Simultaneidad de causa y efecto

El budismo enseña que la ley de causa y efecto subyace en el funcionamiento de todos los fenómenos. Los pensamientos, palabras y acciones positivos crean efectos beneficiosos en la vida de las personas y conducen a la felicidad. En cambio, los negativos, aquellos que de alguna manera socavan la dignidad de la vida, causan infelicidad. Este es el principio general del karma.
En las enseñanzas budistas distintas del Sutra del loto, la práctica se entiende como un viaje de transformación gradual que se desarrolla de acuerdo con el principio de causa y efecto. Se trata de un proceso mediante el cual los mortales comunes, esencialmente imperfectos y defectuosos, se transforman gradualmente a lo largo de muchas existencias hasta alcanzar un estado de perfección: la budeidad. Es una empresa que requiere esfuerzos minuciosos para acumular causas positivas, mientras se reciben los efectos de las causas negativas del pasado a la vez que se evita generar otras nuevas.
Existen de manera simultánea
Sin embargo, el budismo Nichiren, basado en las enseñanzas del Sutra del loto, ofrece una visión muy diferente de las causas para manifestar la budeidad.
La diferencia entre ambas visiones se explica mejor mediante el concepto de los diez estados. Este principio describe nuestro estado de vida interior en cada instante y lo clasifica en diez «estados», que van desde el infierno hasta la budeidad, entre los que nos movemos constantemente dependiendo de cómo vivimos y respondemos a lo que nos rodea.
Según el punto de vista anterior al Sutra del loto, la gente común lleva a cabo la práctica budista en nueve de esos estados (causa) y finalmente alcanza el más elevado: la budeidad (efecto). Los primeros desaparecen por completo, y pasan a sustituirse por el último. El Sutra del loto, en cambio, aclara que la budeidad y los otros nueve estados son posibilidades eternamente inherentes a la vida en cada instante. Y así, se hace realidad por medio de la fe y la práctica el estado de budeidad, que de otro modo estaría latente, mientras que los nueve restantes pasan a una condición de latencia, sin desaparecer por completo.
Esta revolucionaria perspectiva sobre cómo se manifiesta la budeidad se expresa en el concepto de la simultaneidad de causa y efecto. Los nueve estados («causa») y el de budeidad («efecto») son, de hecho, potencialidades innatas a nuestra vida por igual, y que existen de manera simultánea. El loto simboliza dicho principio ya que, a diferencia de otras plantas, da flores (que simbolizan la persona ordinaria) y frutos (que representan la budeidad) al mismo tiempo.
En otras palabras, desde el punto de vista del Sutra del loto, la ilusión y la iluminación –la persona común y el Buda– son dos aspectos o posibilidades siempre inherentes a la vida por igual. La incapacidad para percibir nuestra naturaleza de Buda innata, la idea de que la budeidad está de algún modo alejada de nuestra realidad cotidiana, es simplemente una ilusión, el resultado de causas negativas que se han acumulado en nuestra vida en el transcurso de muchas existencias. Sin embargo, mediante la práctica budista correcta, cualquier persona puede activar su naturaleza de Buda.
Aquí y ahora
La diferencia entre estas dos visiones de la budeidad podría describirse con la analogía de un videojuego. La perspectiva convencional del proceso de iluminación es como la de un personaje que supera gradualmente una serie de defectos innatos, va acumulando diversos poderes y herramientas útiles, y así va pasando con éxito a las fases más avanzadas del juego.
En la concepción de la iluminación del Sutra del loto, el personaje del juego ya cuenta desde el principio con todos los poderes y herramientas que existen y solo requiere un medio para desbloquearlas.
La práctica del budismo Nichiren consiste en activar las cualidades de nuestra naturaleza de Buda innata, aquí y ahora.
Entonar Nam-myoho-renge-kyo con fe en la budeidad intrínseca podría considerarse como la activación del «código» que desbloquea dicho potencial y nos permite manifestar sabiduría, amor compasivo y coraje para superar los obstáculos que vayan apareciendo.
Podríamos decir que los seres humanos poseen un ADN para llegar a ser budas, que se pone en funcionamiento al recitar Nam-myoho-renge-kyo.
La práctica del budismo Nichiren consiste en activar las cualidades de nuestra naturaleza de Buda innata, aquí y ahora, en medio de nuestra realidad cotidiana. En términos reales, significa que cuando contamos con el poder de la budeidad inherente, podemos superar cualquier dificultad y establecer un camino de la vida feliz y victorioso.
A medida que la esperanza y el amor compasivo se convierten en la base rectora de nuestra vida, incluso las debilidades y carencias pueden cumplir una función positiva, en tanto y en cuanto se tornan en una fuente de entendimiento y consideración hacia los demás. Esto no significa de ninguna manera trascender por completo y para siempre el potencial de nuestra ilusión fundamental.
Al manifestar nuestra naturaleza iluminada, cuyas características son el valor, la sabiduría, el amor compasivo y la fuerza vital, estamos preparados para asumir el compromiso pleno de los problemas de la vida, mejorar las circunstancias y convertir la iluminación en una realidad.
En tal sentido, los obstáculos y los retos nos sirven para demostrar la fuerza y la veracidad de la naturaleza de Buda intrínseca, y, de esta manera, inspiramos a otros a hacer lo mismo. El budismo consiste en vivir con confianza y alegría aquí y ahora. Para ello, el componente clave es la fe en nuestra budeidad.
Cuando confiamos plenamente en la naturaleza de Buda y en nuestra capacidad de transformar y superar cualquier tipo de sufrimiento, los problemas ya no son algo que evitar, sino que pasan a ser desafíos que asumir. Dicha certidumbre y determinación sostenidas en el tiempo ante las dificultades son, en sí mismas, una manifestación de nuestra naturaleza de Buda, y, de acuerdo con el principio de la simultaneidad de causa y efecto, nos asegura una vida significativa.
Adaptación de un artículo publicado en el número de abril de 2013 de SGI Quartely.