Parte 1: La felicidad; Capítulo 5:
Convertir las aflicciones en felicidad [5.2]
5.2 «Los deseos mundanos son la iluminación»
Como indica el principio de que «los deseos mundanos son la iluminación», expuesto en el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el budismo nos permite convertir los problemas y dificultades en energía para avanzar.
El budismo enseña el principio de que «los deseos mundanos conducen a la iluminación». Para explicarlo de manera sencilla, los «deseos mundanos» se refieren al sufrimiento, a los deseos y pulsiones que nos vuelven desdichados, mientras que la «iluminación» denota un estado esclarecido y caracterizado por la felicidad.
Normalmente, uno pensaría que los deseos mundanos y una vida iluminada son dos términos separados y diferentes; especialmente, porque el sufrimiento parecería ser lo contrario de la felicidad. Pero este no es el enfoque del budismo Nichiren, según el cual el «fuego» de la felicidad solo se enciende quemando los «leños» de los sufrimientos y problemas. En otras palabras, nuestra vida irradia la luz y la energía gracias a los «leños» de las dificultades. Y el procedimiento para «encender la leña» de los deseos mundanos es entonar Nam-myoho-renge-kyo.
Cuando hacemos daimoku, los problemas y aflicciones se convierten en energía para impulsar nuestro desarrollo como personas y ser inmensamente felices.
Lo maravilloso de la fe en el budismo Nichiren es que permite cultivar la más profunda alegría de vivir incluso en personas absolutamente entregadas al sufrimiento, y que nos enseña a convertir hasta los problemas más graves en la base de nuestro crecimiento y de nuestra grandeza humana.
Hay toda clase de problemas en la vida. Algunos sufren por cuestiones privadas y personales; otros quieren que sus padres tengan una vejez sana y dichosa, y se preguntan cómo ayudarlos; hay quienes desean que un amigo supere la depresión o se recupere de una enfermedad, y esa es la causa de sus desvelos. En otro nivel, hay personas angustiadas por el rumbo que está tomando la sociedad, o por las guerras que estallan en distintas partes del mundo. Son causas muy nobles de sufrimiento.
A través de entonar Nam-myoho-renge-kyo, pueden transformar estas aflicciones en combustible que les permitirá avanzar; pueden convertirlas en fuerza vital, en una personalidad más acendrada y profunda, en buena fortuna. Por eso, espero que experimenten diferentes vivencias y preocupaciones, que hagan abundante daimoku por todas ellas y que crezcan a medida que las van resolviendo.
La fe significa trazarse metas y esforzarse por lograrlas una por una. Si consideramos cada objetivo como una montaña, la fe es el proceso de crecer escalándolas.
De Conversaciones sobre la juventud, publicado en japonés en marzo de 1999.
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.