Parte 2: La revolución humana
Capítulo 12: Transformar el karma en misión [12.9]
12.9 Una nueva guía para la humanidad
En el epílogo de su novela La nueva revolución humana, el presidente Ikeda reafirma el principio de la transformación del karma o destino humano, tema central de sus novelas La revolución humana y La nueva revolución humana. Expresa allí su convicción de que la filosofía de la revolución humana, que nos permite transformar el karma en misión, ofrece una nueva guía orientadora para la humanidad en el tercer milenio.
Tanto La revolución humana como La nueva revolución humana tienen un tema en común: «La gran revolución humana de un solo individuo puede generar un cambio en el destino de un país y, más aún, reorientar el rumbo de toda la humanidad».
¿Cómo hacemos, entonces, para emprender la transformación de nuestro karma o destino?
La respuesta yace en la profunda revelación que experimentó Josei Toda en la cárcel. Decidido a llegar hasta la verdad más profunda del Sutra del loto, leyó minuciosamente sus pasajes, una y otra vez, y entonó Nam-myoho-renge-kyo en su celda cada día que duró su encierro. Esta práctica asidua lo llevó a comprender que él había estado presente, junto con Nichiren Daishonin, en la Ceremonia en el Aire del Sutra del loto y que era un Bodisatva de la Tierra, a quien se le había confiado la propagación de la Ley en el Último Día. El descubrimiento lo llenó de dicha incontenible, y juró dedicar su existencia al kosen-rufu.
El Daishonin escribe: «Si usted comparte el mismo corazón que Nichiren, tiene que ser un Bodisatva de la Tierra».1 Como esto indica, los que nos consagramos al kosen-rufu tal como enseña el Daishonin somos, irrefutablemente, Bodisatvas de la Tierra. Pero si somos nobles bodisatvas portadores de la solemne misión de lograr el kosen-rufu, ¿por qué hemos nacido con un karma que nos expone a toda clase de sufrimientos?
En el capítulo «El maestro de la Ley» (10.º) del Sutra del loto se lee: «[E]stas personas voluntariamente renuncian a las recompensas que les corresponderían por sus acciones puras y, compadecidas ante los seres vivos, nacen en el mundo malvado después de mi extinción para exponer ampliamente este sutra».2 El gran maestro Miao-lo de la China señala que en este pasaje se expone el principio de «adoptar voluntariamente el karma adecuado».
Como denota esta explicación, cada uno ha formulado, como bodisatva, el juramento de guiar a otras personas a la iluminación; para ello, ha elegido nacer en esta época de maldad —el Último Día de la Ley— con diversas circunstancias kármicas —enfermedades, dificultades económicas, discordia familiar, soledad, falta de autoestima y tantas otras situaciones— que hacen al destino. Pero entonar Nam-myoho-renge-kyo, esforzarnos en la práctica budista para uno y para los demás, y dedicar nuestra existencia al kosen-rufu nos permiten activar desde nuestro interior la enérgica vitalidad de los Bodisatvas de la Tierra y el estado de vida grandioso y vasto de la budeidad.
Así, respondemos a cada obstáculo y adversidad haciendo valer nuestra sabiduría, fortaleza, valentía, esperanza y alegría de vivir. En esa forma de afrontar valerosamente los embates del karma, mostramos la validez del budismo Nichiren y los tremendos beneficios de nuestra práctica budista, y al mismo tiempo impulsamos el kosen-rufu. De hecho, hemos elegido asumir tales dificultades y aflicciones con ese solo propósito, y no otro.
El karma y la misión son dos caras de una misma moneda; nuestro karma se convierte, directamente, en nuestra única y noble misión. Por eso, cuando nos consagramos al kosen-rufu, no hay destino que no podamos transformar.
Todos somos Bodisatvas de la Tierra; todos tenemos derecho a ser felices. Somos los protagonistas estelares de una saga gloriosa que transcurre en el gran escenario de la vida, donde los vientos helados del invierno se convierten en la tibia brisa primaveral, y las aflicciones se transforman en alegría.
La nueva revolución humana es una épica sobre la transformación del destino en misión. La enseñanza primordial del budismo Nichiren no considera la vida y sus fenómenos como algo fijo e inmutable; antes bien, devela el dinamismo de la existencia, donde todo se transforma y está abierto al cambio; esto se aprecia en principios filosóficos como «los deseos mundanos son la iluminación», «los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana» y «convertir el veneno en remedio». También percibe, en lo profundo de cada persona que sufre, el potencial de la budeidad, y enseña el medio para despertar y manifestar ese estado de vida. En otras palabras, pone en primer plano la creatividad, la autonomía y el potencial supremo y positivo de todos los seres humanos. A ese proceso de transformación interior, iniciado por el propio sujeto, lo llamamos «revolución humana».
Es el pueblo el que construye y modela las sociedades, las naciones y el mundo en que vivimos. El odio y la confianza, el desprecio y el respeto, la guerra y la paz, son todos productos de la mente y del corazón humanos. De esto se desprende que, sin revolución humana, no puede haber paz duradera, ni felicidad personal ni prosperidad social. Sin este desafío fundamental, todos los esfuerzos y buenas intenciones resultan inútiles a la larga. La filosofía de la revolución humana basada en los principios del budismo Nichiren está llamada a convertirse en una nueva guía para la humanidad, en este tránsito hacia el tercer milenio.
El escritor ruso León Tolstoi observó que un espíritu inmortal requiere actos inmortales.3 Mi sincero deseo es que los miembros de la Soka Gakkai consideren la culminación de La nueva revolución humana como un punto de partida personal, y se pongan de pie como «Shin’ichis Yamamoto», a trabajar por la felicidad de los semejantes. Oro para que, con su trabajo tenaz e incansable, escriban su propia historia gloriosa de revolución humana.
Mientras haya sufrimiento y aflicción en cualquier lugar de nuestro planeta, debemos seguir tejiendo, con audacia, creatividad y colorido, este magnífico tapiz de victoria humana que es el kosen-rufu. Por eso, la marcha del maestro y los discípulos para cumplir el gran juramento del kosen-rufu es un periplo sin fin.
Del «Epílogo», incluido en el volumen 30 de La nueva revolución humana.
La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.