Parte 1: La felicidad; Capítulo 1:
¿Qué es la felicidad verdadera? [1.1]
1.1 Vivir la existencia más feliz
La filosofía de la felicidad que plantea el presidente Ikeda es una enseñanza inspiradora para todos: transmite valor a las personas agobiadas por el sufrimiento, y esperanza a quienes se han rendido a la desesperación.
Este primer capítulo da a conocer este enfoque sobre la dicha humana.
En las orientaciones selectas, el presidente Ikeda responde preguntas de los miembros de Tailandia sobre el propósito de la vida y la forma en que deberíamos encarar la existencia.
«¿Cómo debo vivir?»… «¿Cómo acceder a la mejor vida posible?»… Son preguntas fundamentales que todos los seres humanos nos hacemos. La forma en que vivimos es una cuestión ineludible que nos afecta a todos los que nacemos en este mundo; de esto se han ocupado, justamente, las diversas ideologías, sistemas filosóficos y religiones. En el nivel más esencial, también la política, la economía y la ciencia se relacionan con esta pregunta, porque su interés primordial es impulsar el bienestar humano. No obstante, ninguno de estos campos de estudio y disciplinas llega a esclarecer de manera certera cuál es la mejor forma de vivir ni ofrece una respuesta concluyente, basada en razonamientos lógicos.
Por su parte, el budismo propone una lúcida visión de la felicidad. Tanto el buda Shakyamuni como el gran maestro T’ien-tai y Nichiren Daishonin brindaron una perspectiva clara al respecto. En particular, Shakyamuni y el Daishonin llegaron a las mismas conclusiones.
Este último, basado en tales hallazgos, dio forma a un «instrumento» concreto —el Gohonzon— para que todas las personas pudieran ser felices, y confirió a todo el género humano esa herramienta, que el segundo presidente de la Soka Gakkai Josei Toda dio en llamar un «dispositivo generador de felicidad».
¿Cómo se define este valor supremo? Una máxima tailandesa asegura que «la falsa dicha nos vuelve altivos y arrogantes, mientras que la felicidad real nos colma de alegría, sabiduría y bondad».1
¿Somos dichosos solo porque somos ricos? Pero cuántas personas han dejado que el dinero arruinara su vida…
El presidente Toda recalcaba la importancia de la felicidad absoluta sobre la satisfacción relativa. La primera no es la que surge de compararnos con otros ni es un estado de gozo ilusorio o temporal que se desvanece con el paso del tiempo. El maestro Toda enseñó que practicábamos el budismo Nichiren para cultivar un estado interior tan elevado que ni aun en las peores circunstancias se desvaneciera nuestra profunda alegría de vivir. Cuando establecemos una condición espiritual así, nuestra existencia transcurre con incomparable regocijo, sabiduría y amor compasivo; tal como indica el refrán de Tailandia: «La felicidad real nos colma de alegría, sabiduría y bondad».
El Daishonin señala: «Tanto uno como los demás se regocijarán juntos, al experimentar su propia sabiduría y amor compasivo».2 La práctica del budismo Nichiren y las actividades por el kosen-rufu existen para que nosotros y los demás podamos lograr esa satisfacción absoluta.
A lo largo de la vida pasan toda clase de cosas. Hay sufrimientos, hay dolores… A diario debemos pasar por situaciones que nos enojan o nos disgustan. Muchos de los que están casados se enredan en discusiones; otros no tienen discordia conyugal, pero sufren a causa de la enfermedad de alguno de los hijos o de su pareja. En suma, los problemas y preocupaciones que debemos sobrellevar son muy diversos. ¡Cuán inmenso es el desafío de vivir…!
La fe es el motor que nos permite seguir marchando y perseverar en la vida hasta el final. Nuestra práctica budista es la fuerza que nos propele a atravesar las nubes del sufrimiento como un cohete espacial, y a elevarnos más y más, sin límite, para navegar serenamente por el cosmos de la felicidad.
Cuando entonamos Nam-myoho-renge-kyo, sentimos que fluye en nosotros un caudal de esperanza y de fortaleza que nos anima a avanzar positivamente. El budismo enseña que los deseos mundanos —es decir, las pulsiones ilusorias que originan el sufrimiento— pueden ser un trampolín que nos lanza hacia la iluminación. Mediante la fe en la Ley Mística, podemos adquirir la capacidad de convertir todos los aspectos negativos de nuestra vida en una fuerza positiva. Es posible transformar los problemas y reorientarlos en dirección a la felicidad; convertir la desdicha en alegría; la angustia en esperanza, y las preocupaciones en serenidad interior. En suma, siempre encontraremos un modo de avanzar.
El Daishonin escribe: «Myo [de myoho, “Ley Mística”] significa “revivir”, es decir, volver a la vida».3 El inmenso poder de esa Ley infunde vitalidad a todas las cosas e insufla un nuevo hálito en todos los ámbitos del quehacer humano: desde los individuos hasta los países, pasando por las organizaciones y sociedades.
Cada ser humano posee un karma único, que le es propio. Tal vez les hubiera gustado nacer en una familia más próspera que la que tienen. Además de este ejemplo, hay muchos otros aspectos kármicos en juego. En sentido más profundo, el concepto del karma solo se comprende cabalmente desde la perspectiva de la eternidad, a través del pasado, presente y futuro, teniendo en cuenta las existencias pasadas y la ley de causa y efecto.
Y esas vidas anteriores no necesariamente tienen que haber transcurrido aquí en este planeta Tierra. Hoy, tanto en la astronomía como en otras disciplinas relacionadas, muchos científicos reconocen que, dado el número infinitamente vasto de estrellas y de planetas viables que hay en el universo conocido, tiene que haber otras formas de vida inteligente en el cosmos, similares o análogas a la especie humana.
Sea como fuere, lo cierto e incuestionable es que, en esta realidad presente, hemos nacido aquí en la Tierra. ¿Cómo descubrir nuestro verdadero camino? ¿Cómo transformar nuestro karma y construir una vida plena de sentido y de satisfacción? La respuesta, concretamente, nos dirige a la fe en la Ley Mística. Nuestra práctica del budismo Nichiren nos empodera para cambiar positivamente cualquier karma adverso y hacer del lugar donde nos encontramos una Tierra de la Luz Tranquila,4 un sitio rebosante de felicidad.
Asimismo, el budismo Nichiren se enfoca en el presente y el futuro. Si avanzamos tomando siempre como punto de partida el momento actual, podemos desarrollar nuestro campo vital ilimitadamente. También podemos abrir infinitas posibilidades para nuestras existencias siguientes. Podemos emplear los tesoros incalculables que poseemos en nuestro interior y hacer resplandecer nuestra vida con todos esos preciados recursos. Así de inmenso es el poder que brinda la práctica del budismo Nichiren.
Del discurso pronunciado en una reunión general de la Soka Gakkai de Tailandia, en dicho país, el 6 de febrero de 1994.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1Ngeakhit khamkhom lea khamuayphon (Proverbios y máximas de Tailandia), comp. y edit. Anusorn, Bangkok: Ruamsan, 1993, pág. 207.
- *2The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), trad. ingl. Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 146.
- *3El daimoku del «Sutra del loto», en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 156.
- *4Tierra de la Luz Tranquila: También llamada Tierra de la Luz Eternamente Tranquila. Tierra de Buda, donde no hay impurezas ni rige la transitoriedad. En muchos sutras, el mundo saha donde habitan los seres humanos se describe como un ámbito impuro, colmado de sufrimientos y de ilusiones, mientras que la tierra de Buda se describe como un lugar puro, donde no hay padecimientos ni ignorancia, separado del mundo saha real. No obstante, el Sutra del loto revela que el mundo saha es la tierra de Buda o «Tierra de la Luz Tranquila», y explica que la naturaleza de un lugar físico está determinada por la mente o el corazón de sus habitantes.