Percibiendo el camino
Zhang Jing-Hui, de Taiwán, narra su historia de resiliencia como una persona no vidente en la que enfrenta barreras sociales y logra descollar académicamente y prosperar en su lugar de trabajo.
Nací de forma prematura con menos de un kilo, un tercio del peso medio de un bebé al nacer, y perdí la visión en ambos ojos debido al desprendimiento de retina bilateral. Mi madre ingresó en la Soka Gakkai cuando yo aún era una niña. Al crecer, mis padres no me trataron de manera diferenciada. Me animaban a aprender y a hacer todo lo que podían las personas videntes, como el ir en bicicleta, nadar y tocar instrumentos musicales. Desde la guardería infantil hasta la escuela de enseñanza media, asistí a clases normales y mi colegio me proporcionó libros de texto en sistema braille, audios y programas de edición de audio para que pudiera aprender mediante el tacto y la audición. Siempre traté de integrarme en la vida escolar, leyendo y jugando con todo el mundo.
Al terminar la enseñanza media, recibí el Premio Presidencial de Educación, el máximo galardón educativo de Taiwán.
En 2013, el año en que hice el examen de acceso a la universidad, animada por mi madre y por una joven que también era miembro de la Soka Gakkai, decidí comenzar esta práctica budista y ponerla a prueba en mi vida.
Dejé mi ciudad natal para asistir a la universidad en el norte de Taiwán. Con el aliento que desde la fe me brindaba mi compañera budista, me desafié a mí misma a través de la participación en varias actividades de la Soka Gakkai, como, por ejemplo, actuar de maestra de ceremonia en la gran asamblea general anual de mi organización local. Cuando me gradué de la universidad, recibí el Premio del Director en representación de los más de siete mil graduados.
La búsqueda de empleo
En el verano de 2017, empecé a buscar trabajo. Sin embargo, no es algo sencillo para una persona con discapacidad visual encontrar un empleo que no sea de masajista. Para mantenerme animada, me volqué completamente en las actividades de la Soka Gakkai, y un compañero me aconsejó entonar Nam-myoho-renge-kyo con la absoluta convicción de que tendría éxito. Además de orar para desarrollar la sabiduría necesaria que me permitiera desenvolverme bien en las entrevistas, también quería que mi victoria a la hora de conseguir trabajo animara a los más jóvenes de la organización.
Después de mantener una buena entrevista con una empresa, estaba segura de que me contratarían. Me quedé destrozada cuando no conseguí el puesto de trabajo. No dejaba de preguntarme por qué. En ese momento, recordé algo que había leído de Daisaku Ikeda, donde afirmaba que quien practica la filosofía del budismo Nichiren nunca es derrotado. Así que yo tenía que seguir luchando: dejé a un lado mi tristeza y me preparé para afrontar de nuevo el reto de la búsqueda de empleo.
Con un renovado sentido de propósito, acudí a una entrevista de trabajo en la administración local. Una semana después, recibí una llamada en la que me informaban de que había sido aceptada como telefonista para la línea de servicio de la ciudad. Estaba muy contenta y agradecida.
Fui la primera persona no vidente contratada en nuestra unidad y me asignaron la tarea de atender las llamadas entrantes de varias oficinas municipales.
A pesar de que algunos comentarios de las personas que llamaban eran realmente groseros, pude atender las llamadas con eficacia. Al cabo de un mes, mi supervisor confió en mi capacidad para resolver problemas y me abrió una línea directa para que la gente pudiera contactar conmigo más fácilmente.
Me sentí inmensamente agradecida y feliz por la confianza que habían depositado en mí y reflexioné sobre cómo podía aportar el máximo valor a mi función. Decidí que intentaría recordar el nombre y la unidad de servicio de todas las personas con las que hablaba por teléfono. Poco a poco, empecé a recibir comentarios de las personas que llamaban, cosas como «Me gusta oír tu voz, me da energía y calidez». Esto me hizo reflexionar sobre un pasaje que Nichiren cita en sus escritos: «la voz lleva a cabo la tarea del Buda».
Un enfoque proactivo
Después de trabajar en este puesto durante tres años, empecé a recibir menos llamadas como consecuencia de los cambios en la política de negocio de la empresa. Lo que significó que mi carga de trabajo se redujo notablemente. Algunos compañeros consideraron injusto que yo trabajara menos que ellos y, sin embargo, percibiera el mismo salario.
Tras reflexionar sobre ello en mi oración, decidí tomar la iniciativa. Le transmití a mi supervisor que me gustaría asumir nuevas tareas, lo hice con la esperanza de aliviar la carga de mis colegas. Una semana después, tenía un nuevo rol y un nuevo reto.
Dicho trabajo consistía en llamar a personas descontentas con los servicios municipales, averiguar qué necesitaban realmente y transmitir la información a las autoridades competentes. Me ponía nerviosa llamar a la gente, temía que se enfadaran o se aprovecharan de mí. Para superar el miedo, me tomé la tarea en serio y decidí que tenía que ser inteligente y cuidadosa y hacer todo lo posible por comprender las necesidades de quienes habían emitido las quejas. Recibí muchos comentarios positivos por mis esfuerzos, tanto de mis supervisores como de los clientes. Decían que era muy buena en mi trabajo y muy paciente. Estas son las cosas que más me motivan.
Además de mi trabajo, lo que me hace feliz es que mi familia se emociona a diario con el sonido de mis oraciones matutinas y vespertinas. Un día, durante la cena, mi padre, que antes no creía en la idea de que el budismo pudiera ser beneficioso para mi vida, me dijo de repente: «Eres muy afortunada. Creo que este trabajo es perfecto para ti y te ha llegado como resultado de tu práctica budista. Más allá de todas las circunstancias difíciles que encuentres, siempre tendrás buenas influencias que te ayuden». Sus palabras me conmovieron y sorprendieron a partes iguales, sobre todo porque mi crecimiento hizo que la familia viera el beneficio de la práctica budista.
Siento una profunda gratitud hacia mi madre por haber introducido en mi vida esta práctica budista, que me ha aportado tanta satisfacción. Quiero demostrar a los demás que no hay nada que pueda detenernos.
Adaptado de un artículo publicado el 15 de noviembre de 2022 de Soka Press, Asociación Soka de Taiwán.