Parte 1: La felicidad; Capítulo 6: El principio de la floración de los «cerezos, ciruelos, duraznos y albaricoques» [6.9]
6.9 Construir un mundo armonioso de diversidad humana
En una disertación ofrecida en el Centro de Oriente y Occidente, en Hawái, el presidente Ikeda habla sobre el principio de la floración de los «cerezos, ciruelos, durazneros y albaricoqueros», que enuncia el respeto budista por la diversidad y afirma el valor de todas las personas.
En las enseñanzas de Nichiren leemos: «El cerezo, el ciruelo, el duraznero y el albaricoquero [todos florecen como son,] sin experimentar ningún cambio».1 Como este pasaje indica, no hay ninguna necesidad de que todos seamos «cerezos» o «ciruelos»; por el contrario, cada uno tiene que manifestar el brillo único de su propia individualidad.
Esta analogía apunta al principio básico de valorar la diversidad, que se aplica por igual tanto a los seres humanos como a los ámbitos naturales o sociales. De acuerdo con el principio de «revelar la propia naturaleza intrínseca»,2 la misión primordial del budismo es permitir que cada persona florezca dando expresión plena de su potencial. Sin embargo, esa individualidad única no puede expresarse a expensas de los demás o en conflicto con la realidad circundante, sino solo mediante la valoración activa de las diferencias y de la singularidad. Para decirlo con otras palabras, el florido jardín de la vida debe su belleza, justamente, a la variedad de matices.
Las enseñanzas de Nichiren también contienen la siguiente parábola: «Cuando uno se inclina respetuosamente ante un espejo, la imagen reflejada también lo reverencia a uno».3
Esto expresa con elocuencia la causalidad que impregna todos los fenómenos, concepto central en el budismo. El respeto que sentimos por la vida ajena vuelve a nosotros, infalible como la imagen de un espejo, para ennoblecer nuestra vida.
Según la cosmología implícita en el principio budista del origen dependiente, todos los fenómenos naturales y humanos cobran vida dentro de una matriz de interrelaciones recíprocas. Se nos insta a respetar la singularidad de cada existencia, porque cada una sostiene y alimenta la gigantesca totalidad viviente.
De la conferencia en el Centro de Oriente y Occidente, titulada «Un nuevo enfoque sobre la seguridad humana», en Hawái, Estados Unidos, el 26 de enero de 1995.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.