Parte 1: La felicidad; Capítulo 3: La práctica para transformar nuestro estado de vida [3.16]
3.16 Entonar Nam-myoho-renge-kyo libremente
El presidente Ikeda responde una pregunta de un miembro italiano sobre el criterio de cantidad o de calidad que debemos tener a la hora de entonar el daimoku.
Un billete de cien mil liras vale más que otro de diez mil liras.1 No hace falta decir que es preferible tener un billete de mayor valor… En el caso del daimoku, lo importante es entonar Nam-myoho-renge-kyo con sinceridad y rotunda certeza. ¡Desde luego, sería fantástico tener montones de billetes de cien mil liras…! El punto es que, en lo concerniente a la oración, importan tanto la cantidad como la calidad.
En el budismo Nichiren, a la hora de hacer daimoku es muy importante entablar un diálogo esencial con el Gohonzon. Para dar un ejemplo, si hacemos una llamada telefónica, y si la conexión es buena, escucharemos todo claramente, aunque del otro lado nos hablen en susurros. Pero cuando hay mala recepción, así nos hablen a los gritos, no escucharemos nada. Para que nuestras oraciones sean eficaces, necesitamos expresarlas ante el Gohonzon de manera directa y transparente.
El Daishonin señala: «Lo que denominamos fe no es nada fuera de lo corriente».2 En otras palabras, se trata de que seamos nosotros mismos. Y prosigue diciendo:
La fe significa depositar nuestra confianza en el Sutra del loto, en Shakyamuni, en Muchos Tesoros, en los budas y bodhisattvas de las diez direcciones, y en los dioses celestiales y deidades benevolentes, y entonar Nam-myoho-renge-kyo del mismo modo que una mujer ama a su esposo, que un hombre sacrifica la vida por su esposa, que los padres son renuentes a abandonar a sus hijos o un niño se niega a alejarse de su madre.3
Cuando hacemos daimoku al Gohonzon, debemos ser sinceros y auténticos. Si estamos sufriendo o nos sentimos desalentados, llevemos ese pesar al Gohonzon sin ocultarlo y volquemos en la oración lo que llevamos en el alma.
El Daishonin expuso su budismo con el deseo de que todos seamos felices. Por eso, cuando tomamos contacto con la vida del Daishonin y nos conectamos a ella [en el acto de orar al Gohonzon], podemos establecer una vida feliz sin falta. Es inconcebible que el Daishonin no proteja a quienes están esforzándose por lograr el kosen-rufu como emisarios suyos.
Esencialmente, practicamos el budismo del Daishonin para ser felices y tener bienestar. En lo que respecta a la oración, es el mismo caso: lo importante es que nos sintamos conformes y satisfechos [con respecto al daimoku que entonamos]. No es cuestión de formalidad, ni hay reglas específicas que digan cuánto tiempo tenemos que hacer daimoku. Aunque puede ser útil que cada uno establezca una meta de práctica que desea cumplir, si en ocasiones estamos demasiado exhaustos o cansados, es mucho mejor que vayan a descansar y vuelvan al Gohonzon en otro momento, renovados física y mentalmente, y no que se sienten a orar medio dormidos, tan solo por imposición o por rutina.
Lo más importante es que, una vez hecha la práctica, nos sintamos revitalizados y satisfechos. Si seguimos orando de esta manera cada día, veremos que nos resulta natural lograr todos nuestros deseos.
De la sesión de preguntas y respuestas celebrada en una reunión con representantes de Italia septentrional el 3 de julio de 1992.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.