Parte 1: La felicidad; Capítulo 7: Felicidad para uno mismo y para los semejantes [7.7]
7.7 Cultivar los tesoros del corazón
El camino del bodisatva constituye la forma de vida más valiosa y el recuerdo supremo que grabaremos a lo largo de nuestra existencia.
Cuando ayudamos a otros a ser felices, también nosotros sentimos felicidad. Este principio está establecido por la psicología. ¿Cómo pueden ponerse de pie los que han perdido la voluntad de vivir, agobiados por el peso de los sufrimientos o a causa de heridas que no terminan de cerrar? Quienes se quedan gravitando en torno a sus propios problemas, en general agravan de ese modo su desesperanza. En cambio, la actitud de alentar a alguien que también está afligido y de tenderle una mano solidaria permite a la gente recobrar el deseo de vivir. Cuando uno acciona en bien de otro, suele curar sus propias heridas.
Muchos consideran que preocuparse por los demás no reporta ningún beneficio. Vivimos en un mundo donde la sola mención de las palabras «altruismo» o «generosidad» provoca un incrédulo sarcasmo. Es difícil medir cuánto sufrimiento produce este tipo de arrogancia en la sociedad actual.
Un misionero estadounidense preguntó una vez al Mahatma Gandhi:
—¿Qué religión practica usted y qué forma cree que adoptará la religión en la India de hoy al futuro?
En la sala donde transcurría el diálogo había, casualmente, dos enfermos. Gandhi hizo un gesto en dirección a ambas personas y respondió con sencillez:
—Mi religión es servir al pueblo y trabajar por su bienestar. No me inquieta el futuro.1
Para Gandhi, la política también era cuestión de servicio o, como decía Tagore, de «ayudar a los más desposeídos».2
Todo se reduce a la praxis. En esencia, la práctica altruista del bodisatva es el corazón de la religión y del budismo, y también es la clave del gobierno solidario y de la educación humanista.
Tenemos una misión enorme. Nichiren Daishonin escribe: «Más valiosos que los tesoros de los cofres son los del cuerpo. Pero ninguno es tan preciado como los tesoros del corazón».3
La situación económica no mejorará enfocándonos solo en los «tesoros de los cofres» —los bienes materiales y el dinero—. Tal vez las cosas repunten por un tiempo, pero este tipo de interés no contribuye al bienestar de la sociedad. Lo que importa, seriamente, es el factor humano y la disposición interior de las personas. Es el corazón lo que define todas las cosas. El que cultiva los «tesoros del corazón», el que acumula buena fortuna y sabiduría, naturalmente podrá adquirir abundantes «tesoros del cuerpo» y «tesoros de los cofres».
¿Qué queda al final de nuestra existencia? La memoria; los recuerdos que hemos grabado en nuestra vida y en nuestro corazón.
Cuando estuve en Moscú, en 1974, tuve oportunidad de dialogar con el gran novelista ruso Mijaíl Shólojov.
—Cuando uno llega a una edad avanzada —me dijo—, las experiencias dolorosas de la vida se tornan más difíciles de recordar. Con el paso de los años, los colores de los acontecimientos vitales se van desvaneciendo, y todo, desde las horas más dichosas hasta las de mayor congoja, empiezan a perder nitidez.
Después de una pequeña pausa agregó, con una sonrisa:
—Ya verá, señor Ikeda, cuando usted mismo llegue a los setenta, comprenderá que lo que le digo es verdad…
Había una gran profundidad en sus palabras.
Todo pasa… Las alegrías más exuberantes y el desconsuelo más hondo quedan desleídos con el paso de los años en un vago recuerdo. Sin embargo, lo que nunca desaparece es la memoria de haber vivido al máximo. En particular, los recuerdos más imborrables son los que están asociados a nuestra dedicación sincera por el kosen-rufu.
«¿A cuántas personas he ayudado a ser felices en el transcurso de mi existencia? ¿Cuántos dirán que mi presencia marcó una diferencia positiva en su vida?». Con seguridad, esto es lo que, en definitiva, adornará como testimonio nuestro paso por el mundo.
El Daishonin escribe: «Entone Nam-myoho-renge-kyo con actitud pura y sincera, y aliente a otras personas a hacer lo mismo; este será el único recuerdo que le quedará de su existencia en este mundo humano».4
De libro La sabiduría del «Sutra del loto», vol. 5, publicado en japonés en septiembre de 1999.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.