Capítulo 6: Creer en el Gohonzon es «observar la propia vida»
El propósito de la práctica budista es establecer, en esta existencia, el estado de vida que caracteriza a los budas; una condición de felicidad absoluta y estable, que no esté condicionada por los cambios en el entorno o en las circunstancias. Con este propósito, Nichiren Daishonin inscribió el objeto de devoción llamado Gohonzon y estableció una práctica para que todos puedan abrir y revelar el estado de budeidad que yace en su interior, a fin de vencer en sus quehaceres cotidianos y triunfar en la vida.
Esta parte estará dedicada a explicar el significado del Gohonzon y el principio según el cual «creer en el Gohonzon es observar la propia vida», que permite a todas las personas manifestar la budeidad.
1. El significado del Gohonzon
Se denomina «objeto de devoción o de veneración» al máximo objeto de culto y de respeto que adopta una tradición religiosa. En el budismo, los objetos de devoción más divulgados suelen ser las estatuas o imágenes de algún buda o bodisatva. El objeto de devoción de una fe religiosa indica el foco fundamental de sus creencias, y el elemento primordial que determina la forma en que los creyentes practican su fe.
Para los miembros de la Soka Gakkai, el objeto de devoción fundamental al cual se dirige la práctica es el Gohonzon de Nam-myoho-renge-kyo, establecido por Nichiren Daishonin.
Las semillas de la budeidad
Shakyamuni desentrañó la Ley esencial que permea todas las formas de vida y subyace al universo; por esta razón se lo llama «Buda», o «El Iluminado». Explicó que todos los budas adquieren la iluminación a través de tomar conciencia de esa Ley fundamental, llamado «Ley Mística». Nam-myoho-renge-kyo es la Ley que permite a todos los seres manifestar la budeidad y es, también, el nombre de dicha Ley. En otras palabras, Nichiren Daishonin expuso y enunció, en la fórmula «Nam-myoho-renge-kyo», la Ley que constituye la causa fundamental para el logro de la iluminación.
La Ley Mística, que es la causa o semilla de la budeidad, existe en la vida de todos los seres en forma inmanente. A esa causa innata también se la conoce como «naturaleza de Buda» o estado de budeidad.
En tal sentido, el Daishonin enseña:
Cuando veneramos el Myoho-renge-kyo inherente a nuestra propia vida como objeto de devoción, la entonación de Nam-myoho-renge-kyo hace surgir y despliega nuestra naturaleza de Buda interior. A esto se refiere el término «Buda». Para dar un ejemplo, cuando canta un pájaro enjaulado, las aves que vuelan en el cielo sienten su llamado y se reúnen a su alrededor. Y cuando las aves lo rodean, el pájaro busca la libertad. Cuando entonamos la Ley Mística con nuestra voz, infaliblemente nuestra naturaleza de Buda siente el llamado y aflora. La naturaleza de Buda de Brahma y de Shakra, suscitada de este modo, nos protegerá, y la naturaleza de Buda de los budas y bodhisattvas responderá al llamado con alborozo.1
Nam-myoho-renge-kyo es el nombre del estado de budeidad que existe de manera inherente en nuestra propia vida y también en todas las cosas. Cuando uno cree en el Gohonzon y entona Nam-myoho-renge-kyo, despierta y activa su estado de budeidad intrínseco; más aún, uno suscita el estado de budeidad de todas las cosas del universo. En otras palabras, despliega el potencial ilimitado de su propio ser y activa las funciones de los budas, bodisatvas y seres celestiales, que son las funciones protectoras del medio ambiente.
«Yo, Nichiren, he inscrito mi vida»
Nam-myoho-renge-kyo es la enseñanza oculta o implícita en del Sutra del loto, que enseña que todas las personas poseen la capacidad de ser budas. Nichiren Daishonin tomó conciencia de la Ley Mística en su propia vida y entendió que era sinónimo del estado de budeidad. Esta Ley —dijo— no es otra que Nam-myoho-renge-kyo; y la enseñó y transmitió ampliamente. Luego, la plasmó en un objeto en el cual enfocar la práctica budista: el Gohonzon.
El Daishonin declara: «Yo, Nichiren, he inscrito mi vida en tinta sumi; por eso, crea en el Gohonzon con todo su corazón. La voluntad del Buda es el Sutra del loto, pero el alma de Nichiren no es otra cosa que Nam-myoho-renge-kyo».2
El Gohonzon es una expresión del estado de budeidad presente en la vida de Nichiren Daishonin; es la Ley fundamental con respecto a la cual se iluminó y que él mismo encarnó y reveló.
En el centro del Gohonzon se leen las palabras «Nam-myoho-renge-kyo Nichiren». Nam-myoho-renge-kyo se identifica claramente como la Ley fundamental para el logro de la iluminación. Y Nichiren Daishonin, quien reveló y enseñó dicha Ley en beneficio de todo el pueblo, no es otro que el Buda del Último Día de la Ley.
Un espejo limpio que refleja claramente nuestra vida
Nichiren Daishonin, sin dejar de ser un hombre como cualquiera, activó y reveló en su vida el estado de budeidad (Nam-myoho-renge-kyo). Este es el estado de vida ideal, al cual todas las personas tienen derecho a aspirar. Así pues, el Daishonin lo dejó plasmado en un mandala, como objeto de devoción, para que toda la gente pudiera establecer el estado de budeidad como base de su vida. Cuando creemos en el Gohonzon y oramos ante él, observamos en forma inmediata el estado de budeidad inherente a nuestra vida, tal como hizo el Daishonin.
Este indagó profundamente en el Sutra del loto, la escritura que enseña que todas las personas estamos dotadas del estado de budeidad, y desentrañó en ese sutra la Ley fundamental para el logro de la budeidad. La reveló directamente como Nam-myoho-renge-kyo y estableció el Gohonzon como su expresión concreta, con el cual guiar a los practicantes a manifestar ese estado supremo. En tal sentido, el Gohonzon puede considerarse un espejo impecable, que refleja el estado de budeidad en las personas comunes y nos permite observarlo y manifestarlo en nosotros mismos.
La Ceremonia en el Aire
El Gohonzon que inscribió Nichiren Daishonin es un mandala con caracteres caligráficos que representan la Ceremonia en el Aire descrita en el Sutra del loto. La ceremonia comienza en el capítulo «El surgimiento de la torre de los tesoros» (11.°), cuando se narra la aparición de la torre enjoyada del buda Muchos Tesoros, y toda la asamblea queda suspendida en el aire. Termina en el capítulo «La transferencia» (22.°), cuando se cierran las puertas de la Torre de los Tesoros.
Los elementos centrales de dicha ceremonia son los siguientes:
Después de revelar su verdadera identidad, que es la del Buda eterno, Shakyamuni encomienda la tarea de propagar el Sutra del loto tras su muerte, en la futura época oscura, a sus eternos discípulos. Estos son los Bodisatvas de la Tierra, a quienes hace surgir desde lo profundo de la tierra para que, en esa era corrupta, salven al pueblo del sufrimiento y lo guíen hacia la felicidad.
En esta ceremonia de transferencia, que transcurre a lo largo de ocho capítulos en el Sutra del loto —desde el decimoquinto («Surgir de la tierra») hasta el vigésimo segundo («La transferencia»)— se basó el Daishonin para inscribir el Gohonzon.
Un elemento clave para el logro de la budeidad, tal como se revela en el Sutra del loto, es enseñar a las personas que el estado de budeidad es inherente a la vida, y permitir a cada uno abrir y activar su propio potencial interior. El Daishonin tomó el tema de la Torre de los Tesoros, eje de la Ceremonia en el Aire, para crear el diseño del Gohonzon. Así pues, representó esa torre como Nam-myoho-renge-kyo, inscrito en el centro del Gohonzon. En un escrito observa: «En el Último Día de la Ley, no existe otra Torre de los Tesoros más que la figura de los hombres y mujeres que abrazan el Sutra del loto».3 De ese modo, aclara que la Torre de los Tesoros representa la vida de todos los que creen en la Ley Mística.
El Daishonin señala que Shakyamuni y Muchos Tesoros, presentes en la Ceremonia en el Aire, representan el estado de budeidad innato en todos los seres, y que los Bodisatvas de la Tierra, liderados por Prácticas Superiores, entre otros, indican el estado de bodisatva que también existe en todas las personas. En la Ceremonia en el Aire hay discípulos que escuchan la voz, deidades celestiales, deidades benevolentes, y otras clases de seres. En el Gohonzon, el Daishonin incluyó figuras que representan cada uno de los diez estados de la vida.
Y en ese objeto, que denominó «mandala», expresó su iluminación. El término sánscrito «mandala» denota una representación del Buda y de quienes se reúnen a su alrededor para escuchar su prédica. También significa «perfectamente dotado» y «cúmulo de beneficios». Este Gohonzon de Nam-myoho-renge-kyo está perfectamente dotado porque incluye los diez estados en su totalidad. Y es una suma de beneficios porque posee todos los atributos maravillosos de los diez estados. En esencia, el Gohonzon es el mandala perfectamente dotado de los diez estados.
Representa el estado de vida del Buda, que es Nam-myoho-renge-kyo, eternamente dotado de la totalidad de los diez estados, y de los atributos superiores inherentes a cada uno de ellos. Cuando las personas creen en este Gohonzon y basan su vida en él, conscientes de que ellas mismas son Nam-myoho-renge-kyo, pueden desplegar y aprovechar libremente los atributos elevados y singulares de cada uno de los diez estados intrínsecos a su vida.
Los tres mil aspectos reales contenidos en cada instante vital
El Gohonzon, que está plenamente dotado de los diez estados, expresa el principio de la posesión mutua, según el cual la vida en cualquiera de los diez estados posee los diez estados en su totalidad. Esto significa que un ser vivo, en cualquiera de los diez estados, puede manifestar su budeidad inherente y ser un buda, a través de tomar contacto con las influencias o condiciones correctas.
La posesión mutua de los diez estados es un elemento central en la doctrina de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital. Esta enseñanza sintetiza y explica, con miras a su puesta en práctica, la filosofía de que todas las personas son capaces de lograr la budeidad.
La doctrina de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital fue enunciada por el gran maestro T’ien-t’ai (Chih-i) en su obra Gran concentración e introspección, para explicar que todas las personas poseen en forma innata la causa esencial para lograr la iluminación y esclarecer conceptualmente que el potencial para ser budas existe en todos los seres sin excepción. Pero, aunque T’ien-t’ai se refirió en su doctrina a los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital, en su momento lo hizo solo como una elaboración teórica.
En cambio, Nichiren Daishonin percibió con su sabiduría la Ley fundamental de la iluminación, que es Nam-myoho-renge-kyo. En su deseo altruista de salvar a todas las personas, aun afrontando un sinfín de adversidades, superó todos los obstáculos y, en sus actos como persona común, exhibió el comportamiento propio de un buda.
El Gohonzon, en el cual el Daishonin plasmó el estado de budeidad que reveló desde su propio interior como persona corriente, es la expresión real y concreta del principio de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital. Por ende, se dice que el Gohonzon representa los tres mil aspectos «reales» contenidos en cada instante vita.
El Daishonin, además, describió su objeto de devoción como el «estandarte de la propagación del Sutra del loto».4 En la Ceremonia en el Aire, Shakyamuni decidió transferir a los Bodisatvas de la Tierra la misión de propagar la Ley Mística en la era de maldad posterior a su muerte. El Gohonzon ejemplifica esa voluntad del Buda. Transmitir la fe en el Gohonzon es difundir el Sutra del loto y es abrir el camino del kosen-rufu, que es la propagación amplia y universal de la Ley Mística.
2. Creer en el Gohonzon es «observar la propia vida»
El Sutra del loto esclarece que todas las personas poseen, en forma innata y potencial, la sabiduría y el amor compasivo del Buda. Y que el propósito fundamental con que nacen los budas en el mundo es permitir a todos los seres acceder a esa sabiduría.
La meditación, componente central en la práctica budista, significa enfocar la mente en el cultivo y la expresión de la sabiduría. En particular, implica observar la propia vida o mente, basados en los principios que enseñan las escrituras budistas. En suma, «observar la vida» es una práctica que se lleva a cabo para manifestar la budeidad.
T’ien-t’ai, habiendo escrutado profundamente la naturaleza de su propia mente, comprendió que su vida poseía los diez estados y, de esa manera, postuló el principio de la posesión mutua de los diez estados. Enseñó la práctica de observar la mente como método para comprender la realidad de que la vida, a cada momento, está dotada de tres mil aspectos; es decir, de la totalidad de los fenómenos. Esta es la doctrina de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital.
Con el fin de preparar a la gente gradualmente y guiarla a la observación de la vida, elaboró una disciplina consistente en diversos niveles de desarrollo o despertar espiritual. Pero su método, extremadamente difícil, solo servía a las personas de capacidad superior que estuvieran dispuestas a hacer un esfuerzo denodado. De tal modo, muy pocos practicantes pudieron lograr un despertar genuino a través de su enseñanza.
A diferencia de T’ien-t’ai y de su enfoque, Nichiren Daishonin estudió y buscó una modalidad de práctica budista que fuese accesible a todos y permitiese a cualquier persona el logro de la budeidad. Lo que enseñó, como resultado de su investigación, fue la práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo con fe en el Gohonzon, como medio para que toda la gente pudiera construir una felicidad genuina.
Nam-myoho-renge-kyo es la Ley fundamental de la cual toman conciencia todos los budas cuando logran la iluminación; es la base de las diversas funciones que se generan en los diez estados de la vida. El Gohonzon de Nam-myoho-renge-kyo revela la verdadera naturaleza de la vida de todos los seres humanos, que está perfectamente dotada de los diez estados.
Los que creen en el Gohonzon y oran a él pueden observar la dinámica de los diez estados en su propia vida. Antes de que el Daishonin expusiera esta enseñanza, la práctica para el logro de la budeidad se basaba en la observación de la mente. Pero en el budismo Nichiren, este estado se cultiva mediante la fe y la práctica al Gohonzon. Esta es la enseñanza según la cual creer en el Gohonzon es, por sí mismo, observar la propia vida.
En El objeto de devoción para observar la vida, el Daishonin afirma: «Las prácticas de Shakyamuni y las virtudes que adquirió como consecuencia de ellas están contenidas, en su totalidad, en los cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo. Si creemos en estos cinco caracteres, naturalmente nos serán concedidos los mismos beneficios que obtuvo Shakyamuni».5
La infinidad de prácticas (causas) que Shakyamuni llevó a cabo y que le permitieron adquirir la budeidad, así como los beneficios y las virtudes (efectos) que obtuvo como resultado de tales prácticas, están comprendidos en la semilla de la budeidad, es decir, en los «cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo» o en «Nam-myoho-renge-kyo».
Habiendo expresado Nam-myoho-renge-kyo en la forma material de un mandala —el Gohonzon— como objeto de devoción para la práctica budista, el Daishonin declara en el pasaje anterior que cuando la gente común del Último Día de la Ley adopta este objeto de devoción y cree en él, puede obtener en su totalidad los beneficios de las causas y los efectos de todas las prácticas que llevó a cabo el Buda.