Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 31: Una gran ruta hacia la paz mundial [31.19]
31.19 Unir al mundo por medio de la cultura
El presidente Ikeda fundó la Asociación de Conciertos Min-On en octubre de 1963. Min-On significa, literalmente, «música del pueblo». En los párrafos siguientes, revela qué lo inspiró a crear esta entidad y cuál ha sido la contribución de este organismo para unir a los pueblos mediante la música y las artes escénicas.
La música se dirige directamente al corazón humano y pulsa una cuerda interior de empatía y de amistad universales. Puede inyectarnos bravura, inspirar una oración de paz y despertar nuestro sentido de la dignidad. Así de benéfico es el poder de la música.
Desde mi juventud, soñé con unir a la gente por medio de la apreciación musical y con crear una hermosa sinfonía de paz y de cultura en el mundo.
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En octubre de este año (2003), la Asociación de Conciertos Min-On celebrará su cuadragésimo aniversario. Desde su fundación, ha patrocinado más de sesenta mil espectáculos de los más variados géneros: desde música orquestal y de cámara, ópera y ballet, hasta música popular, tango y danzas folclóricas.
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Tanto en materia literaria como musical, mi mentor Josei Toda siempre nos alentaba a buscar lo mejor que el arte tuviese para ofrecernos.
En mi juventud, durante un período de extrema dificultad en mi vida, recuerdo que llegaba a mi casa y me entregaba a escuchar las obras maestras de Beethoven en un viejo gramófono a manivela; esos momentos sublimes me daban fuerzas para perseverar y seguir desafiándome.
Incluso años después, ya en 1960, cuando asumí la presidencia de la Soka Gakkai, los espectáculos en salas de concierto y la música clásica todavía eran un privilegio inalcanzable para la mayoría de los japoneses; no parecían tener relación palpable con la vida cotidiana de la gente. Pero no estaba bien que el arte estuviera aislado del pueblo, en un reducto solo abierto para la elite privilegiada; al fin y al cabo, estábamos en una época de creciente protagonismo popular.
Por eso, quería que la música valorada por la humanidad estuviese al alcance de todos. Con esa motivación, fundé Min-On, y para que el deseo inicial se hiciera realidad, tuve que trabajar con denuedo y superar un sinfín de dificultades.
Cuando finalmente se creó la institución, uno de mis sueños era invitar al Japón a la prestigiosa compañía de ópera italiana La Scala de Milán (Teatro alla Scala). Muchos se burlaron de mi afán, considerándolo un delirio imposible. Pero, al cabo de 16 años de negociaciones, lo conseguimos. Y en 1981, La Scala ofreció al público japonés un sublime ciclo de espectáculos. Carlo Maria Badini, su director en aquel entonces, dijo que la magnitud de la gira había sido tan colosal que la compañía había llevado al Japón todo… menos el edificio.
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El cimiento del mundo son sus pueblos, la gente común. Cuando en todos los rincones del orbe resuene la música de la paz, entonces la sociedad —y, en verdad, la humanidad— florecerán envueltas por la luz del bien y de la belleza.
En 1966, tres años después de su fundación, Min-On invitó a actuar en el Japón al Ballet de la Academia Nacional Soviética de Novosibirsk. Este fue el primer espectáculo del Ciclo de Ballet Mundial. Estábamos en las horas más candentes de la Guerra Fría, cuando el mundo seguía en vilo la confrontación política entre las dos grandes potencias, y el miedo a la Unión Soviética crecía en Occidente. Y sin embargo, aun en ese clima, la llegada al Japón de estos excelsos embajadores culturales de buena voluntad generó una respuesta maravillosa y sembró un jardín florido de amistad. El intercambio cultural es un puente hacia el entendimiento mutuo y es una antesala de la paz.
En 1985, las tensiones entre la China y la Unión Soviética dieron lugar a una ronda de negociaciones particularmente difíciles referidas a la gira «Rutas hacia la paz desde tierras lejanas». Era el cuarto concierto del ciclo «Un viaje musical por la Ruta de la Seda», que finalmente convocó a artistas de la China, Turquía, Uzbekistán [entonces parte de la Unión Soviética] y el Japón. El personal de Min-On tenía la firme convicción de que la cultura podía superar las diferencias políticas y siguió trabajando tenazmente en las negociaciones. Lo hicieron con la certeza de que los países eran la gente que vivía en ellos, y, por ende, no había razón por la cual no pudieran entenderse mutuamente como congéneres. Cuando se logró transmitir este apasionado compromiso con el intercambio cultural, tanto la China como la Unión Soviética dieron el visto bueno.
La gira, que sumó treinta actuaciones en veintiséis ciudades, fue un éxito resonante. Cuando concluyó, recibí a los artistas en el edificio del Seikyo Shimbun en Shinanomachi, Tokio. Los líderes de la delegación de artistas de cada país coincidieron en señalar, en forma unánime, la impresión de que la gira ayudaría a allanar el camino hacia la paz y la amistad en el futuro. Sus palabras fueron, para mí, un tributo a la victoria de la cultura. Cuatro años después, la China y la Unión Soviética tuvieron una inesperada reconciliación.
La música no sabe de barreras. Trasciende las fronteras idiomáticas, culturales, étnicas y nacionales, y une todos los corazones en una sinfonía de paz. Por esta razón, la Asociación de Conciertos Min-On ha promovido exitosos intercambios culturales con más de noventa países y territorios. Para mí, esta gran vía de intercambio cultural que une a los pueblos es una Ruta de la Seda espiritual.
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Creo no ser el único en sentir que ese magnífico camino seguirá abriéndose cada vez más a la par del desarrollo de Min-On, cuyo compromiso es unir al mundo a través de la cultura.
De la serie de ensayos «Reflexiones sobre “La nueva revolución humana”», publicada en japonés en el Seikyo Shimbun el 24 de diciembre de 2003.
Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.