Volver a empezar: Distrito Villa Centenario de la SGI de Argentina
Este artículo, el primero de una serie de tres, presenta a las organizaciones locales de la Soka Gakkai en distintos países que responden a las nuevas condiciones sociales originadas por la pandemia. Nos referimos esta vez al distrito Villa Centenario de la SGI de Argentina.
El distrito Villa Centenario de la Soka Gakkai Internacional de Argentina (SGIAR) se encuentra en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. Francisco Ríos, que se encarga del grupo de hombres de este distrito, describe cómo era la localidad antes de la pandemia de la COVID-19. «En la calle principal del vecindario había un mercado callejero con numerosos vendedores que ofrecían alimentos frescos, ropas y otros productos; siempre estaba lleno de compradores. Esta es la imagen cotidiana de la localidad, un lugar colmado de calidez humana y vitalidad».
Sin embargo, en marzo de 2020, la vida cotidiana cambió radicalmente. Después de que el gobierno ordenara el confinamiento para frenar la propagación del nuevo coronavirus, las calles quedaron vacías e inmóviles. Los vendedores desaparecieron y los comercios cesaron su actividad. Estas medidas parecen haber tenido poco efecto en detener la transmisión del virus. El confinamiento duró más de seis meses. Las instituciones educativas públicas cerraron unos ocho meses, y las niñas y niños, así como los jóvenes, se vieron especialmente afectados.
Con la mirada puesta en los jóvenes
Silvana Rodríguez, quien lidera el grupo de mujeres del distrito Villa Centenario, cuenta cómo se unieron los distintos responsables del distrito en su resolución de no dejar que las circunstancias los derrotaran. «Todos estábamos decididos a esforzarnos para asegurar que los jóvenes se mantuvieran animados y llenos de energía». Una vez confinados, empezamos a organizar reuniones mensuales en línea para los niños, y los miembros se dedicaron enteramente a hacer que fueran encuentros divertidos.
Durante la semana previa a la reunión mensual se dio prioridad a que los hombres y mujeres del distrito contactaran con los padres y madres de los niños, mientras los jóvenes se centraron en los preparativos. En el día de la actividad se celebraron encuentros virtuales en tres grupos, divididos por edades. «En realidad ―se ríe Silvana Rodríguez― ¡también tuvimos una cuarta reunión para aquellos que se quedaron dormidos en la mañana!».
Consideramos la posibilidad de que las familias que no tuviesen acceso a Internet pudieran, por ejemplo, conectarse por teléfono, permitiéndoles así, participar en las reuniones a través de una conexión de audio.
Si uno tiene la determinación de efectuar un cambio positivo y luchar por tal fin, será posible superar cualquier circunstancia
El número de participantes aumentó paulatinamente y, con el tiempo, empezaron a tomar parte los familiares y amigos de los miembros de la SGIAR también. Los encuentros virtuales se convirtieron en un aliciente para los niños. Silvana dice que «aunque las reuniones estaban enfocadas en los más jóvenes, verlos participar tan activamente brindó nuevas esperanzas a todos».
Además de estos encuentros, también se organizaron reuniones de diálogo en línea convocadas a finales de cada mes. «El contenido se adapta a los presentes, y se reserva suficiente tiempo para dialogar y responder preguntas», comenta Marcelo Molina. «Los detalles como asegurarnos evitar el uso de un lenguaje budista determinado, permite que cualquier persona pueda ser partícipe y sentirse involucrada». Estas pequeñas consideraciones pueden marcar una gran diferencia.
Imperturbable
Aunque el confinamiento se suavizó con el tiempo, la pandemia afectó seriamente la economía del país. Las condiciones no han sido nada fáciles, pero los miembros del distrito han avanzado. «Si uno tiene la determinación de efectuar un cambio positivo y luchar por tal fin, será posible superar cualquier circunstancia», dice Marcelo, describiendo el principio de la revolución humana que subyace en la práctica budista de la Soka Gakkai.
Guadalupe Rama, quien trabajaba para una empresa consultora de recursos humanos, fue una de las muchas personas que perdieron su trabajo. Estaba dispuesta a tomar este revés como una oportunidad y entonó Nam-myoho-renge-kyo con esa determinación. Así decidió dar clases de danza en línea, algo que llevaba tiempo soñando, y el número de alumnos poco a poco fue en aumento.
Molina, quien vende y repara productos eléctricos, experimentó también una disminución notable en su trabajo como resultado de la pandemia. Para él, hacer frente a los desafíos no es nada nuevo porque superó muchas cosas en la vida e incluso enfrentó una grave enfermedad. Recuerda un momento crucial de su práctica budista cuando, en 1993, formó parte de un equipo responsable de atender la visita del presidente Daisaku Ikeda a Argentina. «En aquel entonces, grabé en mi corazón la determinación de que jamás sería vencido por las dificultades. Por eso no temo a nada».
Imperturbable ante los actuales contratiempos, avanzó con su práctica budista y con el tiempo comenzó a notar un aumento en el flujo del trabajo. «Soy quien soy gracias a mi práctica budista. Quiero hacer todo lo que esté en mis manos para ayudar a forjar y a apoyar a los jóvenes. ¡Haremos de Argentina el país más feliz del mundo!».
Adaptado del artículo publicado el 8 de diciembre de 2020 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai de Japón.