Un canal para la esperanza
Jiye Choi, de Corea del Sur, habla de sus vivencias en el mundo de los medios de comunicación, sus desafíos y dificultades y, lo más importante, cómo encontró su propósito para marcar la diferencia.
Nací y crecí en una familia practicante del budismo Nichiren, en Daegu, Corea del Sur. De niña, era introvertida y tímida, pero cuando asistía a las reuniones locales de la Soka Gakkai, los miembros siempre me acogían afectuosamente y su cálido apoyo fue una gran ayuda para superar, con el tiempo, mi ansiedad y timidez.
Cuando estaba en la escuela primaria, me apunté al Club de Radiodifusión. Allí descubrí mi pasión por producir espectáculos colaborando en un equipo, y abracé mi sueño de trabajar en los medios de comunicación.
Sin embargo, a la hora de ingresar en la universidad experimenté mi primer revés: No aprobé el examen de acceso. Pese a ello, estaba decidida a perseguir mi sueño y sentía que lo que estaba viviendo poseía un significado profundo. Sin dejarme vencer, determiné cursar estudios de comunicación en el extranjero, en una universidad de Australia, donde realmente quería asistir.
Sentar las bases
En Australia, entablé valiosos lazos de amistad en la Soka Gakkai que me inspiraron a ser alguien capaz de ayudar a unir a las personas desde del trabajo.
Justo antes de graduarme de la universidad, empecé a buscar empleo en emisoras de radio y televisión en Corea del Sur. Quería independizarme económicamente lo antes posible.
Realicé la solicitud para un trabajo en una cadena de televisión que emitía, principalmente, programas dirigidos a una audiencia internacional, y me contrataron como asistente de dirección. Los aspectos más valorados fueron mis estudios en el extranjero, el dominio del inglés y la especialización en medios de comunicación.
Vi con claridad que mi profundo deseo es utilizar el poder de los medios en beneficio de la humanidad.
Trabajé en una amplia variedad de formatos televisivos, incluidos programas de entrevista y de noticias, y, con pasos firmes, fui construyendo mi carrera. Pero, al mismo tiempo, comencé a sentirme abrumada por el trabajo. En un momento en que estaba particularmente afectada, escuché la experiencia de una miembro de la Soka Gakkai que estaba pasando por una situación similar y la encontré muy inspiradora.
Decidí hacerme plenamente responsable de mi vida y comencé a entonar daimoku por cada uno de los retos que estaba enfrentando. Esto llevó a que me diera cuenta de que, para recuperar el equilibrio en mi vida, tenía que manejar el tiempo de forma más eficaz y útil posible. Mis compañeros notaron la mejora en la gestión del tiempo y la manera de trabajar, lo cual propició mi ascenso a productora.
Encontrar un propósito
En 2010, me incorporé a una importante cadena de televisión coreana para ocupar el puesto de productora encargada de la información internacional.
Cubrir los conflictos, las catástrofes y la pobreza mundiales fue desgarrador. Entonces, empecé a cuestionarme el papel que desempeñan los medios de comunicación y el modo en el que se priorizan los temas sensacionalistas para captar la atención de la gente.
Con este asunto en mente, entoné Nam-myoho-renge-kyo de todo corazón, y, en una reunión budista me encontré con un pasaje de los escritos de Nichiren Daishonin que me impactó profundamente. Se refería a la importancia de trabajar por la felicidad de uno y de los demás. Al reflexionar sobre la cuestión, sentí que, si me esforzaba con esta meta, podría encontrar las respuestas a mis preocupaciones de forma natural. Vi con claridad que mi profundo deseo es utilizar el poder de los medios en beneficio de la humanidad.
También me di cuenta de que todo comienza por la valentía y que existe un gran poder en el diálogo.
También me di cuenta de que todo comienza por la valentía y que existe un gran poder en el diálogo. Empecé a tener más confianza en el hecho de que, si era valiente y confiaba en mí misma, nada sería imposible.
Adopté esta mentalidad al guiar al personal a mi cargo a través de los retos de la producción de nuestros programas. Intenté infundirles valor y confianza en sí mismos hablando con cada uno de mis compañeros, animándolos y sugiriéndoles cómo hacer las cosas con mayor eficacia. Cuando me decían que no estaban a la altura de ciertas tareas, los alentaba a aprovechar sus puntos fuertes en lugar de enfocarse en los débiles. Asigné a cada persona una función que sacara lo mejor de ella, en lugar de intentar meterla a puestos en los que no encajaba.
Por supuesto, no fue algo fácil, ya que primero tuve que confiar en mí misma y en mi potencial para poder inspirar al personal que tenía a mi cargo y creer en él. Entoné Nam-myoho-renge-kyo para tener más fuerza y desarrollar mis capacidades. Mi visión de crear un mundo más pacífico a través del poder de los medios de comunicación se ha convertido en una fuente de fortaleza e inspiración para ser capaz de esforzarme al máximo, avanzar y superar las dificultades.
Crear juntos un magnífico futuro
En 2017, gracias al apoyo de mi empresa, viajé al Reino Unido, en donde realicé un máster en comunicación internacional y desarrollo.
Tras regresar a Corea del Sur, escribí un libro sobre los medios de difusión y también produje un especial de TV sobre el primer cohete espacial Nuri de fabricación nacional, que tuvo una buena acogida. Me hizo muy feliz producir un programa sobre noticias positivas, especialmente en tiempos de los desafíos compartidos de COVID-19. Creo que el papel de los medios de comunicación es dar esperanza a la gente.
Mi anhelo es que cada uno de nosotros pueda abrir su mente a las infinitas posibilidades de la vida.
Actualmente enseño en una universidad, donde puedo transmitir esta visión y mis experiencias a los alumnos. Sigo albergando el objetivo de contribuir a la paz a través de los medios de comunicación. Para algunos, mi meta puede parecer demasiado idealista, pero creo que lograremos el cambio, si cada persona intenta guiar al mundo hacia el bien. Mi anhelo es que cada uno de nosotros pueda abrir su mente a las infinitas posibilidades de la vida y convertirse en protagonista de la creación conjunta de un futuro brillante.
Adaptado de un artículo del 19 de noviembre de 2021 del Seikyo Shimbun, Soka Gakkai, Japón.