Parte 1: La felicidad; Capítulo 8:
La postura ante la enfermedad [8.6]
8.6 La visión budista de la enfermedad
En estos extractos de La nueva revolución humana, el protagonista de la novela, Shin’ichi Yamamoto (alter ego ficcional del presidente Ikeda), alienta a miembros de la División de Señores que sufrían diversos problemas de salud, durante una visita realizada a la región de Kansai.
—El capítulo «La duración de la vida» (16.º) del Sutra del loto enseña el principio de prolongar la vida a través de la fe1 —explicó Shin’ichi—. En otras palabras, a través de nuestra práctica budista podemos extender el término de nuestra existencia. Si mantenemos la continuidad en el esfuerzo con firme fe en la Ley Mística, no hay enfermedad que no podamos superar. ¡Por favor, ora continuamente y construye una vida larga y sana! […].
»A la hora de discurrir sobre los orígenes de los trastornos de salud, el Daishonin cita un pasaje de Gran concentración e introspección de T’ien-t’ai, que dice: «Hay seis causas de enfermedad: 1) desarmonía en los cuatro elementos; 2) malos hábitos referidos a la alimentación y a la bebida; 3) forma incorrecta de realizar la meditación sentada; 4) ataque de las funciones demoníacas; 5) labor de las funciones diabólicas, y 6) efecto del karma».2
»Observemos estos puntos con mayor detalle.
»En primer lugar, se enuncia como causa la «desarmonía en los cuatro elementos». Estos son tierra, agua, fuego y viento. Según el pensamiento oriental clásico, la naturaleza y todo lo que existe en el universo, incluido el cuerpo humano, está formado por estos cuatro elementos. La desarmonía en tales componentes se refiere a condiciones climáticas fuera de orden y a otras perturbaciones del mundo natural que tienen fuerte influencia en el cuerpo humano y pueden ocasionar distintas dolencias.
»La segunda y la tercera causa de enfermedad —malos hábitos referidos al modo de alimentarnos y al consumo de alcohol; y forma incorrecta de realizar la meditación sentada—3 se refieren a descontrol o a desórdenes alimentarios y a otros aspectos del ritmo en el quehacer cotidiano. Cuando dicha cadencia se altera, también se resiente la manera de alimentarnos. La falta de sueño y de ejercicio pueden afectar los órganos internos, los músculos y el sistema nervioso.
»Los «demonios» que menciona el cuarto punto —el ataque de las funciones demoniacas— indican causas externas. Por ejemplo, microorganismos como las bacterias y los virus, y también a ciertas tensiones que experimentamos en nuestras circunstancias cotidianas.
»El quinto factor, «labor de las funciones diabólicas», indica impulsos y deseos internos que perturban el sano funcionamiento de la mente y el cuerpo. Las afecciones que nos impiden practicar el budismo también se originan en estas fuerzas negativas.
»El sexto, el «efecto del karma», se refiere a causas que derivan del plano más profundo de nuestra vida. Esto alude a las enfermedades que provienen de distorsiones o de tendencias muy arraigadas en nuestra vida. El budismo considera que ellas se relacionan con el karma.
»Aunque la procedencia de las enfermedades se divide en estas seis categorías, muchas dolencias reconocen dos o más causas simultáneas. Por ejemplo, la gripe es causada por un virus. Esto correspondería a un «ataque de las funciones demoníacas». Sin embargo, el contagio puede verse disparado por alguna inclemencia del tiempo; es decir, por una «desarmonía en los cuatro elementos». Además, la gravedad del cuadro puede verse afectada por el mal estado general de salud provocado por desarreglos en el estilo de vida —malos hábitos referidos a la alimentación y a la bebida—. Las funciones negativas que operan en lo profundo de la vida también pueden impedir u obstruir la práctica budista, e incluso pueden intervenir factores kármicos.
Shin’ichi siguió explicando minuciosamente las seis causas de enfermedad desde la perspectiva de los escritos del Daishonin:
—En resumidas cuentas, uno de los primeros pasos para evitar enfermarse es tomar recaudos a la hora de vestirnos debidamente según las condiciones climáticas. También es fundamental llevar una vida equilibrada, no comer ni beber en exceso, asegurarnos de dormir lo suficiente y de hacer ejercicio físico.
»De esta manera podemos evitar las primeras tres causas de enfermedad. La fe significa emplear sabiduría para prevenir el deterioro de la salud. Y con la ayuda de la ciencia médica, también podemos prevenir la cuarta causa, que involucra la acción de gérmenes y de agentes patógenos. Pero cualquiera sea la enfermedad, la rapidez con que podamos recuperarnos dependerá de nuestra fuerza vital. Y la fe existe para incrementar y fortalecer esa vitalidad.
»Al mismo tiempo, si una dolencia es causada por el karma o por la interferencia de funciones demoníacas, ni los mejores esfuerzos de parte de la medicina pueden, por sí solos, producir la curación. En estos casos, solo mediante la fe en el Gohonzon podemos vencer estas funciones demoníacas en nuestra vida y transformar nuestro karma.
*
[La siguiente orientación fue dirigida a un miembro que sufría de diabetes y debía aplicarse inyecciones diarias de insulina y, ante el diagnóstico médico de que su enfermedad era incurable, había perdido toda esperanza en la vida.]
—Si se esfuerza en la fe con toda sinceridad —dijo Shin’ichi—, su vida rebosará de esperanza, felicidad suprema y plenitud, aunque tenga una dolencia crónica. Nichiren Daishonin escribe: «Nam-myoho-renge-kyo es como el rugido de un león. Por lo tanto, ¿qué enfermedad puede ser un obstáculo?».4 Nam-myoho-renge-kyo es un rugido de león. Y cuando un león ruge, hasta los animales más temibles huyen. De la misma manera, cuando uno enfrenta una enfermedad entonando Nam-myoho-renge-kyo, nada puede ser un obstáculo para ser feliz o esforzarse por el kosen-rufu.
»Hay quienes consideran que la población actual es “sana a medias”, porque todos padecen de algún tipo de trastorno de salud y porque la vejez viene acompañada de deterioros en el cuerpo y la mente. ¿Pero la enfermedad necesariamente debe hacernos infelices? De ninguna manera. Lo que nos hace infelices es ser derrotados por la dolencia y perder la esperanza. La desdicha viene cuando olvidamos nuestra misión de trabajar por el kosen-rufu.
»Hay mucha gente que goza de un cuerpo sano, sin embargo, es infeliz o tiene el espíritu enfermo. Por otro lado, hay muchos miembros de la Soka Gakkai que, aun luchando contra distintas dolencias o discapacidades, no solo son felices de verdad, sino que también trabajan en beneficio de sus semejantes.
»En el nivel más fundamental de la vida, la salud y la enfermedad son dos aspectos inseparables. Hay ocasiones en que se manifiesta como salud y otras veces como enfermedad. Ambos estados están interrelacionados. Pero si nos esforzamos sinceramente en la fe y luchamos contra la enfermedad, podemos adquirir un estado de genuina salud física y mental.
»Tal vez resulte trabajoso tener que inyectarse insulina durante el resto de la vida. Pero, si lo piensa bien, comer y dormir también son cosas que debemos hacer a diario, mientras vivamos. La cuestión sería ver las inyecciones como algo más que se ha sumado a su rutina cotidiana. No serviría de nada considerar este acto como algo negativo o desalentarse por eso.
»Espero que viva de manera tal que otros en su misma situación, al observarlo, se digan asombrados: «¡Qué bien se lo ve a pesar del mal que sufre!» «¡Cuántos años lleva viviendo y qué bien que está!» «¡Qué persona tan feliz!» Si logra que esto suceda, se convertirá en un brillante ejemplo del poder del budismo. Esa es su misión en la vida. No permita ser vencido. ¡Siga avanzando! ¡No se rinda nunca!
Luego, Shin’ichi se dirigió a los presentes y agregó:
—El Daishonin sin falta protegerá a las personas que dedican su vida al kosen-rufu. Cuando uno de sus discípulos Nanjo Tokimitsu cayó enfermo, le escribió una carta diciéndole: «En lo que respecta a ustedes, malditos demonios, ¿qué se proponen al permitir que este hombre sufra? ¿Tragarse una espada de punta, abrazar un incendio devorador o convertirse en archienemigos de los budas de las diez direcciones en el pasado, presente y futuro?».5 Con estas palabras de severa refutación contra las funciones destructivas, el Daishonin quiso proteger firmemente a su discípulo. Todos nosotros también contamos con esa misma protección y amor compasivo del Daishonin.
»Espero que vivan con la determinación indómita y la certeza de que jamás serán vencidos por ninguna fuerza negativa. Ármense de valor. Yo también tuve mala salud y recibí pronósticos desalentadores de los médicos; uno de ellos me dijo que no llegaría a vivir hasta los treinta. Pero hoy soy una persona fuerte y sana, y puedo responder a las exigencias de una vida sumamente ocupada. ¡Ustedes también tendrán una excelente salud!
Adaptado de La nueva revolución humana, volumen 10, capítulo «La corona de laureles».
La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.
- *1Prolongar la vida a través de la fe: Este principio se basa en un pasaje del Sutra del loto, en el capítulo 16.o, «La duración de la vida», donde se lee: «Te pedimos que nos cures y nos permitas seguir viviendo». (Véase El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 16, pág. 226). Esto aparece en la parte que explica la parábola del médico excelente; este da un «buen remedio» a sus hijos que han bebido un «veneno» (es decir, han sucumbido a la ilusión) y le suplican que los cure de su intoxicación. Cuando aceptan y beben el remedio (es decir, cuando adoptan la fe en la Ley prodigiosa del Sutra del loto) se curan y pueden disfrutar de una larga vida.
- *2La curación de las enfermedades kármicas, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 661.
- *3La meditación sentada que aquí se menciona es una antigua práctica india para ordenar el cuerpo y la mente, luego adoptada por el budismo. Consiste en sentarse en una postura correcta, cerrar los ojos y enfocar profundamente el pensamiento. El gran maestro T’ien-t’ai sostenía que esta práctica, cuando se lleva a cabo de manera inadecuada o extrema, puede causar enfermedades.
- *4Respuesta a Kyo’o, en END, pág. 433.
- *5La prueba del «Sutra del loto», en END, pág. 1154.