Volumen 30, Capítulo 5: Un clamor de victoria 81–89
Un clamor de victoria 81
Joryo Komatsuda y su familia entronizaron el Gohonzon en la caseta de aperos donde instalaron su hogar temporalmente y continuaron orando con devoción. Trabajaron sin desmayo, andando en bicicleta entre los estrechos senderos que dividían los arrozales, sin dejar de hablar del budismo Nichiren a los demás y de alentar a sus compañeros de fe.
Con el tiempo, pudieron construir una nueva casa. Muchos miembros de la Soka Gakkai del círculo familiar de Joryo progresaron visiblemente y contribuyeron a la comunidad desde puestos destacados, tanto en la función pública como en las juntas directivas de las escuelas. La mayoría de ellos, además, asumió posiciones de responsabilidad en la organización budista. Una de estas personas fue Toshihisa Komatsuda, el actual responsable de la prefectura de Akita.
El secreto de Joryo a la hora de forjar valores humanos era apoyar con alma y vida a quienes les había transmitido el budismo Nichiren hasta que estos desarrollaran una práctica autónoma y firme. Solía decirles a sus camaradas de fe:
—Tenemos la responsabilidad de hacer actividades junto a las personas a quienes les hablamos del budismo y de forjarlas hasta que ellas mismas estén en condiciones de dialogar con otros por propia iniciativa sobre esta filosofía. Es decir, hablarle a alguien del budismo conlleva enseñarle cabalmente los fundamentos de la práctica para uno y la práctica para los demás.
Shin’ichi había escuchado de los líderes de Akita detallados informes sobre la larga dedicación al kosen-rufu de Joryo Komatsuda —en ese momento, de 84 años—, como uno de los primeros pioneros de la región.
Pensó entonces:
«El desarrollo impresionante de la Soka Gakkai se logró gracias a incontables héroes anónimos como este precursor. Con sinceridad, persistencia y un esfuerzo indescriptible, estas personas han creado lazos de confianza y de solidaridad con sus familiares, hermanos, parientes, y con todos los vecinos de su comunidad».
Esa tarde, en sus palabras en el Centro Cultural de Akita, expresó profunda gratitud por la labor realmente colosal de los pioneros. Luego, propuso que los participantes de las sesiones matinales de esa jornada formaran un grupo llamado Tormenta de Nieve, y los de las reuniones vespertinas, otro grupo llamado Remolino de Viento.
Los aplausos de aprobación parecían no acabar nunca.
Más tarde, en el parque frente al centro, se tomaron una fotografía colectiva. A esa hora, ya había cesado de nevar.
Komatsuda, como líder de la prefectura, se puso al frente de los miembros para lanzar tres hurras. Sus gritos de victoria se elevaron hacia el firmamento.
Para conmemorar la jornada, Shin’ichi escribió un poema:
Incólumes ante los vientos helados,
brillan los dignos miembros de Akita,
mientras recorren jubilosos
el camino de búsqueda
y trabajan por el kosen-rufu.
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La noche del 13 de enero, en la ciudad, Shin’ichi participó en una conferencia ejecutiva organizada por la División de Jóvenes de la prefectura. Para la jornada siguiente, se tenía prevista una reunión general en la que participarían todos sus integrantes. Shin’ichi quería dedicar el mayor tiempo posible a escuchar las ideas y solicitudes de los líderes juveniles.
Estos plantearon varios temas; entre ellos, cómo forjar valores humanos de la mejor manera valiéndose de los grupos de capacitación, a fin de asegurar el desarrollo constante del kosen-rufu en la comunidad local.
Los jóvenes también propusieron organizar, en Akita, un foro internacional sobre agricultura.
—¡Qué idea excelente! —exclamó Shin’ichi con una sonrisa de satisfacción—. Este tipo de propuestas son muy importantes. La falta de alimentos constituye un tema de interés global. En este campo, por ser una región de gran producción agrícola, Tohoku tiene un aporte valioso que hacer. Un punto clave será hallar soluciones a los problemas acuciantes que afronta la humanidad y comunicarlas al mundo. Pero este tipo de iniciativas no partirá de Tokio ni de otras metrópolis, sino de las localidades rurales y de las regiones del interior del país. De esa manera, también podemos abrir nuevos horizontes para Akita.
»Los jóvenes siempre deben pensar cuáles son los problemas que afligen a la gente y qué necesitamos hacer para desarrollar las comunidades. Además, para idear soluciones creativas, tienen que pensar «fuera de la caja». Si uno cree que algo es imposible y abandona la cuestión, no podrá transformar nada. Decidan que encontrarán el modo de cambiar las cosas, mediten e investiguen, y perseveren a fuerza de prueba y error. Esa pasión es lo que transforma la época. Y es la prerrogativa de los jóvenes.
Con ánimo de encomendarles el futuro, Shin’ichi prosiguió:
—Hoy, Tohoku y Hokkaido son reconocidas como zonas de producción arrocera, pero hubo una época en que, para todos, era impensable cultivar arroz en un clima tan frío. Sin embargo, hubo gente que lo hizo posible porque trabajó durante décadas enteras para mejorar las variedades de arroz y volverlas resistentes.
»En este mismo tenor, uno de nuestros miembros de la República Dominicana, armado de tremendo ingenio y esfuerzo, logró fabricar awaokoshi1 reemplazando el mijo por arroz.
»¡Por ejemplo, ustedes aquí en Akita podrían ponerse a pensar qué hacer con toda esta nieve…! Si a alguien se le ocurriera una buena idea, podría tener una repercusión fabulosa en este lugar. Lo fundamental es confrontar cada problema sincera y seriamente. Solo con este tipo de esfuerzo denodado e incondicional se pueden descubrir rutas hacia un futuro brillante.
En cuanto uno decide que saldrá adelante y mejorará las cosas, su potencial se expande ilimitadamente y se abren nuevas puertas.
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—El que intenta lograr algo o mejorar las cosas —continuó Shin’ichi— está sujeto a lidiar con contradicciones y a toparse con escollos. De hecho, las contradicciones son una característica de este mundo. Tenemos que seguir avanzando cada día, con perseverancia y una mirada sabia. Y mucho más todavía si debemos incursionar en el territorio nuevo e inexplorado del kosen-rufu. El nuestro es un periplo lleno de dificultades. ¡Tomen la iniciativa con espíritu independiente!
»¡Lo que necesitan es ser Shin’ichis Yamamoto! Si cada uno de ustedes se levanta con esta conciencia, el siglo xxi será una centuria de inmensa esperanza. ¿Qué les parece si tomamos la reunión general de jóvenes de mañana como un nuevo punto de partida para la prefectura?
En el Seikyo Shimbun del 14 de enero, un enorme titular a través de las páginas dos y tres del diario anunciaba: «Los orgullosos miembros de Akita desafían la nieve y convierten el invierno en primavera». El artículo incluía las dos fotos grupales que Shin’ichi se había tomado con los compañeros bajo la nieve, la jornada anterior.
El 14 de enero siguió cayendo una copiosa nevada, con temperaturas bajo cero. Dentro del Centro Cultural de Akita, Shin’ichi escribió poemas a los pioneros que habían contribuido notablemente al kosen-rufu y compuso obras caligráficas con los nombres de los cabildos locales.
La vida de los que se esfuerzan cabalmente a cada instante, día tras día, resplandece como el oro.
Shin’ichi también alentó a Joryo Komatsuda, el primer líder de distrito del área de Ota, en el condado de Semboku, y a su esposa Miyo, quienes habían ido hasta el centro cultural.
—Estoy orando por la salud y la larga vida de ambos. Todos aquí se enorgullecen de verlos tan bien y tan sanos. Por favor, cuiden bien a nuestros camaradas.
Más tarde, Shin’ichi salió a ver una choza de nieve semejante a un iglú, llamada kamakura, que los miembros del cabildo Sanno y otras personas habían construido en una esquina del parque que había frente al edificio. Estas chozas de nieve eran una atracción especial del tradicional Festival de Kamakura, celebrado en la región de Yokote de Akita, y en otras partes del Japón.
Antes, cuando había estado en el interior del centro inscribiendo caligrafías, había visto por la ventana el entusiasmo con que los compañeros trabajaban en la construcción del iglú. Lo conmovió la sinceridad y la consideración de esos nobles camaradas que querían mostrarle una de las tradiciones invernales más bellas del lugar. Y quiso responder a ese corazón con su propio aliento sincero.
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Shin’ichi se apresuró a escribir un poema para expresar su gratitud a las personas que estaban construyendo el kamakura, y lo transcribió en una tarjeta ornamental para hacérselo llegar.
Alegría de ver
a los jóvenes amigos
erigiendo un kamakura;
cantar de primavera
en Akita.
Al rato, salió con su esposa Mineko a ver la caseta de nieve.
El espacio interior era de unos siete metros cuadrados. Habían dispuesto una alfombra y velas encendidas.
—Desde niño había abrigado el sueño de estar dentro de un kamakura —confesó Shin’ichi al guía que los había conducido hasta allí—. No sabe cuán feliz me siento, ahora que, por fin, se ha cumplido ese antiguo deseo.
Él y Mineko se sentaron a beber amazake2 caliente, mientras oían las adorables voces de unos niños que cantaban: «Bajo la nevada, bajo la cellisca…». Era un coro formado por integrantes de la División de Estudiantes de la Primaria.
Shin’ichi salió a saludarlos.
—¡Muchísimas gracias! —les dijo, estrechándoles las manos. Quiso, también, atesorar el momento fotografiándose con ellos.
Luego, repitió la escena con estudiantes secundarios del ciclo básico, con un grupo de mujeres jóvenes que habían llegado desde la prefectura de Iwate y con otras personas.
Después de agradecer y de felicitar a los constructores del iglú, les otorgó el nombre de Grupo Kamakura.
El verdadero espíritu del aliento en la fe yace en tratar de convertir el más breve encuentro humano en una fuente de inspiración renovada y perenne.
La prefectura de Akita, conocida en la Soka Gakkai como la «campeona de la costa noroeste» y como la «campeona de Tohoku», estaba preparada para zarpar hacia un nuevo mañana. La noche del 14 de enero, bajo los copos de nieve, se reunieron mil quinientos representantes de toda la prefectura para celebrar jubilosamente la primera reunión general de la División de Jóvenes, en el Centro Cultural de Akita, que Shin’ichi había tomado como centro de sus actividades locales.
Durante el cónclave, se anunció que allí mismo en Akita, en el mes de setiembre, se llevaría a cabo la primera Conferencia Mundial de Jóvenes sobre Agricultura, y que en mayo del año siguiente (1983), se realizaría un Festival Deportivo de la Amistad, al aire libre.
Asimismo, se informó que, por sugerencia de Shin’ichi, los participantes de esa reunión general formarían un grupo llamado «Primera promoción de 2001», con el objetivo de avanzar hacia el hito del 3 de mayo de dicho año.
Los anuncios entusiasmaron y emocionaron a todos. Con el corazón henchido de esperanza, cada uno sintió que su determinación se renovaba.
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Esa tarde, antes de la actividad, Shin’ichi había visitado a una familia de pioneros en su hogar. Era la quinta visita de este tipo que llevaba a cabo desde su llegada a Akita. Luego, de regreso en el centro, se dispuso ansiosamente a encontrarse con los miembros de la División de Jóvenes, en cuyas manos iba a depositar el reto del porvenir.
Al sumarse a la reunión, quiso tomarse fotos con los participantes en dos tandas, para conmemorar el establecimiento de esa «Primera promoción de 2001». Con el deseo de transferirles la plena responsabilidad, se sentó ante el micrófono y les dijo:
—Una de las cuestiones clave de nuestra existencia es la forma en que empleamos el tiempo. Alguien dijo una vez que una pauta del éxito en la vida estaba en cómo utilizábamos el tiempo después del trabajo, entre las seis y las ocho.3
»Naturalmente, hay que dar lo mejor en el horario laboral. Pero algo que marca una diferencia es el desafío de emprender, después de trabajar, quehaceres que a uno le permitan canalizar sus convicciones. En nuestro caso, serían las horas que dedicamos a las actividades de la Soka Gakkai.
»Esta consagración es para la prosperidad y la dicha duraderas de nosotros mismos y de los demás; son una forma de contribuir a la comunidad y de construir paz perdurable en el mundo. Las actividades nos dan alegría y nos permiten descubrir el verdadero significado de la vida. Con estas acciones persistentes, derribamos los muros del aislamiento y de la alienación tan habituales en la sociedad de hoy y unimos el corazón de las personas.
»Les pido que sigan esforzándose a lo largo de toda su existencia y que jamás se aparten de las actividades de la organización.
La voz de Shin’ichi cobró intensidad.
—A ustedes, los jóvenes, les encomiendo por completo el futuro del kosen-rufu. Los próximos diez años serán un período de gran transición para nuestro movimiento, de modo que les pido que se forjen y capaciten, mediante el estudio y la seriedad en el esfuerzo.
»En especial, aprendan en profundidad los principios del budismo Nichiren, que es una filosofía para la vida. Las personas sobresalientes se han destacado por trabajar, comprometerse y aplicarse más que cualquiera. Hoy ustedes, como filósofos y líderes del pueblo, necesitan practicar y estudiar esencialmente las enseñanzas del budismo, base de todas las cosas. Esa es la loable ruta hacia la victoria como seres humanos.
En ese momento, en el corazón de los jóvenes de Akita y de Tohoku empezaron a germinar las semillas de un juramento: la promesa de lanzar un estruendoso clamor de victoria en el siglo xxi.
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Por mucho que cambie la época, si en el ámbito del kosen-rufu surge una firme corriente de jóvenes valores, el caudaloso río de la Soka sin falta seguirá fluyendo e irrigando el lejano futuro.
Shin’ichi clamó en silencio en su corazón:
«¡Jóvenes! ¡Les confío la Soka Gakkai, el kosen-rufu, el mundo y el siglo xxi!».
El autor japonés Shugoro Yamamoto (1903-1967) escribió: «Lo que deba crecer crecerá, aun en un clima inhóspito».4
Shin’ichi creía que esa gente joven desempeñaría un papel activo como líder del nuevo siglo, que expandiría el círculo de confianza y de camaradería en la sociedad, y multiplicaría las filas de sucesores capaces.
Nichiren Daishonin escribe: «Aunque es una sola semilla, se multiplica al ser plantada».5
Shin’ichi no dejaba de sembrar en el alma de la juventud las semillas de la inspiración, el compromiso y el coraje. Era una labor extenuante, en la cual volcaba hasta la última fibra de su ser. Pero, sin ella, no habría la menor esperanza en el mañana.
Sabía que cuanto más se empeñara en forjar valores, más se expandiría ese jardín de magníficas flores humanas.
El 15 de enero, asistió a una reunión de gongyo con representantes de las prefecturas de Akita y de Oita, para conmemorar la nueva relación de fraternidad establecida entre ambas regiones. Después, se despidió del Centro Cultural de Akita.
Camino al aeropuerto, pidió al conductor que pasara por delante del Centro Comunitario de Akita, donde se estaba ofreciendo una exhibición sobre su trayectoria en bien de la paz.
Al acercarse al edificio, vio a varias decenas de jóvenes esperando frente al portal. Sostenían un gran cartel pintado en el que se leía: «¡Gracias, Sensei!», escrito con gruesos trazos rojos. Shin’ichi sonrió y los saludó calurosamente agitando las manos.
Los jóvenes le devolvieron el saludo exclamando:
—¡Muchas gracias!
—¡Akita se esforzará al máximo!
—¡Vuelva pronto, por favor!
Había parecido apenas un breve encuentro a través de la ventanilla de un autobús, pero en realidad se había producido un diálogo de vida a vida, un momento que perviviría eternamente, como un cuadro magistral…
Shin’ichi tuvo la convicción de que esos seis días en Akita brillarían con luz inmarcesible en la historia del kosen-rufu, como un capítulo fundamental en la saga de la contraofensiva iniciada por la Soka Gakkai frente a la opresión infame del clero.
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Poco después de regresar de su viaje de orientación a Akita, Shin’ichi volvió a salir de viaje el 7 de febrero, con destino a Ibaraki.
Esta prefectura había sufrido un oleaje de ataques despreciables a manos de los sacerdotes del Shoshin-kai, detractores de la Soka Gakkai. En particular, la organización central del área de Kashima había batallado para proteger a los camaradas de este hostigamiento. En Kashima, Itako, Ushibori, Hasaki y otros sitios, muchos miembros engañados por la retórica de estos prelados habían abandonado la organización para participar en maniobras contra la Soka Gakkai como activos integrantes del danto.
Aunque los sacerdotes no cejaban en su constante difamación contra la Soka Gakkai en las disertaciones mensuales sobre el Gosho celebradas en los templos, o en funerales y otras ceremonias budistas, los camaradas habían resistido ejemplarmente.
En febrero de 1979, se abrió en la localidad de Kamisu —en el área de Kashima—, un templo que la organización había construido y donado a la Nichiren Shoshu. Los miembros habían albergado la ilusión de que, al menos allí, podrían escuchar mensajes puros sobre la fe. Pero, para su desencanto, en la ceremonia de apertura y entronización del Gohonzon, el prior recién designado había acusado a la Soka Gakkai de denigrar la Ley. Su proceder había sido una burla a la sinceridad de los compañeros, a sus oraciones, a su trabajo en pro del kosen-rufu y a las relaciones armoniosas entre el clero y los laicos. Las críticas y ataques contra la organización, además, se habían intensificado en Ryugasaki y en el área situada al sur del monte Tsukuba (en lo que hoy es la ciudad de Tsukuba).
Pero lo más doloroso para los miembros había sido ver que algunos de sus camaradas, quienes hasta hacía pocos días expresaban resueltamente su deseo de trabajar por el kosen-rufu junto a ellos, de pronto cuestionaban la fe y cambiaban de postura por completo, sin darse cuenta de que estaban siendo manipulados por sacerdotes sin escrúpulos.
—¡La verdad finalmente saldrá a la luz! ¡Mostremos que la Soka Gakkai está obrando correctamente! —se habían dicho entonces.
Con ese juramento, los compañeros decidieron redoblar su dedicación al kosen-rufu y dar paso a una primavera en sus comunidades. Una de las canciones de la prefectura que más los alentaba era «Una vida de victoria», cuya letra Shin’ichi había escrito para ellos en octubre de 1978.
Amigo mío, aunque hoy todo nos cueste,
algún día soplará la dorada brisa del kosen-rufu,
y tu jubiloso clamor triunfal
se escuchará en los confines del firmamento.
¡Ah, Ibaraki!
¡Tierra de grandes campeones!
Cada verso transmitía con elocuencia las esperanzas y oraciones de Shin’ichi. Y, al cantar las estrofas, todos renovaban su decisión de ser esos campeones y de no ser vencidos ante nada.
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La tarde del 7 de febrero, Shin’ichi fue al Centro de la Mujer de Mito. Después, visitó el Centro Cultural de Ibaraki, en el área metropolitana, y participó con representantes de la prefectura en una reunión para celebrar la apertura del centro.
—Durante mi estadía aquí, deseo encontrarme con la mayor cantidad posible de miembros, transmitirles metas inspiradoras y comenzar junto con ellos una renovada etapa de nuestra marcha hacia el nuevo siglo —dijo en la actividad—.
Un día después, el 8 de febrero, asistió a un encuentro de responsables de la prefectura donde se festejó la inauguración del edificio. Allí se refirió al motivo fundamental por el cual algunos líderes de la Soka Gakkai habían dejado de practicar.
—Un factor común que caracteriza a todos los que pierden la fe pura es la arrogancia. A mi entender, esta es la causa primordial.
»Es más, la arrogancia y la cobardía o la indolencia son dos caras de una misma moneda. Por eso los arrogantes no asumen la responsabilidad del kosen-rufu y evitan los nuevos retos o las dificultades. Y, como resultado de ello, no progresan ni crecen. Su fe se estanca, su ego los domina y la ira se apodera de su vida. En muchos casos, esto los mueve incluso a oponerse al kosen-rufu.
»Además, casi invariablemente, las personas arrogantes descuidan la práctica del gongyo. Consumidos por esta soberbia, toman a la ligera los fundamentos de la fe.
»Algunos, que son nombrados líderes en su juventud y son designados en posiciones cuya función es brindar orientaciones y guías a sus compañeros, sucumben a la ilusión de creerse más capaces de lo que realmente son. Se dejan ganar por el engreimiento y menosprecian a los demás. Pero un cargo no nos convierte en personas admirables. Uno llega a ser digno de aprecio cuando cumple su misión y su responsabilidad en esa posición con enorme esfuerzo.
»Nunca olviden que un cargo es solo un puesto, y que todos tienen una misión única que llevar a cabo. El kosen-rufu solo avanza con el trabajo conjunto de toda clase de personas. La posición que ocupen no les da derecho a sentirse superiores a nadie ni a creerse más importantes que los demás.
»En estos más de treinta años, he tenido oportunidad de observar a mucha gente. Y puedo asegurarles que los impostores no duran mucho. Más temprano que tarde, las personas calculadoras acaban viéndose en situaciones sin salida. Y los que solo piensan en su interés personal extravían fácilmente el rumbo.
»Al final, los que triunfan en la vida, los genuinos vencedores, son los que mantienen siempre el espíritu de búsqueda, los que cultivan una fe sincera y firme, y los que viven basados en sólidos cimientos.
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El 9 de febrero, se llevó a cabo un encuentro de gongyo para celebrar la apertura del Centro Cultural de Ibaraki. Shin’ichi también se hizo presente y, allí, alentó a unos dos mil miembros de Mito, Kashima y Hitachi:
—Uno de los epítetos del Buda es «Héroe del Mundo»: el que guía a las personas en el ámbito real con bravura y vigor. Por eso nosotros, discípulos del Buda del Último Día de la Ley, discípulos del Daishonin, debemos ser líderes valiosos, merecedores de la confianza del pueblo en esta borrascosa sociedad actual.
»El Buda tiene también otro nombre: «El Que Puede Resistir». Es una persona que aparece en el mundo saha, un mundo de resistencia, en una época de maldad oscurecida por las cinco impurezas,6 y es capaz de abrazar a los demás con su benevolencia, a la vez que resiste las embestidas de la maldad. Si reflexionamos sobre las grandes persecuciones que afrontó el Daishonin, nuestras dificultades son, comparativamente, de poca monta. La fe requiere perseverancia. ¡Como discípulos del Daishonin, establezcan una fe firme e inamovible! ¡Encaren las tormentas de la realidad, resistan y hagan flamear el estandarte de la victoria en la vida!
El 10 de febrero, Shin’ichi fue a la ciudad de Hitachi, donde participó en una reunión de gongyo alusiva al quinto aniversario del Centro Comunitario de Hitachi.
Dijo allí a los presentes:
—Tokugawa Mitsukuni, segundo señor del dominio Mito, una vez vio alzarse el sol sobre el océano en este lugar y dijo que había tenido ante sus ojos el espectáculo más bello de toda la región. Ese fue el origen de su nombre «Hitachi», o «Sol naciente». Por tal motivo, propongo que hoy cambiemos la forma de escribir el nombre del territorio de Hitachi, reemplazando los caracteres actuales por los que forman la frase «Sol naciente».
Todos aplaudieron complacidos.
El 11 de febrero, Shin’ichi se tomó una fotografía grupal con los tres mil quinientos participantes del encuentro general de la División de Jóvenes de la prefectura de Ibaraki, en el Jardín del Amanecer situado en el predio del centro cultural. En esa oportunidad se formaron dos nuevas agrupaciones de jóvenes de Ibaraki: el Grupo Año 2000 de la División Juvenil Femenina y el Grupo Año 2000 de la División Juvenil Masculina.
Ese mismo día, Shin’ichi visitó por primera vez el Centro Comunitario de Kashima. Esta era una zona donde los problemas con el clero habían causado, en particular, muchos sufrimientos a los compañeros. Allí, dirigió con solemnidad el gongyo en memoria del segundo presidente Josei Toda, con motivo de su natalicio, y después concurrió a una conferencia en Hokota con representantes del área de Kashima.
Un día después, el 12 de febrero, Shin’ichi viajó en automóvil hasta Tsuchiura, pasando por Ishioka. Allí, participó en una reunión de gongyo conmemorando el tercer aniversario del Centro Cultural de Tsuchiura. A su término, fuera del edificio, se tomó una fotografía con los miembros de la concurrencia. En suma, no desperdició un solo instante en su afán de alentar a los camaradas.
Después de esa gira, su febril actividad no disminuyó el ritmo. Viajó a ciudades y pueblos de todo el Japón para encontrarse con sus compañeros de fe, los preciados hijos del Buda. Esos defensores de la Soka habían marchado sin desvíos por el noble camino del kosen-rufu soportando la represión y el abuso de los sacerdotes autoritarios. Quería elogiarlos y alentarlos para que estos practicantes pudieran lanzar su clamor de victoria mientras libraban la lucha conjunta de maestro y discípulo.
Los miembros habían triunfado. Habían prevalecido sobre otra prueba monumental. Su canto triunfal reverberaba atravesando el cielo de la esperanza.
(Con esta entrega concluye el capítulo V, «Un clamor de victoria», del volumen 30 de La nueva revolución humana).
- *1Dulce tradicional japonés que, normalmente, se hace de mijo inflado.
- *2Tradicional bebida dulce, no alcohólica, hecha de arroz fermentado.
- *3N. de los E.: En el Japón, la jornada laboral suele concluir a las 18.
- *4Yamamoto, Shugoro: Yamamoto Shugoro kara no Tegami (Cartas de Shugoro Yamamoto), ed. Yuzo Toki. Tokio: Miraisha, 1984, pág. 34.
- *5The Writings of Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2006, vol. 2, pág. 602.
- *6Cinco impurezas: Las impurezas de la época, el deseo, los seres vivos, las ideas y la duración de la vida. El término aparece en el capítulo «Medios hábiles» (2.º) del Sutra del loto. 1) La impureza de la época abarca la alteración reiterada del orden social o del equilibrio ambiental. 2) La impureza del deseo es la tendencia a ser gobernados por las cinco pulsiones ilusorias: odio, codicia, estupidez, arrogancia y duda. 3) La impureza de los seres vivos es la decadencia física y espiritual del ser humano. 4) La impureza del pensamiento o de las ideas es la preponderancia de ideas erróneas, como las cinco ideas falsas. 5) La impureza de la vida es el acortamiento de la duración promedio de vida de los seres humanos.