Alumbrando un camino para uno mismo y los demás
Ante la escasez de mascarillas después del brote de la COVID-19, Chan Wing Sze Lluvia de Hong Kong empezó a producirlas y a enseñar cómo se hacen a quienes también deseaban ayudar a las personas más necesitadas. Este gesto le permitió expandir su vida de manera completamente inesperada.
Soy artesana y hago compresas desde 2014. Con el aumento de contagios de la COVID-19 en Hong Kong, comenzaron a escasear las mascarillas y su adquisición se volvió muy difícil. Recordé lo que solía decir mi padre: «No dependas de nadie más que de ti misma», por cuanto decidí fabricarlas. Pero, sabía que para poder producir en cantidad suficiente tendría que contar con más personas.
Hice una transmisión en directo a través de Facebook para enseñar cómo se confeccionan las mascarillas, y la respuesta a la emisión fue muy positiva. Casi al mismo tiempo, me llegaron solicitudes de estos productos sanitarios de colectivos de personas mayores y de personas con discapacidad física. Me esforcé para que ellos fuesen siempre los primeros en ser atendidos.
Poco después, una emisora de radio local se interesó por mi iniciativa, y me invitó a compartir mi experiencia. También, una sastrería con 60 años de antigüedad, me propuso trabajar en colaboración. Era algo que no me lo esperaba.
Me siento empoderada a través de mi práctica budista que me permite decidir quién quiero ser y crear activamente mi futuro.
Al comienzo de la pandemia estaba preocupada por mis ingresos. Sin embargo, me dije a mí misma que tendría que seguir adelante, a pesar de las circunstancias y de mis angustias. Si aparecía algún obstáculo, tenía que afrontarlo con valentía. El miedo y la aflicción solo acabarían minando mis energías. También pensé que si todo el mundo estaba asustado, tendría que valerme por mí misma y reunir coraje para infundir ánimo a los demás. Creo que puedo ser un modelo para que las otras personas también entiendan que son capaces de influir en su comunidad y en todo Hong Kong.
Gracias a esa actitud, no me detuve a pensar mucho en las circunstancias. Lo único que quería era compartir mi experiencia con otros y valerme de mi habilidad para transmitirles la confección de mascarillas. Deseaba que más personas aprendieran a hacerlas para ayudar a sus semejantes en su comunidad. La repercusión y el reconocimiento posteriores fueron una gran sorpresa/toda una sorpresa.
Además, cada vez más la gente se interesó por las compresas higiénicas que yo fabricaba, y en la actualidad los pedidos se han multiplicado. Todo esto me ha ayudado a comprender la enseñanza de Nichiren Daishonin que afirma: «si uno enciende un farol para alumbrar el camino de otro, también iluminará sus propios pasos».
Hoy en día, los problemas sociales a menudo hacen que las personas se sientan impotentes y enfadadas, pero como practicante del budismo Nichiren, entonar Nam-myoho-renge-kyo me ayuda a mantenerme fuerte y no dejarme influenciar por la situación.
Me siento empoderada a través de mi práctica budista que me permite decidir quién quiero ser y crear activamente mi futuro. Al principio de la pandemia, fue muy triste ver a personas mayores ir de un lado a otro en busca de mascarillas. Quería marcar la diferencia, y por eso comencé a enseñar a los demás cómo podían hacerlas para su uso personal. Después de unos meses, noté esos cambios, lo cual me demostró que tengo la capacidad de crear valor en cualquier momento. Ahora tengo mayor convicción en mi práctica budista, y sé que mientras continúe actuando sin sucumbir a la duda, todos mis esfuerzos finalmente darán frutos.
Adaptado de un artículo de la edición de octubre de 2020 de Harmony, HKSGI.