Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 28: Los tres presidentes fundadores y el camino de maestro y discípulo [28.4]
28.4 La fundación de la Soka Gakkai y el espíritu de maestro y discípulo
El 18 de noviembre de 1930, día en que se celebra la fundación de la Soka Gakkai, es la fecha de publicación del primer volumen de Soka Kyoikugaku Taikei (El sistema pedagógico de la creación de valores), la obra capital del señor Makiguchi. El espíritu de maestro y discípulo se erige en el centro de esta historia.
El 18 de noviembre de 1930, día en que celebramos la fundación de la Soka Gakkai, es la fecha en que se publicó la gran obra del señor Makiguchi, Soka Kyoikugaku Taikei (El sistema pedagógico de la creación de valores). La publicación de este volumen trascendental fue, también, fruto de la lucha conjunta del maestro y el discípulo.
El nombre «educación creadora de valores» con que designó su teoría pedagógica surgió mientras se desempeñaba como director de la Escuela Primaria de Shirokane, en Shiba, Tokio. Durante este período, la máxima autoridad del Departamento de Educación de Tokio, jefe de todos los inspectores de escuela, se alió con otras personas para orquestar el apartamiento de Makiguchi, quien propugnaba una reforma educativa y se negaba a consentir la injusticia. Nuestro presidente fundador venía pensando seriamente en publicar su teoría, que había construido a partir de su larga experiencia como educador en el terreno y sobre sus reflexiones como director de escuela, para ofrecer guías y recursos a los futuros maestros de nivel primario.
Una noche de invierno, Makiguchi y Toda se quedaron conversando hasta tarde, sentados alrededor del brasero de carbón en casa de este último. Fue entonces cuando Toda supo que su maestro quería dar forma concreta a esa teoría pedagógica.
En aquellos tiempos, la mayoría de los estudiosos japoneses buscaban ávidamente textos académicos de autores occidentales. Había pocas probabilidades de que un libro de teoría educativa, escrito por un ignoto director de escuela primaria japonés, se convirtiera en un éxito de ventas; era evidente que ningún editor querría invertir dinero en publicarlo.
Inmediatamente después de contarle a Toda su deseo de volcar sus ideas en un libro, Makiguchi admitió que el panorama no era alentador:
—Desde luego, no es razonable encarar la publicación de una obra que no se venderá y que solo acarreará pérdida.
Toda respondió con convicción:
—Sensei, ¡déjelo en mis manos!
—Pero será muy costoso…
—Eso no importa. No soy rico, pero tengo 19 000 yenes. Los invertiré con todo gusto, hasta el último céntimo.
En ese momento, el sueldo inicial de un maestro de escuela primaria era de unos cincuenta yenes por mes. Toda dirigía un instituto privado, el Jishu Gakkan, donde ponía en práctica la filosofía educativa de su maestro. Estaba dispuesto a emplear todo lo que tenía en el mundo para asegurar que las ideas de su mentor quedaran documentadas, pasaran por la imprenta y pudieran transmitirse a otros.
—Me marché de Hokkaido sin un billete en el bolsillo —dijo Toda—. Pude convertirme en el hombre que soy gracias a haber conocido a usted… Consciente de eso, no me preocupa en volver a quedarme sin nada.
Makiguchi miró fijamente a su discípulo y, al cabo de un instante, asintió.
—De acuerdo. Si esa es tu determinación, ¡adelante con ello!
Sus ojos refulgían vivamente. Luego agregó en voz baja, casi como para sí mismo:
—En ese caso, debo darle un nombre a mi teoría…
—¿Cuál es el propósito de su sistema pedagógico? —preguntó Toda.
—En dos palabras, crear valor.
—A ver, déjeme pensar… «Ética para la creación de valor» y «Teoría educacional para crear valores» suenan un poco abstractos.
—Sí, no terminan de convencerme. Tal vez podría ser «educación creativa» pero tampoco me entusiasma del todo.
De pronto, agitado por el entusiasmo, Toda propuso:
—Sensei, ¿qué le parece si tomamos el primer carácter chino de la palabra sozo (creación) y de la palabra kachi (valores), y formamos con ambos la palabra soka, y la usamos para el título Soka Kyoikugaku (educación creadora de valores)?
—¡Sí! ¡Es un buen nombre!
—Perfecto. Entonces ya lo tenemos: «educación creadora de valores».
Ya eran más de las doce. En ese diálogo entre el mentor y su discípulo, se utilizó por primera vez el nombre «Soka» para denotar la creación de valor.
El problema que parecía más gravoso para publicar la teoría de Makiguchi era organizar lo que había escrito, que, en verdad, ni siquiera era un manuscrito. En medio de sus interminables tareas como director de escuela, Makiguchi solía apuntar sus observaciones en el dorso de sobres usados, impresos publicitarios, recortes y cualquier papel de descarte, cada vez que alguna idea venía a su mente; a veces, repetía una misma conclusión dos o tres veces en distintos apuntes. Para poder publicar ese material en forma de libro, sería necesario ordenarlo y editarlo con detenimiento.
Pero no había ningún voluntario que quisiera ocuparse de semejante tarea. Era un aspecto que también preocupaba a Makiguchi.
Entonces, una vez más, Toda dijo:
—Sensei, deje que me encargue de ello…
—No… No puedo dejar que, encima de todo, también hagas eso. Sé que eres un matemático brillante, pero compilar y editar un manuscrito es un trabajo muy distinto, y me temo que será pedirte demasiado.
Reacio a imponer a Toda una carga tan pesada, Makiguchi declinó el ofrecimiento de su discípulo.
Sin embargo, este respondió:
—Sensei, reconozco que la escritura académica no es mi área de especialidad y que no suelo manejar un lenguaje teórico muy sofisticado. Pero si el libro termina siendo demasiado difícil para alguien como yo, ¿quién querrá leerlo? ¿Qué tipo de público tiene usted en mente? ¿Quiere que solo lean su libro los mejores académicos y teóricos del mundo? Ahora bien, si está dispuesto a publicar una obra que incluso yo pueda entender, con todo gusto me ocuparé de organizar el material y de editarlo.
Fue así como Makiguchi, finalmente, aceptó la propuesta.
En una pequeña sala de su hogar, tijera en mano, Toda fue ordenando sobre el suelo las hojas y papeles, y cortando las partes repetidas. La habitación quedó completamente tapizada de apuntes. Cuando vio todas las notas así dispuestas, formando un conjunto, advirtió que estaban enlazadas por un enfoque coherente y que de ellas se desprendía una teoría brillante.
Embargado de gratitud a su maestro, Toda puso manos a la obra.
Y el 18 de noviembre de 1930 salió de la imprenta el primer volumen de El sistema pedagógico de la creación de valores. En la portada, aparecía como editora de la obra la Soka Kyoiku Gakkai (Sociedad pedagógica para la creación de valores, precursora de la Soka Gakkai). Y, en un acto de enorme sinceridad y diligencia como discípulo, Toda había hecho imprimir en letras doradas el título del ejemplar y el nombre del autor.
En el prefacio, Makiguchi expresaba su agradecimiento a los jóvenes que habían colaborado en la edición y la corrección del manuscrito y citaba, en especial, la decisiva contribución de Josei Toda. Makiguchi señalaba que Toda se había convencido de la validez de sus ideas luego de experimentar con ellas y de someterlas a prueba en el Jishu Gakkan, con excelentes resultados. Agregaba que, en el acabado y la promoción de su teoría pedagógica, Toda había cumplido una función irreemplazable. También elogiaba la obra de referencia escrita por su discípulo, Suirishiki Shido Sanjutsu (Guía de aritmética deductiva), diciendo que era un libro de texto pionero que reflejaba las ideas de la educación creadora de valores.1
Makiguchi consideraba la existencia de Toda como «un rayo de luz que alumbra el futuro aún incierto de la educación creadora de valores»,2 comparando la relación entre ambos con la que habían tenido Nikolai Grundtvig —fundador de las escuelas secundarias tradicionales de Dinamarca— y su joven discípulo Christen Kold.
Así pues, desde sus mismos orígenes, la Soka Gakkai nació de la relación de maestro y discípulo. Como tal, para mantener vivo el espíritu de la Soka, debemos transmitir y perpetuar esta senda de mentor y discípulo.
Del capítulo «Lucha intrépida», del volumen 23 de La nueva revolución humana.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.