Parte 1: La felicidad; Capítulo 10:
La alegría en la vida y en la muerte [10.6]
10.6 Avanzar por el camino de la budeidad en la vida y en la muerte
El propósito del budismo es cultivar un estado de felicidad indestructible que prevalezca a través del pasado, presente y futuro; a tales efectos, resulta crucial fortalecer nuestro estado de budeidad en esta existencia.
El budismo comenzó con el deseo de resolver las aflicciones del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. La vida y la muerte son cuestiones existenciales de primordial importancia, y sin embargo muchas personas eligen apartar la mirada de ellas.
Nichiren Daishonin escribe:
En el Sutra del nirvana se afirma: «La vida humana recorre su curso con mayor velocidad que un arroyo de montaña; el que hoy está aquí tal vez no esté mañana». En el Sutra Maya leemos: «Imagine, por ejemplo, un rebaño de ovejas que es llevado por un chandala1 al matadero. La vida humana es exactamente igual; paso a paso, uno se acerca al lugar donde habrá de morir». En el Sutra del loto se declara: «No hay seguridad en el mundo triple;2 es como una casa en llamas, colmada de múltiples sufrimientos, digna de temer».3
En estos pasajes de los sutras, nuestro benevolente padre, el Gran Iluminado Honrado por el Mundo [o sea, el buda Shakyamuni], nos previene a las personas comunes del Último Día; es la advertencia suya a nosotros, sus hijos ignorantes. No obstante, los hombres no despiertan ni un instante; tampoco albergan ni un momento el deseo de lograr la iluminación. Para adornarse el cuerpo, que, abandonado en el campo se vería despojado de sus ropas de la noche a la mañana, pasan la vida acumulando prendas de vestir.
Tres días después de haber concluido su existencia, su cuerpo se transformará en agua, que se irá fluyendo; en polvo, que se mezclará con la tierra; y en humo, que se elevará al firmamento sin dejar rastro. Sin embargo, los hombres buscan alimentar el cuerpo y acumular grandes riquezas.4
La descripción que hace el Daishonin sobre la irracionalidad humana de olvidar que la muerte es inexorable y de vivir en pos de cosas efímeras resulta hoy tan cierta como en aquella época. Aunque demos la impresión de estar progresando, mientras eludamos la cuestión fundamental de la vida y la muerte seremos como una planta sin raíces que flota a la deriva o como un castillo de arena.
La vida, ciertamente, es transitoria. Pero el solo hecho de entender su carácter temporal no aporta solución alguna. Tampoco sirve de nada deplorar esa realidad. La cuestión es cómo crear valor eterno, aun sabiendo que esta existencia es fugaz. El Sutra del loto ofrece una respuesta.
Nichiren Daishonin describe la vida de los practicantes del Sutra del loto de manera muy sencilla: «A medida que uno repite el ciclo de sucesivos nacimientos y muertes, se interna en la tierra de la naturaleza del Dharma o iluminación, que existe en forma inherente dentro de uno mismo».5
En otras palabras, quienes practican el sutra pueden recorrer serena y firmemente el territorio seguro de la budeidad, la tierra ilimitada de la naturaleza del Dharma, tanto en la vida como en la muerte. Avanzan montados a ese magnífico y supremo «gran carruaje tirado por un buey blanco».6
El logro de la budeidad se traduce en un estado de bienestar indestructible, resultado de activar y afianzar la propia naturaleza de Buda y volverla tan sólida como la tierra. Una vez establecido, ese estado perdura a través de las tres existencias: pasado, presente y futuro. Por eso, en esta vida, debemos aprovechar para esforzarnos al máximo.
Marchar con alegría por la tierra de la naturaleza del Dharma, tanto en la vida como en la muerte, es recorrer el constante ciclo de nacer y morir conscientes de que ese avance tiene lugar en el suelo de nuestra propia vida, no en el de otros. Esto significa que la felicidad es algo que cada uno construye por sí mismo; no es algo que otros puedan brindarnos. En última instancia, las cosas que recibimos de otros no perduran.
Uno podrá depender de sus padres, pero llegará un momento en que ellos ya no estarán para solucionar las cosas. Uno podrá depender de su pareja, pero este podría morir antes. Y además, nadie puede saber de antemano los cambios que traerá la época. Quién hubiera imaginado, por ejemplo, las tragedias sin precedentes que ocurrirían en la Segunda Guerra Mundial, y en los años inmediatamente anteriores y posteriores.
Es nuestra sabiduría, nuestra buena fortuna y nuestro esfuerzo lo que construye los cimientos de la propia felicidad. El propósito de la práctica budista es consolidar esa base, mientras que las actividades de la Soka Gakkai sirven para fortalecernos y empoderarnos. Ese es el significado de la frase del Daishonin que dice: «uno se interna en la tierra de la naturaleza del Dharma o iluminación».7
También expresa que los practicantes de la Ley Mística, dondequiera que disfruten, estarán a salvo de todo daño y podrán marchar sin miedo como un león rey.8
Gozaremos de ese estado eternamente… Con ese propósito existen la fe y la práctica del budismo.
Marchamos eternamente por nuestra propia «tierra». Y cuando fallecemos, no vamos al cielo ni a las profundidades del infierno, sino que permanecemos en esta misma tierra o fundamento, y seguimos interpretando la saga de nuestra misión a lo largo del ciclo de nacimiento y muerte. Por toda la eternidad, recorremos el camino de oro del kosen-rufu.
El Daishonin nos exhorta a seguir avanzando sobre el suelo firme de nuestra budeidad, experimentando alegría en la vida y en la muerte, sin dejar de afianzar ese cimiento de absoluta importancia. Esta es la profunda visión sobre la vida y la muerte que expone el budismo Nichiren.
Del discurso pronunciado en una reunión nacional de representantes, en Tokio, el 29 de marzo de 1996.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1Chandala: Clase de los intocables o parias, inferiores a la más baja de las cuatro clases que formaban el antiguo sistema de castas de la India. Las personas de la clase chandala trabajaban manipulando cadáveres, matando animales o llevando a cabo otras tareas que involucraban la muerte de seres vivos. Nichiren declaró ser miembro de una familia chandala porque su padre era pescador.
- *2Tres mundos: También llamado «mundo triple». El mundo de los seres no iluminados que transmigran por los seis caminos (desde el infierno hasta el estado de éxtasis o de los seres celestiales). Los tres mundos están formados, en orden ascendente, por el mundo del deseo, el mundo de la forma y el mundo de lo informe. En sentido general, la expresión se refiere al mundo saha en el cual vivimos.
- *3El Sutra del loto, cap. 3, pág. 68.
- *4La inseguridad de los tres mundos, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 933.
- *5Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 52.
- *6Gran carruaje tirado por un buey blanco: Carroza adornada de joyas que marcha tirada por un gran buey blanco. Se la menciona en relación con la analogía de los tres carros y la casa en llamas, en el capítulo «Parábolas y semejanzas » (3.º) del Sutra del loto; allí, representa el vehículo único de la budeidad.
- *7Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 52.
- *8Véase Respuesta a Kyo’o, en END, pág. 433.