Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 27: El corazón de la Soka Gakkai es la relación de maestro y discípulo [27.3]
27.3 Los diez discípulos principales de Shakyamuni
El presidente Ikeda menciona el ejemplo de los diez discípulos principales de Shakyamuni para mostrar que los discípulos, al esforzarse por poner en práctica lo que su maestro les está enseñando, cultivan su personalidad y capacidad; y que, en ese proceso, cada uno consuma su propia misión y potencial.
Shakyamuni tuvo diez discípulos principales. Cada uno de ellos, siguiendo la instrucción y la guía de su maestro, pudo con su práctica budista desarrollar sus propias cualidades y personalidad, y emplear su mejor recurso o «arma» en la lucha altruista por propagar el budismo.
1) A Shariputra se lo conocía como el «primero en sabiduría». Inicialmente había sido seguidor de un maestro no budista, pero luego se sumó a la comunidad de practicantes de Shakyamuni junto con Maudgalyayana. Shariputra era un discípulo tan notable que podía predicar las enseñanzas en ausencia del Buda, pero lamentablemente murió antes que Shakyamuni.
2) Mahakashyapa era el que «más sobresalía en prácticas ascéticas (dhutas)». Al parecer, fue un hombre callado e introvertido, que ejecutaba muy bien ciertas prácticas estrictas de disciplina, por lo cual debe de haber tenido una personalidad valiente y responsable. Aunque no era una persona de alto perfil, tras la muerte de Shakyamuni su tarea fue crucial para proteger la comunidad de practicantes.
3) Ananda era «el primero en escuchar las enseñanzas del Buda». Durante muchos años fue el asistente personal de Shakyamuni. Ya que estaba con él en todo momento, tuvo más oportunidades de escuchar sus sermones y guías que ningún otro. Era un joven cordial, agradable y de buen corazón, siempre defensor de la causa de las mujeres que querían renunciar a la vida secular y sumarse a la Orden budista.
4) Subhuti era quien mejor comprendía la doctrina de la no sustancialidad. Se llevaba bien con todos, y tenía una personalidad equilibrada y madura.
5) Purna sobresalía por su dedicación a predicar la Ley. Su cualidad especial era la elocuencia.
6) Maudgalyayana era «el primero en poderes trascendentales». Uno de ellos era la facultad de viajar libremente a todas partes. Así como su infaltable compañero Shariputra era un hombre de ideas, Maudgalyayana era una persona de acción, apasionada e intuitiva.
7) Katyayana era sobresaliente en el debate. Era un lógico riguroso, muy convincente para explicar las enseñanzas de Shakyamuni y debatir con representantes de otras religiones.
8) Aniruddha era notable por su «visión divina». En una ocasión, se quedó dormido mientras su maestro predicaba, y Shakyamuni lo hizo reflexionar estrictamente. Después de esa experiencia, se entregó a prácticas algo extremas para evitar el sueño, que lo condujeron a perder la vista. Pero a la par de quedar ciego, desarrolló una visión trascendental muy especial, que le dio facultades extraordinarias de percepción y de juicio.
9) Upali sobresalía por su observancia de los preceptos. Era de casta inferior y no tenía ningún talento especial, pero practicaba con profunda sinceridad las enseñanzas de su maestro. Se lo puede considerar un representante del pueblo, de la gente corriente.
10) Rahula era notable por su «práctica constante y poco notoria», que llevaba a cabo a diario con atención meticulosa y precisa. Era hijo de Shakyamuni, nacido antes de que este abandonara la vida secular, y comenzó a practicar el budismo a los quince años. Aunque debió sobrellevar muchas dificultades como hijo del Buda, aprendió a ser muy cuidadoso y sensible a los detalles, y esto le valió el respeto de todos.
A los diez discípulos principales se los menciona en varias escrituras; al combinar la información que aparece en todas ellas se llega a esta descripción general de sus características. Como podemos ver, Shakyamuni supo, como buen maestro, desarrollar las fortalezas y hacer florecer las cualidades singulares de discípulos muy diversos.
Cuando el joven Shakyamuni estableció su grupo inicial de seguidores, no tenían edificios, ni una organización bien estructurada, ni contaban con la confianza y el apoyo de la opinión pública. Solo tenían la relación de maestro y discípulo. Y ese fue el punto de partida del budismo.
Los discípulos se dedicaban a propagar las enseñanzas en respuesta al mensaje de su maestro. Shakyamuni alentó a los practicantes a esforzarse en la transmisión del budismo desde los primeros tiempos. Les enseñó a predicar la Ley y a emprender actividades de propagación en forma inmediata.
La transmisión de la Ley, abarca todas las formas de práctica del budismo. No hay mejor manera de enriquecer la personalidad. Si descuidamos la práctica básica de difundir el budismo a otros, tampoco podemos cultivarnos a nosotros mismos como seres humanos.
Muy a menudo, cuando los líderes dejan de crecer como personas recurren al poder organizativo para manipular a la gente. Y aquí comienza la corrupción de las instituciones.
La savia vital del budismo yace en el esfuerzo constante dedicado a la propagación. Esta, además de ser la enseñanza de Shakyamuni, es el camino directo hacia la budeidad que Nichiren Daishonin, el Buda del Último Día de la Ley, enseñó a sus seguidores aun poniendo su vida en riesgo.
Los diez discípulos principales no se ponían límites en su práctica. Se lanzaban a cumplir su misión con alma y vida, y se empeñaban denodadamente para construir la Orden budista, cada uno aportando sus propias cualidades y desarrollando sus puntos fuertes.
Iniciaron una lucha incesante por descubrir de qué forma podían poner en práctica las enseñanzas, y transmitir lo que su maestro había grabado de manera indeleble en la vida de cada uno de ellos. Para esos discípulos dispuestos a responder, a aplicar todo lo que su mentor les estaba enseñando, cada instante era una lucha sincera, una batalla en bien de la Ley, en la cual no pensaban retroceder ni un solo paso.
Al mismo tiempo, el maestro solo puede constatar el potencial y la capacidad de sus discípulos si les proporciona oportunidades de accionar. Esa fuerza inherente no siempre resulta evidente a simple vista.
Solo logramos revelar nuestra verdadera naturaleza intrínseca, y hacer brillar desde adentro el diamante de nuestra personalidad singular, cuando nos entrenamos y nos ponemos a prueba empujando nuestros límites. Los ámbitos de la política o los negocios no son suficientes para desarrollar nuestra humanidad de manera plena. Incluso el mundo educativo tiene sus límites. Este es el profundo significado de nuestra práctica del budismo Nichiren, que nos permite acendrar nuestra vida en el nivel más profundo.
Del discurso pronunciado en una reunión de líderes de la División de Jóvenes, celebrada en Tokio el 20 de abril de 1990.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.