La SGI en la Cumbre Humanitaria Mundial
Del 23 al 24 de mayo de 2016, personas y organizaciones de todo el mundo se reunieron en la primera Cumbre Humanitaria Mundial (CHM), celebrada en Estambul, Turquía, para comprometerse a reducir el sufrimiento ocasionado por las crisis humanitarias. La SGI (Soka Gakkai Internacional) coorganizó un evento oficial paralelo sobre las contribuciones de los grupos religiosos a la respuesta humanitaria, así como una exposición titulada “Restaurando nuestra humanidad”, coproducida con la Red Asiática de Reducción y Respuesta a los Desastres.
Alexandra Masako Goossens y Elisa Gazzotti, de la Oficina de la SGI para Asuntos de la ONU, en Ginebra, Suiza, y Nobuyuki Asai, de la Oficina de la SGI para la Paz y Asuntos Globales, en Tokio, Japón, comparten sus reflexiones sobre la cumbre.
¿Cuáles han sido las impresiones o inspiraciones clave que habéis extraído de la Cumbre Humanitaria Mundial?
Alexandra: La Cumbre Humanitaria Mundial (CHM) ha sido la primera reunión en torno al ámbito humanitario tan amplia y abarcadora en número de actores y grupos de interés. Algo que me ha parecido sumamente interesante ha sido la forma en que todos los participantes se involucraban en conversaciones muy abiertas y honestas, dispuestos a ir más allá de su campo de acción específico, preparados para dialogar y trabajar juntos de forma colaborativa. Me sentí especialmente inspirada por los debates que observé durante los eventos paralelos entre organizaciones locales no gubernamentales (ONG), el sector privado, organizaciones religiosas de base (FBO por sus siglas en inglés) y organizaciones internacionales.
Muchas organizaciones compartieron información a través de ejemplos de buenas prácticas. En este sentido realmente aprecié que se reconociera la importancia de la educación en el empoderamiento de las personas a la hora de construir comunidades inclusivas.
Elisa: En medio de una de las crisis humanitarias más desafiantes de la historia, la celebración de la CHM ha representado un momento histórico, reuniendo a agencias de la ONU, gobiernos, ONG, organizaciones intergubernamentales y al sector privado, así como a personas afectadas directamente por las crisis.
El principio que sustentó la cumbre fue “Una humanidad, responsabilidad compartida”. Diferentes identidades, creencias religiosas y costumbres conforman “una humanidad” y todos compartimos la responsabilidad de asegurar que se respete la dignidad inherente de cada individuo. Muchos eventos paralelos se centraron en la importancia de poner a las personas necesitadas en el centro de la respuesta humanitaria, haciendo hincapié en el hecho de que las personas afectadas por la crisis no son únicamente la parte vulnerable, sino también actores clave con los que comprometerse plenamente.
Fue realmente inspirador escuchar ejemplos de cómo diferentes organizaciones religiosas de base se unieron para generar colaboraciones sólidas y cooperar en respuestas humanitarias. Azza Karam, coordinadora del Grupo de Trabajo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre Religión y Desarrollo, destacó el papel clave de este tipo de asociaciones.
Nobuyuki: Lo que más me impresionó fue que la cumbre hizo gran hincapié en la localización de la ayuda. Esto se enfatizó en varias sesiones y eventos paralelos. Se acordó para 2020 el nuevo objetivo de dirigir el 25% de los recursos humanitarios a los equipos locales y nacionales de intervención inmediata, un considerable aumento con respecto al actual 0,2 %.
Supongo que este enfoque sobre la localización de la ayuda derivó de las consultas celebradas antes de la cumbre, incluyendo nueve reuniones regionales en todo el mundo a las que se invitó a las personas afectadas, así como reuniones on line en las que cualquiera podía participar. Las personas afectadas y los activistas locales tuvieron de este modo la oportunidad de hacer escuchar sus voces.
Como resultado, la cumbre se convirtió en una conferencia formada por todas las partes interesadas, en lugar de una cumbre dominada por líderes gubernamentales y grandes organizaciones. Creo que este ha sido un nuevo punto de partida de cara a un esfuerzo de colaboración global.
Puesto que el tema de la localización de la ayuda fue un asunto emergente, era natural que el papel de las organizaciones religiosas de base así como el de la religión en sí, fueran oficialmente reconocidas en la cumbre dado que los grupos religiosos locales y sus líderes suelen desempeñar un papel clave en las comunidades locales. Espero que este tipo de debates se desarrolle aún más.
¿Cuáles consideras que son las contribuciones de la SGI al ámbito humanitario?
Alexandra: Basados en el principio del respeto a la dignidad de la vida, que es también un principio humanitario fundamental, la SGI ha mostrado ejemplos de cómo el empoderamiento de un solo individuo, que decide actuar para mejorar su comunidad, puede suponer un impacto crucial. Ha demostrado que aquellos que generalmente son considerados vulnerables, como los jóvenes y las mujeres, son en realidad actores muy poderosos.
Elisa: El enfoque humanista de la SGI, su énfasis en el empoderamiento individual y su creencia en la dignidad inherente y en las posibilidades ilimitadas de cada persona, pueden constituir una contribución única para el ámbito humanitario. De hecho, esto trasciende el aspecto material de la ayuda humanitaria y permite que las personas afectadas por conflictos y desastres naturales sean generadoras de valentía y esperanza, convirtiéndose en los primeros agentes de cambio en sus propias comunidades.
Además, al crear puentes de amistad y confianza, la SGI desempeña un papel clave en la ampliación de las alianzas colaborativas con otras organizaciones, trabajando de forma conjunta para restablecer el principio de humanidad en el corazón de la respuesta humanitaria.
Nobuyuki: En realidad, existe todavía un gran número de personas en todo el mundo con muy pocos conocimientos sobre temas humanitarios. Nuestra exposición “Restaurando nuestra humanidad” es una excelente herramienta para sensibilizar al público. Como organización con una amplia red de base, la Soka Gakkai se ha comprometido a difundir el mensaje “No dejemos a nadie atrás” y a contribuir a que más personas se involucren en la causa.