Parte 1: La felicidad; Capítulo 9: Dar a nuestra vida un brillante capítulo final [9.6]
9.6 No hay edad jubilatoria en la fe
El presidente Ikeda menciona un comentario de John Kenneth Galbraith sobre la importancia de aprovechar cada día al máximo, cualquiera sea nuestra edad, y señala que el medio fundamental para mantenernos sanos es la práctica diaria del gongyo y el daimoku, y las actividades de la Soka Gakkai.
El doctor John Kenneth Galbraith, célebre economista y profesor emérito de la Universidad de Harvard, tiene 90 años y sigue trabajando a paso firme. Incluso en estos momentos está escribiendo un libro. Hace veinte años que somos amigos. Lo he visitado en su hogar en Boston [en 1993] también nos vimos aquí en Tokio [en 1978 y 1990]. Tuvo la amabilidad de ser uno de los oradores comentaristas de mi segunda conferencia en Harvard [titulada «El budismo Mahayana y la civilización del siglo XXI»].
Algo que el doctor Galbraith dijo durante nuestro encuentro en Tokio, hace nueve años, me impresionó de manera imborrable. «En dos semanas —me dijo— voy a cumplir 82 años [el 15 de octubre], pero considero que cada día es un nuevo inicio. Creo que cuantos más años tenemos, más cosas nos quedan por aprender». Esta es la filosofía de vida del doctor Galbraith, un hombre siempre joven. Además, propuso que para mantenerse vigoroso y sano, uno debía tener planes concretos para cada día, desde el momento en que salía de la cama.
En efecto, uno tiene que levantarse cada mañana dispuesto a conquistar el mundo. En ese sentido, una magnífica forma de estar siempre saludables y animados es hacer un enérgico gongyo matinal y entonar Nam-myoho-renge-kyo decididos a empezar la jornada con excelente vitalidad.
Nuestra práctica del gongyo y de Nam-myoho-renge-kyo representa una sublime ceremonia en la cual el microcosmos de nuestra vida entra en sincronía con el ritmo fundamental del macrocosmos universal. Unimos las palmas de nuestras manos ante el Gohonzon para hacer el gongyo y entonar Nam-myoho-renge-kyo. Nuestra voz llega a todos los budas, bodisatvas y deidades celestiales, o funciones protectoras del universo. Aunque no podamos verlos, se congregan a nuestro alrededor para mantenernos a salvo de todo peligro. Y nosotros estamos en el medio, al amparo de esas fuerzas. ¡Qué tremendo es el poder de entonar Nam-myoho-renge-kyo! Todas las funciones universales se convierten en nuestras aliadas. Por eso tenemos la misión y la capacidad de guiar al género humano a la felicidad.
El doctor Galbraith también me señaló que el error más grande que cometía la gente mayor era apartarse de su trabajo. Pues cuando uno no tiene nada que hacer, deja de esforzarse física y mentalmente, y, muy en especial, la declinación de las facultades mentales puede tener consecuencias negativas.
Esto se aplica mucho más al plano de la fe: en la fe no existe la edad jubilatoria. Nuestras actividades por el kosen-rufu constituyen el esfuerzo mental y espiritual más importante. Ellas fortalecen nuestra vitalidad y son un medio decisivo para mantener la buena salud.
Del discurso pronunciado en una reunión de la sede central para responsables, en Tokio, el 3 de julio de 1999.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.