Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 28: Los tres presidentes fundadores y el camino de maestro y discípulo [28.2]
28.2 «Una alegría indescriptible»
Tras observar que el señor Makiguchi empezó a practicar el budismo Nichiren a una edad relativamente avanzada, el presidente Ikeda nos alienta a no olvidar nunca el espíritu con que nuestro fundador dedicó su vida a un noble propósito.
Tsunesaburo Makiguchi comenzó a practicar el budismo Nichiren a la edad de 57, en 1928, el mismo año en que yo nací. No era, realmente, un hombre joven. Es más, si tenemos en cuenta la esperanza de vida de esa época, hasta diríamos que era una persona bastante mayor. En otras palabras, inició su práctica del budismo Nichiren en el tramo final de su vida; y, sin embargo, dejó como legado contribuciones indelebles en la historia del kosen-rufu. En sus últimos años, entabló una lucha implacable contra el gobierno militarista del Japón y murió en la cárcel, con inmensa dignidad, como prisionero de conciencia.
Puesto a describir sus sentimientos al dar los primeros pasos en la práctica budista, el señor Makiguchi dijo:
Cuando tomé la gran decisión y, por fin, me comprometí a practicar el budismo Nichiren, llegué a comprender y a apreciar en mi realidad cotidiana las palabras del Daishonin que dicen: «Cuando el cielo se despeja, la tierra se ilumina. Del mismo modo, cuando uno conoce el Sutra del loto, comprende el significado de todas las cuestiones mundanas».1 Con una dicha indescriptible, cambié por completo la forma en que había vivido durante casi sesenta años.2
Observemos que utiliza la expresión «dicha indescriptible». Esa decisión de basar su vida en la filosofía fundamental del budismo Nichiren transformó completamente la manera en que había vivido hasta entonces. Y se lanzó a actuar en la sociedad con total libertad y energía. Sus palabras nos transmiten, con vitalidad exultante, que la dicha que produce su experiencia era superior a todo.
De eso se trata el beneficio de practicar el budismo Nichiren; es importante que sigamos viviendo con alegría, día tras día, tal como un río fluye incesantemente. A través de una fe profunda y firme, podemos elevar e incrementar nuestra felicidad interior. Por eso, el señor Makiguchi nos enseñó a no dejar que nada destruya esa dicha; a no dejar que nada ni nadie socaven nuestra fe y práctica, que son el origen de nuestro espíritu jubiloso y de nuestra forma de vivir.
El señor Makiguchi continuaba: «[Una vez que inicié mi práctica del budismo] desapareció por completo la ansiedad con que había estado buscando respuestas a la vida en la oscuridad, y dejé de ser una persona reservada y reticente. Mis metas en la vida se volvieron más grandes y nobles, y mis temores se esfumaron».3
¡Mientras vivan, háganlo con convicción y valentía, dedicados a un noble propósito! Ese fue el espíritu de quien fundó la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi.
Espero que cada uno de ustedes grabe en lo profundo de su corazón esta postura y viva fiel a su misión, siempre consagrado al ideal altruista que nos une.
Del discurso pronunciado en una reunión general de Tokio celebrada en esta ciudad, el 24 de agosto de 1989.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.