Capítulo 7: La misión y la práctica de los Bodisatvas de la Tierra
Este capítulo estará dedicado a explicar el espíritu y la postura de la fe desde el punto de vista de la misión y la práctica de los Bodisatvas de la Tierra, cuyo objetivo es el logro del kosen-rufu.
1. La misión y la conciencia de los Bodisatvas de la Tierra
Los Bodisatvas de la Tierra son los discípulos a quienes el Buda eterno forjó y enseñó de manera directa.
¿Cuál es el deseo permanente de Shakyamuni que, en el Sutra del loto, se reveló a sí mismo como Buda eterno? Esa aspiración se expresa del siguiente modo en el capítulo «Duración de la vida» (16.°): «Mi pensamiento constante es cómo hacer para que los seres vivos / accedan al Camino insuperable / y adquieran rápidamente el cuerpo de un buda». 1
En sus escritos, Nichiren Daishonin se refiere a esta declaración como el deseo compasivo del Buda.
El juramento de los Bodisatvas de la Tierra y la transferencia de las enseñanzas del Buda
En el capítulo «Surgir de la tierra» (15.°), Shakyamuni urge a sus discípulos a propagar el Sutra del loto en la época de oscuridad posterior a su muerte; luego, convoca desde las profundidades de la tierra a quienes están calificados para asumir este encargo. A estos discípulos se los conoce como Bodisatvas de la Tierra.
En el capítulo «Poderes sobrenaturales» (21.º), los Bodisatvas de la Tierra responden a este mandato de Shakyamuni de dar a conocer ampliamente el sutra en esa época futura, jurando enseñar y difundir en las filas del pueblo la Ley fundamental para el logro de la budeidad. Atesoran, heredan y procuran hacer realidad el gran deseo de su mentor, el Buda eterno. Esa aspiración que comparten el maestro y los discípulos es el logro del kosen-rufu, la propagación amplia y universal de las enseñanzas del Sutra del loto. Shakyamuni acepta su juramento y les confía la futura propagación de la Ley Mística.
Si los Bodisatvas de la Tierra no se hubiesen manifestado, el deseo compasivo del Buda no se habría hecho realidad. Alguien se pone de pie con la conciencia de ser un Bodisatvas de la Tierra, se propone construir un mundo donde las personas puedan vivir felices y en paz basadas en la Ley Mística, y con su acción les permite a dos, tres e incontables personas desarrollar esta misma conciencia. Estas, a su vez, se alientan unas a otras a manifestar sus capacidades y cualidades únicas, y trabajan juntas activamente para lograr tales metas. El kosen-rufu se logra a partir de la existencia de esta productiva alianza entre individuos diferentes.
Allí donde existen las fuerzas de la fe y la práctica de los Bodisatvas de la Tierra —que trabajan siempre enfocados en cumplir el juramento del kosen-rufu—, se manifiestan claramente los poderes ilimitados del Buda y de la Ley, inherentes a la Ley Mística. Esto posibilita convertir nuestro mundo saha, colmado de sufrimientos, en la Tierra de la Luz Tranquila, donde la vitalidad del estado de Buda está siempre presente.
Cuando la fuerza vital generada por ese juramento impregne los tres mil aspectos contenidos en todos los fenómenos —el universo entero—, surgirá una sociedad de gran bienestar, envuelta por el amor compasivo y la sabiduría de la budeidad.
El presidente Ikeda señala:
El corazón del gran juramento del kosen-rufu y el estado de vida de la budeidad son una misma cosa. Así pues, cuando dedicamos la vida a ese compromiso, desplegamos en nosotros mismos la suprema nobleza, fortaleza y grandeza de nuestra vida. […] Cuando somos fieles a este juramento y no nos apartamos de él, sentimos fluir en nuestro interior el caudal inagotable de sabiduría, valor y amor compasivo del Buda. Cuando nos esforzamos con alma y vida por cumplir ese juramento, somos capaces de convertir en «remedio» hasta el «veneno» de las penurias más terribles, y de transformar hasta el karma más adverso en misión.2
El gran juramento de propagar el Sutra del loto
Nichiren Daishonin declara: «El ‘gran juramento’ se refiere a la propagación del Sutra del loto».3 El Sutra del loto enseña que la vida de todas las personas está dotada de la naturaleza de Buda, un estado potencial de nobleza suprema. En dicha escritura, se deja en manos de los Bodisatvas de la Tierra la misión de transmitir en Jambudvipa —es decir, el mundo entero— la Ley Mística que permite a todos los seres humanos lograr la budeidad. El Daishonin dedicó su vida al objetivo de cumplir este gran juramento: propagar el Sutra del loto y lograr el kosen-rufu.
Habiendo tomado conciencia de esa Ley —la Ley de Nam-myoho-renge-kyo que es la esencia del Sutra de loto— presente en su propia vida, se comprometió a divulgarla ampliamente, y a ser el «pilar», los «ojos» y el «gran navío» capaz de proteger, apoyar, enseñar y guiar a todas las personas. Y lo expresó diciendo: «¡Este es mi juramento, y jamás lo abandonaré!».4 Pese a un sinfín de dificultades extremas que abatieron sobre él, cumplió su promesa de no retroceder en esta tarea sin dejarse perturbar ni vencer, y mantuvo su noble estado de vida, con el único propósito de liberar al pueblo del sufrimiento.
Instando a sus seguidores a asumir esta misma labor, el Daishonin les dijo: «Mi deseo es que todos mis discípulos puedan hacer un gran juramento».5 y les encomendó la misión de lograr el kosen-rufu.
La Soka Gakkai es la organización que actúa de acuerdo con la voluntad del Buda
La Soka Gakkai ha surgido en los tiempos modernos de acuerdo con la intención del Buda, y se ha hecho responsable de cumplir el juramento del kosen-rufu, como sucesora de la voluntad de Nichiren Daishonin. La fe que se practica en la Soka Gakkai se centra en el Gohonzon, que el Daishonin describió como «[e]l estandarte de la propagación del Sutra del loto»;6 y sus miembros se han esforzado en la práctica compasiva de su propagación, logrando un desarrollo sin precedentes del movimiento global por el kosen-rufu. Convencido de esta noble misión, el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, declaró que la organización sería mencionada en las escrituras budistas del futuro como «buda Soka Gakkai».
El gran juramento de Nichiren Daishonin no es otra cosa que el kosen-rufu. Este es, también, el gran juramento de los maestros y discípulos de la Soka Gakkai —los tres presidentes fundadores— y de los miembros que, en todo el mundo, se han esforzado junto a ellos. Unos y otros se han puesto de pie conscientes de ser discípulos directos del Daishonin y con un apasionado sentido de la misión como Bodisatvas de la Tierra.
El presidente Ikeda escribe:
Dedicados a la misión de propagar la Ley Mística y de lograr el kosen-rufu mediante la propagación compasiva, todos los miembros de la Soka Gakkai son Bodisatvas de la Tierra. Son emisarios del Buda. Cuando se ponen en acción con esta conciencia, experimentan una profunda transformación interior, y sienten dentro de sí la poderosa vitalidad de triunfar sobre cualquier expresión tempestuosa del karma.7
¿Cómo podríamos describir, en el mundo de hoy, a los Bodisatvas de la Tierra? Son personas que viven dedicadas a la misión de transmitir la Ley fundamental para el logro de la budeidad, en una época socialmente convulsionada y en circunstancias complejas, con el fin de permitir a la gente abrumada de sufrimientos descubrir y desplegar su potencial interior con la cual crear genuina felicidad. Con la convicción de que las personas que más sufren son las que tienen derecho a ser más felices, viven siempre junto al pueblo y a las personas privadas de felicidad, para enseñarles la Ley Mística y, junto a ellas, transformar su destino. Quienes actúan de esta manera son Bodisatvas de la Tierra.
2. Percibir el mal y proteger el bien
1) Los buenos amigos en el contexto del budismo
En el budismo, los términos «buenos amigos» y «malos amigos» se emplean para designar a quienes ejercen algún tipo de influencia, buena o mala, en nuestro pensamiento y práctica budista.
Buenos amigos son los que nos guían hacia la enseñanza correcta o nos ayudan a practicar en pos de la iluminación. Pueden ser maestros budistas y compañeros de fe. Malos amigos son quienes obstruyen nuestra práctica budista o interfieren con ella, y nos alejan del logro de la iluminación de un modo que termina llevándonos a malos caminos o al sufrimiento. Es importante rodearnos de buenos amigos y estar atentos para no sucumbir a malas influencias o dejar que nos confundan.
La mente humana es muy voluble. En el transcurso de la práctica budista, existe la posibilidad de ceder a las propias debilidades o de flaquear en la dedicación, y terminar perdiendo el rumbo de la enseñanza budista correcta. Por eso, es fundamental tener buenos amigos que puedan inspirar nuestra fe y dirigirnos siempre hacia el camino de la budeidad. Nichiren Daishonin escribe:
«Por lo tanto, la mejor forma de lograr la Budeidad es encontrar un buen amigo. ¿Hasta dónde puede llevarnos nuestra propia sabiduría? Si la que poseemos es suficiente para distinguir el frío del calor, deberíamos salir en busca de un buen amigo». 8
Con respecto a los malos amigos que pueden obstruir la práctica del budismo, el Daishonin cita el Sutra del nirvana:
No temáis a los elefantes enfurecidos. ¡Es a los malos amigos a quienes debéis realmente temer! ¿Por qué razón? Porque un elefante fuera de control solo puede destruir vuestro cuerpo, pero no, vuestra mente. Sin embargo, un mal amigo puede destruiros tanto el cuerpo como la mente. […] Aunque os mate un elefante furioso, no caeréis en los tres malos caminos [del infierno, el hambre o la animalidad]. Pero si un mal amigo os destruye, sin falta os hundiréis en ellos.9
Fe para transformar los malos amigos en buenos amigos
El Daishonin no nos exhorta solamente a evitar la compañía o la influencia de malos amigos, sino, además, a establecer una fe lo bastante firme para vencer los intentos de estas funciones de alejarnos de la práctica budista, considerando que tales circunstancias son una oportunidad de avanzar más aún en pos de la budeidad.
Cuanto más firmes se tornan la fe y la práctica, con más insidia tratarán de interferir los tres obstáculos y los cuatro demonios, así como también los tres enemigos poderosos. Sin embargo, si uno fortalece más aún su fe y recurre a los escritos de Nichiren Daishonin para adquirir sabiduría, puede discernir claramente cuándo está ante una influencia negativa; a partir de ese momento, esa función deja de obrar como un impedimento.
La postura de confrontar y superar estos obstáculos basados en la fe en el Gohonzon nos permite manifestar un poder interior y un potencial hasta entonces desconocido, fortalecer la fe y elevar más aún nuestro estado de vida. En otras palabras, uno puede convertir las malas influencias en buenos amigos.
En El comportamiento del devoto del «Sutra del loto», leemos: «Devadatta fue el mejor de los buenos amigos de Shakyamuni El Que Así Llega. En esta época, como en aquella, no son nuestros aliados los que más nos ayudan a avanzar, sino nuestros enemigos poderosos».10 Y en la carta titulada ¿Por qué no recibimos la protección de las deidades celestiales?, señala: «Las personas inclinadas al mal también serán mis buenos amigos».11
2) Una actitud estricta con los actos contra la Ley, pero flexible con las costumbres y la diversidad cultural
Rebatir estrictamente los actos contra la Ley
«Actuar contra la Ley», en el budismo, significa denigrar, calumniar o hablar mal de la enseñanza budista correcta. Por «enseñanza correcta» se entiende la verdad a la cual se iluminó el Buda; es decir, la enseñanza que permite a toda la humanidad manifestar el estado de budeidad. Dicha enseñanza fue expuesta por Shakyamuni en el Sutra del loto, cuya esencia, según reveló Nichiren Daishonin, es Nam-myoho-renge-kyo.
Dicha «enseñanza correcta» representa una visión de la vida y del ser humano según la cual toda persona posee en su interior el noble estado de budeidad y está dotada de un potencial ilimitado. Oponerse a esta enseñanza correcta, despreciarla, rechazarla o rehusar darle crédito constituye un acto contra la Ley.
Los actos contra la Ley expresan escepticismo, incredulidad u oposición a la forma más humana y auténtica de vivir aspirando a la felicidad propia y ajena, y a una sociedad de paz; son la causa raíz de la infelicidad y, por tal razón, deben ser estrictamente rebatidos. No obstante ello, no se debe excluir o rechazar a las personas que no reconocen o no apoyan nuestra fe, ni tampoco imponer las propias creencias a los demás.
Durante la existencia del Daishonin, las diversas escuelas budistas postularon doctrinas erróneas que desacreditaban el Sutra del loto; esto dio lugar a un crecimiento generalizado de los actos contra la Ley. En su tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, el Daishonin define los actos contra la Ley como el mal que origina sufrimiento en las personas e inestabilidad en la sociedad. Allí exhorta con vehemencia a construir, mediante la fe en la enseñanza correcta, una sociedad pacífica donde la población pueda sentirse segura.
Para lograr la budeidad, no basta con que uno, personalmente, se abstenga de cometer estas acciones contra la Ley. También es importante ser estricto a la hora de rebatir estos actos en los demás, procurar corregirlos y apartarlos del camino que solo les causaría sufrimiento. Esta es la práctica compasiva del shakubuku: propagar la enseñanza confrontando y rebatiendo aquello que la denigra.
El Daishonin enseña: «Pretender lograr la Budeidad sin denunciar los actos contra la Ley es tan inútil como buscar agua en el fuego, o fuego en el agua».12
La postura de confrontar las malas influencias que hacen proliferar los actos contra la Ley permite fortalecer e incrementar las fuerzas virtuosas de la budeidad y protegerse uno mismo de malas acciones, promoviendo así el logro de la budeidad.
El precepto de respetar las costumbres locales
El budismo enseña el principio fundamental para vivir una existencia plena y satisfactoria. Dicho principio es accesible a todas las personas, en cualquier época y lugar, cualesquiera sean las características étnicas, de género o de edad de quienes lo practican. Como enseña el Sutra del loto, todos los seres humanos, al margen de sus diferencias, tienen el potencial de manifestar la budeidad; por eso el budismo Nichiren, en particular, reconoce y otorga el máximo respeto a la diversidad cultural.
El Daishonin menciona un principio budista que se conoce como «seguir las costumbres de la región» o «respetar las costumbres locales», según el cual la práctica del budismo debe tener en cuenta las tradiciones y costumbres de cada país y región, y las normas vigentes en cada época, siempre y cuando uno no transgreda las enseñanzas budistas fundamentales.
Sobre este particular, escribe:
Este precepto significa que, mientras no esté en juego ninguna trasgresión grave, no se deberían contrariar las tradiciones y costumbres de un país, aun cuando para ello debamos apartarnos ligeramente de las enseñanzas budistas. Este es un criterio establecido por el Buda.13
El budismo aspira a enriquecer y elevar la conducta del ser humano, para que este pueda disfrutar de una vida realmente digna y humana. Las costumbres y tradiciones de una sociedad son el corolario de la sabiduría de las comunidades y culturas que la integran. Gran parte de esa sabiduría puede estar de acuerdo con las enseñanzas del budismo y, sin duda, incluir aspectos convergentes con la sabiduría budista. Las prácticas sociales, costumbres y tradiciones que expresan un humanismo beneficioso son puntos de encuentro que nos permiten difundir la sabiduría del budismo.
Por otro lado, cuando se transmiten las enseñanzas budistas de una cultura o sociedad a otra, debemos tener el recaudo de no aferrarnos excesivamente a aspectos superficiales de cada cultura, y de no ser inflexibles sobre formalidades superficiales o sobre aspectos poco esenciales de la tradición que terminan llevándonos a contrariar el espíritu fundamental del budismo. Confundir lo insignificante con lo esencial, o lo superficial con lo significativo, sería un grave error. Lo esencial es establecer una sociedad pacífica y próspera mediante una fe y una práctica inquebrantables, siempre haciendo nuestra revolución humana y contribuyendo de manera positiva a la comunidad donde vivimos.
- *1El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 16, pág. 230.
- *2IKEDA, Daisaku: «Warera no seigan wa zenminshu no kofuku» (El gran juramento de trabajar por la felicidad de todo el género humano), Seikyo Shimbun, 9 de noviembre de 2013.
- *3The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 82.
- *4Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 297.
- *5END, pág. 1048.
- *6Ib., pág. 872.
- *7IKEDA, Daisaku: Shin Ningen Kakumei (La nueva revolución humana), vol. 27, Tokio: Seikyo Shimbun-sha, 2015, pág. 172.
- *8END, pág. 627.
- *9The Writings of Nichiren Daishonin (WND), Tokio: Soka Gakkai, 2006, vol. 2, pág. 220.
- *10END, pág. 809.
- *11WND, vol. 2, pág. 432.
- *12END, pág. 785.
- *13END, pág. 75.