Superar mi falta de confianza causada por la tartamudez

Afua Akomaa Danso, Ghana
Foto conmemorativa de graduación: tres personas de rostros felices.
Afua Akomaa Danso (en el centro) con sus padres en Ghana Foto cortesía de LensCraft Studios

Con la certeza de que nada es imposible si se tiene una fuerte determinación, Afua Akomaa Danso de Ghana transformó las inseguridades producidas por su disfemia en una confianza inquebrantable y en el éxito educativo; así demostró que la perseverancia y la práctica budista producen efectos que cambian la vida.

Nací en una familia practicante del budismo Nichiren. Durante la niñez, mi hermana y yo participamos en muchas actividades de la Soka Gakkai. Sin embargo, no fue hasta después de la escuela secundaria, momento en el que me ayudó a superar algunas de mis primeras dificultades, que me convencí plenamente del poder de la práctica.

Yo era una persona muy callada, estaba siempre encerrada en mi caparazón. No me gustaba hablar con los demás porque soy tartamuda y, en la escuela, sufrí acoso y abusos. Tenía poca confianza en mí misma y a menudo me comparaba con los demás: creía que debido a mi trastorno de la fluidez del habla no era lo suficientemente buena.

Enfrentar la ansiedad social

Algunos años más tarde, cuando asumí el cargo de responsable de mujeres jóvenes en mi área local de la Soka Gakkai, supe que había llegado el momento de superar la poca confianza que tenía en mí misma para poder interactuar libremente con las miembros.

Una mujer sostiene una grulla de papel
Afua en el Curso de Capacitación de Jóvenes de la SGI 2023 en Japón

Con el tiempo, fui adquiriendo más autoestima, que se fue desarrollando naturalmente a medida que mantenía mi práctica diaria y la participación en las actividades de la Soka Gakkai. Decidí centrarme en mis capacidades y puntos fuertes, en lugar de enfocarme en lo que no se me daba bien. Tomé la determinación de brillar libremente, tal como soy, sean cuales sean las circunstancias. También me di cuenta de que todo dependía de mí, de que soy la única que puede transformar mi vida y hacerme feliz.

Tras obtener mi primer título universitario en 2013, abrigué esperanzas de conseguir un empleo. Sin embargo, como no encontraba ninguno, decidí cursar un máster en arte. Me encantaba todo lo relacionado con el arte y quería influir en la vida de los demás, por eso para mí era importante elegir el programa adecuado.

Durante los dos años siguientes, trabajé con constancia para alcanzar mi objetivo y, como resultado, en 2015 ingresé en un máster de educación artística, pero no por ello dejé de buscar trabajo.

Liderar un proyecto aumenta la confianza y la determinación

En 2017 me propusieron liderar la organización y planificación de la exposición creada por la SGI y la Carta de la Tierra «Semillas de la esperanza: Pasos hacia el cambio, perspectivas de sostenibilidad» en Kumasi, la segunda ciudad más grande de Ghana. Trabajé arduamente junto a otros jóvenes y la exposición, al que acudieron cerca de 7200 personas durante los dos días, culminó con gran éxito.

Esta experiencia me convenció aún más de que nada es imposible si tienes una fuerte determinación. Estaba más decidida que nunca a encontrar trabajo. Así que, donde y cuando podía, tomaba medidas para convertirme en una mujer trabajadora. Perseveré en mi práctica budista y seguí apoyando a las jóvenes de la Soka Gakkai de mi localidad.

Decidí profundizar en mi convicción acerca de mi propio potencial sin tener miedo a cometer errores o tartamudear.

Unos meses después de terminar el máster, recibí una oferta de mi universidad para hacer un doctorado. En un primer momento la rechacé porque quería centrarme en conseguir un trabajo que me permitiera ahorrar el dinero suficiente para pagar los gastos universitarios por mi cuenta, debido a que no quería que mis padres, ya jubilados, siguieran cubriéndolos por mí.

Luego de buscar empleo sin éxito durante todo un año, empecé a dudar de si alguna vez lo conseguiría. Sabía que había llegado la hora de cambiar mi vida profesional, pero había momentos en los que sentía que no podía seguir adelante y mis niveles de energía tocaban fondo. Al mismo tiempo, comprendí que todo lo que estaba ocurriendo tenía un significado y me estaba fortaleciendo. Oré más que nunca, buscando claridad para comprender cuál debía ser mi siguiente paso.

Afrontar mis miedos como tartamuda: empezar a enseñar

Finalmente, en septiembre de 2018, decidí aceptar la oferta de doctorado y comencé mis estudios. Dos meses después, conseguí un puesto de profesora en el Servicio de Educación de Ghana. ¡El momento era absolutamente perfecto! Por fin había logrado mi objetivo tras cinco años de búsqueda laboral.

Cuando aterricé en la realidad del empleo, me di cuenta de su naturaleza. Yo había estado buscando un trabajo en el sector educativo que no fuera un puesto docente, pero ahora debía enseñar. Dudé, debido a mi tartamudez, si realmente sería capaz de hacerlo. A pesar de que quería influir en la vida de los demás, encontrar mi camino en la enseñanza fue un viaje lleno de renuencias. Daisaku Ikeda escribe al respecto:

«Debes vencer en la vida: vencer tus debilidades, vencer en la sociedad y vencer en los exámenes. Lo importante es primero salir victorioso, y luego obtener el nutriente para tu felicidad. La vida es una contienda en la que se gana o se pierde. El budismo también consiste en vencer.»

Decidí, entonces, hacer frente a mis miedos y desafiarme a mí misma.

Un sorprendente primer día

Después de mi primer día de clase, supe que había experimentado un cambio enorme. No solo porque tenía un trabajo, sino por la combinación de tranquilidad, alegría y confianza que sentí, y lo cómoda que me encontré tanto conmigo misma como con mis compañeros y alumnos. No sentía la necesidad de ocultar una parte de mí o volver a encerrarme en mi caparazón a causa de mi disfemia. Decidí profundizar en mi convicción acerca de mi propio potencial sin tener miedo a cometer errores o tartamudear.

Hasta ese momento, no me había dado cuenta del impacto que los educadores pueden tener en la vida de los jóvenes.

Los reconocimientos: Premio al mejor profesor

En 2022, gracias a los comentarios positivos de los alumnos y del director de mi departamento, recibí el reconocimiento como mejor profesora del centro educativo. Les caía bien a mis estudiantes y siempre acudían a mí cuando tenían algún problema.

Daisaku Ikeda nos anima a ser faros de esperanza y a realizar la tarea del Buda: esforzarnos por la felicidad de los demás allí donde estemos, yo siempre he intentado comportarme así en mi vida.

En enero de 2023 presenté mi tesis doctoral y en marzo me gradué. Mi trabajo fue calificado como uno de los mejor escritos y exitosamente defendidos del departamento en los últimos tiempos. Me he ganado la confianza de mis supervisores y sigo colaborando con ellos en proyectos relacionados.

Cinco personas felices
Afua (en el centro) con su hermana y amigos tras la presentación de su tesis doctoral en enero de 2023

Mirando al futuro con confianza

Ahora tengo confianza en que ningún sueño es demasiado grande para ir a tras él, incluso si no se manifiesta exactamente como queremos, algo mejor sucederá. En palabras del segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda:

«Los jóvenes deben abrigar sueños que parezcan incluso imposibles de lograr. Inevitablemente, en la vida uno solo puede realizar una parte de lo que aspira hacer. Por eso, si sus sueños son muy modestos desde el comienzo, terminarán sin poder construir nada significativo.»