Parte 1: La felicidad; Capítulo 3: La práctica para transformar nuestro estado de vida [3.18]
3.18 Cultivar un sólido núcleo interior
El presidente Ikeda responde a un miembro de la División Futuro que no podía encontrar salida a un difícil problema, pese a su firme deseo de esforzarse y de estar haciendo el gongyo a diario sinceramente.
En el budismo Nichiren, se dice que ninguna oración queda sin respuesta. Pero esto no significa que la práctica sea mágica o que cada deseo que planteemos ante el Gohonzon deba ser gratificado en forma inmediata. Si uno ora para ganar la lotería mañana o para recibir cien puntos de calificación en un examen sin haber estudiado, habrá pocas probabilidades de que eso ocurra. Sin embargo, si vemos las cosas a largo plazo y desde una perspectiva más profunda, todas las oraciones nos orientarán a la felicidad.
A veces, oramos y el resultado se manifiesta enseguida; a veces, no. Pero si perseveramos, podremos decir retrospectivamente y con absoluta convicción que todo, al final, resultó de la mejor manera para nosotros.
El budismo concuerda con la razón. Nuestra fe se manifiesta en la vida cotidiana y en nuestras circunstancias reales. Ninguna oración producirá efectos si no actuamos de manera coherente con lo que queremos lograr.
Por otro lado, superar sufrimientos de naturaleza kármica lleva su cuota de tiempo y de persistencia, ya que las raíces de este tipo de aflicciones se remontan a causas hechas en el pasado. Por ejemplo, no lleva el mismo tiempo recuperarse de un rasguño que de una patología grave en un órgano interno. Algunas dolencias se resuelven con fármacos, mientras que otras necesitan cirugía. Lo mismo cabe decir de la dinámica del karma a través de la fe y la práctica.
Además, cada persona tiene un karma individual diferente y un nivel de fe personal. Pero cuando entonamos Nam-myoho-renge-kyo, surge en nosotros un claro sentimiento de esperanza y podemos encauzar nuestra vida hacia un rumbo positivo y beneficioso, sin falta.
No es realista pensar que habremos de lograr cosas excepcionales en un abrir y cerrar de ojos. Si cada oración obtuviera respuesta instantánea, eso sería nuestra ruina, porque nos volveríamos indolentes y caprichosos.
Por ejemplo, supongamos que ustedes son aficionados al dibujo. ¿Sería realista pensar que con solo garabatear un par de obras los invitarán a exponer y todos los coleccionistas de arte se abalanzarán a comprar sus cuadros?
Supongamos que gastan todo su dinero jugando en vez de trabajar y que acaban en la pobreza total. ¿Creen que si apareciera alguien y les diera mucha plata eso contribuiría a hacerlos felices a largo plazo?
Probablemente sería como efectuar arreglos superficiales en un edificio que se está por derrumbar, sin resolver el problema de raíz. Primero habrá que reconstruir los cimientos para después poder edificar algo firme. La finalidad de la práctica budista es transformar nuestra vida profundamente, y no solo en aspectos superficiales. Por eso, nos permite cultivar un firme núcleo interior y un acervo inagotable de buena fortuna.
Hay dos clases de beneficios derivados de la fe en el Gohonzon: mediatos e inmediatos. El beneficio inmediato o visible consiste en revertir rápidamente un problema o en recibir protección en el momento necesario, tanto en cuestiones de salud como de relaciones humanas u otro tipo de conflictos.
Por otro lado, hay beneficios mediatos o «invisibles», que no se ven al instante. Esto se refiere a la buena fortuna que se acumula a paso lento pero continuo, como los anillos de crecimiento de los árboles o la forma progresiva en que crece la marea. Esta acumulación se traduce en un estado de vida amplio y elevado. Tal vez no sea posible distinguir este tipo de desarrollo de un día para el otro, pero con el paso de los años nuestra felicidad será indudable y sentiremos cuánto hemos crecido como personas. A este proceso se le llama «beneficio mediato».
La práctica de Nam-myoho-renge-kyo sin falta nos permite acceder al mejor desenlace en cada circunstancia, se trate de beneficios visibles o invisibles.
Así pues, pase lo que pase, es importante seguir haciendo daimoku. Si lo hacen, serán felices, sin falta. Aun cuando ciertas cosas no se resuelvan del modo que habían imaginado, cuando más tarde miren atrás entenderán, en un nivel profundo, que el resultado final fue, claramente, el mejor para ustedes. Estamos aquí ante un tremendo beneficio mediato.
Un «beneficio inmediato» sería, por ejemplo, comer hoy pero tener que preocuparse por la comida del día siguiente. En cambio, usando este mismo ejemplo, el «beneficio mediato» sería tal vez comer algo frugal el día de hoy, pero saber que estamos asegurando una condición de vida en la cual nunca más tendremos que preocuparnos por el sustento. Creo que esta última perspectiva es mucho más interesante y es lo que nos brinda, en esencia, el budismo Nichiren.
Del libro Conversaciones sobre la juventud, publicado en japonés en marzo de 1999.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.