Capítulo 4:
Nichiren Daishonin y el Sutra del loto
1. El Sutra del loto
El Sutra del loto es una escritura que contiene la esencia del budismo Mahayana. Enseña, inequívocamente, que todas las personas pueden lograr la budeidad. Este apartado explicará la importancia y las principales doctrinas de dicho sutra.
El Sutra del loto ha cambiado radicalmente la visión budista de la vida y de la budeidad. Las enseñanzas que Shakyamuni predicó con anterioridad, en los más de cuarenta años precedentes, enseñan que las personas comunes no pueden manifestar la budeidad en esta existencia. Y que permanecen fijos en uno de los nueve estados, distinto de la budeidad, durante toda su existencia hasta que mueren. Solo entonces pueden renacer en un estado diferente. Por ende, si las personas desean lograr la iluminación, deben llevar a cabo la práctica budista en incontables existencias hasta erradicar todos sus deseos mundanos, purificar su vida y obtener beneficios y virtudes dignas de los budas. Solo al cabo de este proceso acceden a la budeidad. Y cuando lo consiguen, dicen estos sutras, la budeidad es el único estado que queda presente en su vida.
Con todo, en el Sutra del loto, Shakyamuni revela la verdad de que el estado de buda existe, de manera intrínseca, en la vida de todas las personas, y que cualquiera puede lograr la budeidad de inmediato, manifestándola desde el interior de su vida.
La enseñanza del Sutra del loto se sustenta en dos doctrinas: el «verdadero aspecto de todos los fenómenos» y el «logro de la budeidad en el remoto pasado».
1) El verdadero aspecto de todos los fenómenos y el logro de la budeidad en el remoto pasado
El verdadero aspecto de todos los fenómenos
El Sutra del loto, que consta de veintiocho capítulos, puede dividirse en dos partes: la enseñanza teórica —desarrollada en los primeros catorce— y la enseñanza esencial —que abarca la segunda mitad del texto—.
En la enseñanza teórica (primera mitad) hay dos doctrinas centrales: el «verdadero aspecto de todos los fenómenos» y el «logro de la budeidad en las personas de los dos vehículos».
El verdadero aspecto de todos los fenómenos es un principio expuesto en el capítulo «Medios hábiles» (2.°) del sutra. «Todos los fenómenos», aquí, significa el mundo circundante y sus diversas funciones; entre ellas, los asuntos de la vida y de la sociedad. «Verdadero aspecto» significa su realidad última o verdadera naturaleza esencial.
El verdadero aspecto de todos los fenómenos es un principio expuesto en el capítulo «Medios hábiles» (2.°) del sutra. «Todos los fenómenos», aquí, significa el mundo circundante y sus diversas funciones; entre ellas, los asuntos de la vida y de la sociedad. «Verdadero aspecto» significa su realidad última o verdadera naturaleza esencial.
La verdad o realidad de todas las cosas que pueden percibir los budas, con su sabiduría vasta y profunda, se denomina verdadero aspecto de todos los fenómenos. Una vez que comprendemos esta realidad, entendemos que los fenómenos y su verdadero aspecto no son dos cosas separadas, sino que toda esa diversidad fenoménica representa o expresa el verdadero aspecto. Por ende, no hay cómo separar o dividir los fenómenos de su aspecto esencial.
A partir de comentarios del gran maestro T’ien-t’ai (Chih-i), Nichiren Daishonin esclareció que «todos los fenómenos» denota específicamente a todos los seres en los diez estados y sus respectivos ambientes, mientras que el término «verdadero aspecto» se refiere a Myoho-renge-kyo.
En su escrito El verdadero aspecto de todos los fenómenos, el Daishonin señala que «todos los seres y sus ambientes, en los diez estados que van desde el infierno —el más bajo— hasta la budeidad —el más elevado—, son manifestaciones de Myoho-renge-kyo, sin excepción».1
La enseñanza sobre el verdadero aspecto de todos los fenómenos revela que no solo los budas, sino también los seres de los otros nueve estados son iguales, porque cada uno de los diez estados posee los diez en su totalidad, y es, esencialmente, una corporeización de Myoho-renge-kyo.
Antes del Sutra del loto, se pensaba que había una brecha prácticamente imposible de cerrar entre un buda y la gente común; es decir, entre la budeidad y los otros nueve estados.
Sin embargo, en el Sutra del loto se expone una visión opuesta. Si bien los budas y las personas de los nueve estados adoptan distintas cualidades y aspectos en su conducta o funciones en el mundo real, en el nivel de la vida son esencialmente iguales, sin que exista distinción entre unos y otros. En principio, todos los seres de los nueve estados, cualquiera sea su condición o estado de vida actual, son capaces de manifestar la budeidad.
Con base en el principio del verdadero aspecto de todos los fenómenos, el Sutra del loto revela que las personas de los dos vehículos (los que escuchan la voz y los que toman conciencia de la causa) pueden, efectivamente, ser budas, pese a que, en los sutras anteriores, esta posibilidad les estaba vedada.
Por otro lado, el Sutra del loto también garantiza el logro de la budeidad a las malas personas y a las mujeres, dos grupos que, según las enseñanzas previas al Sutra del loto, no tenían el potencial de la iluminación.
El capítulo «Medios hábiles» continúa explicando que la razón por la cual todos los budas aparecen en este mundo es «abrir el portal de la sabiduría de buda» a la humanidad, «mostrar la sabiduría de buda» a la gente, «hacer que tomen conciencia» de ella y «guiar a los seres a que ingresen» en dicha sabiduría.2
En otras palabras, el deseo fundamental de Shakyamuni y de todos los budas es permitir a cada persona revelar la sabiduría de buda que existe de manera innata e igualitaria en la vida de todos, y llevar a cabo la práctica budista basados en esa sabiduría. De esa manera, su objetivo es ayudar a todos a lograr un estado de vida igual al de los budas. En el Sutra del loto, esto se transmite en la declaración con la cual Shakyamuni expresa su juramento original: «[h]acer que todas las personas fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre nosotros».3 Este es el propósito fundamental del budismo.
El logro de la budeidad en el remoto pasado
Un principio central en la enseñanza esencial (segunda mitad) del Sutra del loto es la revelación de que Shakyamuni logró la budeidad en el remoto pasado.
En las enseñanzas anteriores a dicho sutra, e incluso en su enseñanza teórica (primeros catorce capítulos) la descripción que se ofrece de Shakyamuni es la siguiente: Aunque nació siendo príncipe heredero en la casa real del clan Shakya de la antigua India, abandonó la vida de palacio en favor de la búsqueda religiosa. Al cabo de un período de ascetismo, logró la iluminación o «budeidad» por primera vez en las afueras de Gaya (luego llamada Bodh Gaya), mientras se hallaba meditando sentado bajo el árbol bodhi. Según estas enseñanzas, las causas que había hecho y acumulado en incontables existencias de práctica budista le habían permitido cosechar las virtudes y beneficios que, en esa existencia en la India, lo llevaron al logro de la budeidad. Pero cuando reveló que, en verdad, se había iluminado en el remoto pasado, echó por tierra esa imagen anterior.
Como se explicó antes, la enseñanza sobre el «verdadero aspecto de todos los fenómenos», desarrollada en la enseñanza teórica, revela que no hay diferencia sustancial entre un buda y una persona común, porque ambos son corporificaciones de Myoho-renge-kyo. En otras palabras, aunque la budeidad existe intrínsecamente en la vida de la gente, y cualquiera puede lograr la iluminación en cualquier momento, en realidad haría falta perseverar en la práctica durante numerosas existencias para poder manifestar dicho estado. En la enseñanza teórica, se habla de un buda Shakyamuni que logró la iluminación solo después de un período inimaginable de práctica, de manera tal que sus discípulos naturalmente debían llevar a cabo la misma práctica que su maestro.
En cambio, en la enseñanza esencial, mediante el ejemplo de Shakyamuni que logró la iluminación en el remoto pasado, se explica que la budeidad, así como también los otros nueve estados, existe permanentemente en la vida de todas las personas como un potencial innato, y que estas, en las condiciones correctas, pueden manifestar la budeidad en cualquier momento.
El capítulo «La duración de la vida de El Que Así Llega» (16.°) describe la vastedad del tiempo transcurrido desde que Shakyamuni logró la iluminación, usando la expresión «kalpas numerosos como las partículas de polvo de incontables grandes sistemas planetarios». Esta declaración echó por tierra con la noción aceptada de que Shakyamuni había logrado la iluminación por primera vez en esa existencia en la India, y reveló que era el Buda eterno, iluminado desde el remoto pasado. Otra cosa que establece dicho capítulo es que él siempre ha estado presente en este mundo saha impuro.4
Allí se lee: «[H]an transcurrido inmensurables, ilimitados, cientos, miles, decenas de miles, millones, nayutas de kalpas desde que yo, en verdad, logré la Budeidad».5 Esto significa que el estado de vida del Buda es eterno y está siempre presente.
Después de revelar su iluminación original en el remotísimo pasado, Shakyamuni señala: «[O]riginariamente practiqué el Camino del bodisatva, y la duración de la vida que adquirí entonces todavía no se ha extinguido; antes bien, durará el doble de los años que han transcurrido hasta hoy».6 El significado de esto es que los nueve estados, representados por el estado de vida de un bodisatva, también siempre están presentes y son eternos.
Los dos pasajes antes citados indican que tanto el estado de vida de la budeidad como el de los nueve estados existen siempre en la vida de Shakyamuni.
Antes de que el Sutra del loto esclareciera que Shakyamuni había logrado la Budeidad en el remoto pasado, se enseñaba que, en esa existencia en la India, él había tenido que expurgar de su vida los nueve estados y las ilusiones para poder recibir el fruto del estado de buda.
En cambio, la revelación sobre el logro original de dicho estado muestra que los nueve estados, en su totalidad, existen y existían intrínsecamente en su budeidad. Por ende, Shakyamuni pudo nacer en numerosas existencias pasadas con la identidad de diversos bodisatvas para llevar a cabo la práctica budista. Pero incluso surgiendo y viviendo como un bodisatva, la budeidad siempre estuvo presente en él en forma innata. De esa manera, corporificó la posesión mutua de los diez estados.
Shakyamuni, el Buda que logró la iluminación en el remoto pasado, en verdad no está sujeto al ciclo interminable de nacimiento y muerte, pero nace y muere para ayudar a las personas a buscar sus enseñanzas. En el capítulo «La duración de la vida», señala: «Para salvar a los seres vivos, como medio hábil doy la impresión de entrar en el nirvana, pero en realidad no paso a la extinción».7
Además, el sutra explica que este Buda eterno siempre vive en la Tierra de la Luz Tranquila, pero esta última no es sino el mundo saha donde viven las personas comunes de los nueve estados. (Esto se conoce como el principio de que el mundo saha es la Tierra de la Luz Tranquila). El Buda surge en cualquier época y lugar donde hay personas con espíritu de búsqueda puro y sincero, capaces de esforzarse en la práctica budista sin escatimar la vida.
En otras palabras, cuando uno cree en el Sutra del loto y lo practica, hace aflorar su budeidad innata y, al mismo tiempo, transforma su ambiente en una tierra de Buda. Esto se debe a que la vida de todos, en forma innata, está dotada del estado de buda. Dicha naturaleza de Buda intrínseca funciona como una causa interna que, en respuesta a las condiciones propicias, en cualquier momento o lugar genera el resultado de la Budeidad en su propio ser y en el medio ambiente.
El principio sobre el logro de la Budeidad de Shakyamuni en el remoto pasado esclarece la verdadera naturaleza de la vida; es decir, que todos y cada uno de nosotros somos budas, desde el pasado más remoto hasta el futuro ilimitado.
2) Los Bodisatvas de la Tierra
En el capítulo «Surgir de la tierra» (15.°) del Sutra del loto, Shakyamuni convoca la aparición de incontables bodisatvas con el propósito de confiarles la propagación de su enseñanza en a época corrupta posterior a su muerte. El sutra describe a una legión de bodisatvas que surgen de las profundidades de la tierra, los Bodisatvas de la Tierra, a quienes se considera seres que habitan en el mundo de la verdad fundamental.
Son incontables; cada uno de ellos encabeza una multitud de seguidores numerosos como las arenas de sesenta mil ríos Ganges, que es el río más grande y venerado de la India.
Estos bodisatvas, desde el remoto pasado, habían recibido enseñanza e instrucción constante de parte de Shakyamuni, y habían ya practicado la enseñanza fundamental para el logro de la budeidad. En la medida en que poseen el mismo estado de vida iluminado que Shakyamuni, a ellos se les encarga la misión de propagar la Ley Mística ampliamente en la época oscura conocida como el Último Día de la Ley.
Los cuatro líderes de estos Bodisatvas de la Tierra son Prácticas Superiores, Prácticas Ilimitadas, Prácticas Puras y Prácticas Consolidadas. En el capítulo «Poderes sobrenaturales de El Que Así Llega» (21.º) del Sutra del loto, Prácticas Superiores y todos estos bodisatvas juran dar a conocer la gran Ley en el futuro, después de la muerte de Shakyamuni. En respuesta a este compromiso, Shakyamuni les confía la propagación de su enseñanza en esa época atribulada y les encomienda la transmisión de la gran Ley durante el futuro.
Estos pasajes del sutra dejan pendientes dos grandes preguntas: ¿Cuándo, exactamente, aparecerán estos Bodisatvas de la Tierra a partir de la muerte de Shakyamuni, y cuál es, exactamente, la gran Ley que habrán de propagar cuando llegue ese momento?
Nichiren Daishonin esclarece que estos Bodisatvas de la Tierra aparecerán en el Último Día de la Ley, y que la gran Ley que darán a conocer ampliamente es la Ley Mística de Nam-myoho-renge-kyo.
El propio Daishonin cumplió las instrucciones de Shakyamuni referidas a la transferencia de estas enseñanzas, tal como se lee en el Sutra del loto. Es decir, fue el Daishonin el que, habiendo nacido a comienzos del Último Día de la Ley, enseñó Nam-myoho-renge-kyo a toda la gente y lo dio a conocer con dedicación altruista. En tal sentido, el Daishonin fue un Bodisatva de la Tierra, cuya función corresponde a la del líder de estas figuras.
En El verdadero aspecto de todos los fenómenos, el Daishonin declara:
Ahora, pase lo que pase, persevere en la fe y hágase conocer como devoto del Sutra del loto; siga siendo mi discípulo por el resto de sus días. Si usted comparte el mismo corazón que Nichiren, tiene que ser un Bodhisattva de la Tierra. Y si es un Bodhisattva de la Tierra, no puede haber la menor duda de que ha sido discípulo del buda Shakyamuni desde el remoto pasado.8
Esta cita explica que todos los que aceptan y creen las enseñanzas del Daishonin, las practican y propagan, y trabajan para lograr el kosen-rufu son, sin excepción, Bodisatvas de la Tierra. Esa persona es un genuino discípulo de Nichiren Daishonin, el Buda del Último Día de la Ley.
3) El bodisatva Jamás Despreciar
La práctica del bodhisattva Jamás Despreciar descrita en el capítulo «El bodisatva Jamás Despreciar» (20.°) del Sutra del loto ejemplifica cómo propagar la enseñanza correcta en la época de maldad posterior a la muerte de Shakyamuni.
Jamás Despreciar es una de las figuras mencionadas en el Sutra del loto; en verdad, es la identidad con la cual vivió Shakyamuni en una existencia anterior mientras llevaba a cabo su práctica budista de bodisatva. Lo que hace Jamás Despreciar es venerar a todas las personas con quienes se encuentra, sean quienes fueren; incluso a quienes lo atacan y persiguen; se inclina respetuosamente ante cada persona y recita una frase que se conoce como el «Sutra del loto de veinticuatro caracteres». Este nombre obedece a que dicha frase condensa esencialmente la práctica y las enseñanzas del Sutra del loto y a que, en el texto del sutra, esa frase se escribe con veinticuatro caracteres chinos. Dice así: «Siento profundo respeto por vosotros. Jamás osaría trataros con desprecio o arrogancia. ¿Y por qué? Porque todos practicaréis el Camino del bodisatva y seréis capaces de conseguir la Budeidad».9
Estas palabras muestran con claridad meridiana la filosofía esencial del Sutra del loto, que es respetar la vida de cada una de las personas, porque todas poseen intrínsecamente la naturaleza de Buda.
En su dedicación a proclamar este «Sutra del loto de veinticuatro caracteres», Jamás Despreciar es atacado por gente arrogante que le lanza palos y piedras, pero él persevera en su práctica constante de alabar y tratar con respecto a los demás. El sutra explica que Jamás Despreciar pudo llegar a ser un Buda a través del beneficio derivado de este comportamiento.
El Último Día de la Ley se describe como una época de disputas y confrontaciones. Y la única manera de resolver los conflictos y de crear una sociedad humanista y pacífica es que cada sujeto crea en la naturaleza de Buda de sí mismo y de los demás, y actúe coherentemente de un modo que exprese ese respeto al otro. El budismo enseña la forma más elevada de conducta humana —un comportamiento respetuoso del otro— y promueve esta forma de obrar en todos los seres.
Con respecto a la importancia de la conducta humana, el Daishonin escribe:
El corazón de todas las enseñanzas que el Buda expuso a lo largo de su vida es el Sutra del loto, y el corazón de la práctica de este sutra se encuentra en el capítulo «El bodhisattva Jamás Despreciar». ¿Qué significa el profundo respeto que el bodhisattva Jamás Despreciar sentía hacia todas las personas? El propósito con el cual nació en este mundo el buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas, yace en su comportamiento como ser humano.10
Aquí, el Daishonin señala claramente que el propósito del budismo es fomentar una conducta como la de Jamás Despreciar; es decir, vivir con absoluta convicción en la naturaleza de Buda de uno mismo y de los demás, y proceder de acuerdo con esa conciencia.
2. Nichiren Daishonin y el Sutra del loto
En el Último Día de la Ley, es inevitable que las personas que propagan el Sutra del loto encuentren grandes dificultades. Nichiren Daishonin difundió ampliamente este sutra y, por hacerlo, sufrió graves persecuciones a tono con lo que prevé dicha enseñanza. Por eso se dice que «leyó» el sutra con su vida y cumplió la función del «devoto del Sutra del loto», que demuestra con sus actos la validez de las enseñanzas del sutra.
1) El devoto del Sutra del loto en el Último Día de la Ley
Nichiren Daishonin se refirió a sí mismo como el «devoto del Sutra del loto»: el genuino practicante del sutra que llevó a cabo sus enseñanzas exactamente como el Buda enseña, afrontando y superando grandes persecuciones con tal de propagar la Ley Mística. El Sutra del loto explica que todo el que crea en el sutra, lo practique y lo propague tras la muerte de Shakyamuni se expondrá a sufrir diversos obstáculos y hostilidades.
Ser objeto de odio y celos extremos
En el capítulo «El maestro de la Ley» (10.°) del Sutra del loto se encuentra este pasaje: «Puesto que el odio y los celos hacia este sutra abundan incluso durante la vida de El Que Así Llega, ¡cuánto peor será después de su muerte».11
En el Último Día de la Ley, solo Nichiren Daishonin fue objeto de persecuciones originadas en un profundo sentimiento de odio y celos, superior incluso a las que sufrió el propio Shakyamuni en su época.
Los seis actos difíciles y nueve actos fáciles
El capítulo «El surgimiento de la torre de los tesoros» (11.°) del Sutra del loto describe «seis actos difíciles y nueve actos fáciles». Con estos ejemplos, Shakyamuni se propone recalcar la inmensa dificultad de aceptar y propagar el Sutra del loto en la época posterior a su muerte, y exhorta a los bodisatvas a hacer el juramento de difundir el sutra en el Último Día de la Ley.
Los seis actos difíciles son 1) propagar el Sutra del loto ampliamente, 2) copiarlo o hacer que alguien lo copie, 3) recitarlo aunque sea por poco tiempo, 4) enseñarlo aunque sea a una sola persona, 5) escucharlo o aceptarlo y preguntar acerca de su significado y 6) mantener la fe en él.
Los nueve actos fáciles incluyen proezas colosales, como «tomar el monte Sumeru y arrojarlo a lo lejos, hacia las inconmensurables tierras de Buda», «tomar la tierra gigantesca, ponerla sobre una uña del pie, y con ella ascender hasta el cielo de Brahma», «cargar un fardo de heno a las espaldas y atravesar una gigantesca hoguera sin quemarse» y «predicar las ochenta y cuatro mil doctrinas».
Si bien los nueve actos «fáciles» parecen, en realidad, cosas prácticamente imposibles, se las considera fáciles comparadas con la dificultad de los seis actos referidos a propagar el Sutra del loto en el Último Día de la Ley.
El motivo por el cual propagar el Sutra del loto es tan difícil es que ello da lugar a dificultades muy reales que se manifiestan en forma de persecuciones y de oposición. Al explicar las cosas mediante los «seis actos difíciles y nueve actos fáciles», el sutra expresa con vehemencia el propósito y el corazón con el cual Shakyamuni exhorta a propagar sus enseñanzas —la más difícil de todas las tareas difíciles— en la época posterior a su muerte.
Los tres enemigos poderosos
El capítulo «Aliento a la devoción» (13.°) del Sutra del loto contiene un pasaje conocido como la «estrofa de veinte versos» donde se describe a tres clases de personas que se oponen fuertemente a quienes transmiten la enseñanza después de la muerte de Shakyamuni. En conjunto, se los conoce como los «tres enemigos poderosos». Se los define como laicos arrogantes, sacerdotes arrogantes y falsos venerables arrogantes.
El primero de los tres enemigos poderosos, los laicos arrogantes, son personas ignorantes de las enseñanzas budistas que atacan a los practicantes del Sutra del loto. Ya que el Daishonin se esforzó por difundir el Sutra del loto, estas personas lo calumniaron y atacaron con palos y espadas, tal como predijo el sutra.
El segundo enemigo poderoso, los sacerdotes arrogantes, se refiere a los integrantes del clero budista que persiguen a los practicantes del Sutra del loto. En la época del Daishonin, los sacerdotes budistas, aferrados a sus propias ideas e interpretaciones superficiales, hablaban mal del sutra y perseguían a su devoto.
El tercer enemigo poderoso, los falsos venerables arrogantes, son prelados budistas de alto rango que calculadamente proyectan una imagen pública de santidad y se valen de su influencia o ascendiente para perseguir a los que practican el Sutra del loto.
En la época del Daishonin, el sacerdote Ryokan del templo Gokuraku-ji fue el ejemplo más cabal del tercer enemigo poderoso. La gente de Kamakura lo veneraba y lo consideraba un santo, pero en realidad era una persona interesada en acumular poder, beneficios y riqueza, que trató de destruir maliciosamente al devoto del Sutra del loto. Se congració con las esposas de ciertos funcionarios del gobierno y llenó sus oídos de acusaciones falsas y rumores sobre Nichiren Daishonin y sus seguidores; a través de esta manipulación, logró que las autoridades dispusieran medidas represivas contra ellos. Esto condujo a la persecución del Daishonin en Tatsunokuchi —un intento fallido de decapitación— y al consiguiente destierro a la isla de Sado.
Ya que fue exiliado en dos oportunidades —primero, a Ito, en la península de Izu y, más tarde, a la isla de Sado—, Nichiren Daishonin dice que leyó con su vida el pasaje del capítulo «Aliento a la devoción» donde se dice «una y otra vez seremos expulsados».12
Queda claro, entonces, que Nichiren Daishonin afrontó graves persecuciones a manos de los tres enemigos poderosos, exactamente como el sutra dice que le ocurrirá a su devoto o verdadero practicante. Por haber sobrellevado hostilidades exactamente como las que predice el Sutra del loto a causa de haber emprendido su propagación, el Daishonin afirma en La selección del tiempo: «No puede haber dudas de que yo, Nichiren, soy el devoto del Sutra del loto más excelso de todo el Japón».13 En este mismo escrito, declara: «[Y]o, Nichiren, soy el supremo devoto del Sutra del loto en todo el territorio de Jambudvipa».14
En vista de ello, el Sutra del loto es la escritura budista que predice el surgimiento de Nichiren Daishonin y su comportamiento en el Último Día de la Ley; el Daishonin, al leer el sutra con su vida (y cumplir las predicciones allí formuladas), demostró que el Sutra del loto no era falso y testimonió la validez de las palabras de Shakyamuni.
2) El bodisatva Prácticas Superiores
Nichiren Daishonin fue el primero en ponerse de pie por propia decisión, aun arriesgando la vida, para dar a conocer la Ley Mística como devoto del Sutra del loto en el Último Día de la Ley. De esa manera, mostró que su misión y su comportamiento correspondían a los del bodisatva Prácticas Superiores, a quien Shakyamuni había transferido en el Sutra del loto la propagación de la enseñanza en el Último Día de la Ley.
El capítulo «Poderes sobrenaturales» explica que esa transferencia de la propagación del sutra en el Último Día de la Ley a Prácticas Superiores y a los demás Bodisatvas de la Tierra funciona como el sol y la luna: al iluminar a las personas, disipa la negrura y la oscuridad que debilitan al pueblo, inmerso en la realidad de este mundo. Asimismo, en el capítulo «Surgir de la tierra», se compara a los Bodisatvas de la Tierra con las flores de loto que, sin dejarse ensuciar por este mundo impuro y sin dejarse confundir por las aflicciones y deseos mundanos, florecen y dan el fruto de la iluminación.
Esto indica que Prácticas Superiores es el maestro iluminado del Último Día de la Ley que, en lugar de Shakyamuni, enseña y guía a la budeidad a las personas de esta época.
Nichiren Daishonin se dio a sí mismo el nombre «Nichiren» («sol-loto») y perseveró en su práctica como devoto del Sutra del loto para ayudar a la gente a resolver su sufrimiento. En la elección de este nombre, debe verse su convicción de estar cumpliendo la tarea de Prácticas Superiores, cuya función se compara en los capítulos «Poderes sobrenaturales» y «Surgir de la tierra» con el sol, la luna y la flor de loto.
Aunque, desde el punto de vista de su conducta, el Daishonin cumplió la función de Prácticas Superiores, en un nivel más profundo —concerniente a su estado de vida iluminado— fue el Buda de la alegría ilimitada iluminado desde el tiempo sin comienzo; el Buda que puede desplegar cabalmente la dignidad inherente a la vida.
El Daishonin expresó su estado fundamental de budeidad en forma de un mandala o Gohonzon, que diseñó tomando como referencia la Ceremonia en el Aire15 del Sutra del loto. Estableció dicho Gohonzon como el objeto de devoción fundamental que toda la gente debe abrazar y mantener en el Último Día de la Ley para manifestar la budeidad.
Cuando uno cree en el Gohonzon de Nam-myoho-renge-kyo y revela la Ley de Nam-myoho-renge-kyo innata en su vida, puede manifestar el estado de vida del Buda del tiempo sin comienzo. Esto significa que las personas comunes pueden, en verdad, llevar a cabo los actos de los budas en el contexto de la sociedad y de su vida cotidiana.
Los miembros de la Soka Gakkai oran a este Gohonzon como espejo o corporificación de su budeidad innata, entonan Nam-myoho-renge-kyo con la convicción de que ellos mismos son la Ley Mística y se esfuerzan por enseñar y transmitir esta doctrina a los semejantes. A través de estas acciones, al igual que Nichiren Daishonin, manifiestan la Ley Mística en su vida, revelan el estado de budeidad y disfrutan de los beneficios y la buena fortuna que derivan de ello.
- *1END, pág. 404.
- *2Véase El Sutra del loto, op. cit., cap. 2, pág. 31.
- *3Ib., cap. 2, pág. 36.
- *4Mundo saha: El término sánscrito saha se traduce como «resistir» o «soportar». El mundo saha es el mundo real en que vivimos, sobrellevando situaciones interminables de sufrimiento y de confusión.
- *5Ib., cap. 16, pág. 223.
- *6Ib., pág. 225.
- *7Ib., pág. 228.
- *8END, pág. 406.
- *9El Sutra del loto, op. cit., cap. 20, pág. 264.
- *10END, pág. 893.
- *11El Sutra del loto, op. cit., cap. 10, pág. 163.
- *12Véase ib., cap. 13, pág. 193.
- *13END, págs. 602-603.
- *14Ib., pág. 578.
- *15Ceremonia en el Aire: Una de las asambleas descritas en el Sutra del loto, en la cual toda la congregación de personas queda suspendida en el espacio, sobre la tierra. Durante dicha ceremonia, Shakyamuni transfiere la esencia del Sutra del loto específicamente a los Bodisatvas de la Tierra, liderados por Prácticas Superiores, y les encomienda a ellos la misión de propagarlo en el Último Día de la Ley. El corazón de esta ceremonia es revelar la iluminación original del Buda en el remoto pasado y la transmisión de la esencia del sutra a los Bodisatvas de la Tierra.