen-rufu. El presidente Ikeda, destacando este punto, discurre sobre la profunda misión de la Soka Gakkai como organización dedicada al logro de ese ideal.
Tsunesaburo Makiguchi comenzó a practicar el budismo Nichiren en 1928, a los 57 años. Josei Toda, en ese momento un joven de 28 años, siguió sus pasos e inició la práctica al mismo tiempo que su mentor. Dicho sea de paso, eso ocurrió el año en que yo nací.
En su obra Soka Kyoikugaku Taikei (El sistema pedagógico de la creación de valores), el señor Makiguchi escribe:
Si no hubiera abrazado la fe en el Sutra del loto, sin duda habría fingido no ver el mal para no ofender ni molestar a nadie, como hacen, con las mejores intenciones, tantos de mis amigos y conocidos; me habría abstenido de decir lo que realmente pensaba, aferrándome a la idea de que perder la estima y el respeto de los demás iría en mi propia desventaja. […] Pero si todos siguieran suscribiendo esta aparente sabiduría, ¿qué ocurriría con nuestro país y con la sociedad?1
Si, para no meterse en problemas, todos optaran por no agitar el avispero, por ignorar lo que está mal, por evitar la confrontación, ¿adónde iría a parar la sociedad? Terminaría dominada por individuos corruptos, mientras que a las personas de bien se las reprimiría y se las sometería a persecución. Esto, aseguró el señor Makiguchi, para un budista es una situación inaceptable.
Por eso se puso de pie resueltamente, para luchar por el bien y batallar contra el mal. Inició este desafío porque la verdadera enseñanza budista afirma que no debemos mirar para otro lado e ignorar lo injusto y erróneo.
*
El señor Makiguchi advirtió que los perversos arman de inmediato contubernios. Conscientes de sus propias debilidades y falencias, no se sienten seguras actuando a solas. Por eso se alían rápidamente y, en especial, buscan protegerse al amparo de los poderosos. También son proclives a asociarse con otros para enfrentar algún oponente en común.2
Tenía claro el esquema invariable con el cual operan los individuos inescrupulosos. Su filosofía y su sagacidad siguen siendo, hoy, tan lúcidas como en aquel entonces. Fue un hombre realmente singular y extraordinario.
Pero así como los corruptos enseguida buscan compañía, no ocurre lo mismo con la gente de bien. ¿Por qué?
Makiguchi lo explica así: «Como las personas de bien no tienen profundas debilidades o flaquezas, tienden a ser independientes y a no aliarse fácilmente, y eso las vuelve vulnerables a la represión».3
A diferencia de los corruptos, la gente buena suele enfrentar la vida de manera autónoma. Como resultado de ello, según el maestro Makiguchi: «Cuanto más poder adquieren los inescrupulosos, más oprimen a los buenos; estos, en cambio, al mantenerse aislados no suelen crear una fuerza colectiva. Mientras que los primeros se multiplican, los últimos son cada vez menos, y esto redunda en una sociedad lamentable».4
La gente mala busca unirse a otros de su misma característica, y su influencia es cada vez más fuerte. La gente buena no crea alianzas y su poder disminuye y se debilita. De ese modo, la sociedad se vuelve oscura, brutal, amenazadora. Las palabras del señor Makiguchi describen con exactitud lo que ocurre hoy en el Japón y en el mundo.
Para vencer esta alianza perniciosa, es menester crear una activa red orientada al bien, claramente definida. Para eso, el señor Makiguchi fundó la Soka Kyoiku Gakkai (Sociedad Pedagógica para la Creación de Valores, precursora de la Soka Gakkai) como una convergencia de personas comprometidas con la causa del bien.
Con las teorías y principios abstractos no basta; tenemos que construir una organización sólida y perdurable dedicada a la justicia y al bien, para que las personas realmente se unan formando una fuerza constructiva. Con esta convicción, los maestros Makiguchi y Toda fundaron nuestra organización.
Cuando mi mentor salió de la cárcel y se puso a trabajar solo, en un país arrasado por la guerra, lo primero que hizo fue reconstruir la Soka Gakkai. Se esforzó incansablemente con esa finalidad. Ese fue el punto de partida de todos sus empeños.
El señor Toda solía decir que valoraba la organización Soka Gakkai más que a su propia vida.
De joven, yo mismo también observé la importancia de las organizaciones. En aquellos años de posguerra, las asociaciones y los sindicatos eran fuerzas muy activas en la sociedad.
Poco después de que terminara la guerra, antes de que yo comenzara a practicar el budismo Nichiren, empecé a reunirme periódicamente con un grupo de amigos para estudiar de manera informal. En una oportunidad, invitamos a participar a un profesor universitario. Esta persona nos dijo que debatir ideas era valioso, pero que, en los años futuros, la clave del éxito estaría en las organizaciones. Uno podrá proclamar las mejores teorías —dijo—, pero los que prevalecerán serán los que se organicen. Nunca olvidé sus palabras.
Poco tiempo después tuve oportunidad de conocer al maestro Toda y a la Soka Gakkai. El señor Toda estaba dedicado por completo a reconstruir la organización. Sentí, de manera inmediata, que esa persona notable que tenía frente a mí estaba poniendo en práctica lo que aquel profesor me había dicho. Con los ojos sagaces de la juventud, reconocí su grandeza.
Hoy, la Soka Gakkai se ha convertido en una extraordinaria agrupación del pueblo. Herederos de la visión de nuestro fundador, hemos creado una amplia y sólida red de sabiduría y de bien en todo el mundo, que pensamos expandir mucho más todavía.
Por muchas fuerzas negativas que se alíen para atacarnos, la Soka Gakkai se mantendrá imperturbable.
Espero que todos entiendan que el actual desarrollo de la Soka Gakkai se debe al beneficio derivado de la abnegada lucha de nuestros dos primeros presidentes, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, quienes confrontaron la naturaleza demoníaca de la autoridad poniendo en riesgo su vida.
Del discurso pronunciado en una reunión de la sede central para responsables celebrada en Tokio el 12 de noviembre de 1994.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Soka Kyoikugaku Taikei (El sistema pedagógico de la creación de valor), en Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), Tokio: Daisanbunmei-sha, 1983, vol. 6, págs. 68-69.
- *2Véase ib., págs. 67-68.
- *3MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), Tokio: Daisanbunmei-sha, 1984, vol. 8, pág. 349.
- *4Ib., vol. 6, pág. 69.