Parte 1: La felicidad; Capítulo 1:
¿Qué es la felicidad verdadera? [1.4]
1.4 La felicidad yace dentro de nosotros
En esta selección, el presidente Ikeda enuncia el modo de vivir que propone el budismo, que se resume en abrir desde dentro el propio palacio de la dicha, más que buscar este valor afuera, y en ayudar a otros a emprender la misma labor.
¿Dónde yace el palacio de la felicidad, el bastión indestructible de la dicha que todos buscamos con tanto fervor? ¿Y cómo se llega a él?
En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin afirma: «Entrar en el palacio del sí mismo se refiere a entonar Nam-myoho-renge-kyo».1
El estado indestructible de la budeidad existe en cada uno de nosotros. Se lo podría describir como un palacio de felicidad eterna e invulnerable, adornado de incontables tesoros espléndidos. Accedemos a esos recursos que existen en nuestra propia vida mediante la fe en la Ley Mística y la práctica de Nam-myoho-renge-kyo. En otras palabras, el Daishonin enseña que somos capaces de iluminar con supremo fulgor ese «palacio del sí mismo».
La gente busca toda suerte de «castillos de la felicidad» en las cosas mundanas. Algunos buscan la riqueza y el prestigio social; otros, ser famosos y populares. Pero ninguno de estos logros tiene la solidez y la permanencia de una montaña imponente. En nuestro devenir sujeto al cambio, tales logros son como la luz de las luciérnagas, que deleita al titilar, pero cuyo destino es apagarse y desaparecer en el corto plazo.
Una vida empleada en pos de glorias temporales y efímeras adquiere estas mismas cualidades: es cambiante y fugaz. Qué triste y vacío es vivir buscando ansiosamente formas relativas y pasajeras de la felicidad…
Como dice el Daishonin, nuestro estado interior más elevado es un palacio eterno e indestructible, un auténtico baluarte de gozo y de plenitud.
Aunque alguien tenga una casa preciosa y posea grandes riquezas, si su corazón es mezquino y su estado de vida es cerrado y superficial, no podrá ser feliz de verdad; se sentirá prisionero en un palacio de sufrimiento. En cambio, los que poseen un corazón noble y generoso, y un estado interior elevado, gozarán de felicidad espiritual y material, sean cuales fueren sus circunstancias. Esto concuerda con el principio budista de la inseparabilidad entre el sujeto y su ambiente, según el cual nuestra vida y nuestro entorno son imposibles de separar.
Cuando abrimos el palacio de nuestra vida, podemos, progresivamente, develar un palacio de satisfacción en la existencia de los demás y construir una fortaleza de prosperidad en el ámbito social. De manera invisible y profunda, el proceso que llevamos a cabo para explorar nuestro palacio interior tiene relación directa con la posibilidad de que otras personas también lo hagan. Este es un principio maravilloso que expone el budismo.
En la compleja sociedad de hoy, donde es tan fácil sucumbir a las influencias negativas, es fundamental tener sabiduría para vivir de manera consciente y sin perder el sentido de nuestra existencia. La práctica budista nos permite elevar nuestro estado interior y ser felices. Este proceso continuo, en el cual acrecentamos nuestra fe y nos volvemos más sabios, nos empodera para transitar la vida de manera invencible y triunfal.
La felicidad suprema es de aquellos que, practicando el budismo Nichiren, hacen brillar eternamente el palacio de su ser no solo en esta existencia, sino en el pasado y el futuro.
Como resultado de sus actividades cotidianas por el kosen-rufu, cada uno de ustedes está construyendo y abriendo su propio palacio de la felicidad. Así, podrán lograr la budeidad en esta existencia, ser nobles expertos en generar bienestar y sentir que la fortaleza de su ser es tan inmensa como el universo. Espero que sigan avanzando por el gran camino de la fe con optimismo, orgullo y firme convicción.
Del discurso pronunciado en una reunión general de Nagano, en la prefectura homónima, el 12 de agosto de 1990.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 209.