Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 29: Una religión cuyo propósito sea la felicidad humana [29.8]
29.8 El budismo enseña el camino de la vida y del humanismo
El presidente Ikeda explica que el budismo Nichiren es una enseñanza humanística que propone un rumbo positivo para nuestra vida; señala, además, que la Soka Gakkai está poniendo en práctica en la época contemporánea ese espíritu humanista del budismo.
El budismo Nichiren se ocupa del ser humano. Mi interés también se centra en las personas.
Considero que el sujeto, el individuo, es de extrema importancia. En cambio, la nacionalidad, la posición social, la ideología no cuentan. El cimiento de todo es el ser humano. Así pues, todos mis esfuerzos están dirigidos a la gente.
Creo que todo depende del individuo, de cómo actúa el sujeto en su ámbito humano.
Creo que el mundo, en conjunto, también está avanzando hacia el humanismo, hacia un paradigma que dé prioridad a las personas.
El propósito fundacional del budismo fue enseñar al pueblo la mejor manera de vivir.
Shakyamuni enseñó un camino de humanismo accesible y válido para todos.
Algunos tal vez consideren que el budismo propone un mundo separado de la existencia prosaica y cotidiana. A decir verdad, es cierto que los sacerdotes a menudo exponen las enseñanzas budistas de este modo, para aumentar su propia autoridad espiritual.
Pero así no es el budismo auténtico. Así no es la enseñanza concebida por Shakyamuni. Lo que este reveló y esclareció fue un camino de vida y de humanismo eterno y universal.
Shakyamuni describió en estos términos la iluminación que adquirió bajo el árbol bodhi:
Supongamos que un hombre deambula por un bosque remoto y encuentra una senda por la cual transitaron personas de épocas pasadas. La sigue y llega a una capital derruida, pero que antaño fue una ciudad muy poblada. Se da cuenta de que ha sido una urbe espléndida, rodeada de arboledas y de hermosos estanques de lotos. Tras regresar a su hogar, el hombre le informa al rey lo que ha visto y le solicita que restaure esa antigua capital. El monarca accede a su petición y muchas personas vuelven a transitar por esa vieja ruta, se instalan en esa ciudad restaurada y vuelven a hacer de ella un próspero lugar donde vivir. De la misma manera, estando sentado bajo el árbol bodhi, vi la antigua ruta que recorrieron los Iluminados en la Antigüedad. Y se la enseñé al pueblo, para que incontables personas pudieran conocerla, y para hacerla prosperar y alcanzar difusión como sucede hoy.1
Aunque Shakyamuni enseñó un camino de vida para los seres humanos, el budismo gradualmente se fue alejando de ese foco en el sujeto, y se convirtió en una enseñanza cada vez más formal y ritual, envuelta en un manto de misticismo. La manifestación extrema de este giro es que sus líderes espirituales —los miembros del clero—, deberían vivir con gran dignidad y profundidad, se alejaron por completo de la senda del humanismo.
Shakyamuni rechazó las religiones excesivamente ritualizadas del pasado y enseñó una práctica para que la gente viviera de la manera más plena posible. Pero, después de su muerte, sus enseñanzas fueron declinando poco a poco.
El Último Día de la Ley es el período en que esa decadencia alcanza su nivel más pronunciado; en una época así, precisamente, nació Nichiren Daishonin.
Este declara, en una cita famosa: «El propósito con el cual nació en este mundo el buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas, yace en su comportamiento como ser humano».2 Fue una afirmación tan innovadora como la revolución copernicana de que la Tierra giraba alrededor del Sol. Significó un retorno al espíritu fundamental del budismo, que, en tiempos del Daishonin, había quedado reducido a una dimensión formal y ritualista.
La esencia del budismo se encuentra en nuestra conducta como seres humanos. Y Shakyamuni vivió en este mundo para dar ejemplo de esa forma de vivir. El Daishonin nos dice que todo lo que se aparte de esa verdad es secundario e irrelevante; consciente de ello, intentó restaurar el budismo anquilosado y rígido a su espíritu original. En definitiva, su labor fue una revolución para devolverlo a la enseñanza humanística que le había dado origen: el budismo como religión para el ser humano.
Hoy, la Soka Gakkai ha reorientado el foco esencial de la filosofía budista a las acciones que llevan a cabo los sujetos; específicamente, los que viven desafiándose en la práctica del bodisatva. Nuestra organización ha regresado al punto de partida del budismo y ha insuflado nueva vida a la enseñanza del Daishonin. Por eso, la jerarquía privilegiada del clero siempre ha intentado reprimirnos o atacarnos. Pero estamos firmemente convencidos de que este camino humanístico representa la esencia de la práctica budista y el auténtico espíritu de la reforma religiosa que el Daishonin valoró.
Así pues, siendo miembros de la Soka Gakkai que proclamamos la enseñanza correcta, sigamos expandiendo más y más nuestra red de personas unidas, sinceras y bien intencionadas. Espero que cada uno de ustedes se esfuerce por ser una piedra angular de esta tarea y por promover redes solidarias entre personas de buena voluntad, en cada sector de la sociedad, ya sea que los demás acepten o no la fe en el Gohonzon.
Del discurso pronunciado en una reunión ejecutiva de la SGI de las Filipinas, en este país, el 9 de mayo de 1993.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1Véase Nidanasamyutta [65 (5) The City (La ciudad)], en The Connected Discourses of the Buddha: A Translation of the Samyutta Nikaya (Discursos continuos del Buda: Traducción del Samyutta Nikaya), trad. ingl. Bhikkhu Bodhi, Boston: Wisdom Publications, 2000, págs. 603-604.
- *2Las tres clases de tesoros, en Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 893.